En distintas
ocasiones y de muchas maneras habló Dios antiguamente a nuestros padres por los
profetas. Ahora, en esta etapa final, nos ha hablado por el Hijo, al que ha
nombrado heredero de todo, y por medio del cual ha ido realizando las edades
del mundo. Él es reflejo de su gloria, impronta de su ser. Él sostiene el
universo con su palabra poderosa. Y, habiendo realizado la purificación de los
pecados, está sentado a la derecha de su majestad en las alturas; tanto más
encumbrado sobre los ángeles, cuanto más sublime es el nombre que ha heredado.
Pues, ¿a qué ángel dijo jamás: «Hijo mío eres tú, hoy te he engendrado», o: «Yo
seré para él un padre, y él será para mí un hijo»? Y en otro pasaje, al
introducir en el mundo al primogénito, dice: «Adórenlo todos los ángeles de
Dios.»
Salmo responsorial (Sal 96, 1 y 2b. 6 y 7c. 9)
R. Adorad a Dios, todos sus ángeles.
R. Adorad a Dios, todos sus ángeles.
El Señor reina, la tierra goza, se
alegran las islas innumerables.
Justicia y derecho sostienen su trono. R.
Justicia y derecho sostienen su trono. R.
Los cielos pregonan su justicia, y todos
los pueblos contemplan su gloria.
Ante él se postran todos los dioses. R.
Ante él se postran todos los dioses. R.
Porque tú eres, Señor, altísimo sobre
toda la tierra,
encumbrado sobre todos los dioses. R.
encumbrado sobre todos los dioses. R.
Lectura del santo evangelio según san Marcos (1,
14-20)
Cuando
arrestaron a Juan, Jesús se marchó a Galilea a proclamar el Evangelio de Dios.
Decía: -«Se ha cumplido el plazo, está cerca el reino de Dios: convertíos y
creed en el Evangelio.» Pasando junto al lago de Galilea, vio a Simón y a su
hermano Andrés, que eran pescadores y estaban echando el copo en el lago. Jesús
les dijo: -«Venid conmigo y os haré pescadores de hombres.» Inmediatamente
dejaron las redes y lo siguieron. Un poco más adelante vio a Santiago, hijo de
Zebedeo, y a su hermano Juan, que estaban en la barca repasando las redes. Los
llamó, dejaron a su padre Zebedeo en la barca con los jornaleros y se marcharon
con él.