1/1/2018, Santa María, Madre de Dios

Lectura del libro de los Números (6, 22-27)
El Señor habló a Moisés: «Di a Aarón y a sus hijos, esta es la fórmula con que bendeciréis a los hijos de Israel: “El Señor te bendiga y te proteja, ilumine su rostro sobre ti y te conceda su favor. El Señor te muestre su rostro y te conceda la paz”. Así invocarán mi nombre sobre los hijos de Israel y yo los bendeciré».
Salmo responsorial (Sal 66, 2-3. 5. 6 y 8)
R. Que Dios tenga piedad y nos bendiga.
Que Dios tenga piedad y nos bendiga, ilumine su rostro sobre nosotros;
conozca la tierra tus caminos, todos los pueblos tu salvación. 
R.
Que canten de alegría las naciones, porque riges el mundo con justicia,
y gobiernas las naciones de la tierra. 
R.
Oh Dios, que te alaben los pueblos, que todos los pueblos te alaben.
Que Dios nos bendiga; que le teman hasta los confines del orbe. 
R.
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Gálatas (4, 4-7)
Hermanos: Cuando llegó la plenitud del tiempo, envió Dios a su Hijo, nacido de mujer, nacido bajo la ley, para rescatar a los que estaban bajo la ley, para que recibiéramos la adopción filial. Como sois hijos, Dios envió a nuestros corazones el Espíritu de su Hijo, que clama: «¡“Abba”! Padre». Así que ya no eres esclavo, sino hijo; y si eres hijo, eres también heredero por voluntad de Dios.
Lectura del santo evangelio según san Lucas (2, 16-21)

En aquel tiempo, los pastores fueron corriendo hacía Belén y encontraron a María y a José, y al niño acostado en el pesebre. Al verlo, contaron lo que se les había dicho de aquel niño. Todos los que lo oían se admiraban de lo que les habían dicho los pastores. María, por su parte, conservaba todas estas cosas, meditándolas en su corazón. Y se volvieron los pastores dando gloria y alabanza a Dios por todo lo que habían oído y visto; conforme a lo que se les había dicho. Cuando se cumplieron los ocho días para circuncidar al niño, le pusieron por nombre Jesús, como lo había llamado el ángel antes de su concepción.

1 enero 2018. Santa María, Madre de Dios – Puntos de oración

Hoy queremos empezar el año de la mejor manera posible, con la oración. Pero no sólo eso, sino que en este comienzo de año se celebra en la Iglesia la solemnidad de Santa María, Madre de Dios. Hoy os invito a empezar la oración saludando a María de manera especial, felicitándola porque ya Madre de Dios y contagiándonos de su alegría.
Hoy también el evangelio nos cuenta la visita de los pastores a Belén. Éstos después de ver al niño volvieron dando gloria y alabanza a Dios. Nosotros somos hoy esos pastores. Ya ha pasado una semana desde el día de Navidad y es un buen momento para meditar cómo hemos visitado nosotros el portal este año. ¿Sigo dando gloria y alabanza a Dios como los pastores? ¿Mantengo la alegría en mí? ¿El niño Jesús ha nacido de nuevo en mi corazón? Qué bonito sería poder empezar el año respondiendo sí a todo, manteniendo viva la llama e iluminando todo durante este año.  Sin embargo puede que nuestra navidad no haya sido hasta la fecha como nos hubiese gustado. No pasa nada, siempre estamos a tiempo de ir al portal. El evangelio de hoy narra: “Los pastores fueron corriendo a Belén…” pero no dice cuándo.  Así que, empecemos el año corriendo hacia el portal, corriendo hacia el encuentro  de María, José y el Niño.
Por último destacar otra frase del evangelio: “María, por su parte, conservaba todas estas cosas, meditándolas en su corazón.” María la madre de Dios y madre nuestra, nos mira siempre.  Nos cuida y guarda en su corazón todas las veces que nos acercamos a ella, a ver a su hijo Jesús.  Siempre tendremos un hueco en el corazón de María. Sintámonos acogidos y confiados para afrontar este nuevo año que comienza. Y  pidamos la gracia de que al igual que Ella, seamos capaces de aceptar todas las propuestas que Dios nos va a hacer durante este año, guardándolas y meditándolas en  nuestro corazón.

Feliz Navidad y feliz año nuevo.

31/12/2017, La Sagrada Familia (Ciclo B)

Lectura del libro del Eclesiástico (3, 2-6. 12-14)
El Señor honra más al padre que a los hijos y afirma el derecho de la madre sobre ellos. Quien honra a su padre expía sus pecados, y quien respeta a su madre es como quien acumula tesoros. Quien honra a su padre se alegrará de sus hijos y cuando rece, será escuchado. Quien respeta a su padre tendrá larga vida, y quien honra a su madre obedece al Señor. Hijo, cuida de tu padre en su vejez y durante su vida no le causes tristeza. Aunque pierda e juicio, sé indulgente con él y no lo desprecies aun estando tú en peno vigor. Porque la compasión hacia el padre no será olvidada y te servirá para reparar tus pecados.
Salmo responsorial (Sal 127, 1-2. 3. 4-5)
R. Dichosos los que temen al Señor y siguen sus caminos
Dichoso el que teme al Señor y sigue sus caminos.
Comerás del fruto de tu trabajo, serás dichoso, te irá bien. 
R.
Tu mujer, como parra fecunda, en medio de tu casa;
tus hijos, como renuevos de olivo, alrededor de tu mesa. 
R.
Ésta es la bendición del hombre que teme al Señor.
Que el Señor te bendiga desde Sión,
que veas la prosperidad de Jerusalén todos los días de tu vida. 
R.
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los colosenses (3,12-21)
Hermanos: Como elegidos de Dios, santos y amados, revestíos de compasión entrañable, bondad humildad, mansedumbre y paciencia. Sobre llevaos mutuamente y perdonaos, cuando alguno tenga quejas contra otro. El Señor os ha perdonado: haced vosotros lo mismo. Y por encima de todo esto, el amor, que es el vínculo de la unidad perfecta Que la paz de Cristo reine en vuestro corazón; a ella habéis sido convocados, en un solo cuerpo. Sed también agradecidos. La palabra de Cristo habite entre vosotros en toda su riqueza; enseñaos unos a otros con toda sabiduría; exhortaos mutuamente. Cantad a Dios, dadle gracias de corazón, con salmos, himnos y cánticos inspirados. Y, todo lo que de palabra o de obra realicéis, sea todo en nombre del Señor Jesús, dando gracias a Dios Padre por medio de él. Mujeres, sed sumisas a vuestros maridos, como conviene en el Señor. Maridos, amad a vuestras mujeres, y no seáis ásperos con ellas. Hijos, obedeced a vuestros padres en todo, que eso agrada al Señor. Padres, no exasperéis a vuestros hijos, no sea que pierdan los ánimos.
Lectura del santo evangelio según san Lucas (2,36-40)

