27/03/2010, Sábado de la 5ª semana de Cuaresma

Lectura de la profecía de Ezequiel (37, 21-28)

Así dice el Señor: «Yo voy a recoger a los israelitas por las naciones adonde marcharon, voy a congregarlos de todas partes y los voy a repatriar. Los haré un solo pueblo en su país, en los montes de Israel, y un solo rey reinará sobre todos ellos. No volverán a ser dos naciones ni a desmembrarse en dos monarquías. No volverán a contaminarse con sus ídolos y fetiches y con todos sus crímenes. Los libraré de sus pecados y prevaricaciones, los purificaré: ellos serán mi pueblo y yo seré su Dios. Mi siervo David será su rey, el único pastor de todos ellos. Caminarán según mis mandatos y cumplirán mis preceptos, poniéndolos por obra. Habitarán en la tierra que le di a mi siervo Jacob, en la que habitaron vuestros padres; allí vivirán para siempre, ellos y sus hijos y sus nietos; y mi siervo David será su príncipe para siempre. Haré con ellos una alianza de paz, alianza eterna pactaré con ellos. Los estableceré, los multiplicaré y pondré entre ellos mi santuario para siempre; tendré mi morada junto a ellos, yo seré su Dios, y ellos serán mi pueblo. Y sabrán las naciones que yo soy el Señor que consagra a Israel, cuando esté entre ellos mi santuario para siempre.»

Salmo responsorial (Jr 31, 10. 11-12ab. 13)
R. El Señor nos guardará como un pastor a su rebaño

Escuchad, pueblos, la palabra del Señor, anunciadla en las islas remotas: «El que dispersó a Israel lo reunirá, lo guardará como un pastor a su rebaño.» R.

Porque el Señor redimió a Jacob, lo rescató de una mano más fuerte. Vendrán con aclamaciones a la altura de Sión, afluirán hacia los bienes del Señor. R.

Entonces se alegrará la doncella en la danza, gozarán los jóvenes y los viejos; convertiré su tristeza en gozo, los alegraré y aliviaré sus penas. R.

Lectura del santo evangelio según san Juan (11,45-57)

En aquél tiempo, muchos judíos que habían venido a casa de María, al ver lo que había hecho Jesús, creyeron en él. Pero algunos acudieron a los fariseos y les contaron lo que había hecho Jesús. Los sumos sacerdotes y los fariseos convocaron el Sanedrín y dijeron: -«¿Qué hacemos? Este hombre hace muchos signos. Si lo dejamos seguir, todos creerán en él, y vendrán los romanos y nos destruirán el lugar santo y la nación.» Uno de ellos, Caifás, que era sumo sacerdote aquel año, les dijo: -«Vosotros no entendéis ni palabra; no comprendéis que os conviene que uno muera por el pueblo, y que no perezca la nación entera.» Esto no lo dijo por propio impulso, sino que, por ser sumo sacerdote aquel año, habló proféticamente, anunciando que Jesús iba a morir por la nación; y no sólo por la nación, sino también para reunir a los hijos de Dios dispersos. Y aquel día decidieron darle muerte. Por eso Jesús ya no andaba públicamente con los judíos, sino que se retiró a la región vecina al desierto, a una ciudad llamada Efraín, y pasaba allí el tiempo con los discípulos. Se acercaba la Pascua de los judíos, y muchos de aquella región subían a Jerusalén, antes de la Pascua, para purificarse. Buscaban a Jesús y, estando en el templo, se preguntaban: -«¿Qué os parece? ¿No vendrá a la fiesta?» Los sumos sacerdotes y fariseos habían mandado que el que se enterase de dónde estaba les avisara para prenderlo.

Sábado de la 5ª semana de Cuaresma – Puntos de oración

Cuando Dios quiso dar al mundo las Tablas de la Ley, las dio en el silencio del Sinaí. Cuando quiso comunicar a los hombres el misterio de la Encarnación, lo hizo en el silencio y la soledad de Belén. Oró en la soledad del desierto. Murió en la soledad de la cruz... San Pablo se retiró para madurar su conversión al desierto de Calcidia. Todos los grandes hombres se han retirado a la soledad... Solamente en el silencio Dios comunica sus secretos al alma, pero hoy parece que nosotros, no tenemos tiempo para pensar. Sin embargo, es difícil que nos podamos alimentar de la palabra de Dios, si solo vivimos inmersos en el ruido y en la prisa.

Cuando hacemos oración nos ponemos delante de Dios y en clima de eternidad; las cosas que nos rodean adquieren su verdadera dimensión; no se sobrevaloran, captamos el verdadero sentido de la realidad. Sin embargo, cuando el hombre pierde de vista la dimensión sobrenatural hay algo como que se rompe en su interior. Jung, siquiatra y el discípulo más adelantado de Freud decía: “Vienen a nuestros despachos psiquiátricos hombres y mujeres a buscar hoy lo que antes encontraban en la religión: la paz”. Y es que no puede haber paz en el corazón que ha dado la espalda a Dios. Otro psiquiatra, Victor Frankl, creador de la Logoterapia, apunta en la misma dirección. Según él, el 30 por 100 por lo menos de las neurosis actuales son debidas, no a la represión sexual, sino a la represión de la tendencia que tiene al hombre de ir hacia Dios, desviándola con otros sucedáneos: la droga, el sexo, la televisión, o lo que sea –fabricándose otros dioses- , porque cuando el hombre da la espalda a la luz, entonces empieza a creer en las tinieblas: se vuelve deslumbrado hacia otras cosas , derrochando mucha más fe para no creer en Dios que para creer.

Y todo esto ocurre porque no se hace oración.

Tenemos que buscarnos ratos de silencio. Podemos hacerlo; ¿no sacamos tiempo de donde sea cuando una cosa nos interesa? Tenemos que hacer Retiros Espirituales, en silencio. Si amamos a Dios, tenemos que buscarlo cada día un rato, en el silencio de los sagrarios, en la soledad de la habitación, para encontrarnos con El.

Todo esto ¿es espiritualismo o es vivir el realismo cristiano? ¿es ignorar los signos de los tiempos?

Miremos a los santos creadores de obras que son pujantes en nuestros días: San Ignacio de Loyola, San Francisco de Asís, La Salle, San Juan Bosco y otros muchos. ¿De dónde sacaban la inspiración y fortaleza para sus obras y sus vidas? de su unión con Dios; de la oración. Los santos han sido los grandes reformadores sociales. Los demás no han hecho más que predicar la cuestión social, pero no la han vivido.

Miremos a la Virgen y aprendamos cómo Ella “guardaba todas estas cosas meditándolas en su corazón” (Luc 2)

26/03/2010, Viernes de la 5ª semana de Cuaresma.

Lectura del libro de Jeremías (20,10-13)

Oía el cuchicheo de la gente: «Pavor en torno; delatadlo, vamos a delatarlo.» Mis amigos acechaban mi traspié: «-A ver si se deja seducir, y lo abatiremos, lo cogeremos y nos vengaremos de él.» Pero el Señor está conmigo, como fuerte soldado; mis enemigos tropezarán y no podrán conmigo. Se avergonzarán de su fracaso con sonrojo eterno que no se olvidará. Señor de los ejércitos, que examinas al justo y sondeas lo íntimo del corazón, que yo vea la venganza que tomas de ellos, porque a ti encomendé mi causa. Cantad al Señor, alabad al Señor, que libró la vida del pobre de manos de los impíos.

Salmo responsorial (Sal 17, 2-3a. 3bc-4. 5-6. 7)
R. En el peligro invoqué al Señor, y me escuchó.

Yo te amo, Señor; tú eres mi fortaleza; Señor, mi roca, mi alcázar, mi libertador. R.

Dios mío, peña mía, refugio mío, escudo mío, mi fuerza salvadora, mi baluarte. Invoco al Señor de mi alabanza y quedo libre de mis enemigos. R.

Me cercaban olas mortales, torrentes destructores me aterraban, me envolvían las redes del abismo, me alcanzaban los lazos de la muerte. R.

En el peligro invoqué al Señor, grité a mi Dios: desde su templo él escuchó mi voz, y mi grito llegó a sus oídos. R.

Lectura del santo evangelio según san Juan (10,31-42)

En aquel tiempo, los judíos agarraron piedras para apedrear a Jesús. Él les replicó: -«Os he hecho ver muchas obras buenas por encargo de mi Padre: ¿por cuál de ellas me apedreáis?» Los judíos le contestaron: -«No te apedreamos por una obra buena, sino por una blasfemia: porque tú, siendo un hombre, te haces Dios.» Jesús les replicó: -«¿No está escrito en vuestra ley: "Yo os digo: Sois dioses"? Si la Escritura llama dioses a aquellos a quienes vino la palabra de Dios (y no puede fallar la Escritura), a quien el Padre consagró y envió al mundo, ¿decís vosotros que blasfema porque dice que es hijo de Dios? Si no hago las obras de mi Padre, no me creáis, pero si las hago, aunque no me creáis a mí, creed a las obras, para que comprendáis y sepáis que el Padre está en mí, y yo en el Padre.» Intentaron de nuevo detenerlo, pero se les escabulló de las manos. Se marchó de nuevo al otro lado del Jordán, al lugar donde antes había bautizado Juan, y se quedó allí. Muchos acudieron a él y decían: -«Juan no hizo ningún signo; pero todo lo que Juan dijo de éste era verdad.» Y muchos creyeron en él allí.

Viernes de la 5ª semana de Cuaresma – Puntos de oración

En la primera lectura vemos cómo el profeta Jeremías se ha convertido en la burla de la gente, de sus mismos compatriotas. Pero este sufrimiento, lejos de desalentarle, le da más fuerza y le abre al trato con Dios. En la dura prueba de la soledad y la condena, siendo inocente, se mantiene fiel y esperanzado en el Señor que no se olvida de los pobres. Jeremías está convencido de que lucha al lado del más fuerte. El lamento está cargado de confianza y pide que triunfe la causa de Dios. La confianza en la victoria es origen de su oración e invita a la alabanza porque está seguro del triunfo de Dios. El profeta, porque espera, anticipa la acción de gracias.

Todo esto nos anima a que nuestra respuesta en situaciones similares o análogas -salvando las distancias, entiéndase- debe ser desde una actitud de fe que nos conduzca a la alabanza de Dios.

Recitar pausadamente el salmo responsorial, en relación con lo que hemos indicado previamente: “en el peligro invoqué al Señor y me escuchó”. Repasar nuestra vida desde esta acción de gracias. Escribía Chesterton: “cuando éramos niños, agradecíamos a aquellos que llenaban nuestros calcetines de regalos en Navidad. ¿Por qué no somos agradecidos con Dios por llenarlos siempre con nuestras piernas?”

En el Evangelio de hoy leemos esta escena que sucede en Jerusalén, en los días en que se celebraba la fiesta de la Dedicación. La escena tiene lugar cuando Jesús se paseaba en el Templo, por el llamado pórtico de Salomón. En este escenario, un día de la fiesta de la Dedicación, los judíos lo rodean y lo estrechan para forzarle a una respuesta.

