28/2/2013, Jueves de la segunda semana de Tiempo Ordinario

Lectura del libro de Jeremías (17,5-10)

Así dice el Señor: «Maldito quien confía en el hombre, y en la carne busca su fuerza, apartando su corazón del Señor. Será como un cardo en la estepa, no verá llegar el bien; habitará la aridez del desierto, tierra salobre e inhóspita. Bendito quien confía en el Señor y pone en el Señor su confianza. Será un árbol plantado junto al agua, que junto a la corriente echa raíces; cuando llegue el estío no lo sentirá, su hoja estará verde; en año de sequía no se inquieta, no deja de dar fruto. Nada más falso y enfermo que el corazón: ¿quién lo entenderá? Yo, el Señor, penetro el corazón, sondeo las entrañas, para dar al hombre según su conducta, según el fruto de sus acciones.»

Salmo responsorial (Sal 1, 1-2. 3. 4 y 6)
R. Dichoso el hombre que ha puesto su confianza en el Señor.

Dichoso el hombre que no sigue el consejo de los impíos
ni entra por la senda de los pecadores, ni se sienta en la reunión de los cínicos;
sino que su gozo es la ley del Señor, y medita, su ley día y noche. R.

Será como un árbol plantado al borde de la acequia:
da fruto en su sazón y no se marchitan sus hojas; y cuanto emprende tiene buen fin. R.

No así los impíos, no así; serán paja que arrebata el viento.
Porque el Señor protege el camino de los justos,
pero el camino fe los impíos acaba mal. R.

Lectura del santo evangelio según san Lucas (16,19-31)

En aquel tiempo, dijo Jesús a los fariseos: -«Había un hombre rico que se vestía de púrpura y de lino y banqueteaba espléndidamente cada día. Y un mendigo llamado Lázaro estaba echado en su portal, cubierto de llagas, y con ganas de saciarse de lo que tiraban de la mesa del rico. Y hasta los perros se le acercaban a lamerle las llagas. Sucedió que se murió el mendigo, y los ángeles lo llevaron al seno de Abrahán. Se murió también el rico, y lo enterraron. Y, estando en el infierno, en medio de los tormentos, levantando los ojos, vio de lejos a Abrahán, y a Lázaro en su seno, y gritó: "Padre Abrahán, ten piedad de mí y manda a Lázaro que moje en agua la punta del dedo y me refresque la lengua, porque me torturan estas llamas." Pero Abrahán le contestó: "Hijo, recuerda que recibiste tus bienes en vida, y Lázaro, a su vez, males: por eso encuentra aquí consuelo, mientras que tú padeces. Y además, entre nosotros y vosotros se abre un abismo inmenso, para que no puedan cruzar, aunque quieran, desde aquí hacia vosotros, ni puedan pasar de ahí hasta nosotros." El rico insistió: "Te ruego, entonces, padre, que mandes a Lázaro a casa de mi padre, porque tengo cinco hermanos, para que, con su testimonio, evites que vengan también ellos a este lugar de tormento." Abrahán le dice: "Tienen a Moisés y a los profetas; que los escuchen." El rico contestó: "No, padre Abrahán. Pero si un muerto va a verlos, se arrepentirán." Abrahán le dijo: "Si no escuchan a Moisés y a los profetas, no harán caso ni aunque resucite un muerto."»

28 febrero 2013. Jueves de la segunda semana de Tiempo Ordinario – Puntos de oración

Teniendo en cuenta los pasos iniciales para comenzar la oración que no debemos olvidar ningún día ni momento que hacemos oración, presencia de  Dios, ofrecimiento, luz y gracia, nos ponemos en sintonía con la voz del Papa al que acompañamos y que  hasta el último momento no deja de alentarnos a vivir esta Cuaresma bajo el punto de vista del Año de la Fe que seguro se está fortaleciendo en nosotros a vez que la damos a los demás mediante nuestro testimonio, oración, ayuno y limosna.

En este Año de la fe, la Cuaresma es un tiempo favorable para redescubrir la fe en Dios como criterio-base de nuestra vida y de la vida de la Iglesia. Esto siempre implica una batalla, una batalla espiritual, porque el espíritu del mal, naturalmente, se opone a nuestra santificación y trata de hacer que nos desviemos del camino de Dios. Por esto, en el primer domingo de Cuaresma, es proclamado cada año el evangelio de las tentaciones de Jesús en el desierto.

Jesús, de hecho, después de recibir la “investidura” como el Mesías –”ungido” por el Espíritu Santo–, en el Bautismo del Jordán, fue llevado por el mismo Espíritu al desierto, para ser tentado por el diablo. Al comenzar su ministerio público, Jesús tuvo que desenmascarar y rechazar las falsas imágenes del Mesías que el tentador le proponía. Pero estas tentaciones son también imágenes falsas del hombre, que en todo tiempo socavan la conciencia, disfrazándose de propuestas convenientes y eficaces, incluso buenas.

Los evangelistas Mateo y Lucas presentan tres tentaciones de Jesús, separándolas en partes por un orden. Su núcleo central consiste siempre en instrumentalizar a Dios para los propios intereses, dando más importancia al éxito o a los bienes materiales. El tentador es astuto: no empuja directamente al mal, sino a un falso bien, haciendo creer que la verdadera realidad es el poder y aquello que satisfaga las necesidades básicas. De esta manera, Dios se vuelve secundario, se reduce a un medio, al final se convierte en irreal, ya no importa, se desvanece. En última instancia, lo que está en juego en las tentaciones es la fe, porque está en juego Dios. En los momentos decisivos de la vida, aún en retrospectiva, en cualquier momento, nos encontramos en una encrucijada: ¿o bien queremos seguir el yo o a Dios? ¿El interés individual o el verdadero Bien, aquello que es realmente bueno?

Como nos enseñan los Padres de la Iglesia, las tentaciones son parte del “descender” de Jesús a nuestra condición humana, en el abismo del pecado y de sus consecuencias. Un “descenso” que Jesús ha recorrido hasta el final, hasta la muerte en cruz y a los infiernos del extremo alejamiento de Dios. De esta manera, Él es la mano que Dios ha tendido al hombre, a la oveja perdida, para que vuelva a salvo. Como enseña San Agustín, Jesús tomó de nosotros la tentación para darnos su victoria. Por lo tanto no tengamos miedo de afrontar también nosotros la lucha contra el espíritu del mal: lo importante es lo que lo hacemos con Él, con Cristo, el vencedor.

Hasta Aquí el Papa que  podemos resumir:

1ºJesús es tentado para fortalecernos a nosotros en la tentación y poder vencerla

2º Discernir  cómo nos tienta a cada uno  para sacarnos de hace su voluntad

3º  Son camino seguro, el descender, el subir bajando de Abe que ya debería ser el de todos nosotros. Me encuentro con personas fuera de la Milicia que lo viven de maravilla y están locas de contento.

El P. Morales nos invitaba durante esta cuarentena a acompañar a Jesús al desierto y contemplarle allí en las tentaciones, para conocerle, amarle y vivirle más como lo haría su Madre la Virgen María

Y acabamos con la oración  que el Papa dirige a la Virgen y muy unidos a él  la invocamos con confianza:

Y para estar con Él dirijámonos a la Madre, María: invoquémosla con confianza filial en los momentos de prueba, y ella nos hará sentir la presencia poderosa de su divino Hijo, para rechazar las tentaciones con la Palabra de Cristo, y así poner a Dios en el centro de nuestras vidas.

27/2/2013, Miércoles de la segunda semana de Cuaresma

Lectura del libro de Jeremías (18, 18-20)

Dijeron: -«Venid, maquinemos contra jeremías, porque no falta la ley del sacerdote, ni el consejo del sabio, ni el oráculo del profeta; venid, lo heriremos con su propia lengua y no haremos caso de sus oráculos.» Señor, hazme caso, oye cómo me acusan. ¿Es que se paga el bien con mal, que han cavado una fosa para mí? Acuérdate de cómo estuve en tu presencia, intercediendo en su favor, para apartar de ellos tu enojo.

Salmo responsorial (Sal 30, 5-6. 14. 15-16)
R. Sálvame, Señor, por tu misericordia.

Sácame de la red que me han tendido, porque tú eres mi amparo.
A tus manos encomiendo mi espíritu tú, el Dios leal, me librarás, R.

