3 febrero 2013. Domingo de la cuarta semana de Tiempo Ordinario (Ciclo C) – Puntos de oración

Jeremías 1, 4-5: Antes de formarte en el vientre materno, TE ESCOGÍ
Antes que te formaras
dentro del vientre de tu madre
antes que tú nacieras
te conocía y me consagré.
Para ser mi profeta
en las naciones yo te elegí
irás donde te envíe
y lo que te mande proclamarás.
Lo importante es que Él me escogió, me elige en este momento, cuenta y contará conmigo. Sí, el que cuenta es Él, su mirada, su amor. Soy amado, luego existo. Si tengo claro el origen, el por qué, el para qué…DIOS, pondré los medios –mi yo, lo humano- para hacer de mi vida una acción de gracias…a pesar de los pesares.
Salmo 70. Mi boca contará tu salvación
Porque tú, Dios mío, fuiste mi esperanza
y mi confianza, Señor, desde mi juventud.
En el vientre materno ya me apoyaba en ti,
en el seno tú me sostenías.
Sí, con san Juan de Ávila puedo decir: “Tú lo sabes todo, Tú lo puedes todo y me amas como nadie, desde siempre”.
El evangelio de hoyempieza donde acabó el domingo pasado. ¿Os acordáis?:
«El Espíritu del Señor está sobre mí, porque él me ha ungido. Me ha enviado para anunciar el Evangelio a los pobres, para anunciar a los cautivos la libertad, y devolver a los ciegos, la vista. Para dar libertad a los oprimidos; para anunciar el año de gracia del Señor.» Y, enrollando el libro, lo devolvió al que le ayudaba y se sentó. Toda la sinagoga tenía los ojos fijos en él. Y él se puso a decirles: - «Hoy se cumple esta Escritura que acabáis de oír.»
La verdadera y única manera de que los hombres entiendan el mensaje de Cristo es nuestra capacidad de amar, de darnos a ellos con ese amor que es paciente, benigno, generoso, que no piensa mal de la gente y se complace en la verdad.
Quizá donde menos nos entiendan sea en nuestra propia familia, entre nuestros amigos, en el centro donde estudiamos. Ahí somos demasiado cercanos y, como ven nuestras faltas y nuestras incoherencias, la gente no se cree que lo que decimos pueda ser verdad. Por eso, es grande nuestra responsabilidad de vivir, en todos los sitios, como verdaderos cristianos. No podemos pensar que Cristo no fuera coherente y, sin embargo, sus propios familiares lo tomaron por loco y en su pueblo lo quisieron arrojar por un barranco. Tenemos que contar con ello. ¡Qué bien, Señor, si nos identificamos contigo en esto!
¡Señor, sé tú mi roca de refugio, el alcázar donde me salve, porque mi peña y mi alcázar eres tú, porque tú, Dios mío, fuiste mi esperanza y mi confianza, desde mi juventud!

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