La respuesta de Jesús es que ya se lo dijo repetidas veces: que sus obras, hechas en nombre del Padre, dan, por lo mismo, testimonio de Él. Jesús les hace ver muchas obras buenas que vienen del Padre y les pregunta por cuál de ellas le quieren apedrear. Y el argumento que Jesús va a esgrimir contra ellos es éste: la Escritura no puede ser anulada, si llama dioses a unos hombres por participar un simple poder judicial, no puede ser blasfemia que Él, a quien el Padre consagró y envió al mundo, y la prueba de lo que dice son los milagros, diga que es Hijo de Dios. Los milagros de Jesús eran tan evidentes, que aquí mismo los alega como testimonios inexcusables; precisamente los milagros fueron lo que hizo creer en Él a Nicodemo y a otros grupos de fariseos. Más que un simple juez -Dios- era el que el Padre envió al mundo como su Mesías, y que, proclamándose el Hijo de Dios, lo rubricaba apologéticamente con milagros. Por eso alega esto, como en otras ocasiones, en el mismo evangelio de San Juan, “para que sepáis y conozcáis que el Padre está en mí, y yo en el Padre”. Si Dios estaba jurídicamente presente en los jueces, tenía que estarlo realmente en el que se decía su Hijo.

Jesús luego les dice: “creed a las obras, para que comprendáis y sepáis que el Padre está en mí, y yo en el Padre”.

Este evangelio, nuevamente nos hace ver cómo los judíos eran sumamente reacios a creer en la divinidad de Jesús, a pesar de lo que oían y veían. Así es como Jesús les argumenta con buenas razones, las que son visibles y fáciles de entender. A los judíos no le faltaban motivos para conocer la verdad, sólo necesitaban fijarse en los milagros que hacia Jesús, pero ellos eran gentes de corazón duro y se mostraban duros para recibir la verdad. Por eso esto judíos, molestos, al no poder replicar a Jesús, se enfurecen y quieren apedrearlo.

Hoy día, nos encontramos también con muchos enemigos de Jesús, y al no tener argumentos que oponer, persiguen sus enseñanzas. Así es como día a día, la Iglesia recibe ataques. Esto, lejos de separarnos de Dios, debe unirnos aún más a Él. En la adversidad, es cuando se demuestra si actuamos por amor a Dios. Por comprender todo esto, Gracias Señor.

Oración Final: “Santa Madre de Dios, María, danos un corazón sencillo, sincero, y que -como el tuyo- busque amar a Dios y a los demás, para mejor servir a Cristo en su Iglesia ". Amén.

25/03/2010, Solemnidad de la Anunciación del Señor

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Lectura del libro de Isaías 7, 10-14; 8, 10

En aquel tiempo, el Señor habló a Acaz: -«Pide una señal al Señor, tu Dios: en lo hondo del abismo o en lo alto del cielo.» Respondió Acaz: -«No la pido, no quiero tentar al Señor.» Entonces dijo Dios: -«Escucha, casa de David: ¿No os basta cansar a los hombres, que cansáis incluso a mi Dios? Pues el Señor, por su cuenta, os dará una señal: Mirad: la virgen está encinta y da a luz un hijo, y le pondrá por nombre Emmanuel, que significa "Dios-con-nosotros".»

Salmo responsorial Sal 39, 7-8a. 8b-9. 10. 11
R. Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad.

Tú no quieres sacrificios ni ofrendas, y, en cambio, me abriste el oído; no pides sacrificio expiatorio, entonces yo digo: «Aquí estoy.» R.

«Como está escrito en mi libro para hacer tu voluntad.» Dios mío, lo quiero, y llevo tu ley en las entrañas. R.

He proclamado tu salvación ante la gran asamblea; no he cerrado los labios: Señor, tú lo sabes. R.

No me he guardado en el pecho tu defensa, he contado tu fidelidad y tu salvación, no he negado tu misericordia y tu lealtad ante la gran asamblea. R.

Lectura de la carta a los Hebreos 10, 4-10

Hermanos: Es imposible que la sangre de los toros y de los machos cabríos quite los pecados. Por eso, cuando Cristo entró en el mundo dijo: «Tú no quieres sacrificios ni ofrendas, pero me has preparado un cuerpo; no aceptas holocaustos ni víctimas expiatorias. Entonces yo dije lo que está escrito en el libro: "Aquí estoy, oh Dios, para hacer tu voluntad." » Primero dice: «No quieres ni aceptas sacrificios ni ofrendas, holocaustos ni victimas expiatorias», que se ofrecen según la Ley. Después añade: «Aquí estoy yo para hacer tu voluntad.» Niega lo primero, para afirmar lo segundo. Y conforme a esa voluntad todos quedamos santificados por la oblación del cuerpo de Jesucristo, hecha una vez para siempre.

Lectura del santo evangelio según san Lucas 1, 26-38

A los seis meses, el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea llamada Nazaret, a una virgen desposada con un hombre llamado José, de la estirpe de David; la virgen se llamaba María. El ángel, entrando en su presencia, dijo: -«Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo. » Ella se turbó ante estas palabras y se preguntaba qué saludo era aquél. El ángel le dijo: -«No temas, María, porque has encontrado gracia ante Dios. Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús. Será grande, se llamará Hijo del Altísimo, el Señor Dios le dará el trono de David, su padre, reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin.» Y María dijo al ángel: -«¿Cómo será eso, pues no conozco a varón?» El ángel le contestó: -«El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y la fuerza del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el Santo que va a nacer se llamará Hijo de Dios. Ahí tienes a tu pariente Isabel, que, a pesar de su vejez, ha concebido un hijo, y ya está de seis meses la que llamaban estéril, porque para Dios nada hay imposible.» María contestó: -«Aquí está la esclava del Señor; hágase en mi según tu palabra. » Y la dejó el ángel.

Anunciación del Señor – Puntos de oración

Introducción: En medio de la Cuaresma celebramos la Solemnidad de la Anunciación del Señor. 9 meses justos antes de celebrar su Nacimiento celebramos su Santa Concepción en el vientre purísimo de la Virgen María. Hoy podemos hacer la oración leyendo despacio el relato de San Lucas de la Encarnación que se leerá en la Misa. Seguramente la misma Virgen se lo dictó al evangelista, lo mismo que otros relatos del evangelio, sólo conocidos por ella o a través de ella.

  1. Oración preparatoria: hacemos la señal de la cruz y nos ponemos en presencia de Dios. Invocamos la ayuda del Espíritu Santo y rezamos mentalmente la oración preparatoria de Ejercicios: “Señor, que todas mis intenciones, acciones y operaciones sean puramente ordenadas en servicio y alabanza de tu divina majestad.” (EE 46)
  2. Petición: Santa María, ayúdame a decirle a Jesús en mi vida: “Hágase en mí según tu palabra” Dame, Madre mía: “Conoscimiento de los engaños del mal caudillo y ayuda para dellos me guardar, y conoscimiento de la vida verdadera que muestra el sumo y verdadero capitán, y gracia para le imitar". (EE 139)
  3. Composición de lugar: Contemplar a la Virgen que recibe la visita del ángel. Contemplar la casa de Nazaret donde recibe el mensaje, lo que estaba haciendo entonces, su atención al escuchar, ver su turbación al oír el anuncio y cómo reflexiona y decide, abandonada y llena de confianza en el poder de Dios.
  4. Puntos para orar:
    a. Leer despacio, o repetir mentalmente, si sabemos el pasaje de memoria, cada uno de los versículos del evangelio del día. Allí donde halle gracia allí detenerme y no tener prisa por pasar adelante en la lectura.

    b. Llenarnos de asombro al pensar que ese fue el momento en que de una decisión humana dependió el futuro de toda la Humanidad. Todos estuvimos pendientes de la respuesta de María. Toda la humanidad sin ese sí de María estaríamos sin esperanza. Dios se apiada de nosotros y le pide a la bendita entre todas las mujeres que acepte ser madre del Hijo del Altísimo, sin dejar de ser virgen. Y ella le dice sí a Dios, y ese sí le hace Madre de Dios y luego Madre mía.

    c. A la Virgen, Dios le pidió su sí para hacer la obra de la salvación en el mundo. Dios, a través de sus inspiraciones, de la dirección espiritual, de las distintas circunstancias, me va indicando lo que quiere de mí. Estar atento y abierto como la Virgen a su llamada.

    d. La Virgen hace su labor de Madre conmigo en mi vida. Que no se aleje mi atención de ella en este día. Repetir con el corazón agradecido: “y el nombre de la Virgen era María

    e. La virginidad de la Virgen embelesó el corazón de Dios. Su corazón puro y humilde fue elegido por Dios para hacerse hombre. Cuidar mi corazón para ser como la Virgen, transparencia que muestre a los hombres a Jesús.

  5. Unos minutos antes del final de la oración: Avemaría a la Virgen e invocación: “Santa María, Madre de Dios y Madre mía, ayúdame a decirle a Jesús en mi vida: “Hágase en mí según tu palabra”.
  6. Examen de la oración: ver cómo me ha ido en el rato de oración. Recordar si he recibido alguna idea o sentimiento que debo conservar y volver sobre él. Ver dónde he sentido más el consuelo del Señor o dónde me ha costado más. Hacer examen de las negligencias al hacer la oración, pedir perdón y proponer enmienda.
  7. Para tener más presente a la Virgen durante el día: si lo veo conveniente, poner de fondo de escritorio en el ordenador que utilizo una imagen de la Anunciación que me recuerde el misterio que he meditado en la oración y que esté presente en mi día.

24/03/2010, Miércoles de la 5ª semana de Cuaresma.

Lectura de la profecía de Daniel (3, 14-20. 91-92. 95)

En aquellos días, el rey Nabucodonosor dijo: -«¿Es cierto, Sidrac, Misac y Abdénago, que no respetáis a mis dioses ni adoráis la estatua de oro que he erigido? Mirad: si al oír tocar la trompa, la flauta, la citara, el laúd, el arpa, la vihuela y todos los demás instrumentos, estáis dispuestos a postraros adorando la estatua que he hecho, hacedlo; pero, si no la adoráis, seréis arrojados al punto al horno encendido, y ¿qué dios os librará de mis manos?» Sidrac, Misac y Abdénago contestaron: -«Majestad, a eso no tenemos por qué responder. El Dios a quien veneramos puede librarnos del horno encendido y nos librará de tus manos. Y aunque no lo haga, conste, majestad, que no veneramos a tus dioses ni adoramos la estatua de oro que has erigido». Nabucodonosor, furioso contra Sidrac, Misac y Abdénago, y con el rostro desencajado por la rabia, mandó encender el horno siete veces más fuerte que de costumbre, y ordenó a sus soldados más robustos que atasen a Sidrac, Misac y Abdénago y los echasen en el horno encendido. El rey los oyó cantar himnos; extrañado, se levantó y, al verlos vivos, preguntó, estupefacto, a sus consejeros: -«¿No eran tres los hombres que atarnos y echamos al horno?» Le respondieron: -«Así es, majestad». Preguntó: -«¿Entonces, cómo es que veo cuatro hombres, sin atar, paseando por el horno sin sufrir nada? Y el cuarto parece un ser divino». Nabucodonosor entonces dijo: -«Bendito sea el Dios de Sidrac, Misac y Abdénago, que envió un ángel a salvar a sus siervos que, confiando en él, desobedecieron el decreto real y prefirieron arrostrar el fuego antes que venerar y adorar otros dioses que el suyo».

