1/4/2019. Lunes de la IV semana de Cuaresma


Lectura del libro de Isaías (65, 17-21)
Esto dice el Señor: «Mirad: mirad voy a crear un nuevo cielo y una nueva tierra: de las cosas pasadas ni habrá recuerdo ni vendrá pensamiento. Regocijaos, alegraos por siempre por lo que voy a crear: yo creo a Jerusalén “alegría”, y a su pueblo, “júbilo”. Me alegraré por Jerusalén y me regocijaré con mi pueblo, ya no se oirá en ella ni llanto ni gemido; ya no habrá allí niño que dure pocos días, ni adulto que no colme sus años, pues será joven quien muera a los cien años, y quien no los alcance se tendrá por maldito. Construirán casas y las habitarán, plantarán viñas y comerán los frutos».
Salmo responsorial (Sal 29, 2 y 4. 5-6. 11-12a y 13b)
R. Te ensalzaré, Señor, porque me has librado.
Te ensalzaré, Señor, porque me has librado
y no has dejado que mis enemigos se rían de mí.
Señor, sacaste mi vida del abismo, me hiciste revivir cuando bajaba a la fosa. 
R.
Tañed para el Señor, fieles suyos, celebrad el recuerdo de su nombre santo;
su cólera dura un instante; su bondad, de por vida;
al atardecer nos visita el llanto; por la mañana, el júbilo. 
R.
Escucha, Señor, y ten piedad de mí; Señor socórreme.
Cambiaste mi luto en danzas. Señor, Dios mío, te daré gracias por siempre. 
R.
Lectura del santo evangelio según san Juan (4, 43-54)
En aquel tiempo, salió Jesús de Samaria para Galilea. Jesús mismo había hecho esta afirmación: «Un profeta no es estimado en su propia patria». Cuando llegó a Galilea, los galileos lo recibieron bien, porque habían visto todo lo que había hecho en Jerusalén durante la fiesta, pues también ellos habían ido a la fiesta. Fue Jesús otra vez a Caná de Galilea, donde había convertido el agua en vino. Había un funcionario real que tenía un hijo enfermo en Cafarnaún. Oyendo que Jesús había llegado de Judea a Galilea, fue a verlo, y le pedía que bajase a curar a su hijo que estaba muriéndose. Jesús le dijo: «Si no veis signos y prodigios, no creéis». El funcionario insiste: «Señor, baja antes de que se muera mi niño». Jesús le contesta: «Anda, tu hijo vive» El hombre creyó en la palabra de Jesús y se puso en camino. Iba ya bajando, cuando sus criados vinieron a su encuentro diciéndole que su hijo vivía. Él les preguntó a qué hora había empezado la mejoría. Y le contestaron: «Ayer a la hora séptima lo dejó la fiebre». El padre cayó en la cuenta de que esa era la hora en que Jesús le había dicho: «Tu hijo vive». Y creyó él con toda su familia. Este segundo signo lo hizo Jesús al llegar de Judea a Galilea.

1 abril 2019. Lunes de la IV semana de Cuaresma – Puntos de oración


Para comenzar oración nos ponemos en la presencia del señor y pedimos luz al Espíritu Santo para que nos ilumine en este rato y sepamos escuchar lo que Dios nos quiere decir hoy.
Tras leer las lecturas de hoy, me gustaría proponer tres ideas que me han sonado con fuerza.
En primer lugar, la primera lectura comienza con la siguiente promesa: “voy a crear un nuevo cielo y una nueva tierra.” Esta promesa refleja claramente el espíritu de la cuaresma y la Semana Santa, crear un nuevo cielo y una tierra en nosotros en nuestra vida. Ante esta promesa pueden surgir muchas preguntas: ¿Cómo será? ¿Estoy preparado? ¿Estoy dispuesto? A cada uno le surgirán las suyas, simplemente cada uno que se deje interpelar por esta promesa y que vea que nuevo cielo y nueva tierra quiere crear el señor en su vida.
En segundo lugar, en el salmo la antífona repite: “Te ensalzaré Señor porque me has librado.” Este verso resume en gran medida cual debería ser una de nuestras actitudes como Hijos de Dios en la oración y en el día a día. Ensalzar al Señor, alabarle y darse cuenta de las cosas tan grandes que ha hecho por nosotros. ¿De qué nos ha librado el Señor últimamente? Al final igual que los niños ven siempre a sus Padres como héroes que hacen cosas increíbles pues así somos nosotros con Dios. Si de verdad nos paramos y sabemos orar la vida en cada instante, estamos llenos de momentos y detalles por los que ensalzar lo grande que es Dios con nosotros. Ahora sencillamente encuéntralos y admira las grandezas que hacer el Señor en ti.
Por último, el evangelio presenta un pasaje del evangelio bastante interesante. Jesús al principio parece que pone a prueba al funcionario, pero finalmente el hijo se recupera. Si nos fijamos se repite dos veces bastante seguidas la palabra “creyó” y es que creer, la Fe es la clave de toda la vida cristiana por eso aparece hasta dos veces en el pasaje.  Tenemos que creer de verdad y de manera sincera.  Para conseguir esto no hay mejor escuela que la oración y mejor herramienta que pedir la gracia al Espíritu Santo. Pero sobre todo ser conscientes de que tenemos que cuidar y mantener nuestra Fe. Al fin y al cabo, luchar día a día para que crezca un poquito más. En esta clave una buena jaculatoria para repetir durante el día de hoy es: Jesús confío en ti, pero aumenta mi Fe.
Antes de acabar, recordar dedicarle un ratito final a nuestra Madre, la que nunca falla. Simplemente contadle como os ha ido la oración o lo que necesitéis, pero terminéis la oración ni el día sin acordaros de la Virgen.