Oigo el cuchicheo de la gente, y todo me da miedo;
se conjuran contra mí y traman quitarme la vida. R.

Pero yo confío en ti, Señor, te digo: «Tú eres mi Dios.»
En tu mano están mis azares: líbrame de los enemigos que me persiguen. R.

Lectura del santo evangelio según san Mateo (20, 17-28)

En aquel tiempo, mientras iba subiendo Jesús a Jerusalén, tomando aparte a los Doce, les dijo por el camino: -«Mirad, estamos subiendo a Jerusalén, y el Hijo del hombre va a ser entregado a los sumos sacerdotes y a los escribas, y lo condenarán a muerte y lo entregarán a los gentiles, para que se burlen de él, lo azoten y lo crucifiquen; y al tercer día resucitará.» Entonces se le acercó la madre de los Zebedeos con sus hijos y se postró para hacerle una petición. Él le preguntó: -«¿Qué deseas?» Ella contestó: -«Ordena que estos dos hijos míos se sienten en tu reino, uno a tu derecha y el otro a tu izquierda.» Pero Jesús replicó: -«No sabéis lo que pedís. ¿Sois capaces de beber el cáliz que yo he de beber?» Contestaron: -«Lo somos.» Él les dijo: -«Mi cáliz lo beberéis; pero el puesto a mi derecha o a mi izquierda no me toca a mí concederlo, es para aquellos para quienes lo tiene reservado mi Padre.» Los otros diez, que lo habían oído, se indignaron contra los dos hermanos. Pero Jesús, reuniéndolos, les dijo: -«Sabéis que los jefes de los pueblos los tiranizan y que los grandes los oprimen. No será así entre vosotros: el que quiera ser grande entre vosotros, que sea vuestro servidor, y el que quiera ser primero entre vosotros, que sea vuestro esclavo. Igual que el Hijo del hombre no ha venido para que le sirvan, sino para servir y dar su vida en rescate por muchos.»

27 febrero 2013. Miércoles de la segunda semana de Cuaresma – Puntos de oración

Hijos y herederos, como somos, de los Ejercicios Espirituales, la lectura del salmo 30 que la Iglesia nos presenta en la liturgia de la Misa de hoy, nos hace pensar en su conexión con las Reglas de discreción de espíritus que en su libro nos presenta san Ignacio.

Es el encaje preciso de consolaciones y desolaciones, luces y sombras, gozos y cruces con los que Dios va tejiendo nuestra vida interior. San Ignacio nos orienta de forma acertada por este entramado de sentimientos encontrados, pero ya antes san Pablo nos hizo ver que adoctrinado por la revelación de Cristo (“Te basta mi gracia: la fuerza se realiza en la debilidad”) nos transmite su convicción: “Muy a gusto me glorío de mis debilidades, para que resida en mí la fuerza de Cristo. Por eso vivo contento en medio de las debilidades, los insultos, las privaciones, las persecuciones y las dificultades sufridas por Cristo. Porque cuando soy débil, entonces soy fuerte” (2 Cor, 7-10).

Y es David, en este salmo 50, quien abriéndonos su corazón nos va a mostrar análogos sentimientos. Comienza con una sincera acción de gracias hacia el Señor por haberle librado de males y peligros, reconociendo ya desde el primer momento que la bondad de Yahvé permanece estable mientras nuestras sensibilidad fluctúa en una permanente inestabilidad (“Al atardecer nos visita el llanto; por la mañana, el júbilo”).

A continuación nos hace partícipes el salmista de tres estados de ánimo diversos por los que había pasado, y a la forma en que había reaccionado su corazón hacia Dios en cada uno de ellos.

En un primer momento se veía inmerso en la consolación, rodeado por la prosperidad, por los éxitos (siempre aparentes y nunca evidentes). A punto tal que olvidando su condición de criatura se atribuye semilla, crecimiento y fruto (“No vacilaré jamás”).

Mas he aquí que de pronto le sobreviene la aflicción, la desolación. “El Señor le ha dejado en prueba, en sus potencias naturales, para que resista a las varias agitaciones y tentaciones del enemigo; pues puede con el auxilio divino, el cual siempre le queda, aunque claramente no lo sienta. El Señor le ha abstraído su mucho hervor, crecido amor y gracia intensa, quedándole también gracia suficiente para la salud eterna” (EE3 20).

En esta situación, David se vuelve confiado hacia el Señor. “¿Está alguno entre vosotros afligido? Haga oración” (Sant 5,13), nos dice el apóstol Santiago. Al esconderse el rostro de Yahvé, se hizo más vehemente la plegaria de David: “¿Qué ganas con mi muerte, con que yo baje a la fosa?”, dice, dando a entender que de buena gana moriría, si de ello hubiese de seguirse algún bien. “¿Te va a dar gracias el polvo?”, añade; es decir, el sepulcro. ¡No! Ni le pueden alabar, ni pueden declarar la verdad de Dios los muertos. Intenta conmover a Dios haciéndole ver que si en su desolación llega a caer en los lazos de la muerte (del pecado) ningún bien sobrevendría.

Y así, a su debido tiempo, Dios vuelve a mostrarle su rostro, vuelve a visitarle con redoblada gracia. “Cambiaste mi luto en danzas”. Ya nos lo indicaba san Ignacio.” El que está en desolación, trabaje de estar en paciencia, y piense que será presto consolado” (EE 321).

Y así, en nuestra oración, pongamos toda la confianza en el Padre de las misericordias, recordando con Abelardo que:

El desaliento es soberbia,
el éxito vanidad.
el fracaso es aparente
y abre puertas de humildad.
Dios no te pide que triunfes,
sólo te anima a luchar,
por la paciencia promete
alcanzar la eternidad.

26/2/2013, Martes de la segunda semana de Cuaresma

Lectura del libro de Isaías (1,10.16-20)

Oíd la palabra del Señor, príncipes de Sodoma, escucha la enseñanza de nuestro Dios, pueblo de Gomorra: «Lavaos, purificaos, apartad de mi vista vuestras malas acciones. Cesad de obrar mal, aprended a obrar bien; buscad el derecho, enderezad al oprimido; defended al huérfano, proteged a la viuda. Entonces, venid y litigaremos - dice el Señor-. Aunque vuestros pecados sean como púrpura, blanquearán como nieve; aunque sean rojos como escarlata, quedarán como lana. Si sabéis obedecer, lo sabroso de la tierra comeréis; si rehusáis y os rebeláis, la espada os comerá. Lo ha dicho el Señor.»

Salmo responsorial (Sal 49, 8-9. 16bc- 17. 21 y 23)
R. Al que sigue buen camino le haré ver la salvación de Dios.

«No te reprocho tus sacrificios, pues siempre están tus holocaustos ante mí.
Pero no aceptaré un becerro de tu casa, ni un cabrito de tus rebaños. R.

¿Por qué recitas mis preceptos y tienes siempre en la boca mi alianza,
tú que detestas mi enseñanza y te echas a la espalda mis mandatos? R.

Esto haces, ¿y me voy a callar? ¿Crees que soy como tú?
El que me ofrece acción de gracias, ése me honra;
al que sigue buen camino le haré ver la salvación de Dios.» R.

Lectura del santo evangelio según san Mateo (23, 1-12)

En aquel tiempo, Jesús habló a la gente y a sus discípulos, diciendo: - "En la cátedra de Moisés se han sentado los escribas y los fariseos: haced y cumplid lo que os digan; pero no hagáis lo que ellos hacen, porque ellos no hacen lo que dicen. Ellos lían fardos pesados e insoportables y se los cargan a la gente en los hombros, pero ellos no están dispuestos a mover un dedo para empujar. Todo lo que hacen es para que los vea la gente: alargan las filacterias y ensanchan las franjas del manto; les gustan los primeros puestos en los banquetes y los asientos de honor en las sinagogas; que les hagan reverencias por la calle y que la gente los llame maestros. Vosotros, en cambio, no os dejéis llamar maestro, porque uno solo es vuestro maestro, y todos vosotros sois hermanos. Y no llaméis padre vuestro a nadie en la tierra, porque uno solo es vuestro Padre, el del cielo. No os dejéis llamar consejeros, porque uno solo es vuestro consejero, Cristo. El primero entre vosotros será vuestro servidor. El que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido.»