Salmo responsorial (Dn 3, 52. 53. 54. 55. 56)
R. A ti gloria y alabanza por los siglos.

Bendito eres, Señor, Dios de nuestros padres, bendito tu nombre santo y glorioso. R.

Bendito eres en el templo de tu santa gloria. R.

Bendito eres sobre el trono de tu reino. R.

Bendito eres tú, que sentado sobre querubines sondeas los abismos. R.

Bendito eres en la bóveda del cielo. R.

Lectura del santo evangelio según san Juan (8, 31-42)

En aquel tiempo, dijo Jesús a los judíos que habían creído en él: -Si os mantenéis en mi palabra, seréis de verdad discípulos míos; conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres». Le replicaron: -Somos linaje de Abrahán y nunca hemos sido esclavos de nadie. ¿Cómo dices tú: "Seréis libres"?» Jesús les contestó: -«Os aseguro que quien comete pecado es esclavo. El esclavo no se queda en la casa para siempre, el hijo se queda para siempre. Y si el Hijo os hace libres, seréis realmente libres. Ya sé que sois linaje de Abrahán; sin embargo, tratáis de matarme, porque no dais cabida a mis palabras. Yo hablo de lo que he visto junto a mi Padre, pero vosotros hacéis lo que le habéis oído a vuestro padre». Ellos replicaron: -«Nuestro padre es Abrahán». Jesús les dijo: -«Si fuerais hijos de Abrahán, haríais lo que hizo Abrahán. Sin embargo, tratáis de matarme a mí, que os he hablado de la verdad que le escuché a Dios, y eso no lo hizo Abrahán. Vosotros hacéis lo que hace vuestro padre». Le replicaron: -«Nosotros no somos hijos de prostitutas; tenemos un solo padre: Dios». Jesús les contestó: -«Si Dios fuera vuestro padre, me amaríais, porque yo salí de Dios, y aquí estoy. Pues no he venido por mi cuenta, sino que él me envió».

Puntos para la oración 24 marzo 2010

Las lecturas de esta semana nos van conduciendo cada vez más deprisa a la Semana Santa. Hoy veremos cómo el mundo persigue a muerte a los que se oponen a sus caprichos –a los tres jóvenes- y a quien afirma la Verdad –al mismo Jesús-. Invoquemos al Espíritu Santo y contemplemos las escenas, deteniéndonos donde encontremos luz.

1. Entre el fuego sin quemarse. A Jesús Palero, uno de los primeros militantes, se le quedó grabado el pasaje de la primera lectura de hoy cuando hizo sus Ejercicios Espirituales. Escribió en su diario: “El ejemplo de los tres jóvenes en el horno por no querer adorar la estatua de oro de Nabucodonosor. Entre el fuego sin quemarse… En el mundo sin ser del mundo, “loando y bendiciendo al Señor”. Y el Señor les ayudó por no querer adorar a la soberbia, al dinero, a la tierra”. El P. Morales vio en estas palabras el retrato de un militante. Tenemos que estar en el mundo, pero sin ser del mundo. Metidos de lleno en un mundo que adora los dioses de la materia, la riqueza, el placer, la comodidad, el poder…, pero sin dejarnos quemar por sus atractivos ni por sus amenazas. Elevando a Dios todo lo que hacemos, decimos, vivimos..., y a las personas con las que tratamos.

2. La verdad os hará libres. Si os mantenéis en mi palabra, seréis de verdad discípulos míos; conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres”.

Los nazis modificaron esta frase, y en la puerta de los campos de concentración de Auschwitz y Sachsenhausen colocaron su célebre: “Arbeit macht Frei”, “el trabajo os hará libres”. Hoy al mundo le siguen alarmando estas palabras de Jesús. Le asusta que exista una verdad, mejor aún, la Verdad. Quiere ser independiente de cualquier verdad, y ante todo de la Verdad. Por eso prefiere decir: “la libertad os hará verdaderos”.

Podemos preguntarnos: ¿de dónde procede mi libertad? ¿Del trabajo, del bienestar, de la ciencia y de la técnica, de la propia autonomía…, como dicen muchos? ¡Cuántos hoy son esclavos del trabajo, de la comodidad, de la tecnología, del propio egoísmo…! ¡Qué contrasentido: en la época en que se afirma que hemos alcanzado la libertad, asistimos a las mayores dependencias y esclavitudes…! “Somos hijos de la libertad”, porque, como nos enseña hoy el Señor: “quien comete pecado es esclavo”. Por tanto, quien vive en la gracia de Dios es libre. Como sigue diciendo el pasaje: “si el Hijo os hace libres, seréis realmente libres” ¡Sólo Él nos da la libertad! Entonces, ¿soy y me siento libre?

3. “Tratáis de matarme”. Las lecturas del evangelio en estos días muestran cómo van cerrando el cerco en torno a Jesús. “Tratáis de matarme”, dice a los judíos. Consolemos a Jesús. Hoy hay tantos que, de un modo u otro, siguen queriendo matarle…

Se vuelven a cumplir las palabras del prólogo de este mismo evangelio de san Juan: “Vino a los suyos y los suyos no lo recibieron…”. Jesús echa en cara a los judíos –los llamados a ser “los suyos”- su falta de amor: “Si Dios fuera vuestro padre me amaríais…” Digámosle a Jesús que queremos ser de los suyos. Digámosle que queremos amarle por los que no le aman, por aquéllos de los que espera amor, y no lo encuentra… Y que queremos “fichar” nuevos amadores, para este “deporte” de “moverse” por y hacia el amor de Cristo. No nos cansemos de repetirle a lo largo del día, con el salmo responsorial, que es el cántico de los tres jóvenes al ser salvados del fuego: “¡A ti gloria y alabanza por los siglos!

Oración final. Madre: Tú que eres la que más y mejor amaste a Jesús, Tú que eres la más libre porque engendraste a la Verdad, Tú que viviste de verdad entre el fuego sin quemarte, alabando y bendiciendo a Dios, enséñanos a ser como Tú, hijos de la libertad, y a amar a Jesús como Tú, con toda el alma, con toda la mente y con todo el corazón.

23/03/2010, Martes de la 5ª semana de Cuaresma.

Lectura del libro de los Números 21, 4-9

En aquellos días, desde el monte Hor se encaminaron los hebreos hacia el mar Rojo, rodeando el territorio de Edom. El pueblo estaba extenuado del camino, y habló contra Dios y contra Moisés: -«¿Por qué nos has sacado de Egipto para morir en el desierto? No tenemos ni pan ni agua, y nos da náusea ese pan sin cuerpo.» El Señor envió contra el pueblo serpientes venenosas, que los mordían, y murieron muchos israelitas. Entonces el pueblo acudió a Moisés, diciendo: -«Hemos pecado hablando contra el Señor y contra ti; reza al Señor para que aparte de nosotros las serpientes.» Moisés rezó al Señor por el pueblo, y el Señor le respondió: -«Haz una serpiente venenosa y colócala en un estandarte: los mordidos de serpientes quedarán sanos al mirarla.» Moisés hizo una serpiente de bronce y la colocó en un estandarte. Cuando una serpiente mordía a uno, él miraba a la serpiente de bronce y quedaba curado.

Salmo responsorial Sal 101,2-3. 16-18. 19-21
R. Señor, escucha mi oración, que mi grito llegue hasta ti.

Señor, escucha mi oración, que mi grito llegue hasta ti; no me escondas tu rostro el día de la desgracia. Inclina tu oído hacia mí; cuando te invoco, escúchame en seguida. R.

Los gentiles temerán tu nombre, los reyes del mundo, tu gloria. Cuando el Señor reconstruya Sión y aparezca en su gloria, y se vuelva a las súplicas de los indefensos, y no desprecie sus peticiones. R.

Quede esto escrito para la generación futura, y el pueblo que será creado alabará al Señor. Que el Señor ha mirado desde su excelso santuario, desde el cielo se ha fijado en la tierra, para escuchar los gemidos de los cautivos y librar a los condenados a muerte. R.

Lectura del santo evangelio según san Juan 8, 21-30

En aquel tiempo, dijo Jesús a los fariseos: -«Yo me voy y me buscaréis, y moriréis por vuestro pecado. Donde yo voy no podéis venir vosotros.» Y los judíos comentaban: -«¿Será que va a suicidarse, y por eso dice: "Donde yo voy no podéis venir vosotros"?» Y él continuaba: -«Vosotros sois de aquí abajo, yo soy de allá arriba: vosotros sois de este mundo, yo no soy de este mundo. Con razón os he dicho que moriréis por vuestros pecados: pues, si no creéis que yo SOY, moriréis por vuestros pecados.» Ellos le decían: -«¿Quién eres tú?» Jesús les contestó: -«Después de todo, ¿para qué seguir hablándoos? Podría decir y condenar muchas cosas en vosotros; pero el que me envió es veraz, y yo comunico al mundo lo que he aprendido de él.» Ellos no comprendieron que les hablaba del Padre. Y entonces dijo Jesús: «Cuando levantéis al Hijo del hombre, sabréis que yo soy, y que no hago nada por mi cuenta, sino que hablo como el Padre me ha enseñado. El que me envió está conmigo, no me ha dejado solo; porque yo hago siempre lo que le agrada.» Cuando les exponía esto, muchos creyeron en él.

Martes de la 5ª semana de Cuaresma – Puntos para la oración.

Por tres veces en el evangelio de hoy aparece la afirmación yo soy. Me gustaría que nos detuviéramos en ello para sacar algún provecho en nuestra oración de este día…

I. «Vosotros sois de aquí abajo, yo soy de allá arriba: vosotros sois de este mundo, yo no soy de este mundo.

A. Esta respuesta de Jesús

1. Sirve tanto como continuación del versículo 21, que da la razón (como si hubiera dicho, “A donde yo voy vosotros no podéis venir, porque sois de abajo, y yo de arriba”),

2. Y como respuesta adecuada a la pregunta burlona de los judíos (como si hubiera dicho, “Vuestra burla indica que sois de abajo”, etc.).

B. Lo que Jesús quiere decir es:

1. Que los pensamientos y motivos de estos judíos estaban inspirados en criterios de la tierra…

2. Y los suyos propios en el cielo.

II. Con razón os he dicho que moriréis por vuestros pecados: pues, si no creéis que yo soy, moriréis por vuestros pecados”.

A. Jesús entonces repite las palabras del versículo 21 (Moriréis”, etc.) con un pequeño cambio (véase en ese versículo).

1. Esta muerte en sus pecados será el resultado de no creer que yo soy él; literalmente, que yo soy…

B. El significado es que yo soy todo lo que digo ser:

1. el enviado del Padre,

2. el que viene de arriba,

3. el Hijo del hombre,

4. el unigénito Hijo de Dios,

5. igual al Padre,

6. el que tiene vida en sí mismo,

7. la esencia misma de las Escrituras,

8. el pan de vida,

9. la luz del mundo, etc.

