27 de marzo de 2022, domingo de la 4ª semana de Cuaresma

Primera lectura
Lectura del libro de Josué (5, 9a. 10-12)

En aquellos días, dijo el Señor a Josué:

«Hoy os he quitado de encima el oprobio de Egipto»

Los hijos de Israel acamparon en Guilgal y celebraron allí la Pascua al atardecer del día catorce del mes, en la estepa de Jericó.

El día siguiente a la Pascua, comieron ya de los productos de la tierra: ese día, panes ácimos y espigas tostadas.

Y desde ese día en que comenzaron a comer de los productos de la tierra, cesó el maná. Los hijos de Israel ya no tuvieron maná, sino que ya aquel año comieron de la cosecha de la tierra de Canaán.

Palabra de Dios

Salmo responsorial
Sal 33, 2-3. 4-5. 6-7
R.
Gustad y ved qué bueno es el Señor.

Bendigo al Señor en todo momento,
su alabanza está siempre en mi boca;
mi alma se gloria en el Señor:
que los humildes lo escuchen y se alegren.
R.

Proclamad conmigo la grandeza del Señor,
ensalcemos juntos su nombre.
Yo consulté al Señor, y me respondió,
me libró de todas mis ansias.
R.

Contempladlo, y quedaréis radiantes,
vuestro rostro no se avergonzará.
El afligido invocó al Señor,
él lo escucha y lo salvó de sus angustias.
R.

Segunda lectura
Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a los Corintios (5, 17-21)

Hermanos:

Si alguno está en Cristo es una criatura nueva. Lo viejo ha pasado, ha comenzado lo nuevo .

Todo procede de Dios, que nos reconcilió consigo por medio de Cristo y nos encargó el ministerio de la reconciliación.

Porque Dios mismo estaba en Cristo reconciliando al mundo consigo, sin pedirles cuenta de sus pecados, y ha puesto en nosotros el mensaje de la reconciliación.

Por eso, nosotros actuamos como enviados de Cristo, y es como si Dios mismo exhortara por medio de nosotros. En nombre de Cristo os pedimos que os reconciliéis con Dios.

Al que no conocía el pecado, lo hizo pecado en favor nuestro, para que nosotros llegáramos a ser justicia de Dios en él.

Palabra de Dios

Evangelio
Lectura del santo Evangelio según san Lucas (15, 1-3. 11-32)

En aquel tiempo, solían acercaron a Jesús todos los publicanos y los pecadores a escucharlo. Y los fariseos y los escribas murmuraban diciendo:

«Ese acoge a los pecadores y come con ellos».

Jesús les dijo esta parábola:

«Un hombre tenía dos hijos; el menor de ellos dijo a su padre: “Padre, dame la parte que me toca de la fortuna.”

El padre les repartió los bienes.

No muchos días después, el hijo menor, juntando todo lo suyo,se marchó a un país lejano, y allí derrochó su fortuna viviendo perdidamente.

Cuando lo había gastado todo, vino por aquella tierra un hambre terrible, y empezó él a pasar necesidad.

Fue entonces y se contrató con uno de los ciudadanos de aquel país que lo mandó a sus campos a guardar cerdos. Deseaba saciarse de las algarrobas que comían los cerdos, pero nadie le daba nada.

Recapacitando entonces, se dijo:

“Cuántos jornaleros de mi padre tienen abundancia de pan, mientras yo aquí me muero de hambre. Me levantaré, me pondré en camino adonde está mi padre, y le diré: Padre, he pecado contra el cielo y contra ti; ya no merezco llamarme hijo tuyo: trátame como a uno de tus jornaleros”.

Se levantó y vino adonde estaba su padre; cuando todavía estaba lejos, su padre lo vio y se le conmovieron las entrañas; y, echando a correr, se le echó al cuello y lo cubrió de besos.

Su hijo le dijo: “Padre, he pecado contra el cielo y contra ti; ya no merezco llamarme hijo tuyo.”

Pero el padre dijo a sus criados:

“Sacad en seguida la mejor túnica y vestídsela; ponedle un anillo en la mano y sandalias en los pies; traed el ternero cebado y sacrificadlo; comamos y celebremos un banquete, porque este hijo mío estaba muerto y ha revivido; estaba perdido, y lo hemos encontrado.”

Y empezaron a celebrar el banquete.

Su hijo mayor estaba en el campo.