31/3/2019. Domingo IV de Cuaresma (Ciclo C)


Lectura del libro de Josué (5, 9a. 10-12)
En aquellos días, dijo el Señor a Josué: «Hoy os he quitado de encima el oprobio de Egipto». Los hijos de Israel acamparon en Guilgal y celebraron allí la Pascua al atardecer del día catorce del mes, en la estepa de Jericó. Al día siguiente a la Pascua, comieron ya de los productos de la tierra: ese día, panes ácimos y espigas tostadas. Y desde ese día en que comenzaron a comer de los productos de la tierra, cesó el maná. Los hijos de Israel ya no tuvieron maná, sino que ya aquel año comieron de la cosecha de la tierra de Canaán.
Salmo responsorial (Sal 33, 2-3. 4-5. 6-7)
R. Gustad y ved qué bueno es el Señor.
Bendigo al Señor en todo momento, su alabanza está siempre en mi boca;
mi alma se gloria en el Señor: que los humildes lo escuchen y se alegren. 
R.
Proclamad conmigo la grandeza del Señor, ensalcemos juntos su nombre.
Yo consulté al Señor, y me respondió, me libró de todas mis ansias. 
R.
Contempladlo, y quedaréis radiantes, vuestro rostro no se avergonzará.
El afligido invocó al Señor, él lo escuchó y lo salvó de sus angustias. 
R.
Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a los Corintios (5, 17-21)
Hermanos: Si alguno está en Cristo es una criatura nueva. Lo viejo ha pasado, ha comenzado lo nuevo. Todo procede de Dios, que nos reconcilió consigo por medio de Cristo y nos encargó el ministerio de la reconciliación. Porque Dios mismo estaba en Cristo reconciliando al mundo consigo, sin pedirles cuentas de sus pecados, y ha puesto en nosotros el mensaje de la reconciliación. Por eso, nosotros actuamos como enviados de Cristo, y es como si Dios mismo exhortara por medio de nosotros. En nombre de Cristo os pedimos que os reconciliéis con Dios. Al que no había pecado, lo hizo pecado en favor nuestro, para que nosotros llegáramos a ser justicia de Dios en él.
Lectura del santo evangelio según san Lucas (15, 1-3. 11-32)
En aquel tiempo, solían acercarse a Jesús todos los publicanos y pecadores a escucharle. Y los fariseos y los escribas murmuraban diciendo: «Ese acoge a los pecadores y come con ellos». Jesús les dijo esta parábola: «Un hombre tenía dos hijos; el menor de ellos dijo a su padre: “Padre, dame la parte que me toca de la fortuna”. El padre les repartió los bienes. No muchos días después, el hijo menor, juntando todo lo suyo, se marchó a un país lejano, y allí derrochó su fortuna viviendo perdidamente. Cuando lo había gastado todo, vino por aquella tierra un hambre terrible, y empezó él a pasar necesidad. Fue entonces y se contrató con uno de los ciudadanos de aquel país que lo mandó a sus campos a apacentar cerdos. Deseaba saciarse de las algarrobas que comían los cerdos, pero nadie le daba nada. Recapacitando entonces, se dijo: “Cuántos jornaleros de mi padre tienen abundancia de pan, mientras yo aquí me muero de hambre. Me levantaré, me pondré en camino adonde está mi padre, y le diré: Padre, he pecado contra el cielo y contra ti; ya no merezco llamarme hijo tuyo: trátame como a uno de tus jornaleros”. Se levantó y vino adonde estaba su padre; cuando todavía estaba lejos, su padre lo vio y se le conmovieron las entrañas; y, echando a correr, se le echó al cuello y lo cubrió de besos. Su hijo le dijo: “Padre, he pecado contra el cielo y contra ti; ya no merezco llamarme hijo tuyo”. Pero el padre dijo a sus criados: “Sacad en seguida la mejor túnica y vestídsela; ponedle un anillo en la mano y sandalias en los pies; traed el ternero cebado y sacrificadlo; comamos y celebremos un banquete, porque este hijo mío estaba muerto y ha revivido; estaba perdido, y lo hemos encontrado”. Y empezaron a celebrar el banquete. Su hijo mayor estaba en el campo. Cuando al volver se acercaba a la casa, oyó la música y la danza, y llamando a uno de los criados, le preguntó qué era aquello. Este le contestó: “Ha vuelto tu hermano; y tu padre ha sacrificado el ternero cebado, porque lo ha recobrado con salud”. Él se indignó y no quería entrar, pero su padre salió e intentaba persuadirlo. Entonces él respondió a su padre: “Mira: en tantos años como te sirvo, sin desobedecer nunca una orden tuya, a mí nunca me has dado un cabrito para tener un banquete con mis amigos; en cambio, cuando ha venido ese hijo tuyo que se ha comido tus bienes con malas mujeres, le matas el ternero cebado”. El padre le dijo: “Hijo, tú estás siempre conmigo, y todo lo mío es tuyo; pero era preciso celebrar un banquete y alegrarse, porque este hermano tuyo estaba muerto y ha revivido; estaba perdido, y lo hemos encontrado”».

