Hoy es la Fiesta de la Presentación del Señor. “Luz para alumbrar a las naciones y gloria de tu pueblo Israel”. Hoy en muchos lugares de España se celebra la fiesta de la luz, de las candelas.
Comencemos este rato de oración invocando al Espíritu Santo para que nos inunde con luz y fortaleza. Este es el camino más fácil para entrar en la presencia del Señor. Todo lo demás depende de ÉL.
En el Evangelio de la Presentación del Señor, podemos contemplar, tomado como centro y núcleo de la contemplación a Cristo Niño llevado por María y José, sus padres al templo. Y nos vamos a fijar en una persona entrañable, Simeón, que debía ser ya anciano.
El texto del Evangelio nos dice: “vivía entonces en Jerusalén, (en este momento de la purificación) un hombre llamado Simeón, hombre justo y piadoso, que aguardaba el consuelo de Israel; y el Espíritu Santo moraba en él. Había recibido un oráculo del Espíritu Santo: que no vería la muerte antes de ver al Mesías del Señor. Impulsado por el Espíritu fue al templo…”
El nombre de este hombre justo, santo es Simeón. Es una persona bien identificada, no una leyenda. No se puede decir más en dos palabras, hombre justo y piadoso. Un hombre en cuerpo y alma santo. “Que aguardaba el consuelo de Israel; y el Espíritu Santo moraba en él…” Vivía en esperanza, aguardaba. Y porque esperaba el Espíritu Santo se dejaba guiar por Él.
Así se manifiesta que Simeón vive en plenitud las tres virtudes teologales que es un don recibido de Dios y cultivadas con constancia a lo largo de su vida. Una vida marcada por la fe, la caridad y la esperanza.
¿Qué papel tiene aquí el Espíritu Santo. Celebramos la fiesta de la luz. Jesús es la luz del mundo. Los hombres necesitamos de esta luz y para descubrirla tenemos que estar despiertos como Simeón.
“Había recibido un oráculo del espíritu santo: que no vería antes de ver al Mesías del Señor. Impulsado por el Espíritu, fue al templo”.
Cuando entraban Jesús, maría y José, ya estaba allí esperando Simeón. No podía perder esta oportunidad,. La había esperado toda su vida. Y Simeón no se conformó con ver de lejos a esta Sagrada Familia. “Simeón lo tomó en brazos y bendijo a Dios diciendo: “Ahora, señor, según tu promesa, puedes dejar a tu siervo irse en paz. Porque mis ojos han visto a tu salvador, a quien has presentado a todos los pueblos: luz para alumbrar a las naciones y gloria de tu pueblo Israel”…
Pidamos a MARÍA en esta fiesta de la luz, que Jesús nos ilumine el camino. Porque Él es el camino que lleva a la vida eterna. Sí ya estamos más cerca de la meta, cada día que pasa es una nueva etapa. ¿Cuántas etapas nos quedan para llegar a la meta?