Cuando se cumplieron los días de la purificación, según la ley de Moisés, los padres de Jesús lo llevaron a Jerusalén para presentarlo al Señor. Y cuando cumplieron todo lo que prescribía la ley del Señor, Jesús y sus padres volvieron a Galilea, a su ciudad de Nazaret. El niño, por su parte, iba creciendo y robusteciéndose, lleno de sabiduría; y la gracia de Dios estaba con él.

31/12/2017. La Sagrada Familia (Ciclo B) – Puntos de oración

En este año que se acaba marcado por la declaración de Venerable de nuestro Padre Morales, y en este su último día, el AGRADECIMIENTO debe ser el tono y estilo de nuestra oración.
Agradecemos a Jesús y a María el habernos dado un “padre en la fe y en el estilo de vida”, un hombre, Tomás Morales, que con su grandeza humana indiscutible, pero también con todas sus limitaciones y miserias, se dejó alcanzar por el Amor de Dios y seducido por la encarnación y enamorado de la Virgen Madre, nos enseñó a valorar el bautismo y a tender a la santidad en la vida ordinaria.
Recogemos con cariño su carisma y espiritualidad, y entregamos hoy al Señor todo nuestro quehacer del año que se acaba, porque nos enseñó a ofrecernos a Dios cada día viviendo con amor los pequeños detalles. Por eso, en esta oración, recogemos y ofrecemos a Dios por María todo el conjunto de acciones, vivencias, acontecimientos y circunstancias que han tejido nuestra vida, la de cada uno, en este año. Las entregamos a la Virgen para que en la Eucaristía las ofrezca al Padre como nuestro sacrificio agradable y espiritual.
Si nuestra ofrenda es pequeña y pobre, y aún más está manchada por el egoísmo, el Padre Morales, con su vida y palabra, nos indica que no hay que cansarse de estar empezando siempre y nos señala a Santa Teresita y las manos vacías como el medio para seguir caminando sin desconfianzas, porque tenemos que dejar a Dios actuar a través nuestra. No pensar que en nosotros está la fuerza o la virtud, sino creer en ese Dios pequeño, encarnado, que vive y actúa en cada uno por la gracia.
Nos enseñó el Padre Morales a mirar al mundo y a sentirnos responsables de su salvación. En este año que hoy acaba la Virgen de Fátima nos ha pedido de nuevo que nos asociemos a los pastorcitos Francisco y Jacinta y que como ellos ofrezcamos oraciones y pequeños sacrificios por los pecadores. La Virgen hace posible que un nuevo camino de misericordia y salvación se abra para el mundo.
Por ello, en este 31 de diciembre, la mirada al mundo se transforma en oración de petición por la salvación de todos nuestros hermanos y en compromiso apostólico para irradiar el amor y la luz de Jesús en los ambientes cotidianos, en la amistad y en la familia.

Que el compromiso de este último día del año que vence, nos espolee a la acción y a la oración durante todos los días del año que vamos a estrenar. ¡Que la Virgen María infunda en nuestro corazón el ardor misionero que late en el suyo, Madre de la Iglesia y Reina del mundo!

30/12/2017, Sexto día de la Octava de Navidad

Lectura de la primera carta del apóstol san Juan (2,12-17)
Os escribo, hijos míos, porque se os han perdonado vuestros pecados por su nombre. Os escribo, padres, porque conocéis al que es desde el principio. Os escribo, jóvenes, porque habéis vencido al Maligno. Os repito, hijos, porque conocéis al Padre. Os repito, padres, porque ya conocéis al que existía desde el principio. Os he escrito, jóvenes, porque sois fuertes y la palabra de Dios permanece en vosotros, y habéis vencido al Maligno. No améis al mundo ni lo que hay en el mundo. Si alguno ama al mundo, no está en él el amor del Padre. Porque lo que hay en el mundo - la concupiscencia de la carne, y la concupiscencia de los ojos, y la arrogancia del dinero -, eso no procede del Padre, sino que procede del mundo. Y el mundo pasa, y su concupiscencia. Pero el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre.
Salmo responsorial (Sal 95, 7-8a. 8b-9. 10)
R. Alégrese el cielo, goce la tierra.
Familias de los pueblos, aclamad al Señor, aclamad la gloria y el poder del Señor,
aclamad la gloria del nombre del Señor. 
R.
Entrad en sus atrios trayéndole ofrendas. Postraos ante el Señor en el atrio sagrado,
tiemble en su presencia la tierra toda. 
R.
Decid a los pueblos: «El Señor es rey, él afianzó el orbe, y no se moverá;
él gobierna a los pueblos rectamente». 
R.
Lectura del santo evangelio según san Lucas (2, 36-40)

En aquel tiempo, había una profetisa, Ana, hija de Fanuel, de la tribu de Aser, ya muy avanzada en años. De joven había vivido siete años casada, y luego viuda hasta los ochenta y cuatro; no se apartaba del templo, sirviendo a Dios con ayunos y oraciones noche y día. Presentándose en aquel momento, alababa también a Dios y hablaba del niño a todos los que aguardaban la liberación de Jerusalén. Y, cuando cumplieron todo lo que prescribía la ley del Señor, Jesús y sus padres se volvieron a Galilea, a su ciudad de Nazaret. El niño, por su parte, iba creciendo y robusteciéndose, lleno de sabiduría; y la gracia de Dios estaba con él.