31 marzo 2019. Domingo IV de Cuaresma (Ciclo C) – Puntos de oración


Nos ponemos en la presencia de Dios: Que todas mis intenciones y acciones de este domingo sirvan para la gloria de Dios y la salvación de los hombres, mis hermanos.
Pedimos a la Virgen su intercesión. Nos sumergimos en la contemplación del evangelio de la misericordia.
Podemos imaginar “la película” de la parábola del hijo pródigo, si nos ayuda,
o centrarnos en su mensaje, mediante una repetición acompasada de una jaculatoria o breve oración, por ej...
o ¡he pecado contra el cielo y contra ti, Padre!
o ¡gracias, Padre, por el abrazo que me das!
Podemos reflexionar en el hijo pequeño, el llamado hijo pródigo: ¡Cuántas veces nos hemos comportado como él, disfrutando de los bienes que Dios nos ha dado -vida, inteligencia, fortaleza, comida…- sin una mínima referencia a Él, “¡lejos de Él!”. Cuántas veces hemos usado de manera egoísta y buscando el placer o la satisfacción inmediata, derrochando tiempo, ilusión y energías de manera irresponsable, ¡gastando todo lo que nos confió!
También podemos ver al hijo mayor, que no conoce el corazón ni las preocupaciones, ni las alegrías de su Padre, aunque vive bajo el mismo techo: ¡Qué horror, tan cerca y tan lejos! No se siente hijo, sino siervo explotado; en su corazón no hay amor, sino resentimiento por la paga no recibida. No conoce que todo lo del Padre le pertenece. ¡No conoce a Dios ni se conoce a sí mismo!
Por último, miramos al Padre: Es la imagen más “lograda” de Dios que nos ha dejado la palabra de Jesús: Dios es donación sin regateos, es respeto absoluto a la libertad, es sufrimiento silencioso sin reproches, es esperanza contra toda esperanza, es ver de lejos, ilusionándose con el reencuentro, es sordera infinita a nuestras justificaciones, es abrazo a la carrera, es beso y caricia al pobre y maloliente, es donación que no se agota jamás, es redención y alegría, es vida, vida eterna en banquete y plenitud.
Sentir y gustar alguno de estos “rostros” de Dios. ¡Que la Virgen nos lo conceda y nos haga apóstoles de este Dios misericordioso!

