20 marzo 2019. Miércoles de la II semana de Cuaresma – Puntos de oración

Espero que te ayuden estas palabras que te pongo a continuación para llevar a cabo con fruto este rato de oración. Sería bueno, si es posible, que realices tu rato de oración delante de Cristo en la Eucaristía. Si no es posible porque no cuentas con esta posibilidad, dedícale este tiempo al Señor en la soledad acompañada por Él.
Empezamos nuestra oración invocando al Espíritu Santo: “Ven Espíritu Divino e infunde en nuestros corazones el fuego de tu amor”.
La lectura del Evangelio que nos ofrece hoy la Iglesia nos habla de la entrega, de servir a los demás. La madre de “los hijos del trueno” se acerca a Jesús y le dice que siente en el Cielo a sus hijos junto a Él. Esto hace que el resto de los apóstoles, por envidia, se peleen y discutan entre ellos. Pero Jesús les indica cual es el camino: “el que quiera ser grande entre vosotros, que sea vuestro servidor, y el que quiera ser primero entre vosotros, que sea vuestro esclavo”. Jesús nos lo dice también a nosotros. Nos dice que, si queremos tener un tesoro en el Cielo, tenemos que ser justos y entregarnos sin medida a los demás. Entrégate a los demás, sirve, y sirve hasta que te duela. Para ello tenemos que hacernos pequeños y humildes; al estilo de la Virgen María. Ella se entregó en la vida callada de Nazaret, sirviendo a la Sagrada Familia y a los demás. Hazte servidor. Pídele a Jesús que te haga como María.
La puerta de la herida abierta del Corazón de Jesús es pequeña. Sólo los pequeños, los que se empequeñecen, pueden pasar por ella. Hazte servidor, hazte esclavo y así podrás pasar a través de la puerta que lleva directamente al Corazón de Jesús y allí encontrarás descanso y felicidad.
Puedes examinar cómo están tus niveles de servicio y de abandono de ti mismo. Es Cuaresma, es tiempo de conversión, es tiempo de mirar en nuestro interior y revisar nuestra vida.
Le pedimos a la Virgen María nuestra Madre que nos enseñe a mirar nuestro corazón. Ella es maestra en ello. Ella guardaba todas las cosas en su corazón. Le pedimos también que nos enseñe a servir como ella.

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