30 diciembre 2017. Sexto día de la Octava de Navidad – Puntos de oración

Estamos en la octava de Navidad: tan grande es la fiesta que tiene un eco de ocho días para que vayamos calando poco a poco en el misterio de la Encarnación del Señor.
Es el último sábado del año, y por esta razón os propongo dedicar la oración especialmente a la Virgen. Quizás el día 31 es tiempo de hacer un balance de acción de gracias del paso de Dios por nuestra vida en este año. Sin embargo, hoy podemos recorrer todas las gracias que por mediación de María hemos recibido en este año 2017. Hacernos conscientes de su presencia amorosa en este rato de oración y en todo el camino recorrido.
Para empezar bien nuestra oración os propongo una variante de la oración preliminar de San Ignacio: Señor, que todas mis intenciones, acciones y operaciones sean puramente ordenadas en servicio y alabanza de tu divina majestad y en agradecimiento a Nuestra Señora.
El evangelio de hoy tiene a la Sagrada Familia como protagonistas. Han entrado en el Templo para cumplir las prescripciones de la Ley y Dios comienza a mover los corazones, primero Simeón y en la escena de hoy aparece la profetisa Ana.
Pero no nos distraigamos de lo esencial: lo importante es seguir a Jesús, en brazos de María, y protegidos por San José. Ese es el centro de la creación, del cielo y la tierra. Un niño pequeño, de pocos días, en brazos de su madre. ¡Cómo le gusta esconderse al Señor! Quiere que crezca nuestra fe, que rasguemos apariencias de personas, de cosas, de acontecimientos, para descubrir su maravillosa presencia. Solamente aquellos que tienen fe (los pastores, Simeón, Ana) son capaces de descubrir el misterio y postrarse en adoración. Porque eso es la Navidad, para eso la Iglesia nos la vuelve a presentar cada año: para descubrir el misterio y postrarse en adoración.
La escena que contemplamos hoy del evangelio de Lucas, que termina con la partida hacia Nazaret y el inicio de la vida oculta de Jesús, está encuadrada por dos citas de la actitud de la Virgen en todos estos acontecimientos. Seguramente Lucas nos quiso dar a entender que esta fue la actitud permanente de María en toda la vida de seguimiento de Jesús. Lo repite por dos veces en su Evangelio:
Lc 2,19: María, por su parte, guardaba todas estas cosas, y las meditaba en su corazón.
Lc 2,51: Su madre conservaba cuidadosamente todas las cosas en su corazón.
Pues tomemos a María como modelo, entremos en su escuela y aprendamos su lección de contemplación. Recojamos todo el año, todos los acontecimientos de gracia y misericordia que nos han acontecido en este 2017, todo el paso de Dios por nuestra vida y aprendamos de ella a meditarlos en el corazón.
Y si nos distraemos en la oración recitemos muy despacio el Avemaría y pidamos ayuda a nuestra Madre que estará encantada de ponernos junto a Jesús.

¡Feliz Navidad!

29/12/2017, Quinto día de la Octava de Navidad – Santo Tomás Becket

Lectura de la primera carta del apóstol san Juan (2, 3-11)
Queridos hermanos: En esto sabemos que conocemos a Jesús: en que guardamos sus mandamientos. Quien dice: «Yo le conozco», y no guarda sus mandamientos, es un mentiroso, y la verdad no está en él. Pero quien guarda su palabra, ciertamente el amor de Dios ha llegado en él a su plenitud. En esto conocemos que estamos en él. Quien dice que permanece en él debe vivir como vivió él. Queridos, no os escribo un mandamiento nuevo, sino el mandamiento antiguo que tenéis desde el principio. Este mandamiento antiguo es la palabra que habéis escuchado. Y, sin embargo, os escribo un mandamiento nuevo -y esto es verdadero en él y en vosotros -, pues las tinieblas pasan, y la luz verdadera brilla ya. Quien dice que está en la luz y aborrece a su hermano está aún en las tinieblas. Quien ama a su hermano permanece en la luz y no tropieza. Pero quien aborrece a su hermano está en las tinieblas, camina en las tinieblas, no sabe a dónde va, porque las tinieblas han cegado sus ojos.
Salmo responsorial (Sal 95,1-2a.2b-3.5b-6)
R. Alégrese el cielo, goce la tierra.
Cantad al Señor un cántico nuevo, cantad al Señor, toda la tierra;
cantad al Señor, bendecid su nombre. 
R.
Proclamad día tras día su victoria.
Contad a los pueblos su gloria, sus maravillas a todas las naciones. 
R.
El Señor ha hecho el cielo;
honor y majestad lo preceden, fuerza y esplendor están en su templo. 
R.
Lectura del santo evangelio según san Lucas (2, 22-35)

Cuando se cumplieron los días de la purificación, según la ley de Moisés, los padres de Jesús lo llevaron a Jerusalén para presentarlo al Señor, de acuerdo con lo escrito en la ley del Señor: «Todo varón primogénito será consagrado al Señor», y para entregar la oblación, como dice la ley del Señor: «un par de tórtolas o dos pichones». Había entonces en Jerusalén un hombre llamado Simeón, hombre justo y piadoso, que aguardaba el consuelo de Israel; y el Espíritu Santo estaba con él. Le había sido revelado por el Espíritu Santo que no vería la muerte antes de ver al Mesías del Señor. Impulsado por el Espíritu, fue al templo. Y cuando entraban con el niño Jesús sus padres para cumplir con él lo acostumbrado según la ley, Simeón lo tomó en brazos y bendijo a Dios diciendo: «Ahora, Señor, según tu promesa, puedes dejar a tu siervo irse en paz. Porque mis ojos “han visto a tu Salvador”, a quien has presentado ante todos los pueblos: “luz para alumbrar a las naciones” y gloria de tu pueblo Israel». Su padre y su madre estaban admirados por lo que se decía del niño. Simeón los bendijo, diciendo a María su madre: «Este ha sido puesto para que muchos en Israel caigan y se levanten; y será como un signo de contradicción - y a ti misma una espada te traspasará el alma - para que se pongan de manifiesto los pensamientos de muchos corazones».