30/3/2019. Sábado de la III semana de Cuaresma


Lectura de la profecía de Oseas (6,1-6)
Vamos a volver al Señor. Porque él ha desgarrado y él nos curará; él nos ha golpeado, y él nos vendará. En dos días nos volverá a la vida y al tercero nos hará resurgir; viviremos en su presencia y comprenderemos. Procuremos conocer al Señor. Su manifestación es segura como la aurora. Vendrá como la lluvia, como la lluvia de primavera y su sentencia surge como la luz que empapa la tierra. «¿Qué haré de ti, Efraín? ¿Qué haré de ti, Judá? Vuestro amor es como nube mañanera, como el rocío que al alba desaparece. Sobre una roca tallé mis mandamientos; los castigué por medio de los profetas con las palabras de mi boca. Mi juicio se manifestará como la luz. Quiero misericordia y no sacrificio, conocimiento de Dios, más que holocaustos».
Salmo responsorial (Sal 50, 3-4. 18-19. 20-21ab)
R. Quiero misericordia, y no sacrificio.
Misericordia, Dios mío, por tu bondad, por tu inmensa compasión borra mi culpa;
lava del todo mi delito, limpia mi pecado. 
R.
Los sacrificios no te satisfacen: si te ofreciera un holocausto, no lo querrías.
Mi sacrificio es un espíritu quebrantado;
un corazón quebrantado y humillado, tú, oh, Dios, tú no lo desprecias. 
R.
Señor, por tu bondad, favorece a Sion, reconstruye las murallas de Jerusalén:
entonces aceptarás los sacrificios rituales, ofrendas y holocaustos. 
R.
Lectura del santo evangelio según san Lucas (18, 9-14)
En aquel tiempo, dijo Jesús esta parábola a algunos que confiaban en sí mismos por considerarse justos y despreciaban a los demás: «Dos hombres subieron al templo a orar. Uno era fariseo; el otro, un publicano. El fariseo, erguido, oraba así en su interior: “¡Oh Dios!, te doy gracias, porque no soy como los demás hombres: ladrones, injustos, adúlteros; ni tampoco como ese publicano. Ayuno dos veces por semana y pago el diezmo de todo lo que tengo”. El publicano, en cambio, quedándose atrás, no se atrevía ni a levantar los ojos al cielo, sino que se golpeaba el pecho diciendo: “¡Oh Dios!, ten compasión de este pecador”. Os digo que este bajó a su casa justificado, y aquél no. Porque todo el que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido».

30 marzo 2019. Sábado de la III semana de Cuaresma – Puntos de oración


La palabra de Dios de hoy es preciosa. De esas que deberían escribirse en la pared, en una pancarta y colgarla de los balcones.
Selecciono dos frases de Oseas.
La primera refleja el programa de la Cuaresma y de toda conversión: “Vamos a volver al Señor”. Ya está dicho todo, si no quieres seguir y te arrodillas y repites esto desde el corazón, no necesitas leer lo que sigue.
La segunda frase es el corazón del Antiguo Testamento y de nuevo repito que no necesita comentario sino meditación: “Quiero misericordia y no sacrificio, conocimiento de Dios, más que holocaustos”.
El salmo se hace eco de esta palabra. ¿Qué es lo que quiere Dios? “Un corazón quebrantado y humillado”.
El evangelio nos hace ahondar en este mensaje de cuaresma, de conversión y misericordia, con la parábola del fariseo y el publicano.
Copio unas palabras de un blog del obispo de Cáceres, D. Francisco Cerro: este pasaje es muy querido para él; hasta el punto de que le ha dedicado un libro (“Solos y de pie. Parábola del fariseo y el publicano”):
Era un día de primavera. Dos hombres subieron al templo a orar. Uno daba gracias a Dios, erguido como un ciprés. El otro miraba al cielo y se sentía pecador.
Los dos oraron. Pero con distinto corazón. Uno, el fariseo, le contó a Dios lo bueno que era. El publicano oraba como pecador. Se sentía avergonzado y le decía al Señor que “tuviera compasión de él”.
Cuando bajaban los dos, el publicano tenía los ojos brillantes de alegría. Se le veía un hombre reconciliado y reconciliador; amigo de todos y muy cercano al Corazón del Señor. También me fijé en la cara del fariseo. Tuve la sensación de que, al no mirar a Dios, era incapaz de relacionarse con los demás”.
¿Cuál es el problema del fariseo? Lo que me pasa a mí muchas veces. Aunque estoy arrodillado delante del sagrario, no estoy rezando al Señor. ¡Me rezo a mí mismo! En vez de tener delante de mis ojos al Señor, tengo un espejo. Sólo me veo a mí. El resultado no puede ser otra cosa que la tristeza. Para orar hay que mirar a Dios y al prójimo con amor.
¿Cuál es la oración del publicano? Primero se reconoce pecador. En segundo lugar, su oración es breve y sencilla: «Dios mío, ten piedad de mí, que soy un pecador». Esa es la oración que llega al corazón de Dios, porque es la oración del mendigo ante el corazón rico en misericordia del Señor. Resultado: la alegría de un corazón que ha encontrado perdón y misericordia, como cada vez que vuelvo de la confesión.
Si la oración del fariseo soberbio no alcanza el corazón de Dios, la humildad del publicano miserable lo abre. Delante a un corazón humilde, Dios abre su corazón totalmente. Es lo que expresó Nuestra Madre en el cantico del Magníficat: «Ha mirado la humillación de su esclava. […] Su misericordia se extiende de generación en generación sobre aquellos que lo temen» (Lc 1,48.50).
Quédate en silencio repitiendo muchas veces en tu corazón: «Dios mío, ten piedad de mí, que soy un pecador».