C. El hecho de que el rechazo del Hijo—la falta de fe en él y el no obedecerle—tenga como resultado la muerte eterna…

1. Se expresa no solamente aquí en Juan 8:24, sino también en Juan 3:36:

a. “El que cree en el hijo tiene vida eterna;

b. el que no quiere creer en el hijo no verá la vida;

c. la ira de Dios pesa sobre él.”

III. Y entonces dijo Jesús: «Cuando levantéis al Hijo del hombre, sabréis que yo soy, y que no hago nada por mi cuenta, sino que hablo como el Padre me ha enseñado.

A. La sustancia de la observación es sin duda ésta:

1. “una vez que me hayan clavado en la cruz.., se les abrirá la mente a la terrible verdad de que yo soy en realidad lo que he dicho que soy, y que en mis palabras y acciones revelo y represento al Padre”.

2. Lo que Jesús quiere decir es que al negarse a aceptarlo por la fe y al clavarlo en la cruz, un día abrirán los ojos para caer en la cuenta, aterrados, de aquél a quien rechazaron, era, sin embargo, lo que decía ser. Esta verdad se les haría evidente demasiado tarde, en la hora de la muerte y del juicio final.

Por esta razón, el apóstol Pablo escribió: "Dios le exaltó hasta lo sumo, y le otorgó el nombre que es sobre todo nombre, para que en el nombre de Jesús se doble toda rodilla de los que están en el cielo y en la tierra y bajo la tierra, y que toda lengua confiese que Cristo Jesús es el Señor, para gloria de Dios Padre "(Filipenses 2:9-11). Jesús es el Señor.

22/03/2010, Lunes de la 5ª semana de Cuaresma

Lectura de la profecía de Daniel (13, 41c-62)

En aquellos días, la asamblea condenó a muerte a Susana. Ella dijo gritando: -«Dios eterno, que ves lo escondido, que lo sabes todo antes de que suceda, tú sabes que han dado falso testimonio contra mí, y ahora tengo que morir, siendo inocente de lo que su maldad ha inventado contra mí.» El Señor la escuchó. Mientras la llevaban para ejecutarla, Dios movió con su santa inspiración a un muchacho llamado Daniel; éste dio una gran voz: -«¡No soy responsable de ese homicidio!» Toda la gente se volvió a mirarlo, y le preguntaron: -«¿Qué pasa, qué estás diciendo?» Él, plantado en medio de ellos, les contestó: -«Pero, ¿estáis locos, israelitas? ¿Conque, sin discutir la causa ni apurar los hechos condenáis a una hija de Israel? Volved al tribunal, porque ésos han dado falso testimonio contra ella.» La gente volvió a toda prisa, y los ancianos le dijeron: -«Ven, siéntate con nosotros y explícate, porque Dios mismo te ha nombrado anciano.» Daniel les dijo: -«Separadlos lejos uno del otro, que los voy a interrogar yo.» Los apartaron, él llamó a uno y le dijo: -«¡Envejecido en años y en crímenes! Ahora vuelven tus pecados pasados, cuando dabas sentencias injustas condenando inocentes y absolviendo culpables, contra el mandato del Señor: "No matarás al inocente ni al justo". Ahora, puesto que tú la viste, dime debajo de qué árbol los viste abrazados.» Él respondió: -«Debajo de una acacia» Respondió Daniel: -«Tu calumnia se vuelve contra ti. El ángel de Dios ha recibido la sentencia divina y te va a partir por medio.» Lo apartó, mandó traer al otro y le dijo: -«¡Hijo de Canaán, y no de Judá! La belleza te sedujo y la pasión pervirtió tu corazón. Lo mismo hacíais con las mujeres israelitas, y ellas por miedo se acostaban con vosotros; pero una mujer judía no ha tolerado vuestra maldad. Ahora dime: ¿bajo qué árbol los sorprendiste abrazados?» Él contestó: - «Debajo de una encina.» Replicó Daniel: -«Tu calumnia se vuelve contra ti. El ángel de Dios aguarda con la espada para dividirte por medio. Y así acabará con vosotros.» Entonces toda la asamblea se puso a gritar bendiciendo a Dios, que salva a los que esperan en él. Se alzaron contra los dos ancianos a quienes Daniel había dejado convictos de falso testimonio por su propia confesión. Según la ley de Moisés, les aplicaron la pena que ellos habían tramado contra su prójimo y los ajusticiaron. Aquel día se salvó una vida inocente.

Salmo responsorial (Sal 22, 1-3a. 3b-4. 5. 6)
R. Aunque camine por cañadas oscuras, nada temo, porque tú vas conmigo.

El Señor es mi pastor, nada me falta: en verdes praderas me hace recostar; me conduce hacia fuentes tranquilas y repara mis fuerzas. R.

Me guía por el sendero justo, por el honor de su nombre. Aunque camine por cañadas oscuras, nada temo, porque tú vas conmigo: tu vara y tu cayado me sosiegan. R.

Preparas una mesa ante mí, enfrente de mis enemigos; me unges la cabeza con perfume, y mí copa rebosa. R.

Tu bondad y tu misericordia me acompañan todos los días de mi vida, y habitaré en la casa del Señor por años sin término. R.

Lectura del santo evangelio según san Juan (8, 12 -20)

En aquel tiempo, Jesús volvió a hablar a los fariseos: "Yo soy la luz del mundo; el que me sigue no camina en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida. Le dijeron los fariseos: "Tú das testimonio de ti mismo, tu testimonio no es válido." Jesús les contestó: "Aunque yo doy testimonio de mí mismo, mi testimonio es válido, porque sé de dónde he venido y adónde voy; en cambio, vosotros no sabéis de dónde vengo ni adónde voy. Vosotros juzgáis según la carne; yo no juzgo a nadie; y, si juzgo yo, mi juicio es legítimo, porque no estoy yo solo, sino que estoy con el que me ha enviado, el Padre; y en vuestra ley está escrito que el testimonio de dos es válido. Yo doy testimonio de mí mismo, y además da testimonio de mí el que me envió, el Padre." Ellos le preguntaban: "¿Dónde está tu Padre?" Jesús contestó: "Ni me conocéis a mí ni a mi Padre; si me conocierais a mí, conoceríais también a mi Padre." Jesús tuvo esta conversación junto al arca de las ofrendas, cuando enseñaba en el templo. Y nadie le echó mano, porque todavía no había llegado su hora.

Lunes de la 5ª semana de Cuaresma – Puntos de oración

Hoy nos propone la liturgia unos textos que reflejan el corazón del hombre cuando vive dominado por la oscuridad, en la mentira, en el falso testimonio, en la ausencia de caridad, que se goza en la injusticia.

En la primera lectura, bastante larga, de la profecía de Daniel nos habla de la mentira envuelta y protegida por el testimonio de dos ancianos con un corazón encallecido por la mentira, la impureza y la injusticia.

Después de ponernos frente al Corazón de Cristo, en su presencia, vamos a leer con detenimiento los textos de este día. Son emocionantes. Se contraponen la luz y las tinieblas, la mentira y la verdad. El falso testimonio que se apoya en personas con poder y prestigio ocultan la luz, la verdad. Ellos gozan y viven lejos de la luz.

En el salmo responsorial repetimos en el Salmo 22: “Aunque camine por cañadas oscuras, nada temo, porque tú vas conmigo”. Tú vas conmigo, me acompañas, “eres luz para mis pasos, lámpara en mi camino”. Llegas a ver la luz. No te desesperes, el túnel tiene un final, pronto llegará la luz.

Y en el Evangelio de san Juan Jesús se autodefine así: “Yo soy la luz del mundo; el que me sigue no camina en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida”.

Los fariseos no admiten esta manifestación rotunda de Jesús. ¿Ha habido alguna persona en la historia de la humanidad que se haya definido, identificado de esta manera, con tanta claridad? Como le consideran un simple hombre no admiten su testimonio personal, no tiene valor. Para que el testimonio sea válido ha de estar justificado por varios testigos.

Les contesta Jesús: “Vosotros juzgáis según la carne; yo no juzgo a nadie; y, si juzgo yo, mi juicio es legítimo, porque no estoy yo solo, sino que estoy con el que me ha enviado, el Padre; y en vuestra ley está escrito que el y testimonio de dos es válido. Yo soy testimonio de mí mismo, y además da testimonio de mí el que me envió, el Padre”.

Cuando trato de vivir en la presencia de Dios estoy iluminado por la luz que es Cristo y me alumbra para poder caminar en medio de la oscuridad. La luz se identifica con la verdad, con la intención recta, con el bien.

Pidamos al Señor en este rato de oración que nunca se aleje de nosotros, que siempre le podamos contemplar para poder dar en todo momento testimonio de su presencia en el mundo.

Santa María acércanos a Jesús. “Te compadeces de todos, Señor. Nada odias de cuanto has hecho. Tú disimulas los pecados de los hombres, y por la penitencia los perdonas”.

21/03/2010, Domingo de la 5ª semana de Cuaresma.

Lectura de la profecía de Isaías (43, 16-21)

Así dice el Señor, que abrió camino en el mar y senda en las aguas impetuosas; que sacó a batalla carros y caballos, tropa con sus valientes; caían para no levantarse, se apagaron como mecha que se extingue. «No recordéis lo de antaño, no penséis en lo antiguo; mirad que realizo algo nuevo; ya está brotando, ¿no lo notáis? Abriré un camino por el desierto, ríos en el yermo. Me glorificarán las bestias del campo, chacales y avestruces, porque ofreceré agua en el desierto, ríos en el yermo, para apagar la sed de mi pueblo, de mi escogido, el pueblo que yo formé, para que proclamara mi alabanza.»

Salmo responsorial (Sal 125, 1-2ab. 2cd-3. 4-5. 6)
R. El Señor ha estado grande con nosotros, y estamos alegres.

Cuando el Señor cambió la suerte de Sión, nos parecía soñar: la boca se nos llenaba de risas, la lengua de cantares. R.

Hasta los gentiles decían: «El Señor ha estado grande con ellos.» El Señor ha estado grande con nosotros, y estamos alegres. R.

Que el Señor cambie nuestra suerte, como los torrentes del Negueb. Los que sembraban con lágrimas cosechan entre cantares. R.

Al ir, iba llorando, llevando la semilla; al volver, vuelve cantando, trayendo sus gavillas. R.

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Filipenses (3, 8-14)

Hermanos: Todo lo estimo pérdida comparado con la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor. Por él lo perdí todo, y todo lo estimo basura con tal de ganar a Cristo y existir en él, no con una justicia mía, la de la Ley, sino con la que viene de la fe de Cristo, la justicia que viene de Dios y se apoya en la fe. Para conocerlo a él, y la fuerza de su resurrección, y la comunión con sus padecimientos, muriendo su misma muerte, para llegar un día a la resurrección de entre los muertos. No es que ya haya conseguido el premio, o que ya esté en la meta: yo sigo corriendo a ver si lo obtengo, pues Cristo Jesús lo obtuvo para Mi. Hermanos, yo no pienso haber conseguido el premio. Sólo busco una cosa: olvidándome de lo que queda atrás y lanzándome hacia lo que está por delante, corro hacia la meta, para ganar el premio, al que Dios desde arriba llama en Cristo Jesús.