29 diciembre 2017. Quinto día de la Octava de Navidad – Santo Tomás Becket – Puntos de oración

Primera lectura
Quien ama de verdad sabe de gozo y de dolor. Quien no ama de verdad encuentra dolor en casi todo, incluso en lo que parece bueno. La reflexión de san Juan sobre la vida en la luz de Dios continúa siendo hoy guía de nuestra existencia, a través de la primera lectura. Si creemos en Dios y en Jesucristo, volvamos a emprender con renovada ilusión el camino que nos lleva hacia Él en fidelidad amorosa, aunque llenos de miserias por nuestra flaqueza, pero con una confianza filial.
Conocer a Dios por la fe no es un juego de pensamientos sino más bien un compromiso de vida asumido y mantenido con gozo.
La carta de Juan es terminante: no haya engaños en nuestra vida, pues, entre ser fieles o ser infieles no hay término medio (aunque por nuestra debilidad fallemos muchas veces...pero a empezar de nuevo sin cansarse...). Sólo la verdad, perfectamente asumida, con compromiso de fidelidad, nos hace libres en el espíritu.
Miremos más alto, aunque hayamos de tener siempre los pies en la tierra. Puesto que por medio de la fe y del Bautismo hemos sido consagrados a Dios, unidos a Jesucristo y hechos templo del Espíritu Santo, seamos un signo claro del amor que Dios nos tiene, amando al estilo del amor con que Cristo nos ha amado.
Salmo
A Dios dirigimos el canto nuevo que brota de la presencia del Espíritu Santo en nosotros. Desde la venida de Cristo ya no le cantamos a Dios, Él canta desde nosotros, pues nosotros hemos sido unidos a Él como hijos por vivir en comunión con Cristo Jesús, su Hijo. Y junto con los redimidos la creación entera se convierte en una alabanza del Nombre de Dios. Nuestra vida, convertida en un canto de amor a Dios como Padre nuestro, debe convertirse también en un cántico de amor fraterno mediante el cual alegremos a los pobres y a los necesitados por socorrerlos y ayudarlos a salir de sus limitaciones materiales. Ese anuncio gozoso debe llegar también a los pecadores, los cuales, tratados con el mismo amor con que Cristo busca la oveja descarriada hasta encontrarla y llevarla sobre sus hombros de vuelta a casa, han de experimentar esa preocupación de Cristo desde quienes creemos en Él.
Evangelio
Dios ha cumplido sus promesas de salvación; en Jesús no sólo los Judíos tienen el camino abierto hacia Dios, sino los hombres de todos los tiempos y lugares, pues el Señor vino como luz de las naciones y gloria de su Pueblo Israel. Jesús es el consagrado al Padre, y como tal está dispuesto a hacer en todo su voluntad.
Simeón ha recibido del Espíritu Santo la revelación de que no moriría sin ver a Cristo. Va al Templo y, al recibir en sus brazos lleno de alegría al Mesías, le dice: «Ahora, Señor, puedes, según tu palabra, dejar que tu siervo se vaya en paz; porque han visto mis ojos tu salvación» (Lc 2,29-30). En esta Navidad, con ojos de fe contemplemos a Jesús que viene a salvarnos con su nacimiento. Así como Simeón entonó el canto de acción de gracias, alegrémonos cantando delante del Belén, en familia, y en nuestro corazón, pues nos sabemos salvados por el Niño Jesús.
María y Jesús, y con ellos José, hacen a Dios la ofrenda total. Jesús se ofrece a sí mismo para la obra que ha de realizar. María ofrenda lo más grande que tiene, a su Hijo, para que se culmine la historia de salvación. Y José, el hombre justo, ofrece a Jesús y María, y se ofrece también a sí mismo para lo que Dios quiera, que será mucho en la infancia y juventud de Jesús.
ORACIÓN FINAL

Dios y Señor nuestro, que por la maternidad virginal de María entregaste a los hombres los bienes de la salvación, concédenos experimentar la intercesión de aquella de quien hemos recibido a tu Hijo Jesucristo, el autor de la vida. Él, que vive y reina por los siglos de los siglos. Amén.

28/12/2017, Los Santos Inocentes

Lectura de la primera carta del apóstol san Juan (1, 5-2, 2)
Queridos hermanos: Este es el mensaje que hemos oído a Jesucristo y que os anunciamos: Dios es luz y en él no hay tiniebla alguna. Si decimos que estamos en comunión con él y vivimos en las tinieblas, mentimos y no obramos la verdad. Pero, si caminamos en la luz, lo mismo que él está en la luz, entonces estamos en comunión unos con otros, y la sangre de su Hijo Jesús nos limpia de todo pecado. Si decimos que no hemos pecado, nos engañamos y la verdad no está en nosotros. Pero, si confesamos nuestros pecados, él, que es fiel y justo, nos perdonará los pecados y nos limpiará de toda injusticia. Si decimos que no hemos pecado, lo hacemos mentiroso y su palabra no está en nosotros. Hijos míos, os escribo esto para que no pequéis. Pero, si alguno peca, tenemos a uno que abogue ante el Padre: a Jesucristo, el Justo. Él es víctima de propiciación por nuestros pecados, no sólo por los nuestros, sino también por los del mundo entero.
Salmo responsorial (Sal 123, 2-3. 4-5. 7b-8)
R. Hemos salvado la vida, como un pájaro de la trampa del cazador.
Si el Señor no hubiera estado de nuestra parte, cuando nos asaltaban los hombres,
nos habrían tragado vivos: tanto ardía su ira contra nosotros. 
R.
Nos habrían arrollado las aguas, llegándonos el torrente hasta el cuello;
nos habrían llegado hasta el cuello las aguas impetuosas. 
R.
La trampa se rompió, y escapamos.
Nuestro auxilio es el nombre del Señor, que hizo el cielo y la tierra. 
R.
Lectura del santo evangelio según san Mateo (2, 13-18)