29/3/2019. Viernes de la III semana de Cuaresma


Lectura de la profecía de Oseas (14, 2-10)
Esto dice el Señor: «Vuelve, Israel, al Señor tu Dios, porque tropezaste por tu falta. Tomad vuestras promesas con vosotros y volved al Señor. Decidle: “Tú quitas toda falta, acepta el pacto. Pagaremos con vuestra confesión; Asiria no nos salvará, no volveremos a montar a caballo y no llamaremos ya ‘nuestro Dios’ a la obra de nuestras manos. En ti el huérfano encuentra compasión". “Curaré su deslealtad, los amaré generosamente, porque mi ira se apartó de ellos. Seré para Israel como el rocío, florecerá como el lirio, echará sus raíces como los cedros del Líbano. Brotarán sus retoños y será su esplendor como el olivo y su perfume como el del Líbano. Regresarán los que habitaban a su sombra, revivirán como el trigo, florecerán como la viña, será su renombre como el del vino del Líbano. Efraín, ¿qué tengo que ver con los ídolos? Yo soy quien le responde y lo vigila. Yo soy como un abeto siempre verde, de mí procede tu fruto”. ¿Quién será sabio, para comprender estas cosas, inteligente, para conocerlas? Porque los caminos del Señor son rectos: los justos andan los transitan, pero los traidores tropiezan en ellos».
Salmo responsorial (Sal 80, 6c-8a. 8bc-9. 10-11ab. 14 y 17)
R. Yo soy el Señor, Dios tuyo: escucha mi voz.
Oigo un lenguaje desconocido: «Retiré sus hombros de la carga,
y sus manos dejaron la espuerta. Clamaste en la aflicción, y te libré. 
R.
Te respondí oculto entre los truenos, te puse a prueba junto a la fuente de Meribá.
Escucha, pueblo mío, doy testimonio contra ti; ¡ojalá me escuchases, Israel! 
R.
No tendrás un dios extraño, no adorarás un dios extranjero;
yo soy el Señor, Dios tuyo, que te saqué de la tierra de Egipto. 
R.
¡Ojalá me escuchase mi pueblo y caminase Israel por mi camino!
Los alimentaría con flor de harina, los saciaría con miel silvestre». 
R.
Lectura del santo evangelio según san Marcos (12, 28b-34)
En aquel tiempo, un escriba se acercó a Jesús y le preguntó: «¿Qué mandamiento es el primero de todos?» Respondió Jesús: «El primero es: “Escucha, Israel, el Señor, nuestro Dios, es el único Señor: amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente, con todo tu ser”. El segundo es éste: “Amarás a tu prójimo como a ti mismo”. No hay mandamiento mayor que éstos». El escriba replicó: «Muy bien, Maestro, sin duda tienes razón cuando dices que el Señor es uno solo y no hay otro fuera de él; y que amarlo con todo el corazón, con todo el entendimiento y con todo el ser, y amar al prójimo como a uno mismo vale más que todos los holocaustos y sacrificios». Jesús, viendo que había respondido sensatamente, le dijo: «No estás lejos del reino de Dios». Y nadie se atrevió a hacerle más preguntas.