26 febrero 2013. Martes de la segunda semana de Cuaresma – Puntos de oración

Mt 23, 1-12  CICLO C

Al empezar la oración hay que pedir luz al Espíritu Santo, ponerme en la presencia de Dios consciente de ante quién estoy y de qué voy a hacer para que ese encuentro con Él solo sea como todo el día, ordenado en su servicio y alabanza.

            La denuncia que hace Jesús en el evangelio de hoy también es aplicable a todo cristiano que no vive con sinceridad su fe. En este pasaje evangélico se advierten dos partes. La primera es una acusación directa a letrados y fariseos. Su denuncia se centra en dos cargos a cuál más grave. Doble vida, porque no hacen lo que dicen; y vanidad, porque todo lo hacen para que les vea la gente y les aplaudan. Sin embargo, Jesús no los desautoriza ante el pueblo: Haced y cumplid lo que os digan, pues explican la ley de Moisés.

La segunda parte del evangelio es una catequesis de Jesús para todos los miembros que componemos la Iglesia: Vosotros, en cambio, no os dejéis llamar maestro, padre ni jefe, pues nadie puede ser mediador entre Dios y los hombres; nadie tiene el monopolio de esa relación. Desde aquí se entiende el evangelio de hoy: No os dejéis llamar maestro, porque uno solo es vuestro Maestro y todos vosotros sois hermanos [] No os dejéis llamar jefes, porque uno sólo es vuestro Señor, Cristo. Y concluye Jesús con dos máximas paradójicas de valor universal: El primero entre vosotros sea vuestro servidor. El que se enaltece será humillado y el que se humilla será enaltecido.

            En este tiempo fuerte de preparación para vivir el triduo pascual en el que la Iglesia nos anima a que con la oración y la penitencia hagamos el recorrido cuaresmal para que no haya divorcio entre fe y vida, entre creer y actuar, entre el decir y el hacer, que es hoy día una forma corriente de caer en la tentación en lo que Jesús denunciaba a sus contemporáneos.

             En este año de la fe que estamos celebrando, que nuestra penitencia cuaresmal sea vivir con mayor intensidad los consejos que hoy nos da Jesús en el evangelio El primero entre vosotros sea vuestro servidor. El que se enaltece será humillado. De esta forma no se dará la afirmación que hace el Vaticano II “Los creyentes velamos con frecuencia, más que revelamos, el genuino rostro de Dios” (GS 19,3).

            Antes de terminar la oración hagamos un pequeño repaso de cómo van calando en nuestro corazón las enseñanzas de Jesús y pidamos a la Virgen de Fátima que nos ponga junto a su Hijo para que con nuestro ejemplo evangélico de amor, humildad y fraternidad sincera robustezca a los vacilantes, para que guiados por su Espíritu caminemos juntos por el camino de la verdad y así el mundo crea y se convierta.

25/2/2013, Lunes de la segunda semana de Cuaresma

Lectura de la profecía de Daniel (9,4b-10)

Señor, Dios grande y terrible, que guardas la alianza y eres leal con los que te aman y cumplen tus mandamientos. Hemos pecado, hemos cometido crímenes y delitos, nos hemos rebelado apartándonos de tus mandatos y preceptos. No hicimos caso a tus siervos, los profetas, que hablaban en tu nombre a nuestros reyes, a nuestros príncipes, padres y terratenientes. Tú, Señor, tienes razón, a nosotros nos abruma hoy la vergüenza: a los habitantes de Jerusalén, a judíos e israelitas, cercanos y lejanos, en todos los países por donde los dispersaste por los delitos que cometieron contra ti. Señor, nos abruma la vergüenza: a nuestros reyes, príncipes y padres, porque hemos pecado contra ti. Pero, aunque nosotros nos hemos rebelado, el Señor, nuestro Dios, es compasivo y perdona. No obedecimos al Señor, nuestro Dios, siguiendo las normas que nos daba por sus siervos, los profetas.

Salmo responsorial (Sal 78, 8. 9. 11 y 13)
R. Señor, no nos trates como merecen nuestros pecados.

No recuerdes contra nosotros las culpas de nuestros padres;
que tu compasión nos alcance pronto, pues estamos agotados. R.

Socórrenos, Dios, salvador nuestro, por el honor de tu nombre;
líbranos y perdona nuestros pecados a causa de tu nombre. R.

Llegue a tu presencia el gemido del cautivo:
con tu brazo poderoso, salva a los condenados a muerte. R.

Mientras, nosotros, pueblo tuyo, ovejas de tu rebaño, te daremos gracias siempre,
contaremos tus alabanzas de generación en generación. R.

Lectura del santo evangelio según san Lucas (6,36-38)

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: -«Sed compasivos como vuestro Padre es compasivo; no juzguéis, y no seréis juzgados; no condenéis, y no seréis condenados; perdonad, y seréis perdonados; dad, y se os dará: os verterán una medida generosa, colmada, remecida, rebosante. La medida que uséis, la usarán con vosotros.»

24/2/2013, Domingo de la segunda semana de Cuaresma (Ciclo C)

Lectura del libro del Génesis (15, 5-12. 17-18)
En aquellos días, Dios sacó afuera a Abran y le dijo: -«Mira al cielo; cuenta las estrellas, si puedes.» Y añadió: -«Así será tu descendencia.» Abran creyó al Señor, y se le contó en su haber. El Señor le dijo: «Yo soy el Señor, que te sacó de Ur de los Caldeos, para darte en posesión esta tierra.» Él replicó: -«Señor Dios, ¿cómo sabré yo que voy a poseerla?» Respondió el Señor: -«Tráeme una ternera de tres años, una cabra de tres años, un carnero de tres años, una tórtola y un pichón.» Abran los trajo y los cortó por el medio, colocando cada mitad frente a la otra, pero no descuartizó las aves. Los buitres bajaban a los cadáveres, y Abran los espantaba. Cuando iba a ponerse el sol, un sueño profundo invadió a Abran, y un terror intenso y oscuro cayó sobre él. El sol se puso, y vino la oscuridad; una humareda de horno y una antorcha ardiendo pasaban entre los miembros descuartizados. Aquel día el Señor hizo alianza con Abran en estos términos: -«A tus descendientes les daré esta tierra, desde el no de Egipto al Gran Río Éufrates.»
Salmo responsorial (Sal 26, 1. 7-8a. 8b-9abc. 13-14)
R. El Señor es mi luz y mi salvación
El Señor es mi luz y mi salvación, ¿a quién temeré?
El Señor es la defensa de mi vida, ¿quién me hará temblar? R.
Escúchame, Señor, que te llamo; ten piedad, respóndeme.
Oigo en mí corazón: «Buscad mi rostro.» R.
Tu rostro buscaré, Señor, no me escondas tu rostro.
No rechaces con ira a tu siervo, que tú eres mi auxilio. R.
Espero gozar de la dicha del Señor en el país de la vida.
Espera en el Señor, sé valiente, ten ánimo, espera en el Señor. R.
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Filipenses (3, 17-4, 1)
Seguid mi ejemplo, hermanos, y fijaos en los que andan según el modelo que tenéis en nosotros. Porque, como os decía muchas veces, y ahora lo repito con lágrimas en los ojos, hay muchos que andan como enemigos de la cruz de Cristo: su paradero es la perdición; su Dios, el vientre; su gloria, sus vergüenzas. Sólo aspiran a cosas terrenas. Nosotros, por el contrario, somos ciudadanos del cielo, de donde aguardamos un Salvador: el Señor Jesucristo. Él transformará nuestro cuerpo humilde, según el modelo de su cuerpo glorioso, con esa energía que posee para sometérselo todo. Así, pues, hermanos míos queridos y añorados, mi alegría y mi corona, manteneos así, en el Señor, queridos.
Lectura del santo evangelio según san Lucas (9, 28b-36)
En aquel tiempo, Jesús cogió a Pedro, a Juan y a Santiago y subió a lo alto de la montaña, para orar. Y, mientras oraba, el aspecto de su rostro cambió, sus vestidos brillaban de blancos. De repente, dos hombres conversaban con él: eran Moisés y Elías, que, apareciendo con gloria, hablaban de su muerte, que iba a consumar en Jerusalén. Pedro y sus compañeros se calan de sueño; y, espabilándose, vieron su gloria y a los dos hombres que estaban con él. Mientras éstos se alejaban, dijo Pedro a Jesús: -«Maestro, qué bien se está aquí. Haremos tres tiendas: una para ti, otra para Moisés y otra para Elías.» No sabía lo que decía. Todavía estaba hablando, cuando llegó una nube que los cubrió. Se asustaron al entrar en la nube. Una voz desde la nube decía: -«Éste es mi Hijo, el escogido, escuchadle.» Cuando sonó la voz, se encontró Jesús solo. Ellos guardaron silencio y, por el momento, no contaron a nadie nada de lo que hablan visto.