Cuando se retiraron los magos, el ángel del Señor se apareció en sueños a José y le dijo: «Levántate, toma al niño y a su madre y huye a Egipto; quédate allí hasta que yo te avise; porque Herodes va a buscar al niño para matarlo». José se levantó, tomó al niño y a su madre, de noche, se fue a Egipto y se quedó hasta la muerte de Herodes para que se cumpliese lo que dijo el Señor por medio del profeta: «De Egipto llamé a mi hijo». Al verse burlado por los magos, Herodes montó en cólera y mandó matar a todos los niños de dos años para abajo, en Belén y sus alrededores, calculando el tiempo por lo que había averiguado de los magos. Entonces se cumplió lo dicho por medio del profeta Jeremías: «Un grito se oye en Ramá, llanto y lamentos grandes; es Raquel que llora por sus hijos, y rehúsa el consuelo, porque ya no viven».

28/12/2017 Los Santos Inocentes – Puntos de oración


Es difícil imaginarse, a los pocos días del nacimiento de Jesús en Belén, esta escena en la que se confirma la realidad de un mundo en el que “Dios ha muerto”. F. Nietzsche, que muere al iniciar el siglo XX, no le basta con enunciar lo anterior sino, que afirma que a “Dios lo hemos matado”. Pues en este texto histórico del Evangelio se cumple al pie de la letra. Cuando intentamos borrar de nuestra vida y de nuestra sociedad a Dios, la consecuencia es nefasta, mortal. Matamos al hombre.
Nos adentramos en la escena del texto evangélico, “como si presente me hallase”. Aparecen, los magos, el ángel de Señor y José, en la primera parte. Después, la huida a Egipto de la sagrada familia. Herodes, otro de los actores, del que brota la envidia y la violencia homicida. No puede soportar dejar de ser dios a su manera. Quizá no es consciente de esta barbaridad pero intenta matar a Dios.
Destaca la figura de José. José obedece al ángel del Señor sin ofrecer ninguna resistencia ni condición ante el mandato dramático. No pone ninguna condición ante el mandato que recibe: Levántate, toma al niño y a su madre y huye a Egipto”. Con estos tres verbos pone se pone de manifiesto un mandato: levántate, toma y huye a Egipto… y continúa el texto: “quédate allí hasta que yo te avise, porque Herodes va a buscar al niño para matarle”. José se levantó, tomó al niño y a su madre, de nochese fue a Egipto y se quedó hasta la muerte de Herodes…
“Al verse burlado por los magos, Herodes montó en cólera y mandó matar a todos los niños de dos años para abajo, en Belén y en sus alrededores…”
¿Qué ha suscitado en mí, esta lectura de este texto del Evangelio?
-          ¿Estoy dispuesto a levantarme cada vez que tropiezo?
-          Toma tu cruz de cada día y huye de una vida mundana y consumista
-          Para saborear esta huida con Jesús, María y José, me voy a esforzar a quedarme quieto, a serenarme  a lo largo de estos días de Navidad contemplando el misterio del Verbo Encarnado, Jesús Niño, que nace para todos.

-          ¿Estoy dispuesto a ser testigo con mi vida, como los niños que murieron a manos de Herodes?  Con María, José y Jesús, todo lo podré.

27/12/2017

Comienzo de la primera carta del apóstol san Juan (1, 1-4)
Queridos hermanos: Lo que existía desde el principio, lo que hemos oído, lo que hemos visto con nuestros propios ojos, lo que contemplamos y palparon nuestras manos acerca del Verbo de la vida; pues la Vida se hizo visible, y nosotros hemos visto, damos testimonio y os anunciamos la vida eterna que estaba junto al Padre y se nos manifestó. Eso que hemos visto y oído os lo anunciamos, para que estéis en comunión con nosotros y nuestra comunión es con el Padre y con su Hijo Jesucristo. Os escribimos esto, para que nuestro gozo sea completo.
Salmo responsorial (Sal 96, 1-2. 5-6. 11-12)
R. Alegraos, justos, con el Señor.
El Señor reina, la tierra goza, se alegran las islas innumerables.
Tiniebla y nube lo rodean, justicia y derecho sostienen su trono. 
R.
Los montes se derriten como cera ante el señor, ante el Señor de toda la tierra;
los cielos pregonan su justicia, y todos los pueblos contemplan su gloria. 
R.
Amanece la luz para el justo, y la alegría para los rectos de corazón.
Alegraos, justos, con el Señor, celebrad su santo nombre. 
R.
Lectura del santo evangelio según san Juan (20, 2-8)

El primer día de la semana, María la Magdalena echó a correr y fue donde estaban Simón Pedro y el otro discípulo, a quien Jesús amaba, y les dijo: «Se han llevado del sepulcro al Señor y no sabemos dónde lo han puesto». Salieron Pedro y el otro discípulo camino del sepulcro. Los dos corrían juntos, pero el otro discípulo corría más que Pedro; se adelantó y llegó primero al sepulcro; e, inclinándose, vio los lienzos tendidos; pero no entró. Llegó también Simón Pedro detrás de él y entró en el sepulcro: vio los lienzos tendidos y el sudario con que le habían cubierto la cabeza, no con los lienzos, sino enrollado en un sitio aparte. Entonces entró también el otro discípulo, el que había llegado primero al sepulcro; vio y creyó.