29 marzo 2019. Viernes de la III semana de Cuaresma – Puntos de oración


* Primera lectura: El mensaje central del profeta Oseas se condensa en la conversión a Dios. La vuelta a Él se traducirá después en alianza nupcial. Pero el peor pecado para el profeta es siempre el de la idolatría. No sólo porque se adoren dioses de madera, sino porque el mismo hombre se coloca en el lugar de Yahvé.
La conversión, el arrepentimiento es un presupuesto para que el hombre pueda ser salvado, presupuesto que muy bien recoge el dicho agustiniano: «Quien te creó sin contar contigo, no te salvará sin ti». Los judíos han hecho una dramática experiencia de la lejanía de Dios. Pero ahora Yahvé no espera que Israel ofrezca dones, sino que se dé él mismo: "Ya se te ha explicado lo que es bueno y lo que de ti pide Yahvé: que defiendas el derecho y ames la libertad, y que seas humilde en la presencia de tu Dios" (/Mi/06/08). La fe en el Dios Salvador significa orientar toda la vida hacia él. Israel ha de estar dispuesto a asignar un nuevo fin a su vida volviendo de nuevo a Dios y abandonando lo que antes centraba su existencia: "Perdona del todo nuestra culpa; acepta el don que te ofrecemos, el fruto de nuestros labios. Nuestra salvación no está en Asiria ni en montar a caballo, no volveremos a llamar dios nuestro a las obras de nuestras manos" (vv 3-4). Las armas, las alianzas, los ídolos, los tres elementos en los cuales se había apoyado, no serán ya su fuerza.
La respuesta del Señor representa el triunfo del amor, del cual Oseas era el gran teólogo y poeta. Este amor gratuito de Dios será como el beso del rocío que devuelve el frescor y la vida.
* Evangelio: Gracias a la pregunta de este escriba sabemos a cuál de las numerosas normas que tenían los judíos -más de seiscientas- le daba más importancia Jesús. La respuesta es clara y sintética: «amarás al Señor tu Dios... amarás a tu prójimo como a ti mismo: no hay mandamiento mayor que estos».
Los dos mandamientos no se pueden separar. Toda la ley se condensa en una actitud muy positiva: amar. Amar a Dios. Amar a los demás. Esta vez la medida del amor al prójimo es muy cercana y difícil: «como a ti mismo». Porque a nosotros sí que nos queremos y nos toleramos. Pues así quiere Jesús que amemos a los demás.
El escriba, un experto en estas cuestiones, después de haber escuchado la respuesta de Jesús, le alaba: Muy bien, Maestro. Y, siguiendo la mejor pedagogía no directiva, se dedica a “reflejar/repetir” lo mismo que Jesús ha dicho, con pequeñas adiciones. La conclusión a la que llega Jesús no puede ser más positiva: No estás lejos del reino de los cielos.
 Jesús aprecia la respuesta del escriba (inteligentemente), viendo que es un hombre a quien interesa la verdad. Quien está por el bien del hombre no está lejos del Reino. Jesús abre al letrado el horizonte del reinado de Dios, que deja atrás toda la antigua época (1,15). Hay en sus palabras una invitación implícita: ya que ha aprobado su primera respuesta, después de la frase elogiosa (no estás lejos) debería buscar mayor cercanía.
Al ver el acierto y el rigor de las respuestas de Jesús, que ha puesto en su sitio a los saduceos y corregido al escriba, nadie se atreve a hacerle más preguntas.
Oración final
Dios todopoderoso, que derramaste el Espíritu Santo sobre los apóstoles, reunidos en oración con María, la Madre de Jesús, concédenos, por intercesión de la Virgen, entregarnos fielmente a tu servicio y proclamar la gloria de tu nombre con testimonio de palabra y de vida. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

28/3/2019. Jueves de la III semana de Cuaresma



Lectura del libro de Jeremías (7,23-28)
Esto dice el Señor: «Esta fue la orden que di a mi pueblo: “Escuchad mi voz. Yo seré vuestro Dios, y vosotros seréis mi pueblo. Seguid el camino que os señalo, y todo os irá bien”. Pero no escucharon ni prestaron caso. Al contrario, caminaron según sus ideas, según la maldad de su obstinado corazón. Me dieron la espalda y no la cara. Desde que salieron vuestros padres de Egipto hasta hoy, os envié a mis siervos, los profetas, un día tras otro; pero no me escucharon ni me hicieron caso: Al contrario, endurecieron la cerviz y fueron peores que sus padres. Ya puedes repetirles este discurso, seguro que no te escucharán; ya puedes gritarles, seguro que no te responderán. Aun así les dirás: “Esta es la gente que no escuchó la voz del Señor, su Dios, y no quiso escarmentar. Ha desaparecido la sinceridad, se la han arrancado de la boca”».
Salmo responsorial (Sal 94,1-2.6-7.8-9)
R. Ojalá escuchéis hoy la voz del Señor: «No endurezcáis vuestro corazón».
Venid, aclamemos al Señor, demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias, aclamándolo con cantos. 
R.
Entrad, postrémonos por tierra, bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios, y nosotros su pueblo, el rebaño que él guía. 
R.
Ojalá escuchéis hoy su voz: «No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masa en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba y me tentaron,
aunque habían visto mis obras». 
R.
Lectura del santo evangelio según san Lucas (11,14-23)
En aquel tiempo, estaba Jesús echando un demonio que era mudo. Sucedió que, apenas salió el demonio, empezó a habló el mudo. La multitud se quedó admirada, pero algunos de ellos dijeron: «Por arte de Belzebú, el príncipe de los demonios, echa los demonios». Otros, para ponerlo a prueba, le pedían un signo del cielo. El, conociendo sus pensamientos, les dijo: «Todo reino dividido contra sí mismo va a la ruina y se cae casa sobre casa. Si, pues, también Satanás se ha dividido contra sí mismo, ¿cómo se mantendrá su reino? Pues vosotros decís que yo echo los demonios con el poder de Belzebú. Pero, si yo echo los demonios con el poder de Belzebú, vuestros hijos, ¿por arte de quién los echan? Por eso, ellos mismos serán vuestros jueces. Pero, si yo echo los demonios con el dedo de Dios, entonces es que el reino de Dios ha llegado a vosotros. Cuando un hombre fuerte y bien armado guarda su palacio, sus bienes están seguros, pero, cuando otro más fuerte lo asalta y lo vence, le quita las armas de que se fiaba y reparte el botín. El que no está conmigo está contra mí; el que no recoge conmigo desparrama».

