Por amor de
Sión no callaré, por amor de Jerusalén no descansaré, hasta que rompa la aurora
de su justicia, y su salvación llamee como antorcha. Los pueblos verán tu
justicia, y los reyes tu gloria; te pondrán un nombre nuevo, pronunciado por la
boca del Señor. Serás corona fúlgida en la mano del Señor y diadema real en la
palma de tu Dios. Ya no te llamarán «Abandonada», ni a tu tierra «Devastada»; a
ti te llamarán «Mi favorita», y a tu tierra «Desposada»,porque el Señor te
prefiere a ti, y tu tierra tendrá marido. Como un joven se casa con su novia,
así te desposa el que te construyó; la alegría que encuentra el marido con su
esposa, la encontrará tu Dios contigo.
Salmo responsorial (Sal 95, 1-2a. 2b-3. 7-8a. 9-10a y
c)
R. Contad las maravillas del Señor a todas las naciones
R. Contad las maravillas del Señor a todas las naciones
Cantad al Señor un cántico nuevo, cantad al Señor,
toda la tierra;
cantad al Señor, bendecid su nombre. R.
cantad al Señor, bendecid su nombre. R.
Proclamad día tras día su victoria, contad a los
pueblos su gloria,
sus maravillas a todas las naciones. R.
sus maravillas a todas las naciones. R.
Familias de los pueblos, aclamad al Señor, aclamad la
gloria y el poder del Señor,
aclamad la gloria del nombre del Señor. R.
aclamad la gloria del nombre del Señor. R.
Postraos ante el Señor en el atrio sagrado, tiemble en
su presencia la tierra toda.
Decid a los pueblos: «El Señor es rey, él gobierna a los pueblos rectamente.» R.
Decid a los pueblos: «El Señor es rey, él gobierna a los pueblos rectamente.» R.
Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a
los Corintios (12, 4-11)
Hermanos: Hay
diversidad de dones, pero un mismo Espíritu; hay diversidad de ministerios,
pero un mismo Señor; y hay diversidad de funciones, pero un mismo Dios que obra
todo en todos. En cada uno se manifiesta el Espíritu para el bien común. Y así
uno recibe del Espíritu el hablar con sabiduría; otro, el hablar con
inteligencia, según el mismo Espíritu. Hay quien, por el mismo Espíritu, recibe
el don de la fe; y otro, por el mismo Espíritu, don de curar. A éste le han
concedido hacer milagros; a aquél, profetizar. A otro, distinguir los buenos y
malos espíritus. A uno, la diversidad de lenguas; a otro, el don de
interpretarlas. El mismo y único Espíritu obra todo esto, repartiendo a cada
uno en particular como a él le parece.
Lectura del santo evangelio según san Juan (2, 1-11)
En aquel
tiempo, había una boda en Caná de Galilea, y la madre de Jesús estaba allí.
Jesús y sus discípulos estaban también invitados a la boda. Faltó el vino, y la
madre de Jesús le dijo: - «No les queda vino.» Jesús le contestó: -«Mujer,
déjame, todavía no ha llegado mi hora.» Su madre dijo a los sirvientes:- «Haced
lo que él diga.» Había allí colocadas seis tinajas de piedra, para las
purificaciones de los judíos, de unos cien litros cada una. Jesús les dijo: -
«Llenad las tinajas de agua.» Y las llenaron hasta arriba. Entonces les mandó:
- «Sacad ahora y llevádselo al mayordomo.» Ellos se lo llevaron. El mayordomo
probó el agua convertida en vino sin saber de dónde venía (los sirvientes sí lo
sabían, pues habían sacado el agua), y entonces llamó al novio y le dijo: -
«Todo el mundo pone primero el vino bueno y cuando ya están bebidos, el peor;
tú, en cambio, has guardado el vino bueno hasta ahora. » Así, en Caná de
Galilea Jesús comenzó sus signos, manifestó su gloria, y creció la fe de sus
discípulos en él.