27/12/2017. San Juan, Apóstol y Evangelista – Puntos de oración

Estamos en la octava de Navidad, que es el tiempo más impresionante hasta par los más alejados porque ¿Quién no siente la ternura de un niño cuando nace? Nos quedamos admirados, más que admirados, asombrados. Pero, es más: si nos acercamos y descubrimos en ese niño a Dios mismo que se ha hecho uno de nosotros para salvarnos, nos quedamos pasmados, como le pasó a la Virgen cuando recibe la noticia que ella, la más insignificante criatura de una aldea perdida de Galilea va a ser la Madre. No nos cabe en la cabeza. Y queremos comprenderlo, pero nos desborda. Sólo los que son pequeños o se hacen, o los hace la gracia, pueden llegar a entender un poquito del misterio encerrado.
Esta forma de contemplar el Misterio de la Navidad, nos pone más cerca de los que no creen y cómo quisiéramos que con nosotros se acercaran de puntillas al portal para no despertar al Niño y en silencio admirable, recorriéramos la escena contemplando a los personajes uno por uno por uno; ver lo que hacen, oír lo que dicen y ponerme en la escena como si presente me hallase, como dice san Ignacio en las recomendaciones para hacer estas contemplaciones. Primero San José: adora, se abandona, ama; La Virgen extasiada mirando al Niño, luz divina para los hombres, no cabe en sí. Para acabar acercándote al niño y como queriéndole coger te lo acercan y e tomas en tus brazos y lo abrazas y se van todos los temores y te llenas de confianza porque ¿qué puedes esperar de un niño? Si es lo más indefenso que hay. Y te llenas de confianza. Sí en Ti sí confío.
Este Niño, es el Verbo hecho carne que anunció el apóstol y evangelista san Juan a quien  hoy nos presenta la Iglesia en su Liturgia,  porque él lo proclamado: “lo que existía desde el principio, lo que hemos oído, lo que hemos visto con nuestros propios ojos, lo que contemplamos y palparon nuestras manos acerca del Verbo de la Vida; pues la vida se hizo visible y nosotros hemos visto damos testimonio y os anunciamos la vida eterna que estaba junto al Padre y se nos manifestó. Eso que hemos visto y oído os lo anunciamos...”
Este es el notición más grande y espectacular de la Historia. Por eso no es extraño que estos días sean los más grandes y señalados del año para todos los hombres de buena voluntad.
Por si fuera poco, lo que nos dice san Juan en la primera lectura, que ese niño es Dios, el Verbo Encarnado, que se ha hecho hombre, que nos ha traído la Vida y para que el gozo sea completo, el Evangelio nos da una señal más con el pasaje de la Magdalena yendo al sepulcro y encontrando la tumba vacía y corriendo va a decírselo a los discípulos y a la carrera Pedro y Juan van al sepulcro y Juan llega el primero, claro, es más joven y encuentra su premio cuando entre al sepulcro: “Vio y creyó”. Testigo de la Resurrección.
Esta meditación, mejor dicho, contemplación que hacemos hoy, es un recorrido por el Credo de la mano de san Juan para que nos fijemos en quién es este niño que venimos a adorar.
Ojalá salgamos de la oración hoy como Juan del sepulcro y lo anunciemos como él a todos en todos partes como él.
Dice la tradición que Juan fue el encargado de custodiar a María después de subir a los cielos Jesús. Nadie mejor que un corazón virginal como Ella para hacerlo y contagiarle ese ardor.
También nosotros al ladito de la Virgen en estos días en nuestra oración, invocando al Espíritu Santo que nos ilumine el Misterio y nos lo haga llegar al corazón como lo llevaba La Virgen María: Que Santa María nos alcance esta luz y fuerza que irradia el Portal.

26/12/2017, San Esteban, protomártir

Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles (6, 8-10; 7, 54-60)
En aquellos días, Esteban, lleno de gracia y poder, realizaba grandes prodigios y signos en medio del pueblo. Unos cuantos de la sinagoga llamada de los libertos, oriundos de Cirene, Alejandría, Cilicia y Asia, se pusieron a discutir con Esteban; pero no lograban hacer frente a la sabiduría y al espíritu con que hablaba. Oyendo sus palabras, se recomían en sus corazones y rechinaban los dientes de rabia. Esteban, lleno de Espíritu Santo, fijando la mirada en el cielo, vio la gloria de Dios, y a Jesús de pie de pie a la derecha de Dios, y dijo: «Veo los cielos abiertos y al Hijo del hombre de pie a la derecha de Dios» Dando un grito estentóreo, se taparon los oídos; y, como un solo hombre, se abalanzaron sobre él, lo empujaron fuera de la ciudad y se pusieron a apedrearlo. Los testigos dejaron sus capas a los pies de un joven llamado Saulo y se pusieron a apedrear a Esteban, que repetía esta invocación: «Señor Jesús, recibe mi espíritu».
Salmo responsorial (Sal 30, 3cd-4. 6 y Sab. 16bc-17)
R. A tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.
Sé la roca de mi refugio, baluarte donde me salve,
tú que eres mi roca y mi baluarte; por tu nombre dirígeme y guíame. 
R.
A tus manos encomiendo mi espíritu: tú, el Dios leal, me librarás.
Tu misericordia sea mi gozo y mi alegría. Te has fijado en mi aflicción. 
R.
Líbrame de los enemigos que me persiguen;
haz brillar tu rostro sobre tu siervo, sálvame por tu misericordia. 
R.
Lectura del santo evangelio según san Mateo (10, 17-22)

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «¡Cuidado con la gente!, porque os entregarán a los tribunales, os azotarán en las sinagogas y os harán comparecer ante gobernadores y reyes por mi causa; para dar testimonio ante ellos y ante los gentiles. Cuando os entreguen, no os preocupéis de lo que vais a decir o de cómo lo diréis: en aquel momento se os sugerirá lo que tenéis que decir, porque no seréis vosotros los que habléis, sino el Espíritu de vuestro Padre hablará por vosotros. El hermano entregará al hermano a la muerte, el padre al hijo; se rebelarán los hijos contra sus padres y los matarán. Y seréis odiados por todos a causa de mi nombre; pero el que persevere hasta el final, se salvará».