Cuando al volver se acercaba a la casa, oyó la música y la danza, y llamando a uno de los criados, le preguntó qué era aquello.

Este le contestó:

“Ha vuelto tu hermano; y tu padre ha sacrificado el ternero cebado, porque lo ha recobrado con salud."

Él se indignó y no quería entrar; pero su padre salió e intentaba persuadirlo.

Entonces él respondió a su padre:

“Mira: en tantos años como te sirvo, sin desobedecer nunca una orden tuya, a mí nunca me has dado un cabrito para tener un banquete con mis amigos; en cambio, cuando ha venido ese hijo tuyo que se ha comido tus bienes con malas mujeres, le matas el ternero cebado.”

El padre le dijo:

“Hijo, tú estás siempre conmigo, y todo lo mío es tuyo; pero era preciso celebrar un banquete y alegrarse, porque este hermano tuyo estaba muerto y ha revivido; estaba perdido, y lo hemos encontrado”».

Palabra del Señor.

27 marzo 2022, domingo de la 4ª semana de Cuaresma. Puntos de oración

El libro de Josué empalma directamente con el Éxodo. El pueblo de Dios, peregrino en el desierto, llega a la tierra prometida. Es la primera celebración de la Pascua en la Tierra Prometida. Por fin libres, por la gracia de Dios. Pero esta libertad la contemplamos como un anuncio de nuevas libertades y tierras mejores. El «ya» pero «todavía no». Estamos ya en la Tierra Prometida, pero sigue siendo objeto de una bienaventuranza de Jesús (cf. Mat 5, 4).

"El que es de Cristo es una creatura nueva": la Antigua Alianza ha pasado y, con la resurrección de Cristo, ha empezado algo nuevo transformador de la existencia y de la historia humanas. "Al que no había pecado, Dios lo hizo expiación por nuestro pecado”. Cristo, quien no ha cometido pecado alguno ha sufrido por el pecado de los hombres.

"Ese acoge a los pecadores y come con ellos”. Sólo desde el descubrimiento de la Divina Misericordia, se puede sintonizar entonces con Jesús y con el plan de Dios.

¡Santa María, reina y madre de misericordia, a Ti nos confiamos!  

26 de marzo de 2022, sábado de la 3ª semana de Cuaresma

Primera lectura
Lectura de la profecía de Oseas (6,1-6)

Vamos, volvamos al Señor. Porque él ha desgarrado y él nos curará; él nos ha golpeado, y él nos vendará.

En dos días nos volverá a la vida y al tercero nos hará resurgir; viviremos en su presencia y comprenderemos.

Procuremos conocer al Señor. Su manifestación es segura como la aurora. Vendrá como la lluvia, como la lluvia de primavera y que empapa la tierra.

¿Qué haré de ti, Efraín? ¿Qué haré de ti, Judá?

Vuestro amor es como nube mañanera, como el rocío que al alba desaparece.

Sobre una roca tallé mis mandamientos; los castigué por medio de los profetas con las palabras de mi boca.

Mi juicio se manifestará como la luz. Quiero misericordia y no sacrificio, conocimiento de Dios, más que holocaustos.

Palabra del Señor

Salmo responsorial
Sal 50, 3-4. 18-19. 20-21ab
R.
Quiero misericordia, y no sacrificio.

Misericordia, Dios mío, por tu bondad,
por tu inmensa compasión borra mi culpa;
lava del todo mi delito,
limpia mi pecado.
R.

Los sacrificios no te satisfacen:
si te ofreciera un holocausto, no lo querrías.
El sacrificio agradable a Dios
es un espíritu quebrantado;
un corazón quebrantado y humillado,
tú, oh, Dios, tú no lo desprecias.
R.

Señor, por tu bondad, favorece a Sion,
reconstruye las murallas de Jerusalén:
entonces aceptarás los sacrificios rituales,
ofrendas y holocaustos.
R.

Evangelio
Lectura del santo Evangelio según san Lucas (18, 9-14)

En aquel tiempo, dijo Jesús esta parábola a algunos que confiaban en sí mismos por considerarse justos y despreciaban a los demás:

«Dos hombres subieron al templo a orar. Uno era fariseo; el otro, un publicano. El fariseo, erguido, oraba así en su interior: “¡Oh Dios!, te doy gracias, porque no soy como los demás hombres: ladrones, injustos, adúlteros; ni tampoco como ese publicano. Ayuno dos veces por semana y pago el diezmo de todo lo que tengo”.