Lectura del santo evangelio según san Juan (8, 1-11)

En aquel tiempo, Jesús se retiró al monte de los Olivos. Al amanecer se presentó de nuevo en el templo, y todo el pueblo acudía a él, y, sentándose, les enseñaba. Los escribas y los fariseos le traen una mujer sorprendida en adulterio, y, colocándola en medio, le dijeron: -«Maestro, esta mujer ha sido sorprendida en flagrante adulterio. La ley de Moisés nos manda apedrear a las adúlteras; tú, ¿qué dices?» Le preguntaban esto para comprometerlo y poder acusarlo. Pero Jesús, inclinándose, escribía con el dedo en el suelo. Como insistían en preguntarle, se incorporó y les dijo: -«El que esté sin pecado, que le tire la primera piedra.» E inclinándose otra vez, siguió escribiendo. Ellos, al oírlo, se fueron escabullendo uno a uno, empezando por los más viejos. Y quedó solo Jesús, con la mujer, en medio, que seguía allí delante. Jesús se incorporó y le preguntó: -«Mujer, ¿dónde están tus acusadores?; ¿ninguno te ha condenado?» Ella contestó: -«Ninguno, Señor.» Jesús dijo: -«Tampoco yo te condeno. Anda, y en adelante no peques más.»

Domingo de la 5ª semana de Cuaresma – Puntos de oración

“No recordéis lo de antaño, no penséis en lo antiguo; mirad que realizo algo nuevo; ya está brotando, ¿no lo notáis?”

Está brotando algo nuevo… ¿no lo notas? Imperceptible para los ojos que sólo pueden ver la materia, lo sórdido…Pero los limpios de corazón, los que tienen ojos trasparentes, pueden ver esa novedad, pueden otear a Dios.

¿No lo notas?

Está el hombre viejo… y el hombre nuevo…

“se fueron escabullendo uno a uno, empezando por los más viejos”

La novedad es el perdón, lo caduco es la venganza.

Lo nuevo es la misericordia, lo viejo es la acusación.

Lo nuevo es la transparencia, lo antiguo es la oscuridad.

El hombre nuevo es Cristo, el hombre viejo es Adán, el pecado.

Contemplo.- Veo a Cristo, con la mujer pecadora a sus pies. La alza con su brazo. La levanta a su dignidad. La restaura como verdadera hija de Dios, de un Dios que perdona, de un Dios que ama.

Lo nuevo es el amor.

Y me pregunto… ¿a quién tengo que perdonar yo? ¿A quién señala mi dedo acusador? ¿Hacia quién se dirigen mi mirada airada y las piedras que están en mis manos?

¿Seré capaz de perdonar?

¿Soy hombre nuevo en Cristo o soy hombre viejo en el rencor? ¿No creo que Dios pueda crear una nueva tierra y un nuevo cielo? ¿No creo que pueda recomenzar una nueva historia de unidad y de amor por grande que haya sido el pecado, por fuertes que hayan sido las heridas?

Un hombre nuevo, un cielo nuevo, una tierra nueva…

“No recordéis lo de antaño, no penséis en lo antiguo; mirad que realizo algo nuevo; ya está brotando, ¿no lo notáis?”

Coloquio con Cristo.- Le pido luz para ver a quién no he perdonado todavía y fuerza para realizar ese milagro que permite renacer de nuevo una historia de amor y fraternidad.

Y me sé perdonado por Cristo. Y si ya Cristo nos ha perdonado, ¿cómo no vamos a perdonarnos unos a otros? Y oigo su voz que me llega al corazón:

“Tampoco yo te condeno”

20/03/2010, Sábado de la 4ª semana de Cuaresma.

Lectura del libro de Jeremías 11, 18-20

El Señor me instruyó, y comprendí, me explicó lo que hacían. Yo, como cordero manso, llevado al matadero, no sabía los planes homicidas que contra mí planeaban: talemos el árbol en su lozanía, arranquémoslo de la tierra vital, que su nombre no se pronuncie más.» Pero tú, Señor de los ejércitos, juzgas rectamente, pruebas las entrañas y el corazón; veré mi venganza contra ellos, porque a ti he encomendado mi causa.

Salmo responsorial Sal 7, 2-3. 9bc-10. 11-12
R. Señor, Dios mío, a ti me acojo.

Señor, Dios mío, a ti me acojo, líbrame de mis perseguidores y sálvame, que no me atrapen como leones y me desgarren sin remedio. R.

Júzgame, Señor, según mi justicia, según la inocencia que hay en mí. Cese la maldad de los culpables, y apoya tú al inocente, tú que sondeas el corazón y las entrañas, tú, el Dios justo. R.

Mi escudo es Dios, que salva a los rectos de corazón. Dios es un juez justo, Dios amenaza cada día. R.

Lectura del santo evangelio según san Juan 7, 40-53

En aquel tiempo, algunos de entre la gente, que habían oído los discursos de Jesús, decían: -«Éste es de verdad el profeta.» Otros decían: -«Éste es el Mesías.» Pero otros decían: -«¿Es que de Galilea va a venir el Mesías? ¿No dice la Escritura que el Mesías vendrá del linaje de David, y de Belén, el pueblo de David?» Y así surgió entre la gente una discordia por su causa. Algunos querían prenderlo, pero nadie le puso la mano encima. Los guardias del templo acudieron a los sumos sacerdotes y fariseos, y éstos les dijeron: -«¿Por qué no lo habéis traído?» Los guardias respondieron: - «Jamás ha hablado nadie como ese hombre.» Los fariseos les replicaron; -«¿También vosotros os habéis dejado embaucar? ¿Hay algún jefe o fariseo que haya creído en él? Esa gente que no entiende de la Ley son unos malditos.» Nicodemo, el que había ido en otro tiempo a visitarlo y que era fariseo, les dijo:  -«¿Acaso nuestra ley permite juzgar a nadie sin escucharlo primero y averiguar lo que ha hecho?» Ellos le replicaron: -«¿También tú eres galileo? Estudia y verás que de Galilea no salen profetas.» Y se volvieron cada uno a su casa.

Puntos para la oración 20 marzo 2010

Que su nombre no se pronuncie más. Así de dura suena la frase del libro de Jeremías. Y así sigue sonando en nuestros días, pronunciada quizás con otras palabras pero con el mismo contenido. Dios no es aceptado por muchos, algunos le ignoran pero otros abiertamente le atacan, quieren borrarle del mapa, quieren talar su presencia. Y es que Cristo no deja indiferente: no dejaba a los fariseos de hace dos mil años, y no deja a los hombres y mujeres de hoy. Cuánto tiene que sufrir Dios con estos desplantes.

Permanezcamos con Él en nuestro rato de oración y digámosle que nosotros lo tenemos claro, que somos suyos, que no le dejamos solo, que es lo mejor que nos ha pasado. Repitámosle como el salmo: Señor, Dios mío, a ti me acojo.

19/03/2010, Solemnidad de san José

Lectura del segundo libro de Samuel 7, 4-5a. 12-14a. 16

En aquellos días, recibió Natán la siguiente palabra del Señor: -«Ve y dile a mi siervo David: "Esto dice el Señor: Cuando tus días se hayan cumplido y te acuestes con tus padres, afirmaré después de ti la descendencia que saldrá de tus entrañas, y consolidaré su realeza. Él construirá una casa para mi nombre, y yo consolidaré el trono de su realeza para siempre. Yo seré para él padre, y él será para mí hijo. Tu casa y tu reino durarán por siempre en mi presencia; tu trono permanecerá por siempre." »

Salmo responsorial Sal 88, 2-3. 4-5. 27 y 29
R. Su linaje será perpetuo.

Cantaré eternamente las misericordias del Señor, anunciaré tu fidelidad por todas las edades. Porque dije: «Tu misericordia es un edificio eterno, más que el cielo has afianzado tu fidelidad.» R.

Sellé una alianza con mi elegido, jurando a David, mi siervo: «Te fundaré un linaje perpetuo, edificaré tu trono para todas las edades.» R.

Él me invocará: «Tú eres mi padre, mi Dios, mi Roca salvadora.» Le mantendré eternamente mi favor, y mi alianza con él será estable. R.

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos 4, 13. 16-18. 22

Hermanos: No fue la observancia de la Ley, sino la justificación obtenida por la fe, la que obtuvo para Abrahán y su descendencia la promesa de heredar el mundo. Por eso, como todo depende de la fe, todo es gracia; así, la promesa está asegurada para toda la descendencia, no solamente para la descendencia legal, sino también para la que nace de la fe de Abrahán, que es padre de todos nosotros. Así, dice la Escritura: «Te hago padre de muchos pueblos.» Al encontrarse con el Dios que da vida a los muertos y llama a la existencia lo que, no existe, Abrahán creyó. Apoyado en la esperanza, creyó, contra toda esperanza, que llegaría a ser padre de muchas naciones, según lo que se le había dicho: «As1 será tu descendencia.» Por lo cual le valió la justificación.

Lectura del santo evangelio según san Mateo 1, 16. 18-21. 24a

Jacob engendró a José, el esposo de María, de la cual nació Jesús, llamado Cristo. El nacimiento de Jesucristo fue de esta manera: María, su madre, estaba desposada con José y, antes de vivir juntos, resultó que ella esperaba un hijo por obra del Espíritu Santo. José, su esposo, que era justo y no quería denunciarla, decidió repudiarla en secreto. Pero, apenas había tomado esta resolución, se le apareció en sueños un ángel del Señor que le dijo: -«José, hijo de David, no tengas reparo en llevarte a María, tu mujer, porque la criatura que hay en ella viene del Espíritu Santo. Dará a luz un hijo, y tú le pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de los pecados.» Cuando José se despertó, hizo lo que le habla mandado el ángel del Señor.

Puntos para la oración 19 marzo 2010, solemnidad de san José.

Nuestra oración de este día tiene que ir de la mano de San José, el hombre justo, el esposo de María, el padre de Jesús, el descendiente de David, el patrono de la buena muerte…….

Casi con colocarnos en la compañía de José se nos “pegan” sus muchas virtudes. Es el varón justo. Dios le obedeció en la tierra y le obedece también en el cielo. Acudamos confiadamente a este santo y nos irá muy bien.

Es el hombre callado, prudente y seguro. Acudir a él es querer participar de su vida, una vida de:

  •  Oración
  •  Trabajo
  •  Familia

Estos tres ámbitos los vivió San José de una forma natural y profunda a la vez. Llegó a la intimidad interior con el Hijo de Dios y con su Madre, por eso nos puede conducir por este camino para alcanzar la verdadera meta del cristiano, que es precisamente esta cercanía con Dios y su Madre.

