9 marzo 2019. Sábado después de Ceniza – Santa Francisca Romana – Puntos de oración

Tenemos recién estrenada la cuaresma 2019, y el Papa en su discurso para este tiempo nos habla de la misma como un camino de conversión. Nos habla de un proceso dinámico, de tal modo que podemos decir que caminamos “de Pascua en Pascua”. Puede parecer que todos los años es lo mismo como si de una circunferencia se tratase, en la que año tras año pasamos por los mismos puntos, por los mismos misterios. Sin embargo, más que una circunferencia yo prefiero compararlo con una espiral. Siempre pasamos sobre los mismos puntos del plano (los mismos misterios litúrgicos) pero cada vez a una altura distinta, a mayor altura, penetrando cada vez más en el misterio de la muerte y resurrección del Señor.
Porque, de eso se trata, de penetrar cada vez más en el misterio de la Redención. Y viene muy a propósito de esta intención las recomendaciones del libro de Isaías de las lecturas de hoy:
Si detienes tus pasos el sábado, para no hacer negocios en mi día santo y llamas al sábado “mi delicia”, y lo consagras a la gloria del Señor; si lo honras, evitando viajes, dejando de hacer tus negocios y de discutir tus asuntos, entonces encontrarás tu delicia en el Señor.
En efecto, el tiempo de cuaresma viene muy bien para frenar un poco el ritmo de frenética actividad en el que solemos estar metidos. Nos haría mucho bien detener nuestros pasos, nuestro ritmo de vida, para dejar un poco de lado “nuestros negocios” y dedicarnos un poco más al “negocio” de nuestra alma, a las cosas de Dios. Dejar espacio a Dios, eso es también la cuaresma. Encontrar huecos para Él en nuestro horario es una manera de honrarle, de señalar el lugar que le corresponde, de consagrar nuestro tiempo y nuestro corazón a la gloria del Señor. En definitiva, evitar viajes, dejar de hacer tus negocios, de discutir tus asuntos, no es más que realzar la centralidad de la presencia del Señor en tu vida. ¿Qué tal detenerme un poco y dedicar un tiempo extra a la oración? Es una manera de consagrar mi tiempo. ¿Qué tal ayunar un poco de mis cosas, de mis asuntos y mis negocios, siempre tan importantes? Es una manera de serenar el alma, de encontrar tu descanso y tu delicia en el Señor. ¿Qué tal ejercer la limosna? En la Biblia, la limosna es un gesto de bondad del hombre para con su hermano, es una imitación de los gestos de Dios, que fue el primero en dar muestras de bondad para con el hombre. Limosna, por tanto, no es sólo, cuando ofrezco al hambriento de lo mío. También cuando acompaño al alma afligida, cuando alejo el dedo acusador y la calumnia, y siembro mi entorno de detalles de delicadeza, de bondad, de belleza, de buena educación, de benevolencia y de benedicencia (decir bien).
La “Cuaresma” del Hijo de Dios, nos dice el Papa Francisco, fue un entrar en el desierto de la creación para hacer que volviese a ser aquel jardín de la comunión con Dios que era antes del pecado original. Que nuestra Cuaresma suponga recorrer ese mismo camino, para llevar la esperanza de Cristo a la creación, incluido nuestro propio corazón.

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