26 diciembre 2017. San Esteban, protomártir – Puntos de oración

Antes de comenzar a meditar la Palabra, conviene, siguiendo el consejo de San Ignacio de Loyola purificar nuestra intención y caer en la cuenta de lo que quiero. Puede ayudar para ello repetir con el corazón, muy despacio, la siguiente oración del mismo Ignacio: “Señor, que todas mis intenciones, acciones y operaciones sean puramente ordenadas en servicio y alabanza de vuestra divina majestad”.
Hoy las lecturas nos presentan a Esteban, protomártir. Pidamos su intercesión, para que nuestro corazón no vacile y siga siempre, solo y en todo al Señor.
Pero reflexión o hacerse preguntas, no es hacer oración. Un monólogo con uno mismo no es oración. La oración es diálogo, apertura y comunicación con Dios. La oración es un camino de amistad, que no consta sólo de palabras y conceptos, sino sobre todo de miradas, afectos, llamadas y respuestas. Oración es intimidad. Y más en Navidad...
Por eso, para entrar en amistad y en el servicio de nuestro Señor, lo mejor será sumergirse en la escena del Evangelio, contemplar la mirada con que Jesús acaricia a sus amigos (hoy, aquí, ¡a mí!), y hablar con Él de amigo a Amigo, de corazón a Corazón.
¿Cómo impactaría, cómo se grabaría a fuego en el corazón de Pablo, el testimonio de fe, amor y perdón de San Esteban? ¿Sería exagerado afirmar que la fecundidad de la posterior misión de Pablo, fue regada por la sangre de Esteban?
Hacer silencio, haciendo una pausa larga, metiéndome en la escena, permaneciendo junto a las capas depositadas a los pies de Saulo, escuchando su respiración, dejándome alcanzar por esas palabras finales de Esteban que suenan a victoria: “Señor Jesús, recibe mi espíritu, no les tengas en cuenta este pecado”.
  • ¿Qué afectos se mueven en mí?
  • ¿De qué modo toca mi vida (aquí, ahora) esta escena?


El nacimiento de Jesús, no es algo lejano. El nacimiento de un niño lo cambia todo en casa (horarios, trabajo, relaciones, desvelos, prioridades...). ¿Qué supone tu nacimiento, Señor, en mi vida de creyente? La Iglesia nos presenta al día siguiente a Navidad, a San Esteban. ¿Casualidad? ¿Puede separarse el pesebre de la cruz? ¿La Encarnación es lejana a la Pasión y Resurrección? “Señor, que todas mis intenciones, acciones y operaciones sean puramente ordenadas en servicio y alabanza de vuestra divina majestad”.

25/12/2017, Natividad del Señor

Lectura del libro de Isaías (52, 7-10)
Qué hermosos son sobre los montes los pies del mensajero que proclama la paz, que anuncia la buena noticia, que pregona la justicia, que dice a Sión: «¡Tu Dios reina!». Escucha: tus vigías gritan, cantan a coro, porque ven cara a cara al Señor, que vuelve a Sión. Romped a cantar a coro, ruinas de Jerusalén, porque el Señor ha consolado a su pueblo, ha rescatado a Jerusalén. Ha descubierto el Señor su santo brazo a los ojos de todas las naciones, y verán los confines de la tierra la salvación de nuestro Dios.
Salmo responsorial   (Sal 97, 1. 2-3ab. 3cd-4. 5-6)
R. Los confines de la tierra han contemplado la victoria de nuestro Dios
Cantad al Señor un cántico nuevo, porque ha hecho maravillas:
su diestra le ha dado la victoria, su santo brazo. R.
El Señor da a conocer su victoria, revela a las naciones su justicia:
se acordó de su misericordia y su fidelidad en favor de la casa de Israel. R.
Los confines de la tierra han contemplado la victoria de nuestro Dios.
Aclama al Señor, tierra entera; gritad, vitoread, tocad. R.
Tañed la cítara para el Señor, suenen los instrumentos:
con clarines y al son de trompetas, aclamad al Rey y Señor. R.
Lectura de la carta a los Hebreos (1, 1-6)
En muchas ocasiones y de muchas maneras habló Dios antiguamente a los padres por los profetas. En esta etapa final, nos ha hablado por el Hijo, al que ha nombrado heredero de todo, y por medio del cual ha realizado los siglos. Él es reflejo de su gloria, impronta de su ser. Él sostiene el universo con su palabra poderosa. Y, habiendo realizado la purificación de los pecados, está sentado a la derecha de la Majestad en las alturas; tanto más encumbrado sobre los ángeles, cuanto más sublime es el nombre que ha heredado. Pues, ¿a qué ángel dijo jamás: «Hijo mío eres tú, yo te he engendrado hoy»; y en otro lugar: “Yo seré para él un padre, y el será para mí un hijo”? Asimismo, cuando introduce en el mundo al primogénito, dice: “Adórenlo todos los ángeles de Dios”.
Lectura del santo evangelio según san Juan (1. 1-18)

En el principio existía el Verbo y el Verbo estaba junto a Dios, y el Verbo era Dios. Él estaba en el principio junto a Dios. Por medio de él se hizo todo, y sin él no se hizo nada de cuanto se ha hecho. En él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres. Y la luz brilla en la tiniebla, y la tiniebla no la recibió. Surgió un hombre enviado por Dios, que se llamaba Juan: éste venía como testigo, para dar testimonio de la luz, para que todos creyeran por medio de él. No era él la luz, sino el que daba testimonio de la luz. El Verbo era la luz verdadera, que alumbra a todo hombre, viniendo al mundo. En el mundo estaba; el mundo se hizo por medio de él, y el mundo no la conoció. Vino a su casa, y los suyos no la recibieron. Pero a cuantos la recibieron, les dio poder de ser hijos de Dios, a los que creen en su nombre. Éstos no han nacido de sangre, ni de deseo de carne, ni de deseo de varón, sino que han nacido de Dios. Y el Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros, y hemos contemplado su gloria: gloria como del Unigénito del Padre, lleno de gracia y de verdad. Juan da testimonio de él y grita diciendo: «Este es de quien dije: el que viene detrás de mí se ha puesto delante de mí, porque existía antes que yo». Pues de su plenitud todos hemos recibido, gracia tras gracia. Porque la ley se dio por medio de Moisés, la gracia y la verdad nos han llegado por medio de Jesucristo. A Dios nadie lo ha visto jamás: Dios unigénito, que está en el seno del Padre, es quien lo ha dado a conocer.