Este Santo no nos habla con palabras, sino con su vida. Pero su silencio está lleno de elocuente grandeza. ¿Acaso las palabras pueden sustituir el gozo de la compañía? No necesitamos decir nada si Cristo vive en nosotros.

Por eso la oración es fundamentalmente intercambio de afectos y requiere del recogimiento y del silencio, interior y exterior, para no estorbar esta dulce intimidad. San José es un gran maestro de oración, y hoy queremos aprender mirándole a él y pidiéndole para que también nosotros sepamos convivir con lo divino en todos los momentos del día, no solamente en un rato de silencio.

El secreto de José estaba justamente en lo esencial, que te brindo para este rato de oración:

  •  Ser de Cristo
  •  Vivir en Él
  •  Vivir con Él
  •  Vivir para Él

El Papa Pío IX encargó a un pintor un cuadro de la coronación de la Virgen. La pintura la representaría entronizada por la tres Divinas Personas y rodeada de ángeles y santos. Al presentarle el primer boceto, el Papa lo examinó despacio y dijo al artista: Bien, pero no veo a San José. Replicó el pintor que lo pondría en un sitio destacado entre los santos. Entonces Pío IX señalando con el dedo a Jesucristo y a la Virgen dijo categóricamente: Nada de eso, es allá, al lado de Jesús y de su Madre, y únicamente allá, donde debes poner a San José.

¿En qué lugar de tu vida colocas a San José? Ya sabes dónde tiene que estar.

Que la solemnidad de este día nos ayude a ordenar bien nuestra vida espiritual y nuestras devociones particulares.

San José es también patrón de los Seminarios y vocaciones sacerdotales. En este año sacerdotal le pedimos que multiplique, en número y santidad, las vocaciones al ministerio sacerdotal, porque son indispensables para la vida de la Iglesia y para la santificación del mundo

¡San José, esposo de la Virgen, llévanos a María, y por María a Dios!

18/03/2010, Jueves de la 4ª semana de Cuaresma

Lectura del libro del Éxodo (32, 7-14)

En aquellos días, el Señor dijo a Moisés: -«Anda, baja del monte, que se ha pervertido tu pueblo, el que tú sacaste de Egipto. Pronto se han desviado del camino que yo les había señalado. Se han hecho un novillo de metal, se postran ante él, le ofrecen sacrificios y proclaman: "Éste es tu Dios, Israel, el que te sacó de Egipto."» Y el Señor añadió a Moisés: -«Veo que este pueblo es un pueblo de dura cerviz. Por eso, déjame: mi ira se va a encender contra ellos hasta consumirlos. Y de ti haré un gran pueblo.» Entonces Moisés suplicó al Señor, su Dios: -«¿Por qué, Señor, se va a encender tu ira contra tu pueblo, que tú sacaste de Egipto, con gran poder y mano robusta? ¿Tendrán que decir los egipcios: "Con mala intención los sacó, para hacerlos morir en las montañas y exterminarlos de la superficie de la tierra"? Aleja el incendio de tu ira, arrepiéntete de la amenaza contra tu pueblo. Acuérdate de tus siervos, Abrahán, Isaac e Israel, a quienes juraste por ti mismo, diciendo: "Multiplicaré vuestra descendencia como las estrellas del cielo, y toda esta tierra de que he hablado se la daré a vuestra descendencia para que la posea por siempre. Y el Señor se arrepintió de la amenaza que había pronunciado contra su pueblo.

Salmo responsorial (Sal 105, 19-20. 21-22. 23)
R. Acuérdate de mí, Señor, por amor a tu pueblo.

En Horeb se hicieron un becerro, adoraron un ídolo de fundición; cambiaron su gloria por la imagen de un toro que come hierba. R.

Se olvidaron de Dios, su salvador, que había hecho prodigios en Egipto, maravillas en el país de Cam, portentos junto al mar Rojo. R.

Dios hablaba ya de aniquilarlos; pero Moisés, su elegido, se puso en la brecha frente a él, para apartar su cólera del exterminio. R.

Lectura del santo evangelio según san Juan (5, 31-47)

En aquel tiempo, dijo Jesús a los judíos: -«Si yo doy testimonio de mí mismo, mi testimonio no es válido. Hay otro que da testimonio de mí, y sé que es válido el testimonio que da de mí. Vosotros enviasteis mensajeros a Juan, y él ha dado testimonio de la verdad. No es que yo dependa del testimonio de un hombre; si digo esto es para que vosotros os salvéis. Juan era la lámpara que ardía y brillaba, y vosotros quisisteis gozar un instante de su luz. Pero el testimonio que yo tengo es mayor que el de Juan las obras que el Padre me ha concedido realizar; esas obras que hago dan testimonio de mí: que el Padre me ha enviado. Y el Padre que me envió, él mismo ha dado testimonio de mí. Nunca habéis escuchado su voz, ni visto su semblante, y su palabra no habita en vosotros, porque al que él envió no le creéis. Estudiáis las Escrituras pensando encontrar en ellas vida eterna; pues ellas están dando testimonio de mí, ¡y no queréis venir a mí para tener vida! No recibo gloria de los hombres; además, os conozco y sé que el amor de Dios no está en vosotros. Yo he venido en nombre de mi Padre, y no me recibisteis; si otro viene en nombre propio, a ése si lo recibiréis. ¿Cómo podréis creer vosotros, que aceptáis gloria unos de otros y no buscáis la gloria que viene del único Dios? No penséis que yo os voy a acusar ante el Padre, hay uno que os acusa: Moisés, en quien tenéis vuestra esperanza. Si creyerais a Moisés, me creeríais a mí, porque de mí escribió él. Pero, si no dais fe a sus escritos, ¿cómo daréis fe a mis palabras?»

Puntos para la oración 18 marzo 2010

Al iniciar la oración es conveniente comenzarla con una cierta preparación externa que nos llevará a la actitud interna del conocimiento del Señor, siendo consciente qué es lo que voy hacer y ante quien lo voy hacer.

En la primera lectura del Éxodo vemos que Moisés asume el papel de mediador e invoca el honor el nombre de Dios ante las naciones paganas como motivo para evitar la destrucción de su pueblo, y le recuerda las promesas hechas Abraham.

Quizá muchas veces nosotros los cristianos nos hemos lamentado de la situación del mundo, de nuestra sociedad, de nuestros ambientes pero ¿hemos tenido la postura de Moisés? ¿O más bien nos hemos limitado a la denuncia?

Nosotros, cada cristiano, es el Moisés que Dios ha puesto hoy para que hagamos de mediador entre Dios y nuestros hermanos, que después de cada rato de oración, de diálogo con Dios, vayamos a nuestros hermanos y con nuestro ejemplo y con nuestra palabra les comuniquemos lo que Dios espera de nosotros y lo que Él nos ofrece si cumplimos sus mandatos. Para esto sirve un rato de oración, pues de lo contrario ¿qué le vamos a decir a todos los que se han fabricado un becerro de oro?

De la lectura del evangelio nos podemos preguntar ¿quién puede dar testimonio de que Jesús es hijo de Dios? Juan el Bautista que fue testigo del descenso sobre Jesús del Espíritu Santo y de las palabras del Padre: “este es mi Hijo, mi predilecto, en el que me complazco”. También son testimonio los santos que a lo largo de toda la historia de la Iglesia han dado testimonio con su vida y con su palabra de que Jesús es el Hijo de Dios. También cada uno de los bautizados debemos dar testimonio de la divinidad de Jesús con nuestra vida, con el cumplimiento del deber y la entrega a nuestros hermanos.

De San Simeón su biógrafo escribe que en cierto momento dejó de leer las Escrituras, y justifica el hecho diciendo que la conciencia del santo era tan límpida que comprendía todo lo necesario sin la ayuda de los libros. Algo por el estilo se lee a propósito de San Antonio Abad: “¿Qué ha existido antes la mente o los libros? Entonces, purifica tu mente y no necesitarás los libros”. Son buenos consejos para los santos, pero los cristianos normales, dice Orígenes, deben leer “ambos libros” contemporáneamente: la Escritura y las inspiraciones que provienen de la conciencia.

Al final de nuestra oración suplicar a San José en la víspera de su fiesta nos conceda ser testigo como él lo fue, no con la palabra sino sobre todo con el ejemplo de su silencio elocuente de que Jesús es el salvador del mundo.

17/03/2010, Miércoles de la 4ª semana de Cuaresma

Lectura del libro de Isaías (49,8-15)

Así dice el Señor: «En tiempo de gracia te he respondido, en día propicio te he auxiliado; te he defendido y constituido alianza del pueblo, para restaurar el país, para repartir heredades desoladas, para decir a los cautivos: "Salid", a los que están en tinieblas: "Venid a la luz." Aun por los caminos pastarán, tendrán praderas en todas las dunas; no pasarán hambre ni sed, no les hará daño el bochorno ni el sol; porque los conduce el compasivo y los guía a manantiales de agua. Convertiré mis montes en caminos, y mis senderos se nivelarán. Miradlos venir de lejos; miradlos, del norte y del poniente, y los otros del país de Sin. Exulta, cielo; alégrate, tierra; romped a cantar, montañas, porque el Señor consuela a su pueblo y se compadece de los desamparados. Sión decía: "Me ha abandonado el Señor, mi dueño me ha olvidado." ¿Es que puede una madre olvidarse de su criatura, no conmoverse por el hijo de sus entrañas? Pues, aunque ella se olvide, yo no te olvidaré.»

Salmo responsorial (Sal 144, 8-9. l3cd-14. 17-18)
R. El Señor es clemente y misericordioso.

El Señor es clemente y misericordioso, lento a la cólera y rico en piedad; el Señor es bueno con todos, es cariñoso con todas sus criaturas. R.

El Señor es fiel a sus palabras, bondadoso en todas sus acciones. El Señor sostiene a los que van a caer, endereza a los que ya se doblan. R.

El Señor es justo en todos sus caminos, es bondadoso en todas sus acciones; cerca está el Señor de los que lo invocan, de los que le invocan sinceramente. R.

Lectura del santo evangelio según san Juan (5, 17-30)

En aquel tiempo, dijo Jesús a los judíos: -«Mi Padre sigue actuando, y yo también actúo.» Por eso los judíos tenían más ganas de matarlo: porque no sólo abolía el sábado, sino también llamaba a Dios Padre suyo, haciéndose igual a Dios. Jesús tomó la palabra y les dijo: -«Os lo aseguro: El Hijo no puede hacer por su cuenta nada que no vea hacer al Padre. Lo que hace éste, eso mismo hace también el Hijo, pues el Padre ama al Hijo y le muestra todo lo que él hace, y le mostrará obras mayores que ésta, para vuestro asombro. Lo mismo que el Padre resucita a los muertos y les da vida, así también el Hijo da vida a los que quiere. Porque el Padre no juzga a nadie, sino que ha confiado al Hijo el juicio de todos, para que todos honren al Hijo como honran al Padre. El que no honra al Hijo no honra al Padre que lo envió. Os lo aseguro: Quien escucha mi palabra y cree al que me envió posee la vida eterna y no se le llamará a juicio, -porque ha pasado ya de la muerte a la vida. Os aseguro que llega la hora, y ya está aquí, en que los muertos oirán la voz del Hijo de Dios, y los que hayan oído vivirán. Porque, igual que el Padre dispone de la vida, así ha dado también al Hijo el disponer de la vida. Y le ha dado potestad de juzgar, porque es el Hijo del hombre. No os sorprenda, porque viene la hora en que los que están en el sepulcro oirán su voz: los que hayan hecho el bien saldrán a una resurrección de vida; los que hayan hecho el mal, a una resurrección de juicio. Yo no puedo hacer nada por mí mismo; según le oigo, juzgo, y mi juicio es justo, porque no busco mi voluntad, sino la voluntad del que me envió.»