28 marzo 2019. Jueves de la III semana de Cuaresma – Puntos de oración


El Señor ya está dispuesto para este encuentro de esta mañana en el lugar donde habitualmente dedicas unos minutos para la oración. Lo bueno sería poder disponer de un rato tranquilo; pero a lo mejor aprovechas el transporte público para esos minutos de encuentro. En el fondo Él te está buscando, esperando para meterse por cualquier resquicio e iluminar el camino de este día.
“Lámpara es tu Palabra, Señor, para mis pasos, luz en mi camino” (Sal 119,105).
El evangelio de hoy, después de una discusión en el momento que “Jesús estaba echando un demonio que era mudo”, algunos que observaban la curación le quieren identificar con Belzebú, el príncipe de los demonios. Será muy interesante meterse en la escena para escuchar la fuerza de Jesús en la mirada, en los gestos, en su voz.
Pero este texto termina con una llamada apremiante que da en la diana del corazón:
“El que no está conmigo, está contra mí; el que no recoge conmigo desparrama”. Y esto es Palabra de Dios. Sí está bien que digamos, al final, “Te alabamos, Señor”.
A veces oímos a personas muy cercanas, con cierta vida espiritual, que echan en cara a Dios que no los escucha, por una parte, y por otra, que parece que hace mucho tiempo que se ha quedado mudo, que no nos habla.
Pues en esta ocasión, que es la que toca, el Señor se ha fijado en mí. Y no anda con rodeos, y me dice:
“El que no está conmigo, está contra mí”. No se puede ser imparcial. Anima a que de testimonio de él en este día. Tú sabrás cómo. Haz silencio y escucha.
“El que no recoge conmigo desparrama”. Es buen momento para presentarle todas las limitaciones, heridas, debilidades… y entregárselas para que la transforme en esperanza, en determinación de seguirle a Él, pase lo que pase.
Y acercarme al corazón abierto de Cristo en la Cruz y escuchar de labios de la Virgen: “Sus heridas nos han curado”.

27/3/2019. Miércoles de la III semana de Cuaresma


Lectura del libro del Deuteronomio (4, 1.5-9)
Moisés habló al pueblo, diciendo: «Ahora, Israel, escucha los mandatos y decretos que yo os enseño para que, cumpliéndolos, viváis y entréis a tomar posesión de la tierra que el Señor, Dios de vuestros padres, os va a dar. Mirad: yo os enseño los mandatos y decretos, como me mandó el Señor, mi Dios, para que los cumpláis en la tierra donde vais a entrar para tomar posesión de ella. Observadlos y cumplidlos, pues esa es vuestra sabiduría y vuestra inteligencia a los ojos de los pueblos, los cuales, cuando tengan noticia de todos estos mandatos, dirán: “Ciertamente es un pueblo sabio e inteligente esta gran nación”. Porque, ¿dónde hay una nación tan grande que tenga unos dioses tan cercanos como el Señor, nuestro Dios, siempre que lo invocamos? Y, ¿dónde hay otra nación tan grande que tenga unos mandatos y decretos tan justos como toda esta ley que yo os propongo hoy? Pero, ten cuidado, guárdate bien de olvidar las cosas que han visto tus ojos y que no se aparten de tu corazón mientras vivas; cuéntaselos a tus hijos y nietos».
Salmo responsorial (Sal 147,12-13.15-16.19-20)
R. Glorifica al Señor, Jerusalén.
Glorifica al Señor, Jerusalén; alaba a tu Dios, Sion.
Que ha reforzado los cerrojos de tus puertas,
y ha bendecido a tus hijos dentro de ti. 
R.
Él envía su mensaje a la tierra, y su palabra corre veloz;
manda la nieve como lana, esparce la escarcha como ceniza. 
R.
Anuncia su palabra a Jacob, sus decretos y mandatos a Israel;
con ninguna nación obró así, ni les dio a conocer sus mandatos. 
R.
Lectura del santo evangelio según san Mateo (5, 17-19)
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «No creáis que he venido a abolir la Ley y los profetas: no he venido a abolir, sino a dar plenitud. En verdad os digo que antes pasarán el cielo y la tierra que deje de cumplirse hasta la última letra o tilde de la Ley. El que se salte uno solo de los preceptos menos importantes, y se lo enseñe así a los hombres será el menos importante en el reino de los cielos. Pero quien los cumpla y enseñe será grande en el reino de los cielos».