24 febrero 2013. Domingo de la segunda semana de Cuaresma (Ciclo C) – Puntos de oración

Antes de comenzar nuestro rato de oración, nos ponemos en presencia del Señor y le pedimos luz al Espíritu Santo para que se nos abra el entendimiento y, sobre todo, el corazón a los mejores sentimientos de amor de Dios. Pensar en la oración está bien, contemplar está mejor pero es mucho mejor si amamos.
Un alma abierta a Dios en la oración es como la buena tierra que recibe la buena lluvia y la hace germinar de forma generosa. La cuaresma es un tiempo en que nos tenemos que abrir de una forma especial a la gracia.
Tres sustantivos marcan la cuaresma: La limosna, la oración y la penitencia. La limosna te invito a vivirla desde el punto de vista del apostolado. La penitencia es necesaria por ascesis y para contrarrestar el mundo de comodidades tan exagerado que nos rodea. Te invito a vivir la abstinencia de comer carne los viernes como un estar pendientes del Señor, como lo está el amado de su amada, el perrillo de su dueño o el vigía del amanecer.
En este rato quiero resaltar de forma especial el tema de la oración. La lectura del Evangelio de hoy con la clase que Jesús imparte a sus discípulos es una muestra de cómo debe ser nuestra oración:
“¿Por qué nos preguntamos cómo hemos de orar, temiendo que nuestras plegarias no procedan con rectitud? El Señor nos enseñó a orar para que lográramos la Vida verdadera y dichosa, pero no quiso que lo hiciéramos con muchas palabras, como si nos escuchara mejor cuanto más locuaces nos mostráramos, pues, como él mismo dijo, oramos a aquel que conoce nuestras necesidades aun antes de que se las expongamos.
Pero, si él sabe lo que necesitamos antes de que lo pidamos, ¿por qué nos exhorta a la oración continua? Esto nos podría resultar extraño si no comprendemos que nuestro Dios y Señor no pretende que le descubramos nuestros deseos, pues él, ciertamente, no puede desconocerlos, sino que quiere que, por la oración, se acreciente nuestra capacidad de desear para que así nos hagamos más capaces de recibir los dones que nos prepara”. (San Agustín).
Llena tu oración de continuos deseos pues cuanto más desees, más amarás. Cuanto más lejos te dejes llevar de tus deseos, más te dejarás llevar del amor.
No dejes nunca de poner a María en medio de este juego de oración, deseos y amor; Ella es quien mejor entendió este juego.

22/2/2013, Viernes de la primera semana de Cuaresma. La Cátedra de San Pedro

Lectura de la primera carta del apóstol san Pedro (5, 1-4)

Queridos hermanos: A los presbíteros en esa comunidad, yo, presbítero como ellos, testigo de los sufrimientos de Cristo y participe de la gloria que va a manifestarse, os exhorto: Sed pastores del rebaño de Dios que tenéis a vuestro cargo, gobernándolo no a la fuerza, sino de buena gana, como Dios quiere; no por sórdida ganancia, sino con generosidad; no como déspotas sobre la heredad de Dios, sino convirtiéndoos en modelos del rebaño. Y cuando aparezca el supremo Pastor, recibiréis la corona de gloria que no se marchita.

Salmo responsorial (Sal 22, 1-3. 4. 5. 6)
R. El Señor es mi pastor, nada me falta.

El Señor es mi pastor, nada me falta: en verdes praderas me hace recostar;
me conduce hacia fuentes tranquilas y repara mis fuerzas;
me guía por el sendero justo, por el honor de su nombre. R.

Aunque camine por cañadas oscuras, nada terno, porque tú vas conmigo:
tu vara y tu cayado me sosiegan. R.

Preparas una mesa ante mí, enfrente de mis enemigos;
me unges la cabeza con perfume, y mi copa rebosa. R.

Tu bondad y tu misericordia me acompañan todos los días de mi vida,
y habitaré en la casa del Señor por años sin término. R.

Lectura del santo evangelio según san Mateo (16, 13-19)

En aquel tiempo, al llegar a la región de Cesarea de Filipo, Jesús preguntó a sus discípulos: -«¿Quién dice la gente que es el Hijo del hombre?» Ellos contestaron: -«Unos que Juan Bautista, otros que Elías, otros que Jeremías o uno de los profetas.» Él les preguntó: -«Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?» Simón Pedro tomó la palabra y dijo: -«Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo.» Jesús le respondió: -«¡Dichoso tú, Simón, hijo de Jonás!, porque eso no te lo ha revelado nadie de carne y hueso, sino mi Padre que está en el cielo. Ahora te digo yo: tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y el poder del infierno no la derrotará. Te daré las llaves del reino de los cielos; lo que ates en la tierra quedará atado en el cielo, y lo que desates en la tierra quedará desatado en el cielo.»

22 febrero 2013. Viernes de la 1ª semana de Cuaresma. La Cátedra de San Pedro – Puntos de oración

Celebramos hoy la conmemoración de la Cátedra de San Pedro, una fiesta que se remonta al s. IV y que resalta el ministerio particular que el Señor encomendó al príncipe de los apóstoles: guiar y confirmar a la Iglesia en la unidad de la fe.

¿Cómo no acordarnos hoy en nuestra oración del sucesor de San Pedro, de Benedicto XVI, que en menos de una semana renunciará al pontificado? Posiblemente habremos tenido ocasión de verle personalmente y de escuchar su voz en alguna de sus tres visitas a España, especialmente en la JMJ 2011. Recordemos qué nos impactó de él la primera vez que le vimos, qué palabras suyas atesoramos... Ha sido (está siendo todavía) para nosotros, padre, maestro, testigo y guía en la fe. Podemos aplicarle en la oración la exhortación de Pedro a los presbíteros de la primera lectura. En efecto, él sigue siendo hoy –como Pedro entonces-:

  • presbítero como ellos”, podríamos decir, cristiano entre los cristianos. Benedicto XVI es uno de los nuestros, el hombre cordial, cercano, pero al mismo tiempo,
  • testigo de los sufrimientos de Cristo…”: su magisterio, su testimonio, su vida entera es un indicador de Cristo, nos dirige hacia Él, porque se ha identificado con la persona de Cristo,
  • “…y partícipe de la gloria que va a manifestarse”: más si cabe ahora, con el anuncio de su renuncia, su vida está orientada a participar de la gloria de Cristo, a preparar su encuentro definitivo con Él.
  • Benedicto XVI –como Pedro entonces- tiene fuerza para exhortarnos a los presbíteros y al pueblo:
  • Sed pastores del rebaño de Dios que tenéis a vuestro cargo, gobernándolo no a la fuerza, sino de buena gana, como Dios quiere, con generosidad, convirtiéndoos en modelos del rebaño”. Escuchada la exhortación desde el “rebaño”, como laicos, Pedro, y Benedicto XVI con él, parecen pedirnos: orad por vuestros pastores; no les dejéis solos, defendedlos cuando sean criticados y atacados, sed también con ellos modelos del rebaño, actuad en todo con generosidad, con buena gana, como Dios quiere…
  • Y ¿cuál será la consecuencia? “Y cuando aparezca el supremo Pastor, recibiréis la corona de gloria que no se marchita”. De nuevo la gloria, no como la que da el mundo, que un día encumbra a uno, y al día siguiente lo olvida por completo… La gloria del Pastor no se marchita nunca, permanece con Él para siempre…
  • Y en este momento de la oración, escuchemos con todos los sentidos la pregunta que nos plantea Jesús en el Evangelio de hoy, esa misma interpelación que dirigió a los apóstoles y que recogió Pedro:
  • Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?” Jesús me pregunta: ¿Quién soy Yo para ti? ¿Un personaje del pasado, o Alguien vivo? ¿Uno ajeno a ti, o Alguien que ha entrelazado su vida con la tuya? ¿Un competidor o el que mejor te conoce? ¿Uno de tantos, o el que te ama desde dentro de ti mismo?
  • Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo”. ¿Nos atreveremos a responder así, como Simón? Cuando yo estudiaba en el Instituto, en un examen de religión me preguntaron: “¿quién es Jesucristo para ti?” Yo dejé correr el bolígrafo sobre el papel, y como si estuviera en la oración, contesté con el corazón: “Jesús es el Mesías, mi Señor, mi mejor amigo, mi médico y mi medicina…” Y así se me acabó el folio (no sé qué pensaría el profesor al leer un examen tan poco técnico…) ¿Quién es Jesús para ti?
  • Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia”. Y ahora escucha la respuesta de Jesús. Déjate que te cambie el nombre, que te dé una misión, y que te confirme en la Iglesia. ¿Qué nombre es ése? ¿Qué misión te da? ¿Contribuye a la edificación de la Iglesia…?

