28/12/2017 Los Santos Inocentes – Puntos de oración


Es difícil imaginarse, a los pocos días del nacimiento de Jesús en Belén, esta escena en la que se confirma la realidad de un mundo en el que “Dios ha muerto”. F. Nietzsche, que muere al iniciar el siglo XX, no le basta con enunciar lo anterior sino, que afirma que a “Dios lo hemos matado”. Pues en este texto histórico del Evangelio se cumple al pie de la letra. Cuando intentamos borrar de nuestra vida y de nuestra sociedad a Dios, la consecuencia es nefasta, mortal. Matamos al hombre.
Nos adentramos en la escena del texto evangélico, “como si presente me hallase”. Aparecen, los magos, el ángel de Señor y José, en la primera parte. Después, la huida a Egipto de la sagrada familia. Herodes, otro de los actores, del que brota la envidia y la violencia homicida. No puede soportar dejar de ser dios a su manera. Quizá no es consciente de esta barbaridad pero intenta matar a Dios.
Destaca la figura de José. José obedece al ángel del Señor sin ofrecer ninguna resistencia ni condición ante el mandato dramático. No pone ninguna condición ante el mandato que recibe: Levántate, toma al niño y a su madre y huye a Egipto”. Con estos tres verbos pone se pone de manifiesto un mandato: levántate, toma y huye a Egipto… y continúa el texto: “quédate allí hasta que yo te avise, porque Herodes va a buscar al niño para matarle”. José se levantó, tomó al niño y a su madre, de nochese fue a Egipto y se quedó hasta la muerte de Herodes…
“Al verse burlado por los magos, Herodes montó en cólera y mandó matar a todos los niños de dos años para abajo, en Belén y en sus alrededores…”
¿Qué ha suscitado en mí, esta lectura de este texto del Evangelio?
-          ¿Estoy dispuesto a levantarme cada vez que tropiezo?
-          Toma tu cruz de cada día y huye de una vida mundana y consumista
-          Para saborear esta huida con Jesús, María y José, me voy a esforzar a quedarme quieto, a serenarme  a lo largo de estos días de Navidad contemplando el misterio del Verbo Encarnado, Jesús Niño, que nace para todos.

-          ¿Estoy dispuesto a ser testigo con mi vida, como los niños que murieron a manos de Herodes?  Con María, José y Jesús, todo lo podré.

Archivo del blog