Las lecturas de esta semana nos van conduciendo cada vez más deprisa a la Semana Santa. Hoy veremos cómo el mundo persigue a muerte a los que se oponen a sus caprichos –a los tres jóvenes- y a quien afirma la Verdad –al mismo Jesús-. Invoquemos al Espíritu Santo y contemplemos las escenas, deteniéndonos donde encontremos luz.
1. Entre el fuego sin quemarse. A Jesús Palero, uno de los primeros militantes, se le quedó grabado el pasaje de la primera lectura de hoy cuando hizo sus Ejercicios Espirituales. Escribió en su diario: “El ejemplo de los tres jóvenes en el horno por no querer adorar la estatua de oro de Nabucodonosor. Entre el fuego sin quemarse… En el mundo sin ser del mundo, “loando y bendiciendo al Señor”. Y el Señor les ayudó por no querer adorar a la soberbia, al dinero, a la tierra”. El P. Morales vio en estas palabras el retrato de un militante. Tenemos que estar en el mundo, pero sin ser del mundo. Metidos de lleno en un mundo que adora los dioses de la materia, la riqueza, el placer, la comodidad, el poder…, pero sin dejarnos quemar por sus atractivos ni por sus amenazas. Elevando a Dios todo lo que hacemos, decimos, vivimos..., y a las personas con las que tratamos.
2. La verdad os hará libres. “Si os mantenéis en mi palabra, seréis de verdad discípulos míos; conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres”.
Los nazis modificaron esta frase, y en la puerta de los campos de concentración de Auschwitz y Sachsenhausen colocaron su célebre: “Arbeit macht Frei”, “el trabajo os hará libres”. Hoy al mundo le siguen alarmando estas palabras de Jesús. Le asusta que exista una verdad, mejor aún, la Verdad. Quiere ser independiente de cualquier verdad, y ante todo de la Verdad. Por eso prefiere decir: “la libertad os hará verdaderos”.
Podemos preguntarnos: ¿de dónde procede mi libertad? ¿Del trabajo, del bienestar, de la ciencia y de la técnica, de la propia autonomía…, como dicen muchos? ¡Cuántos hoy son esclavos del trabajo, de la comodidad, de la tecnología, del propio egoísmo…! ¡Qué contrasentido: en la época en que se afirma que hemos alcanzado la libertad, asistimos a las mayores dependencias y esclavitudes…! “Somos hijos de la libertad”, porque, como nos enseña hoy el Señor: “quien comete pecado es esclavo”. Por tanto, quien vive en la gracia de Dios es libre. Como sigue diciendo el pasaje: “si el Hijo os hace libres, seréis realmente libres” ¡Sólo Él nos da la libertad! Entonces, ¿soy y me siento libre?
3. “Tratáis de matarme”. Las lecturas del evangelio en estos días muestran cómo van cerrando el cerco en torno a Jesús. “Tratáis de matarme”, dice a los judíos. Consolemos a Jesús. Hoy hay tantos que, de un modo u otro, siguen queriendo matarle…
Se vuelven a cumplir las palabras del prólogo de este mismo evangelio de san Juan: “Vino a los suyos y los suyos no lo recibieron…”. Jesús echa en cara a los judíos –los llamados a ser “los suyos”- su falta de amor: “Si Dios fuera vuestro padre me amaríais…” Digámosle a Jesús que queremos ser de los suyos. Digámosle que queremos amarle por los que no le aman, por aquéllos de los que espera amor, y no lo encuentra… Y que queremos “fichar” nuevos amadores, para este “deporte” de “moverse” por y hacia el amor de Cristo. No nos cansemos de repetirle a lo largo del día, con el salmo responsorial, que es el cántico de los tres jóvenes al ser salvados del fuego: “¡A ti gloria y alabanza por los siglos!”
Oración final. Madre: Tú que eres la que más y mejor amaste a Jesús, Tú que eres la más libre porque engendraste a la Verdad, Tú que viviste de verdad entre el fuego sin quemarte, alabando y bendiciendo a Dios, enséñanos a ser como Tú, hijos de la libertad, y a amar a Jesús como Tú, con toda el alma, con toda la mente y con todo el corazón.