Oración final: Dios todopoderoso, no permitas que seamos perturbados por ningún peligro, tú que nos has afianzado sobre la roca de la fe apostólica. Por nuestro Señor Jesucristo (oración colecta de la misa).

21/2/2013, Jueves de la primera semana de Cuaresma

Lectura del libro de Ester (14, 1. 3-5. 12-14)

En aquellos días, la reina Ester, temiendo el peligro inminente, acudió al Señor y rezó así al Señor, Dios de Israel: «Señor mío, único rey nuestro. Protégeme, que estoy sola y no tengo otro defensor fuera de ti, pues yo misma me he expuesto al peligro. Desde mi infancia oí, en el seno de mi familia, cómo tú, Señor, escogiste a Israel entre las naciones, a nuestros padres entre todos sus antepasados, para ser tu heredad perpetua; y les cumpliste lo que habías prometido. Atiende, Señor, muéstrate a nosotros en la tribulación, y dame valor, Señor, rey de los dioses y señor de poderosos. Pon en mi boca un discurso acertado cuando tenga que hablar al león; haz que cambie y aborrezca a nuestro enemigo, para que perezca con todos sus cómplices. A nosotros, líbranos con tu mano; y a mí, que no tengo otro auxilio fuera de ti, protégeme tú, Señor, que lo sabes todo.»

Salmo responsorial (Sal 137, 1-2a. 2bc y 3. 7c-8)
R. Cuando te invoqué, me escuchaste, Señor.

Te doy gracias, Señor, de todo corazón; delante de los ángeles tañeré. para ti,
me postraré hacia tu santuario. R.

Daré gracias a tu nombre, por tu misericordia y tu lealtad;
cuando te invoqué, me escuchaste, acreciste el valor en mi alma. R.

Tu derecha me salva. El Señor completará sus favores conmigo:
Señor, tu misericordia es eterna, no abandones la obra de tus manos. R.

Lectura del santo evangelio según san Mateo (7, 7-12)

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: -«Pedid y se os dará, buscad y encontraréis, llamad y se os abrirá; porque quien pide recibe, quien busca encuentra y al que llama se le abre. Si a alguno de vosotros le pide su hijo pan, ¿le va a dar una piedra?; y si le pide pescado, ¿le dará una serpiente? Pues si vosotros, que sois malos, sabéis dar cosas buenas a vuestros hijos, ¡cuánto más vuestro Padre del cielo dará cosas buenas a los que le piden! En resumen: Tratad a los demás como queréis que ellos os traten; en esto consiste la Ley y los profetas.»

21 febrero 2013. Jueves de la primera semana de Cuaresma – Puntos de oración

Empezamos nuestra oración invocando al Espíritu Santo: “Ven Espíritu Divino e infunde en nuestros corazones el fuego de tu amor”.

El Señor es nuestro refugio y nuestro amparo, como lo fue para la reina Ester. Le pedía a Dios que la ayudase, que la protegiese y no la abandonó, porque la amaba. Dios no nos dejará nunca, “estaré con vosotros todos los días hasta el fin del mundo”. Pídele con humildad y Dios te lo dará, porque al que llama se le abrirá y el que pide recibe, ya que Él cuida de nosotros y nos da el pan de cada día para que no nos falte lo que realmente necesitamos.

Es bueno pedirle a Dios que resuelva nuestras necesidades, pero a veces le pedimos cosas que sólo nos incumben a nosotros. ¡El Señor ya sabe lo que necesitamos!. Olvídate de ti mismo durante esta Cuaresma, y entrégate a los demás; pide sólo por los demás y Dios ya se ocupará de lo que a ti te hace falta. Una oración altruista tiene muchas veces más beneficio, no sólo para los demás, por los que rezas, sino para el que pide. Esto es debido a que estás amando al prójimo olvidándote de ti mismo.

20/2/2013, Miércoles de la primera semana de Cuaresma

Lectura de la profecía de Jonás (3, 1 -10)

Vino la palabra del Señor sobre Jonás: - «Levántate y vete a Nínive, la gran ciudad, y predícale el mensaje que te digo.» Se levantó Jonás y fue a Nínive, como mandó el Señor. Nínive era una gran ciudad, tres días hacían falta para recorrerla. Comenzó Jonás a entrar por la ciudad y caminó durante un día, proclamando: - «¡Dentro de cuarenta días Nínive será destruida!» Creyeron en Dios los ninivitas; proclamaron el ayuno y se vistieron de saco, grandes y pequeños. Llegó el mensaje al rey de Nínive; se levantó del trono, dejó el manto, se cubrió de saco, se sentó en el polvo y mandó al heraldo a proclamar en su nombre a Nínive: -«Hombres y animales, vacas y ovejas, no prueben bocado, no pasten ni beban; vístanse de saco hombres y animales; invoquen fervientemente a Dios, que se convierta cada cual de su mala vida y de la violencia de sus manos; quizá se arrepienta, se compadezca Dios, quizá cese el incendio de su ira, y no pereceremos.» Y vio Dios sus obras, su conversión de la mala vida; se compadeció y se arrepintió Dios de la catástrofe con que había amenazado a Nínive, y no la ejecutó.

Salmo responsorial (Sal 50, 3-4. 12-13. 18-19)
R. Un corazón quebrantado y humillado, tú, Dios mío, no lo desprecias.

Misericordia, Dios mío, por tu bondad, por tu inmensa compasión borra mi culpa;
lava del todo mi delito, limpia mi pecado. R.

Oh Dios, crea en mí un corazón puro, renuévame por dentro con espíritu firme;
no me arrojes lejos de tu rostro, no me quites tu santo espíritu. R.

Los sacrificios no te satisfacen: si te ofreciera un holocausto, no lo querrías.
Mi sacrificio es un espíritu quebrantado;
un corazón quebrantado y humillado, tú no lo desprecias. R.

Lectura del santo evangelio según san Lucas (11, 29-32)

En aquel tiempo, la gente se apiñaba alrededor de Jesús, y él se puso a decirles: -«Esta generación es una generación perversa. Pide un signo, pero no se le dará más signo que el signo de Jonás. Como Jonás fue un signo para los habitantes de Nínive, lo mismo será el Hijo del hombre para esta generación. Cuando sean juzgados los hombres de esta generación, la reina del Sur se levantará y hará que los condenen; porque ella vino desde los confines de la tierra para escuchar la sabiduría de Salomón, y aquí hay uno que es más que Salomón. Cuando sea juzgada esta generación, los hombres de Nínive se alzarán y harán que los condenen; porque ellos se convirtieron con la predicación de Jonás, y aquí hay uno que es más que Jonás.»

20 febrero 2013. Miércoles de la primera semana de Cuaresma – Puntos de oración

Hace tan solo unos días, en concreto una semana nada más.., en que comenzamos nuestro itinerario cuaresmal, y hoy nos encontramos con un evangelio un tanto duro, pues contiene unas palabras de Jesús, que bien podían ser consideradas como un reproche...

Apuntan los comentaristas que la palabra "generación" es siempre empleada por Jesús en un modo peyorativo... Es un alusión típica a ciertos momentos de la Historia del pueblo de Israel, en que éste tienta a Dios o se endurece ante sus mandatos... Es la Generación del desierto, que reclama "signos" a Dios, cuando Dios no deja de mostrarse a su pueblo de una u otra manera siempre...

¿Quién no ha pedido alguna vez un signo a Dios, para creer o no dejar de creer...? El hombre de todos los tiempos se mueve en el ámbito de los sentidos.., de las realidades tangibles.., y como que necesitara constatarlo todo, y como consecuencia, Dios tampoco se escapa de sus apreciaciones...

