¡Qué bella coincidencia, el cuarto domingo de Adviento con la
Nochebuena! Ya nos metimos de lleno en el Gran Día.
Las lecturas son tan bellas que cualquier selección o comentario
pueden fusilar o manchar. No la toques, así es la rosa.
Te invito a que leas en silencio y paz tan hermosos textos,
saboreándolos y agradeciendo que la palabra se ha hecho carne –en María- y
llegó la NAVIDAD, en el Enmanuel, el Dios Niño que nos salva, que asume nuestra
pobreza y que nos interpela a hacer lo mismo.
De todos modos, te comparto las que más me han llegado dentro:
1. El pueblo que caminaba en las
tinieblas ha visto una gran luz…Tú has multiplicado la alegría, has
acrecentado el gozo;… Porque un niño nos ha nacido, un hijo nos ha sido
dado...Dios fuerte, Padre para siempre, Príncipe de la paz". Su soberanía
será grande, y habrá una paz sin fin (Isaías 9).
2. Canten al Señor un canto
nuevo, Alégrese el cielo y exulte la tierra. Griten de gozo delante
del Señor, (Salmo 96(95)
3. La gracia de Dios, que es
fuente de salvación para todos los hombres, se ha manifestado. Ella
nos enseña a rechazar la impiedad y los deseos mundanos, para vivir en la vida
presente con sobriedad, justicia y piedad, (Tito 2,11)
4. Mientras se encontraban en
Belén, le llegó el tiempo de ser madre; y María dio a luz a su
Hijo primogénito, lo envolvió en pañales y lo acostó en un pesebre, porque no
había lugar para ellos en el albergue…Y junto con el Ángel, apareció de pronto
una multitud del ejército celestial, que alababa a Dios,
diciendo: "¡Gloria a Dios en las alturas, y en la tierra, paz a los
hombres amados por él!". (Lc 2,1)
El Papa Francisco nos lanza por activa y por pasiva a ser
NAVIDAD, aquí y ahora, siempre.
Por estas fechas nos gusta escuchar cuentos, poemas,
villancicos. A mí me ha emocionado un testimonio vocacional de la reciente
visita del Papa y os lo comparto como regalo de Nochebuena, un nuevo guiño del
amor divino, recordándonos que –por su gracia- la Navidad es real.
SE BAUTIZÓ ÉL, MUCHACHO POBRE, Y LUEGO SU POBLADO DE 800
PERSONAS LO IMITÓ: EL PAPA LO HARÁ CURA
El pasado 1 de diciembre, a sus 30 años, Josim Murmu, de
familia pobre tribal en Bangla Desh, fue ordenado sacerdote católico por
el Romano Pontífice, Su Santidad Francisco, Papa de la Iglesia Católica.
Méritos (o quizá gracias de Dios) no le faltan y superan los de muchos
misioneros: en cuatro años de evangelizador novato logró que se hiciera
católico todo su pueblo, Pollibut, unas 800 personas. Era un pueblo de religión
tribal animista, con elementos hindúes. Josim ni siquiera era sacerdote. Ni
de familia influyente: su padre es campesino, su madre cuida el hogar, con
4 hijos varones y tres mujeres.
Las minorías tribales en un país musulmán
Bangla Desh tiene unos 163 millones de habitantes, de los que 9
de cada 10 son musulmanes, pero eso aún deja espacio para unos 15
millones de hindúes y una cantidad indeterminada de personas con religiones
animistas tribales mezcladas con rasgos hindúes. En la diócesis de
Dinajpur hay muchos lugares así, comunidades sin musulmanes apenas. Josim
cuenta a la agencia misionera AsiaNews cómo conoció a Cristo. Él era un
niño y pasó por allí un sacerdote franciscano, el padre Gerome.
El origen de tantas vocaciones: "quiero ser como ese"
“Un día vino a verme y me dijo: ‘Josim, vamos a enseñar
a esas personas’", cuenta. “Yo fui con él. Luego de seguirlo durante
un tiempo, nació un deseo: ser como él”. El joven le preguntó
al sacerdote cómo podía volverse cristiano, pero la respuesta lo sorprendió: “Lo
primero que debes hacer es aprender”.
Josim estudió y rezó, y al cabo de un tiempo explicó a
su familia que quería ser bautizado. Para su sorpresa, ellos no solo
no se opusieron... sino que quisieron ser cristianos también. “Ellos
estuvieron de acuerdo conmigo, aceptaron mi decisión. Y me dijeron que
ellos también querían volverse cristianos. Así que toda mi familia se
convirtió”. Más adelante, otro sacerdote notó algo en el chico. “Él me llamó
aparte y me dijo: ‘Josim, tú tienes un fuego que arde dentro de ti. No lo
apagues’. El fuego que ardía era Cristo”
Deseo de predicar y enseñar la Buena Nueva
El joven completó sus estudios universitarios (Bachelor of Arts)
y decidió entrar en el seminario de Dinajpur. “Mi deseo era volverme
sacerdote, enseñar a las personas, trabajar por ellos, predicar la
Buena Noticia, que es Dios”. Y así lo hacía ya como seminarista y diácono. Su
ejemplo de vida y sus palabras fascinaron a sus paisanos, no al principio, pero
sí más adelante.
“Al principio no nos aceptaban, estaban en contra de nosotros y
no querían ayudarnos. Eran distintos, tenían muchas tradiciones de la religión
hindú, como la adoración de los dioses y las ofrendas a las divinidades. A
pesar de ser pobres, donaban lo que tenían [a las divinidades paganas]. Yo no
sabía qué hacer, así que acudí a mi director espiritual. Y él me dijo: ‘No te
preocupes. Vive tu vida, sigue tu decisión hasta el fondo. Ellos
entenderán, y poco a poco, también cambiarán su vida”.
Pero Josim habla con pasión de su relación con Cristo... y eso
debió ayudar a transformar a todo el poblado.
“Jesucristo vino por mí. Él es mi amigo, mi Dios, mi
Creador", explica Josim de su fe. "Cuando Él vino a este mundo,
enseñó a la gente, predicó a las personas. Él ha dado su vida por mí. Y ha
venido a la tierra y me ha salvado de mis pecados, ha muerto para salvarme del
pecado”. Con ese tipo de frases y con una buena vida, y el empuje del
Espíritu Santo, todo su poblado se hizo cristiano.
Respeto a cada uno, predicar desde el testimonio
Josim continuará evangelizando. “Iré a testimoniar a Cristo, a
predicar el Evangelio”. No lo hará a los gritos. “Con respeto por la fe
de cada uno, sea budista o musulmán, llevaré la Buena Noticia y seguiré el
ejemplo del Papa Francisco de trabajar por los seres humanos. Serviré a mi
pueblo en la parroquia del Sagrado Corazón en Suihari, donde seré asistente del
párroco, el padre Gian Battista Zanchi [misionero italiano del PIME,
nota de AsiaNews].Amaré a mi gente, a los pobres e inválidos, a cristianos
y a musulmanes”. Este viernes 1 de diciembre será ordenado sacerdote
con otros 15 compañeros, en una misa en el Suhrawardy Udyan Park, de manos del
Papa Francisco y ante unas cien mil personas. Josim piensa con emoción
en su familia y su padre enfermo. “A él le cuesta mucho caminar, pero
igualmente vendrá. No puede faltar en el día más importante de mi vida”.