27 marzo 2019. Miércoles de la III semana de Cuaresma – Puntos de oración


Estamos en el tiempo propio para volvernos hacia el Señor, es el tiempo aceptable, para entrar ir el camino de la santidad de la que nos habla el papa Francisco en la exhortación apostólica “Gaudete et Exultate” nº 17 “A veces la vida nos presenta desafíos mayores y a través de ellos el Señor nos invita a nuevas conversiones, que permiten que su gracia se manifieste mejor en nuestra existencia para que participemos de su santidad” (Heb 12,10)
Sí este es el tiempo oportuno, el tiempo aceptable para convertirnos de nuevo, para volver al camino, retornar a la vía que nos conduce al conocimiento del amor y la misericordia que nos ha prodigado. Igual que los profetas que se jugaban el tipo como hemos leído o escuchado o las dos cosas en estos días, Isaías, Jeremías, sus palabras llamando a la conversión, a los mandamientos de Moisés, eran rechazados, juraban matarlos.
Uno de estos días me preguntaban ¿tú crees en la Virgen? A lo que respondí, “no solo creo, sino que la amo como madre mía y de los hombres”. Un movimiento de paz me llenó. Luego pensaba, por esto o confesiones parecidas, muchos cristianos en países perseguidos se juegan la vida. Hoy si no nos convertimos y somos testigos, no pasará mucho tiempo sin que nos ocurra también aquí en “la católica España”. Circula por todas partes una niebla, un humo, ignorancia u olvido en un ambiente de sensaciones, inmediatez, vivir al día desconocer ideas fundamentales sobre el ser y la dignidad de la persona que en cuanto empiezas a profundizar en una conversación de camino, no hay respuestas ni seguridad. Solamente tópicos para salir del momento.
Las lecturas de hoy nos llevan al conocimiento de Dios y por el conocimiento al amor y por el amor a la vida, a ser testigos en medio de una realidad (ahora algunos científicos les ha dado por decir que no existe y lo van a demostrar experimentalmente¡:. ! en el CERN) alejada de Dios, donde Dios no cuenta en las leyes  como le pasaba a Moisés con su pueblo y les exhortaba como hoy nos lo hace el Papa a que escucharan y cumplieran los mandatos del Señor. Y les habla de sus cualidades, pueblo sabio e inteligente… gran nación…Pero ten cuidado, guárdate bien de olvidar las cosas que han visto tus ojos y que no se aparten de tu corazón mientras vivas; cuéntaselas a tus hijos y nietos”.
En el Evangelio, Jesús nos exhorta a lo mismo: “No creáis que he venido a abolir la ley y lo que dijeron los profetas, sino a dar plenitud. En verdad os digo (esta manera de hablar de Jesús es muy firme cuando empieza, En verdad…) que antes pasarán el cielo y la tierra que deje de cumplirse hasta la última tilde o letra de la ley. El que se salte uno de los preceptos menos importantes y se lo enseñe así a los hombres, será el menos importante en el reino de los cielos. Pero quien los cumpla y enseñe será grande en el reino de los cielos.”
Tenemos que conocer a Jesús, amarle y vivirle, para ello hay que rozar con sus palabras, llevarlas al corazón, hacerlas vida. Entonces se nos grabará bien su mirada, que nos convertirá, volverá hacia Él que nos habla de vida eterna, y también del infierno, en el pasaje del rico y el pobre del que nos hablaba la lectura del otro día, de la penitencia y oración en el Desierto de las tentaciones o en el Tabor, donde Pedro quería quedarse para siempre y no era más que una preparación para lo que iba a venir después.
Preparémonos, nosotros también, contemplándole en uno de estos pasajes y con María, le acompañemos en el desierto a lo largo de la cuaresma para llegar a la Semana Santa para morir con él y resucitar.

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