Impresionan los dos ejemplos que pone Cristo para acompañar su respuesta: El signo de los habitantes de Nínive, y el signo de la reina del Sur.

Dice S. Basilio que "un signo es una cosa sensible que contiene en sí la declaración de alguna cosa oculta; así el signo o el prodigio de Jonás representa el descenso de Jesucristo a los infiernos, su ascensión y su resurrección de entre los muertos. Por esto dice: "Porque así como Jonás fue un prodigio para los de Nínive, así el Hijo del hombre lo será para los de esta generación..."

Bien podría ser este el objetivo de la oración de este día, el esforzarnos para no pedir signos, pero si correspondencia a la Gracia de Dios con generosidad y valentía...

Nos encontramos celebrando el Año de la Fe, un tiempo precioso para actualizar esta virtud en nuestra vida diaria, en nuestro quehacer cotidiano...

Si actualizamos la Fe, viviremos de ella, y de ella daremos testimonio, y esto, casi sin darnos cuenta... ¿Soy un signo de Jesucristo para quienes me tratan.., para aquellos con los que convivo y me relaciono...? ¿Manifiesto la Verdad, el Bien y la Belleza, que es Dios mismo en mí, con la misma naturalidad que respiro, como o duermo...?

Supliquemos al Señor, que no nos muestre signos para creer, sino que creamos sin verlos... Solo así, Dios será glorificado en nosotros, siempre y en todo...

Termino esta reflexión con una vivencia familiar que leía no hace mucho y que bien podría dejarnos pensativos...

"Había estado ausente de la casa por algunos días y me preguntaba, al acercarme a ella, si mi pequeña Margarita, quien apenas podía sentarse sola, me recordaba... Para probar su memoria, me coloqué en un lugar desde donde yo podía verla, pero que ella no me podía ver a mí, y la llamé en el viejo tono familiar: "¡Mague!" Ella dejó caer sus juguetes. Otra vez repetí su nombre "¡Mague!" y habiendo inspeccionado una vez más el cuarto con su mirada, pero no viendo el rostro de su padre, se puso muy triste y volvió a tomar sus juguetes. Por tercera vez llamé "¡Mague!" y ella, dejando caer sus juguetes rompió a llorar extendiendo sus brazos en la dirección de donde provenía el sonido, sabiendo que aunque no podía ver a su padre, él debía estar allí."

19/2/2013, Martes de la primera semana de Cuaresma

Lectura del libro de Isaías (55, 10-11)

Así dice el Señor: «Como bajan la lluvia y la nieve del cielo, y no vuelven allá sino después de empapar la tierra, de fecundarla y hacerla germinar, para que dé semilla al sembrador y pan al que come, así será mi palabra, que sale de mi boca: no volverá a mi vacía, sino que hará mi voluntad y cumplirá mi encargo.»

Salmo responsorial (Sal 33, 4-5. 6-7. 16-17. 18-19)
R. Dios libra de sus angustias a los justos.

Proclamad conmigo la grandeza del Señor, ensalcemos juntos su nombre.
Yo consulté al Señor, y me respondió, me libró de todas mis ansias. R.

Contempladlo, y quedaréis radiantes, vuestro rostro no se avergonzará.
Si el afligido invoca al Señor, él lo escucha y lo salva de sus angustias. R.

Los ojos del Señor miran a los justos, sus oídos escuchan sus gritos;
pero el Señor se enfrenta con los malhechores, para borrar de la tierra su memoria. R.

Cuando uno grita, el Señor lo escucha y lo libra de sus angustias;
el Señor está cerca de los atribulados, salva a los abatidos. R.

Lectura del santo evangelio según san Mateo (6, 7-15)

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: -«Cuando recéis, no uséis muchas palabras, como los gentiles, que se imaginan que por hablar mucho les harán caso. No seáis como ellos, pues vuestro Padre sabe lo que os hace falta antes de que lo pidáis. Vosotros rezad así: "Padre nuestro del cielo, santificado sea tu nombre, venga tu reino, hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo, danos hoy el pan nuestro de cada día, perdónanos nuestras ofensas, pues nosotros hemos perdonado a los que nos han ofendido, no nos dejes caer en la tentación, sino líbranos del Maligno." Porque si perdonáis a los demás sus culpas, también vuestro Padre del cielo os perdonará a vosotros. Pero si no perdonáis a los demás, tampoco vuestro Padre perdonará vuestras culpas.»

18/02/2013, Lunes de la primera semana de Cuaresma

Lectura del libro del Levítico (19,1-2.11-18)
El Señor habló a Moisés: -«Habla a la asamblea de los hijos de Israel y diles: "Seréis santos, porque yo, el Señor, vuestro Dios, soy santo. No robaréis ni defraudaréis ni engañaréis a ninguno de vuestro pueblo. No juraréis en falso por mi nombre, profanando el nombre de Dios. Yo soy el Señor. No explotarás a tu prójimo ni lo expropiarás. No dormirá contigo hasta el día siguiente el jornal del obrero. No maldecirás al sordo ni pondrás tropiezos al ciego. Teme a tu Dios. Yo soy el Señor. No daréis sentencias injustas. No serás parcial ni por favorecer al pobre ni por honrar al rico. Juzga con justicia a tu conciudadano. No andarás con cuentos de aquí para allá, ni declararás en falso contra la vida de tu prójimo. Yo soy el Señor. No odiarás de corazón a tu hermano. Reprenderás a tu pariente, para que no cargues tú con su pecado. No te vengarás ni guardarás rencor a tus parientes, sino que amarás a tu prójimo como a ti mismo. Yo soy el Señor."»
Salmo responsorial (Sal 18, 8. 9. 10. 15)
R. Tus palabras, Señor, son espíritu y vida.
La ley del Señor es perfecta y es descanso del alma;
el precepto del Señor es fiel e instruye al ignorante. R.
Los mandatos del Señor son rectos y alegran el corazón;
la norma del Señor es límpida y da luz a los ojos. R.
La voluntad del Señor es pura y eternamente estable;
los mandamientos del Señor son verdaderos y enteramente justos. R.
Que te agraden las palabras de mi boca,
y llegue a tu presencia el meditar de mi corazón, Señor, roca mía, redentor mío. R.
Lectura del santo evangelio según san Mateo (25, 31-46)
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: -«Cuando venga en su gloria el Hijo del hombre, y todos los ángeles con él, se sentará en el trono de su gloria, y serán reunidas ante él todas las naciones. El separará a unos de otros, como un pastor separa las ovejas de las cabras. Y pondrá las ovejas a su derecha y las cabras a su izquierda. Entonces dirá el rey a los de su derecha: "Venid vosotros, benditos de mi Padre; heredad el reino preparado para vosotros desde la creación del mundo. Porque tuve hambre y me disteis de comer, tuve sed y me disteis de beber, fui forastero y me hospedasteis, estuve desnudo y me vestisteis, enfermo y me visitasteis, en la cárcel y vinisteis a verme." Entonces los justos le contestarán: "Señor, ¿cuándo te vimos con hambre y te alimentamos, o con sed y te dimos de beber?; ¿cuándo te vimos forastero y te hospedamos, o desnudo y te vestimos?; ¿cuándo te vimos enfermo o en la cárcel y fuimos a verte?" Y el rey les dirá: "Os aseguro que cada vez que lo hicisteis con uno de éstos, mis humildes hermanos, conmigo lo hicisteis." Y entonces dirá a los de su izquierda: "Apartaos de mí, malditos, id al fuego eterno preparado para el diablo y sus ángeles. Porque tuve hambre y no me disteis de comer, tuve sed y no me disteis de beber, fui forastero y no me hospedasteis, estuve desnudo y no me vestisteis, enfermo y en la cárcel y no me visitasteis." Entonces también éstos contestarán: "Señor, ¿cuándo te vimos con hambre o con sed, o forastero o desnudo, o enfermo o en la cárcel, y no te asistimos?" Y él replicará: "Os aseguro que cada vez que no lo hicisteis con uno de éstos, los humildes, tampoco lo hicisteis conmigo.” Y éstos irán al castigo eterno, y los justos a la vida eterna.»

