Hoy es un día muy especial para los que formamos parte del Movimiento de
Santa María. Un día de acción de gracias por la declaración de “venerable” de
nuestro querido Padre Tomás Morales. Y ¿qué quiere decir venerable? Pues que la
Iglesia, después de estudiar minuciosamente su vida y su obra, declara que
vivió en grado heroico las virtudes cristianas y, por tanto, que es un modelo
de referencia para todos los creyentes, admirable e imitable.
Providencialmente las lecturas del día de hoy, sábado de la primera semana
de Adviento, nos van a ayudar a delinear primero y meditar después sobre la
figura del P. Morales.
En efecto, si leemos la primera lectura del profeta Isaías, podemos
aplicarla a la persona de Tomás Morales, cuando dice: “tus oídos oirán
una palabra a tus espaldas que te dice: “Éste es el camino, camina por él”. Porque
algo que caracterizó toda su vida fue la constante escucha de la Palabra de
Dios, para discernir la voluntad del Señor en el camino de su vida y en la de
aquellos que dirigía. Gran consejero y director de almas, practicó y enseñó a
practicar la discreción de espíritus. Como hijo de San Ignacio aprendió a
buscar y hallar la voluntad de Dios en todas las cosas. Contemplativo en la
acción, aprendió a escudriñar los signos de los tiempos como verdadero profeta
de nuestro tiempo. Para los que aspiramos a la santidad en medio de las cosas y
batallas de este mundo, este es un primer aspecto en el que nos sirve como
modelo y como guía.
Pero hay más. Cuando, terminada su formación como jesuita, vuelve a Madrid,
otea el horizonte no sólo apostólico, sino también social, para ver dónde podía
ser más útil. Al igual que Madre Teresa en Calcuta, el P. Morales en
Madrid busca cuál es el sector más desatendido humana y espiritualmente. Su
formación humanística y universitaria le hacían especialmente apto para el
ámbito de la pastoral universitaria, pero fue en el ámbito de la juventud
trabajadora donde se sintió impulsado a zambullirse, porque andaban como“ovejas
sin pastor”. Nos dice el evangelio de hoy que Jesús: “Al ver a las
muchedumbres, se compadecía de ellas, porque estaban extenuadas y abandonadas,
«como ovejas que no tienen pastor»”. El P. Morales, como imitador de
su Señor se lanzó al cuidado humano y espiritual de los jóvenes empleados del
Madrid de los años cuarenta. Y así surgió el Hogar del Empleado y todas las
obras posteriores.
Y nos dice el evangelio de San Mateo: “A estos doce los envió Jesús
con estas instrucciones:
«Id a las ovejas descarriadas de Israel. Id y proclamad que ha llegado el reino de los cielos. Curad enfermos, resucitad muertos, limpiad leprosos, arrojad demonios. Gratis habéis recibido, dad gratis»”.
«Id a las ovejas descarriadas de Israel. Id y proclamad que ha llegado el reino de los cielos. Curad enfermos, resucitad muertos, limpiad leprosos, arrojad demonios. Gratis habéis recibido, dad gratis»”.
Y al igual que su Maestro y Señor, el P. Morales también reunió junto a sí
a un grupo de discípulos que, entusiasmados por vivir el evangelio en medio del
mundo, se lanzaron bajo la protección de la Inmaculada a hacer discípulos de
Cristo, a proclamad que con Él ha llegado el reino de los cielos. Y al igual
que a los primeros discípulos también hoy nosotros somos enviados a “curar
enfermos, resucitar muertos, limpiar leprosos y arrojar demonios”. Somos
enviados a “las ovejas descarriadas de Israel”. Somos nosotros, los hijos del
P. Morales, los que somos enviados a curar a los enfermos de desamor, a
resucitar los muertos por una vida sin esperanza, a limpiar las heridas de los
que sufren la lepra del resentimiento o a sacar del infierno a todos aquellos
sumidos en el odio y la amargura. También hoy nosotros somos enviados a todos
aquellos que, descarriados, buscan la felicidad por los caminos de un mundo sin
Dios.
Todo esto es el mensaje que el P. Morales nos deja hoy. Que acogiéndonos a
la protección de la Virgen Inmaculada seamos fieles discípulos del P. Morales.