El publicano, en cambio, quedándose atrás, no se atrevía ni a levantar los ojos al cielo, sino que se golpeaba el pecho diciendo: “¡Oh Dios!, ten compasión de este pecador”.

Os digo que este bajó a su casa justificado, y aquél no. Porque todo el que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido».

Palabra del Señor.

26 marzo 2022, sábado de la 3ª semana de Cuaresma. Puntos de oración

Las tres lecturas de hoy plantan frente a nosotros una realidad sobre la cual debe asentarse nuestra antropología, nuestra espiritualidad y nuestro camino a la santidad: la fidelidad de Dios y nuestra infidelidad. Esa es la historia del pueblo de Israel y esa es nuestra realidad. Desechemos cualquier ansia de santidad egoísta, que prescinde de Dios, y en el fondo no es más que egolatría personal espiritualizada. Toda santidad mana de Dios, del Todo-Santo, del Tres-Veces-Santo. En otro pasaje del Antiguo Testamento dice Dios: “sed santos porque yo soy Santo”. Es decir, no hay santidad posible fuera de la santidad de Dios.

En este contexto, querría añadir una última aclaración con respecto a la primera lectura. Puede parecer que Dios castiga, que bajo capa de “educar al Pueblo” Dios lo machaca… Debemos reconducir esa visión demasiado humana/mundana de la voluntad de Dios. El cristiano es un hombre libre, porque llama a Dios Padre. Porque soy hijo de un Dios que me ha liberado. Así, no cabe el miedo a Dios. La voluntad de Dios, tantas veces, se nos ha presentado como un peso que hay que aguantar, como si no quedara otra. No caben los “hay que" en el cristiano. La voluntad de Dios es el amor de Dios en acto en nosotros, es el ejercicio de su paternidad amorosa. La adoración que debemos al Santo (santificado sea tu Nombre) no es sumisión, es la actitud del hombre que sabe de quien se ha fiado.

25 de marzo de 2022, viernes de la 3ª semana de Cuaresma. La Anunciación del Señor

Primera lectura
Lectura del libro de Isaías 7, 10-14; 8, 10 (7, 10-14; 8 10)

En aquellos días, el Señor habló a Ajaz y le dijo:

«Pide un signo al Señor, tu Dios: en lo hondo del abismo o en lo alto del cielo».

Respondió Ajaz:

-«No la pido, no quiero tentar al Señor».

Entonces dijo Dios:

«Escucha, casa de David: ¿no os basta cansar a los hombres, que cansáis incluso a mi Dios? Pues el Señor, por su cuenta, os dará un signo: Mirad: la virgen está encinta y da a luz un hijo, y le pondrá por nombre Emmanuel, porque con nosotros está Dios».

Palabra de Dios

Salmo responsorial
Sal 39, 7-8a. 8b-9. 10. 11
R.
Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad.

Tú no quieres sacrificios ni ofrendas,
y, en cambio, me abriste el oído;
no pides holocaustos ni sacrificios expiatorios,
entonces yo digo: «Aquí estoy».
R.

«Como está escrito en mi libro
para hacer tu voluntad».
Dios mío, lo quiero, y llevo tu ley en las entrañas.
R.

He proclamado tu salvación
ante la gran asamblea;
no he cerrado los labios:
Señor, tú lo sabes.
R.

No me he guardado en el pecho tu defensa,
he contado tu fidelidad y tu salvación,
no he negado tu misericordia y tu lealtad
ante la gran asamblea.
R.

Segunda lectura
Lectura de la carta a los Hebreos (10, 4-10)

Hermanos:

Es imposible que la sangre de los toros y de los machos cabríos quite los pecados.

Por eso, al entrar Cristo en el mundo dice:

«Tú no quisiste sacrificios ni ofrendas, pero me formaste un cuerpo; no aceptaste holocaustos ni víctimas expiatorias.

Entonces yo dije: He aquí que vengo - pues así está escrito en el comienzo del libro acerca de mí - para hacer, ¡oh Dios!, tu voluntad».

Primero dice: «Tú no quisiste ni sacrificios ni ofrendas, ni holocaustos ni víctimas expiatorias», que se ofrecen según la ley. Después añade: «He aquí que vengo para hacer tu voluntad».

Niega lo primero, para afirmar lo segundo.

Y conforme a esa voluntad todos quedamos santificados por la oblación del cuerpo de Jesucristo, hecha una vez para siempre.