18 febrero 2013. Lunes de la primera semana de Cuaresma – Puntos de oración

Oh, Señor, quiero hacerme semejante a Ti.
Iniciamos nuestra oración haciendo presente al Señor a nuestro lado. A través del Evangelio de hoy lo vemos como juez al final de los tiempos. Caemos en la cuenta que los que se salvan lo hacen por hacer buenas obras y los que se condenan, se condenan por no hacer esas buenas obras. Es decir que los que se condenan no lo hacen por hacer obras malas, cometer pecados, sino por no hacer el bien; su pecado es un pecado de “omisión”. Por lo tanto no basta con ser el cristiano bueno que cumple con los preceptos de la Iglesia y nada más; es necesario mojarse por Cristo e implicarse más de lleno en la redención de los hombres.
Cuando Dios decide hacer la redención del género humano, podría haberlo hecho con un sencillo gesto o incluso con una sola palabra; pero decidió hacerlo danto toda su sangre, con muchísimo sufrimiento, hasta la última gota. Además decide dejarla “incompleta” para que tanto tú como yo, la completemos.
A simple vista se ve que la redención de los hombres no está terminada: abunda el pecado, el sufrimiento, la desesperación y la muerte. “El sudor y el esfuerzo que el trabajo necesariamente comporta en la actual condición de la humanidad ofrecen al cristiano la posibilidad de participar en el amor y la obra que Cristo vino a llevar a cabo.”… “Soportando el cansancio del trabajo en unión con Cristo crucificado por nosotros, el hombre colabora de alguna manera con el Hijo de Dios con la redención de la humanidad.” (Juan Pablo II)
Con tu estudio ofrecido y tu trabajo de hoy vas a colaborar con Cristo en la salvación de muchas almas; por ello no puedes hacer trampas en tu estudio, tu trabajo va a estar unido a la sangre de Cristo y vas a ir completando esta obra que Él quiso dejar incompleta.
Termina tu oración ofreciendo a Dios todo lo que hoy te va a costar hacer: tu estudio y tu trabajo.
 
Señor, haz que por mi trabajo ofrecido muchas almas encuentren la salvación, sé que no valen mucho, pero unidos a tu sangre tienen valor infinito.

17/2/2013, Domingo de la primera semana de Cuaresma (Ciclo C)


Lectura del libro del Deuteronomio (26,4-10)

Dijo Moisés al pueblo: «El sacerdote tomará de tu mano la cesta con las primicias y la pondrá ante el altar del Señor, tu Dios. Entonces tú dirás ante el Señor, tu Dios: "Mi padre fue un arameo errante, que bajó a Egipto, y se estableció allí, con unas pocas personas. Pero luego creció, hasta convertirse en una raza grande, potente y numerosa. Los egipcios nos maltrataron y nos oprimieron, y nos impusieron una dura esclavitud. Entonces clamamos al Señor, Dios de nuestros padres, y el Señor escuchó nuestra voz, miró nuestra opresión, nuestro trabajo y nuestra angustia. El Señor nos sacó de Egipto con mano fuerte y brazo extendido, en medio de gran terror, con signos y portentos. Nos introdujo en este lugar, y nos dio esta tierra, una tierra que mana leche y miel. Por eso, ahora traigo aquí las primicias de los frutos del suelo que tú, Señor, me has dado." Lo pondrás ante el Señor, tu Dios, y te postrarás en presencia del Señor, tu Dios.»

Salmo responsorial (Sal 90,1-2.10-11.12-13.14-15)
R. Está conmigo, Señor, en la tribulación.


Tú que habitas al amparo del Altísimo, que vives a la sombra del Omnipotente,
di al Señor: «Refugio mío, alcázar mío, Dios mío, confío en ti.» R.


No se te acercará la desgracia, ni la plaga llegará hasta tu tienda,
porque a sus ángeles ha dado órdenes para que te guarden en tus caminos. R.


Te llevarán en sus palmas, para que tu pie no tropiece en la piedra;
caminarás sobre áspides y víboras, pisotearás leones y dragones. R.


«Se puso junto a mí: lo libraré; lo protegeré porque conoce mi nombre,
me invocará y lo escucharé. Con él estaré en la tribulación, lo defenderé, lo glorificaré.» R.


Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos (10,8-13)

La Escritura dice: «La palabra está cerca de ti: la tienes en los labios y en el corazón.» Se refiere a la palabra de la fe que os anunciamos. Porque, si tus labios profesan que Jesús es el Señor, y tu corazón cree que Dios lo resucitó de entre los muertos, te salvarás. Por la fe del corazón llegamos a la justificación, y por la profesión de los labios, a la salvación. Dice la Escritura: «Nadie que cree en él quedará defraudado.» Porque no hay distinción entre judío y griego; ya que uno mismo es el Señor de todos, generoso con todos los que lo invocan. Pues «todo el que invoca el nombre del Señor se salvará.»

Lectura del santo evangelio según san Lucas (4,1-13)

En aquel tiempo, Jesús, lleno del Espíritu Santo, volvió del Jordán y, durante cuarenta días, el Espíritu lo fue llevando por el desierto, mientras era tentado por el diablo. Todo aquel tiempo estuvo sin comer, y al final sintió hambre. Entonces el diablo le dijo: «Si eres Hijo de Dios, dile a esta piedra que se convierta en pan.» Jesús le contestó: «Está escrito: "No sólo de pan vive el hombre".» Después, llevándole a lo alto, el diablo le mostró en un instante todos los reinos del mundo y le dijo: «Te daré el poder y la gloria de todo eso, porque a mí me lo han dado, y yo lo doy a quien quiero. Si tú te arrodillas delante de mi, todo será tuyo.» Jesús le contestó: «Está escrito: "Al Señor, tu Dios, adorarás y a él solo darás culto".» Entonces lo llevó a Jerusalén y lo puso en el alero del templo y le dijo: «Si eres Hijo de Dios, tírate de aquí abajo, porque está escrito: "Encargará a los ángeles que cuiden de ti", y también: "Te sostendrán en sus manos, para que tu pie no tropiece con las piedras".» Jesús le contestó: «Está mandado: "No tentarás al Señor, tu Dios".» Completadas las tentaciones, el demonio se marchó hasta otra ocasión.

17 febrero 2013. Domingo de la primera semana de Cuaresma (Ciclo C) – Puntos de oración


Hoy es primer domingo de Cuaresma, y la liturgia de la Iglesia nos presenta, como primera puerta a superar de este camino que nos llevará a la Pasión y la Pascua, el pasaje de las Tentaciones de Jesús en el desierto.

Por otra parte, hoy es el 83º cumpleaños de Abelardo de Armas, cofundador de la Milicia de Santa María. ¡Cuántas veces nos ayudó a meditar en Ejercicios y Retiros Espirituales este momento tan consolador de la vida de Jesús! Veamos cómo lo explicó Abe en nuestra Revista Estar en el año 1991.

(…) Desde el principio el hombre fue tentado. Y desde el principio la Iglesia padece grandes persecuciones.

Otras veces no creemos que estamos tentados, sino que el mal que nos atormenta es a causa de nuestra miseria y pecado o de nuestras limitaciones. Parece que es bueno humillarnos y reconocer nuestra pequeñez, y ciertamente esto es bueno, pero sólo si nos lleva a confiar en la misericordia de Dios, porque de lo contrario, cuanto más nos miremos a nosotros mismos es peor. El estiércol huele más si se le revuelve.

Es difícil, pero debemos alegrarnos en las pruebas. La tentación, la persecución, puede ser del mundo, del diablo o de nuestra propia carne, pero si estamos vigilantes y acudimos a la ayuda de Dios, el mal se convierte en un bien. Cuanto más tentados y probados somos, más amados de Dios. San Juan de Ávila dice: “Señal es que no tiene Lucifer parte en ti, pues va tras de ti; que si te tuviera, no te siguiera. Señal es de que te has ido de su reino, pues tantos escuadrones de gente armada van en pos de ti”. Y en cuanto a la carne no debemos olvidar que una cosa es sentir y otra consentir. Siente el cuerpo, pero el alma puede no consentir.

Rezamos mucho más cuando las cosas nos van mal que cuando nos van bien. Y en esta oración damos gloria a Dios y, además de confiar en su ayuda, reconocemos nuestra pequeñez y miseria, con lo que la tentación viene a convertirse en posibilidad de humildad.

Sin tentaciones, sin pruebas, no nos conoceríamos en nuestra pequeñez ni a Dios en su grandeza. No comprenderíamos al que padece pruebas.

No hagamos caso de la tentación, es decir, no le demos conversación. Hoy, como la imaginación de muchísimas personas está fuertemente herida por los audiovisuales y la vida de sentidos, es difícil tener serenidad y paz para anclarse en Dios en el momento presente.