25/12/2017. Natividad del Señor – Puntos de oración

Vamos a tomar como puntos los que dio el Padre Morales en las Convivencias / retiro fin de año 1975
ADORA A TU DIOS, ABRAZA A TU HERMANO, ESCUCHA A TU MAESTRO. Aquí está San Agustín, que te da los puntos para mañana con estas tres frases deliciosas: adora a tu Dios, y como tu no tienes fe ni yo tampoco para adorar en un niñito pequeñito e insignificante toda la divinidad, toda la grandeza, toda la infinita sabiduría y omnipotencia de Dios, fíjate en San José, contempla a la Virgen, absortos en adoración.
La Iglesia, en estos momentos, no tiene otro modelo en que fijarse que los ojos inmaculados de la Virgen contemplando al Niño redentor en el pesebre.
Y pide y suplica a San José: llévanos a María y por María a Dios. Adora a tu Dios. Hace falta fe, mucha fe. Un Dios entre pajillas, un Dios en un pesebre. Ahí está el diablo: fuera. Qué es eso de un Dios en un pesebre. Qué es eso de un Dios entre pajillas. Aquí está la soberbia humana de todos los siglos. Y todos tenemos algo de soberbia, en mayor o menor grado.
Y es la soberbia la que nos impide saborear la delicia de este misterio de la navidad que no es más que el comienzo de la redención, que no es más que el comienzo de los misterios de la vida de Jesús que se cifran en una sola palabra: la de San Pablo a los Filipenses: se anonadó. 
Dios de Dios, Luz de Luz, Dios verdadero de Dios verdadero. Adora a tu Dios. Y solamente al oír estas palabras parece que el corazón ya empieza a aligerarse, que pierdes de vista preocupaciones, inquietudes, tentaciones que te acosan, dificultades, luchas, inquietudes... Adora a tu Dios.
Estas palabras, cuando el Espíritu Santo las ilumina en el alma, te llevan en un movimiento de fuga de ti mismo y de acercamiento a San José y a la Virgen, asociándote con ellos, Sagrada Familia, para adorar a Jesús.
Adora a tu Dios. Abraza a tu hermano. Esto todavía es más sorprendente. Abraza a tu hermano. Primogénito de una multitud de hermanos. Creo en la palabra de Dios que me revela San Pablo. Primogénito de una multitud de hermanos, luego hermano mío. 
Otra vez la fe. En la medida en que yo crea que Jesucristo es para mí el hermano mayor, en ese grado participo de las gracias que me trae con su Encarnación y que va a merecerme a lo largo de toda su vida, y que precisamente me la comunica a través de la Hostia Santa.
Pablo VI otra vez: no hay nada en la Encarnación que no se nos comunique por la Eucaristía. Todos los merecimientos de este Jesús Niño, todas las gracias que me atrae del Padre de los cielos robando del corazón misericordioso del Padre todos estos regalos y riquezas, me los comunica a través de la Hostia Santa.
Abraza a tu hermano. Y al ver cómo la Virgen abraza a Jesús contra su corazón y al ver cómo se lo da a San José para abrazarle también, y a los pastorcitos, primeros cristianos que llegan... Abraza a tu hermano.
Dios te salve, María, que sienta de cerca los latidos de su corazón de niño para poder decirle: corazón de Jesús Niño, en ti confío. Porque al verte niño ya no tengo miedo. Si te viese persona mayor, desarrollado, revestido de la aureola de tu poder, refulgiendo tu divinidad, entonces temería acercarme a ti. Entonces comprendo por qué el prefacio de la misa quiere que sea arrebatado al amor de lo invisible, que de tal manera me llene el amor a este niño divino, que todos los demás atractivos de las cosas de la tierra resbalen sobre mi alma: cariños de tierra, deseos de figurar o aparecer, de quedar bien, de que me estimen, adora a tu Dios, abraza a tu hermano y escucha a tu Maestro.
Aquí está, sin hablar ya te lo está diciendo todo. Sin hablar te lo está diciendo todo. Aprende de mí, que soy paciente y humilde de corazón y encontrarás descanso para tu alma. Porque tus inquietudes, tus rebeldías, tus dudas, tus vacilaciones, todo procede de que no eres humilde y paciente. Aprended de mí que soy paciente y humilde de corazón y encontrarás descanso para tu alma. 
La paz, la felicidad, el olvidarme para estar siempre acordándome de su amor para conmigo. Jesucristo en el pesebre, manantial que está irradiando siempre ondas de paz, de felicidad. La liturgia llega a decir, siguiendo unas palabras de San Pablo en que nos dice que Jesucristo es la paz, Él mismo, será, es la paz. Y es que la paz ha nacido en un pesebre entre pañales, pero para irradiar, para inundar de paz, de esa serenidad que necesita un militante de la Virgen, un cruzado, un bautizado cualquiera. De esa serenidad inconmovible ante todos los acontecimientos exteriores e interiores, esa serenidad con que el alma camina firme, iluminada por la fe, sostenida por la esperanza y encendida por el amor a la Navidad eterna, el encuentro de duración perpetua, Padre, Hijo, Espíritu Santo, en la familia de los Tres.

Ven, Espíritu Santo, sin tu divino impulso nada hay en el hombre. Ven, Padre de los pobres, porque la súplica al Espíritu Santo debe ser continua. Partiendo de nuestra bajeza, de nuestra nada, que solamente puede ser enriquecida con la súplica incesante, pidiendo la iluminación del Espíritu Santo para comprender algo de las profundidades de abismo del misterio de la Encarnación.

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