Palabra de Dios

Evangelio
Lectura del santo Evangelio según san Lucas (1, 26-38)

En aquel tiempo, el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea llamada Nazaret, a una virgen desposada con un hombre llamado José, de la casa de David; el nombre de la virgen era María.

El ángel, entrando en su presencia, dijo:

«Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo».

Ella se turbó grandemente ante estas palabras y se preguntaba qué saludo era aquél. El ángel le dijo:

«No temas, María, porque has encontrado gracia ante Dios. Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús. Será grande, se llamará Hijo del Altísimo, el Señor Dios le dará el trono de David, su padre, reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin».

Y María dijo al ángel:

«¿Cómo será eso, pues no conozco a varón?».

El ángel le contestó:

«El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y la fuerza del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el Santo que va a nacer se llamado Hijo de Dios. También tu pariente Isabel ha concebido un hijo en su vejez, y ya está de seis meses la que llamaban estéril, “porque para Dios nada hay imposible”».

María contestó:

«He aquí la esclava del Señor; hágase en mi según tu palabra».

Y el ángel se retiró.

Palabra del Señor. 

25 marzo 2022, viernes de la 3ª semana de Cuaresma. La Anunciación del Señor. Puntos de oración

El día de hoy es un día grande y nos vamos a permitir un oasis en el desierto que supone la Cuaresma en nuestra vida de Iglesia. 

En una aldea perdida de Galilea, Nazaret, algo grande va a ocurrir: una muchacha muy joven y llena de alegría está haciendo sus labores, que las mujeres de la época tenían muchas. De repente un ángel se aparece a esta joven llamada María y comienza un diálogo que hemos leído en el Evangelio de hoy. La escena no puede ser más elocuente y los artistas de todos los tiempos no se han cansado de repetirla.

Pero hoy te quiero invitar a vivirla de una forma diferente; métete en la escena “como si presente te hallaras” y párate a observar los personajes que aparecen; esta es tu oración de hoy: vive la escena en primera persona, mira a la jovencita, casi una niña y escucha sus latidos de corazón, como oyes sus palabras. Se da cuenta que es una aparición, no es un joven cualquiera y vete paladeando las palabras que le dice: «Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo» María se estremece ante esas palabras y no sabe qué significan. El ángel continúa: «No temas, María, porque has hallado gracia delante de Dios; vas a concebir en el seno y vas a dar a luz un hijo, a quien pondrás por nombre Jesús. Él será grande y será llamado Hijo del Altísimo, y el Señor Dios le dará el trono de David, su padre; reinará sobre la casa de Jacob por los siglos y su reino no tendrá fin»

Ella se sobrecoge y no sabe qué decir: «¿Cómo será esto, puesto que no conozco varón?». Y el ángel le responde: «El Espíritu Santo vendrá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el que ha de nacer será santo y será llamado Hijo de Dios. Mira, también Isabel, tu pariente, ha concebido un hijo en su vejez, y este es ya el sexto mes de aquella que llamaban estéril, porque ninguna cosa es imposible para Dios» 

El mundo entero se para, la naturaleza guarda silencio; todos los ángeles del cielo, todos los hombres que han existido desde el principio contienen el aliento para escuchar la respuesta de la niña: «He aquí la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra». 

24 de marzo de 2022, jueves de la 3ª semana de Cuaresma

Primera lectura
Lectura del libro de Jeremías (7, 23-28)

Esto dice el Señor:

«Esta fue la orden que di a mi pueblo:

“Escuchad mi voz. Yo seré vuestro Dios, y vosotros seréis mi pueblo. Seguid el camino que os señalo, y todo os irá bien”.

Pero no escucharon ni prestaron caso. Al contrario, caminaron según sus ideas, según la maldad de su obstinado corazón. Me dieron la espalda y no la cara.

Desde que salieron vuestros padres de Egipto hasta hoy, os envié a mis siervos, los profetas, un día tras otro; pero no me escucharon ni me hicieron caso: Al contrario, endurecieron la cerviz y fueron peores que sus padres.

Ya puedes repetirles este discurso, seguro que no te escucharán; ya puedes gritarles, seguro que no te responderán. Aun así, les dirás:

“Esta es la gente que no escuchó la voz del Señor, su Dios, y no quiso escarmentar. Ha desaparecido la sinceridad, se la han arrancado de la boca”».