Puntos para la oración 17 marzo 2010

“Mi oración se dirige hacia ti, Dios mío, el día de tu favor; que me escuche tu gran bondad, que tu fidelidad me ayude”.

“Ten piedad de nosotros y danos por la humilde confesión de nuestros pecados, tu perdón y tu paz”.

Estas son la antífona y la oración de entrada para este día que nos sirven para ponernos en la presencia de Dios y directamente entrar en oración.

Dios es fiel, por los profetas nos lo dice, ellos son testigos. Pero es más, por ellos nos dice lo que tenemos que hacer y aunque esta mañana se lo preguntemos: “Señor, ¿qué tengo que hacer? Puedes escuchar, si el Espíritu Santo no te inspira otra cosa lo que por boca de los profetas nos dice el Señor:

¡Salid!

¡Venid a la luz!

¡Convertíos!

Es el padre bueno que no nos abandona. Tanto es así que nos pone el ejemplo de la madre:”Aunque la madre abandonara a su hijo, pues aunque ella se olvide-nos repite- YO NO TE OLVIDO”.

¡Qué Padre tenemos! Teníamos que decir con el profeta Miqueas:” ¿Qué Dios se puede compara contigo, Señor que nos perdonas todos nuestros pecados? Pero no solo nos perdonas sino que manifiestas tu poder principalmente perdonando -¿qué Dios como tú?- Pero no es suficiente: Te complaces en perdonar. Esto ya me trastoca, es decir, que conociéndome como me conoces Señor, tu gozo está en perdonarme. Ahora entiendo un poco más la parábola del Hijo Pródigo. Por qué salías todos los días al altozano a ver si volvía el hijo perdido. Y si es así que sientes una alegría inefable en perdonar ¿cómo no acudimos corriendo a ti a confesar nuestros pecados y los sacerdotes no darían abasto? ¡Ah!, ya sé, porque no te conocemos; no conocemos tu gran misericordia a pesar que todos los días la Iglesia en las lecturas nos está repitiendo: “El Señor es compasivo y misericordioso”. Señor, somos duros de cerviz, perdónanos, tu eres clemente y misericordioso. Es lo que nos dice también hoy el salmo.

Jesús en el Evangelio, sigue trastocando la ley de los fariseos que se resisten a creer pues le consideran un atrevido que se atreve a llamar a Dios “Padre, ABBÁ”; se hace igual a Dios, viola el sábado, come con prostitutas y pecadores,… En este Evangelio se presenta como la imagen perfecta del Padre, hace las mismas obras, resucitar, da vida eterna, pero no por su cuenta sino por voluntad del Padre.

Puedo pasarme toda la vida y no conocer a Dios, a pesar de hacer oración todos los días, retiros, exámenes, ejercicios,…Se nos puede escapar la vida y es muy lamentable llegar al final sin conocerle completamente. Y es que este conocimiento se transmite cuando posponemos en nuestro lugar: el indigente-que no nos lo acabamos de creer- nos lo dice Benedicto XVI en el documento para esta Cuaresma: “No le conoceremos si no salimos de nuestra ilusión y autosuficiencia (amor propio de energúmeno, vida montada, rutina, mediocridad que en toneladas llevamos encima y que no queremos o no podemos quitar) para aceptar la indigencia propia, la de los demás y la de Dios para que se pueda comunicar (darse a conocer) con nosotros”.

Solo entonces, el perdón y la amistad es una exigencia de Dios.

Busquemos la conversión cada día, cada momento, reconozcamos nuestra indigencia y entonces Dios entrará a velas desplegadas en nuestro ser y hacer. Haremos las obras del Señor porque somos pertenencia suya, como lo fue María, exclusivamente suya.

16/03/2010, Martes de la 4ª semana de Cuaresma

Lectura de la profecía de Ezequiel (47, 1-9. 12)

En aquellos días, el ángel me hizo volver a la entrada del templo. Del zaguán del templo manaba agua hacia levante -el templo miraba a levante-. El agua iba bajando por el lado derecho del templo, al mediodía del altar. Me sacó por la puerta septentrional y me llevó a la puerta exterior que mira a levante. El agua iba corriendo por el lado derecho. El hombre que llevaba el cordel en la mano salió hacia levante. Midió mil codos y me hizo atravesar las aguas: ¡agua hasta los tobillos! Midió otros mil y me hizo cruzar las aguas: ¡agua hasta las rodillas! Midió otros mil y me hizo pasar: ¡agua hasta la cintura! Midió otros mil. Era un torrente que no pude cruzar pues habían crecido las aguas y no se hacía pie; era un torrente que no se podía vadear. Me dijo entonces: - «¿Has visto, hijo de Adán?» A la vuelta me condujo por la orilla del torrente. Al regresar, vi a la orilla del río una gran arboleda en sus dos márgenes. Me dijo: - «Estas aguas fluyen hacia la comarca levantina, bajarán hasta la estepa, desembocarán en el mar de las aguas salobres, y lo sanearán. Todos los seres vivos que bullan allí donde desemboque la corriente, tendrán vida; y habrá peces en abundancia. Al desembocar allí estas aguas, quedará saneado el mar y habrá vida dondequiera que llegue la corriente. A la vera del río, en sus dos riberas, crecerán toda clase de frutales; no se marchitarán sus hojas ni sus frutos se acabarán; darán cosecha nueva cada luna, porque los riegan aguas que manan del santuario; su fruto será comestible y sus hojas medicinales.»

Salmo responsorial (Sal 45)
R. El Señor de los ejércitos está con nosotros, nuestro alcázar es el Dios de Jacob

Dios es nuestro refugio y nuestra fuerza, poderoso defensor en el peligro. Por eso no tememos aunque tiemble la tierra, y los montes se desplomen en el mar. R.

El correr de las acequias alegra la ciudad de Dios, el Altísimo consagra su morada. Teniendo a Dios en medio, no vacila; Dios la socorre al despuntar la aurora. R.

El Señor de los ejércitos está con nosotros, nuestro alcázar es el Dios de Jacob. Venid a ver las obras del Señor, las maravillas que hace en la tierra. R.

Lectura del santo evangelio según san Juan (5, 1-3. 5-16)

En aquel tiempo, se celebraba una fiesta de los judíos, y Jesús subió a Jerusalén. Hay en Jerusalén, junto a la puerta de las ovejas, una piscina que llaman en hebreo Betesda. Ésta tiene cinco soportales, y allí estaban echados muchos enfermos, ciegos, cojos, paralíticos. Estaba también allí un hombre que llevaba treinta y ocho años enfermo. Jesús, al verlo echado, y sabiendo que ya llevaba mucho tiempo, le dice: -«¿Quieres quedar sano?» El enfermo le contestó: -«Señor, no tengo a nadie que me meta en la piscina cuando se remueve el agua; para cuando llego yo, otro se me ha adelantado.» Jesús le dice: -«Levántate, toma tu camilla y echa a andar.» Y al momento el hombre quedó sano, tomó su camilla y echó a andar. Aquel día era sábado, y los judíos dijeron al hombre que había quedado sano: -«Hoy es sábado, y no se puede llevar la camilla.» Él les contestó: -«El que me ha curado es quien me ha dicho: Toma tu camilla y echa a andar.» Ellos le preguntaron: -«¿Quién es el que te ha dicho que tomes la camilla y eches a andar?» Pero el que había quedado sano no sabía quién era, porque Jesús, aprovechando el barullo de aquel sitio, se había alejado. Más tarde lo encuentra Jesús en el templo y le dice: -«Mira, has quedado sano; no peques más, no sea que te ocurra algo peor.» Se marchó aquel hombre y dijo a los judíos que era Jesús quien lo había sanado. Por esto los judíos acosaban a Jesús, porque hacía tales cosas en sábado.

Puntos para la oración 16 marzo 2010

Introducción.- Cuando uno se acerca al mar muerto, con tal cantidad de sal que es imposible que surja ninguna vida, en medio del desierto de Palestina, entiende fácilmente esta imagen de vida que plantea la Escritura en la primera lectura.

Estas aguas fluyen hacia la comarca levantina, bajarán hasta la estepa, desembocarán en el mar de las aguas salobres, y lo sanearán. Todos los seres vivos que bullan allí donde desemboque la corriente, tendrán vida; y habrá peces en abundancia. Al desembocar allí estas aguas, quedará saneado el mar y habrá vida dondequiera que llegue la corriente.

Pero, ¿cuál es esa agua de que se nos habla? ¿Qué agua es la que nos trae la vida? ¿Dónde está esa agua de la que también nos habla el evangelio que nos trae la salud y la vida?

Esa agua que da la vida es una imagen del agua del bautismo, el agua en el que nosotros también un día fuimos llevados a la vida.

Petición.- Señor, que caiga en la cuenta hoy en mi oración de lo que supone el bautismo y renueve mi adhesión a ti.

Una imagen.- Podemos hay hacer la oración contemplando una fotografía que hace quizás mucho que no hemos visto: la fotografía de nuestro bautismo. Puede ayudarnos el tenerla delante de nosotros en el tiempo de oración. Y si no el recuerdo de ese momento nos bastará.

  • Contemplo la fotografía y me pregunto ¿qué ocurrió aquel día? ¡Sí! Me hice hijo de Dios, quedé limpio de mi culpa, volví a vivir…
  • Recuerdo la escritura de hoy y veo como me llega el agua y me purifica, y cómo ese hombre que no puede ser introducido en la piscina al que Jesús le cura…
  • Doy gracias a Dios por el bautismo.

No tengo a nadie…- «Señor, no tengo a nadie que me meta en la piscina cuando se remueve el agua; para cuando llego yo, otro se me ha adelantado.» Sin embargo yo puedo recordar a quien me llevó hasta las aguas de la vida… mis padres, mis padrinos…

  • Recordar agradecido a todas las personas que me han acercado a la vida de Dios: familiares, en el grupo, en mi parroquia… Recordar a cada uno con sus nombres y apellidos y darle las gracias a Dios por haberles puesto en mi vida. Y rezar por ellos.

Un compromiso.- ¿Y no habrá hoy jóvenes que puedan decir lo mismo, que nadie les lleva hasta las aguas de la vida y que ellos no pueden ir porque no saben el camino? ¿Y no estaremos nosotros llamados a ser ese que les conduzca hasta la fuente de la vida?