(…) No nos olvidemos en ninguna prueba de acudir a la Virgen María. Quien vive unido a Ella y se refugia en su Corazón de Madre, no tiene nada que temer. “Jamás se ha oído decir que ninguno de los que han acudido a tu protección y reclamado tu socorro haya sido abandonado de ti” dice san Bernardo en la oración del Acordaos.

Finalmente, el Maestro, Jesús, fue tentado y venció. Y con él venciste tú, pues fue al combate como Cabeza de un Cuerpo, la Iglesia, del que tú eres miembro. Por tanto, “si con él sufrimos, reinaremos con él y, si con él morimos viviremos con él” (san Pablo)

(Revista Estar: “Agua  Viva”, agosto 1991)

16/2/2013, Sábado después de Ceniza

Lectura del libro de Isaías (58, 9b-14)

Así dice el Señor Dios: «Cuando destierres de ti la opresión, el gesto amenazador y la maledicencia, cuando partas tu pan con el hambriento y sacies el estómago del indigente, brillará tu luz en las tinieblas, tu oscuridad se volverá mediodía. El Señor te dará reposo permanente, en el desierto saciará tu hambre, hará fuertes tus huesos, serás un huerto bien regado, un manantial de aguas cuya vena nunca engaña; reconstruirás viejas ruinas, levantarás sobre cimientos de antaño; te llamarán reparador de brechas, restaurador de casas en ruinas. Si detienes tus Pies el sábado y no traficas en mi día santo, si llamas al sábado tu delicia, y lo consagras a la gloria del Señor, si lo honras absteniéndote de viajes, de buscar tu interés, de tratar tus asuntos, entonces el Señor será tu delicia. Te asentaré sobre mis montañas, te alimentaré con la herencia de tu padre Jacob.» Ha hablado la boca del Señor.

Salmo responsorial (Sal 85, 1-2. 3-4. 5-6)
R. Enséñame, Señor, tu camino, para que siga tu verdad.

Inclina tu oído, Señor, escúchame, que soy un pobre desamparado;
protege mi vida, que soy un fiel tuyo; salva a tu siervo, que confía en ti. R.

Tú eres mi Dios, piedad de mí, Señor, que a ti te estoy llamando todo el día;
alegra el alma de tu siervo, pues levanto mi alma hacia ti. R.

Porque tú, Señor, eres bueno y clemente, rico en misericordia con los que te invocan.
Señor, escucha mi oración, atiende a la voz de mi súplica. R.

Lectura del santo evangelio según san Lucas (5, 27-32)

En aquel tiempo, Jesús vio a un publicano llamado Leví, sentado al mostrador de los impuestos, y le dijo: -«Sígueme.» Él, dejándolo todo, se levantó y lo siguió. Leví ofreció en su honor un gran banquete en su casa, y estaban a la mesa con ellos un gran número de publicanos y otros. Los fariseos y los escribas dijeron a sus discípulos, criticándolo: -«¿Cómo es que coméis y bebéis con publicanos y pecadores?» Jesús les replicó: «No necesitan médico los sanos, sino los enfermos. No he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores a que se conviertan.»

16 febrero 2013. Sábado después de Ceniza – Puntos de oración

Hoy, como le sucedió al evangelista san Mateo, nos lo narra el evangelio de este día, se puede meter, el Señor, en mi vida. Claro, si le dejo. Si le escucho. Si humildemente me esfuerzo en ponerme en su presencia o dejarle que se acerque a mi vida quitando los obstáculos... Él rompe las cadenas, los hilillos que me tienen encadenado a mis limitaciones, caprichos, limitaciones…

Ponte en silencio y lee con detenimiento el l texto del evangelio de este día y escucha.

¡Ven, sígueme! ¡Ven, sígueme!

¿Qué te ha sucedido cuando en algún momento de tu vida te has enamorado? Prácticamente has intuido que te decía la persona que te amaba, ¡Ven, sígueme! Queremos hacer un proyecto común, vivir en intimidad y que lo sellaremos con compromiso, por medio del matrimonio. La vida entonces cambia. Dejo de mirarme a mí mismo y me encuentro con alguien que está dispuesto a compartir mi vida. Ya he encontrado la razón para vivir, para amar. Mi vida a cambiado. Es siempre una novedad, que me sorprende con luces y sombras. Pero entre dificultades se recorre este camino con esperanza porque el Señor siempre va delante, como buen pastor.

Pero si lees despacio este evangelio, descubrirá que el Señor te llama para seguirle. Como dice san Ignacio de Loyola en labio de Jesús: “el que me quiera seguir en la pena, también me seguirá en la gloria”…

En lo profundo del corazón escucho esta llamada del Señor. De nuevo hoy me dirige otra llamada a la santidad.

Ahí tienes un texto de Madre Teresa de Calcuta, Beata.

“¿Cuál es la voluntad de Dios respeto a nosotros? Debes ser santo. La santidad es el don más grande que Dios nos puede hacer porque nos ha creado para este fin. Para aquel o aquella que ama, someterse es más que un deber; es el secreto mismo de la santidad… Todos hemos sido llamados a ser santos, y no hay nada de extraordinario en esta llamada. Todos hemos sido creados a imagen de Dios a fin da amar y ser amados…

Jesús desea nuestra perfección con un indecible ardor. Esta es la voluntad de Dios: vuestra santificación…”

Que Santa María en este sábado nos haga gozar de su misericordia al palpar nuestra miseria. Hoy finaliza así el evangelio: “no he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores a que se conviertan”. ¡Ven, sígueme, quiero perdonarte!

15/2/2013, Viernes después de Ceniza

Lectura del libro de Isaías (58, 1-9a)
Así dice el Señor Dios: «Grita a plena voz, sin cesar, alza la voz como una trompeta, denuncia a mi pueblo sus delitos, a la casa de Jacob sus pecados. Consultan mi oráculo a diario, muestran deseo de conocer mi camino, como un pueblo que practicara la justicia y no abandonase el mandato de Dios. Me piden sentencias justas, desean tener cerca a Dios. "¿Para qué ayunar, si no haces caso?; ¿mortificarnos, si tú no te fijas?" Mirad: el día de ayuno buscáis vuestro interés y apremiáis a vuestros servidores; mirad: ayunáis entre riñas y disputas, dando puñetazos sin piedad. No ayunéis como ahora, haciendo oír en el cielo vuestras voces. ¿Es ése el ayuno que el Señor desea, para el día en que el hombre se mortifica?, mover la cabeza como un junco, acostarse sobre saco y ceniza, ¿a eso lo llamáis ayuno, día agradable al Señor? El ayuno que yo quiero es éste: Abrir las prisiones injustas, hacer saltar los cerrojos de los cepos, dejar libres a los oprimidos, romper todos los cepos; partir tu pan con el hambriento, hospedar a los pobres sin techo, vestir al que ves desnudo, y no cerrarte a tu propia carne. Entonces romperá tu luz como la aurora, en seguida te brotará la carne sana; te abrirá camino la justicia, detrás irá la gloria del Señor. Entonces clamarás al Señor, y te responderá; gritarás, y te dirá: "Aquí estoy."»
Salmo responsorial (Sal 50, 3-4. 5-6a. 18-19)
R. Un corazón quebrantado y humillado, tú, Dios mío, no lo desprecias.
Misericordia, Dios mío, por tu bondad, por tu inmensa compasión borra mi culpa;
lava del todo mi delito, limpia mi pecado. R.
Pues yo reconozco mi culpa, tengo siempre presente mi pecado: contra ti,
contra ti solo pequé, cometí la maldad que aborreces. R.
Los sacrificios no te satisfacen: si te ofreciera un holocausto, no lo querrías.
Mi sacrificio es un espíritu quebrantado;
un corazón quebrantado y humillado, tú no lo desprecias. R.
Lectura del santo evangelio según san Mateo (9, 14-15)
En aquel tiempo, se acercaron los discípulos de Juan a Jesús, preguntándole: - «¿Por qué nosotros y los fariseos ayunamos a menudo y, en cambio, tus discípulos no ayunan?» Jesús les dijo: -«¿Es que pueden guardar luto los invitados a la boda, mientras el novio está con ellos? Llegará un día en que se lleven al novio, y entonces ayunaran.»

Archivo del blog