De mi oración salir con una mirada nueva. Y pedirle a Dios las fuerzas para poder hablarle de Él a algún compañero de clase o del trabajo. Para ser yo quien les lleve el agua de la vida.

Porque ¡hay tanta agua… y tanta sed…!

15/03/2010, Lunes de la 4ª semana de Cuaresma

Lectura del libro de Isaías 65, 17-21

Así dice el Señor: «Mirad: yo voy a crear un cielo nuevo y una tierra nueva: de lo pasado no habrá recuerdo ni vendrá pensamiento, sino que habrá gozo y alegría perpetua por lo que voy a crear. Mirad: voy a transformar a Jerusalén en alegría, y a su pueblo en gozo; me alegraré de Jerusalén y me gozaré de mi pueblo, y ya no se oirán en ella gemidos ni llantos; ya no habrá allí niños malogrados ni adultos que no colmen sus años, pues será joven el que muera a los cien años, y el que no los alcance se tendrá por maldito. Construirán casas y las habitarán

Salmo responsorial Sal 29, 2 y 4. 5-6. 11-12a y 13b
R. Te ensalzaré, Señor, porque me has librado.

Te ensalzaré, Señor, porque me has librado y no has dejado que mis enemigos se rían de mí. Señor, sacaste mi vida del abismo, me hiciste revivir cuando bajaba a la fosa. R.

Tañed para el Señor, fieles suyos, dad gracias a su nombre santo;
su cólera dura un instante; su bondad, de por vida; al atardecer nos visita el llanto; por la mañana, el júbilo. R.

Escucha, Señor, y ten piedad de mí; Señor, socórreme. Cambiaste mi luto en danzas. Señor, Dios mío, te daré gracias por siempre. R.

Lectura del santo evangelio según san Juan 4, 43-54

En aquel tiempo, salió Jesús de Samaria para Galilea. Jesús mismo había hecho esta afirmación: «Un profeta no es estimado en su propia patria.» Cuando llegó a Galilea, los galileos lo recibieron bien, porque habían visto todo lo que había hecho en Jerusalén durante la fiesta, pues también ellos habían ido a la fiesta. Fue Jesús otra vez a Caná de Galilea, donde había convertido el agua en vino. Había un funcionario real que tenía un hijo enfermo en Cafarnaún. Oyendo que Jesús había llegado de Judea a Galilea, fue a verle, y le pedía que bajase a curar a su hijo que estaba muriéndose. Jesús le dijo: -«Como no veáis signos y prodigios, no creéis.» El funcionario insiste: -«Señor, baja antes de que se muera mi niño.» Jesús le contesta: -«Anda, tu hijo está curado.» El hombre creyó en la palabra de Jesús y se puso en camino. Iba ya bajando, cuando sus criados vinieron a su encuentro diciéndole que su hijo estaba curado. Él les preguntó a qué hora había empezado la mejoría. Y le contestaron: -«Hoy a la una lo dejó la fiebre.» El padre cayó en la cuenta de que ésa era la hora cuando Jesús le había dicho: «Tu hijo está curado.» Y creyó él con toda su familia. Este segundo signo lo hizo Jesús al llegar de Judea a Galilea.

Puntos para la oración 15 marzo 2010

La oración es un ejercicio del Espíritu Santo en mi alma. Jesús me concede su Espíritu, que es una presencia viva en interior, que con sus dones me ilumina y vivifica. Por eso inicio la oración suplicando: ¡Padre, en el nombre de Jesús, dame tu Espíritu!

El evangelio de este día de cuaresma nos presenta el segundo signo que hizo Jesús en su vida pública, después de la conversión del agua en vino en las bodas de Caná. Es un milagro que muestra la eficacia de la Palabra de Jesús. Un funcionario real le pide que baje de Caná a Cafarnaún para curar a su hijo enfermo. Jesús se queja de que le pidan un prodigio, pero el padre insiste. Sólo la forma de dirigirse a Jesús y de llamarle indica que ve en él un misterio superior: “Señor”, Kyrios, que es una palabra reservada para la divinidad. “Señor, baja antes de que se muera mi niño”. Cuando el Señor le responde: “Anda tu hijo está curado”, aquel hombre se conforma con la palabra de Jesús. Ya no necesita que vaya a verle: “El hombre creyó en la Palabra de Jesús y se puso en camino”. Mientras va de camino, vienen a su encuentro para decirle que su hijo está curado. Comprueba que la curación ha sucedido a la misma hora en que Jesús ha dicho: “tu hijo está curado”. El final del relato muestra la onda expansiva de la fe: “Y creyó él con toda su familia”.

Este evangelio quiere que imitemos la fe del funcionario real. Rebobinando la historia vemos todos los rasgos de fe de este personaje evangélico:

  • Ha oído hablar de Jesús y va a verle, desplazándose desde Cafarnaún a Caná.
  • Le pide que cure a su hijo. Ante la evasiva de Jesús, insiste.
  • Le llama “Señor”, confesando que Jesús pertenece a la esfera de lo divino.
  • Cree en la palabra sola de Jesús, sin pedir más gestos.
  • Comprueba que la palabra del Señor se cumple.
  • Hace partícipe a los suyos de la fe.

Hay una similitud con el primer signo que hace Jesús en las bodas de Caná a petición de María: también Ella recibe una aparente evasiva de su Hijo (“no ha llegado mi hora”), para después decir: “Haced lo que Él os diga”. El señor quiere comprobar la firmeza de nuestra fe y de nuestra confianza, perseverando en la súplica y estando dispuestos a hacer su voluntad, “lo que él nos diga”. El funcionario de Cafarnaún se pone en camino sin pedir más explicaciones, después de escuchar a Jesús que su hijo está curado. Nuevamente, la hora de Jesús llega cuando hacemos lo que Él nos dice con fe.

El funcionario real no guardó su fe para sí mismo: con toda su familia se hicieron discípulos de Jesús. Ha experimentado el poder divino de la palabra de Jesús: El Maestro de Galilea es el “Señor”. También nosotros si hemos comprobado que la Palabra de Cristo es Vida, sentiremos la necesidad de que otros lo experimenten. La fe es contagiosamente alegre.

Concluyo mi oración con la frase del salmo con el que se inicia la misa de este día: “Yo confío en el Señor. Tu misericordia sea mi gozo y mi alegría. Te has fijado en mi aflicción” (salmo 30).

14/03/2010, Domingo de la 4ª semana de Cuaresma

Lectura del libro de Josué (5, 9a. 10-12)

En aquellos días, el Señor dijo a Josué: - «Hoy os he despojado del oprobio de Egipto.» Los israelitas acamparon en Guilgal y celebraron la Pascua al atardecer del día catorce del mes, en la estepa de Jericó. El día siguiente a la Pascua, ese mismo día, comieron del fruto de la tierra: panes ázimos y espigas fritas. Cuando comenzaron a comer del fruto de la tierra, cesó el maná. Los israelitas ya no tuvieron maná, sino que aquel año comieron de la cosecha de la tierra de Canaán.

Salmo responsorial (Sal 33, 2-3. 4-5. 6-7)
R. Gustad y ved qué bueno es el Señor.

Bendigo al Señor en todo momento, su alabanza está siempre en mi boca; mi alma se gloria en el Señor: que los humildes lo escuchen y se alegren. R

Proclamad conmigo la grandeza del Señor, ensalcemos juntos su nombre. Yo consulté al Señor, y me respondió, me libró de todas mis ansias. R.

Contempladlo, y quedaréis radiantes, vuestro rostro no se avergonzará. Si el afligido invoca al Señor, él lo escucha y lo salva de sus angustias. R.

Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a los Corintios (5, 17-21)

Hermanos: El que es de Cristo es una criatura nueva. Lo antiguo ha pasado, lo nuevo ha comenzado. Todo esto viene de Dios, que por medio de Cristo nos reconcilió consigo y nos encargó el ministerio de la reconciliación. Es decir, Dios mismo estaba en Cristo reconciliando al mundo consigo, sin pedirle cuentas de sus pecados, y a nosotros nos ha confiado la palabra de la reconciliación. Por eso, nosotros actuamos como enviados de Cristo, y es como si Dios mismo os exhortara por nuestro medio. En nombre de Cristo os pedimos que os reconciliéis con Dios. Al que no había pecado Dios lo hizo expiación por nuestro pecado, para que nosotros, unidos a él, recibamos la justificación de Dios. Palabra de Dios.

Lectura del santo evangelio según san Lucas (15, 1-3. 11-32)

En aquel tiempo, solían acercarse a Jesús los publicanos y los pecadores a escucharle. Y los fariseos y los escribas murmuraban entre ellos: - «Ése acoge a los pecadores y come con ellos.» Jesús les dijo esta parábola: - «Un hombre tenía dos hijos; el menor de ellos dijo a su padre: "Padre, dame la parte que me toca de la fortuna." El padre les repartió los bienes. No muchos días después, el hijo menor, juntando todo lo suyo, emigró a un país lejano, y allí derrochó su fortuna viviendo perdidamente. Cuando lo había gastado todo, vino por aquella tierra un hambre terrible, y empezó él a pasar necesidad. Fue entonces y tanto le insistió a un habitante de aquel país que lo mandó a sus campos a guardar cerdos. Le entraban ganas de llenarse el estómago de las algarrobas que comían los cerdos; y nadie le daba de comer. Recapacitando entonces, se dijo: "Cuántos jornaleros de mi padre tienen abundancia de pan, mientras yo aquí me muero de hambre. Me pondré en camino adonde está mi padre, y le diré: Padre, he pecado contra el cielo y contra ti; ya no merezco llamarme hijo tuyo: trátame como a uno de tus jornaleros." Se puso en camino adonde estaba su padre; cuando todavía estaba lejos, su padre lo vio y se conmovió; y, echando a correr, se le echó al cuello y se puso a besarlo. Su hijo le dijo: "Padre, he pecado contra el cielo y contra ti; ya no merezco llamarme hijo tuyo." Pero el padre dijo a sus criados: "Sacad en seguida el mejor traje y vestidlo; ponedle un anillo en la mano y sandalias en los pies; traed el ternero cebado y matadlo; celebremos un banquete, porque este hijo mío estaba muerto y ha revivido; estaba perdido, y lo hemos encontrado." Y empezaron el banquete. Su hijo mayor estaba en el campo. Cuando al volver se acercaba a la casa, oyó la música y el baile, y llamando a uno de los mozos, le preguntó qué pasaba. Éste le contestó: "Ha vuelto tu hermano; y tu padre ha matado el ternero cebado, porque lo ha recobrado con salud." Él se indignó y se negaba a entrar; pero su padre salió e intentaba persuadirlo. Y él replicó a su padre: "Mira: en tantos años como te sirvo, sin desobedecer nunca una orden tuya, a mi nunca me has dado un cabrito para tener un banquete con mis amigos; y cuando ha venido ese hijo tuyo que se ha comido tus bienes con malas mujeres, le matas el ternero cebado." El padre le dijo: "Hijo, tú siempre estás conmigo, y todo lo mío es tuyo: deberías alegrarte, porque este hermano tuyo estaba muerto y ha revivido; estaba perdido, y lo hemos encontrado."»

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