Palabra del Señor

Salmo responsorial
Sal 94, 1-2. 6-7. 8-9
R.
Ojalá escuchéis hoy la voz del Señor: «No endurezcáis vuestro corazón.

Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.
R.

Entrad, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.
R.

Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masa en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba
y me tentaron, aunque habían visto mis obras».
R.

Evangelio
Lectura del santo Evangelio según san Lucas (11, 14-23)

En aquel tiempo, estaba Jesús echando un demonio que era mudo.

Sucedió que, apenas salió el demonio, empezó a habló el mudo. La multitud se quedó admirada, pero algunos de ellos dijeron:

«Por arte de Belzebú, el príncipe de los demonios, echa los demonios».

Otros, para ponerlo a prueba, le pedían un signo del cielo. El, conociendo sus pensamientos, les dijo:

«Todo reino dividido contra sí mismo va a la ruina y se cae casa sobre casa. Si, pues, también Satanás se ha dividido contra sí mismo, ¿cómo se mantendrá su reino? Pues vosotros decís que yo echo los demonios con el poder de Belzebú. Pero, si yo echo los demonios con el poder de Belzebú, vuestros hijos, ¿por arte de quién los echan? Por eso, ellos mismos serán vuestros jueces. Pero, si yo echo los demonios con el dedo de Dios, entonces es que el reino de Dios ha llegado a vosotros.

Cuando un hombre fuerte y bien armado guarda su palacio, sus bienes están seguros.,pero, cuando otro más fuerte lo asalta y lo vence, le quita las armas de que se fiaba y reparte el botín.

El que no está conmigo está contra mí; el que no recoge conmigo desparrama».

Palabra del Señor. 

24 marzo 2022, jueves de la 3ª semana de Cuaresma. Puntos de oración

Empezamos nuestra oración invocando al Espíritu Santo: “Ven Espíritu Divino e infunde en nuestros corazones el fuego de tu amor”.

Las lecturas de la Misa de hoy nos hablan de lo importante y determinante que es escuchar la voz de Dios. Para poder escuchar y entender la voz de Dios, hace falta tener un corazón humilde, agradecido y deseoso de Dios. El salmista nos lo dice “Ojalá escuchéis hoy la voz del Señor, no endurezcáis vuestro corazón”. No endurezcas el corazón, porque puede ser que oigas, pero que no escuches lo que Dios quiere decirte y que no entiendas nada. Pídele al Señor que te dé un corazón semejante al suyo. Para ello ora, háblale, Él siempre escucha. Pídele que te ayude a convertirte. Estamos en Cuaresma y es el tiempo propicio para ello. Señor, dame la gracia de la conversión para mirarte y acogerte con un corazón humilde, para que pueda escucharte, caminar según tus ideas, y no según las mías, porque tu me dices “Escuchad mi voz. Yo seré vuestro Dios, y vosotros seréis mi pueblo; caminad por el camino que os mando, para que os vaya bien” y “el que no recoge conmigo, desparrama”.

Nos encomendamos a nuestra madre la Virgen, que siempre nos conduce de su mano a Jesús, para que nos ayude a tener un corazón semejante al de su hijo para que así podamos escuchar y comprender lo que el Señor nos pide cada día. 

23 de marzo de 2022, miércoles de la 3ª semana de Cuaresma

Primera lectura
Lectura del libro del Deuteronomio (4, 1.5-9)

Moisés habló al pueblo, diciendo:

«Ahora, Israel, escucha los mandatos y decretos que yo os enseño para que, cumpliéndolos, viváis y entréis a tomar posesión de la tierra que el Señor, Dios de vuestros padres, os va a dar.

Mirad: yo os enseño los mandatos y decretos, como me mandó el Señor, mi Dios, para que los cumpláis en la tierra donde vais a entrar para tomar posesión de ella.

Observadlos y cumplidlos, pues esa es vuestra sabiduría y vuestra inteligencia a los ojos de los pueblos, los cuales, cuando tengan noticia de todos estos mandatos, dirán:

“Ciertamente es un pueblo sabio e inteligente esta gran nación”.

Porque, ¿dónde hay una nación tan grande que tenga unos dioses tan cercanos como el Señor, nuestro Dios, siempre que lo invocamos?

Y, ¿dónde hay otra nación tan grande que tenga unos mandatos y decretos tan justos como toda esta ley que yo os propongo hoy?

Pero, ten cuidado, guárdate bien de olvidar las cosas que han visto tus ojos y que no se aparten de tu corazón mientras vivas; cuéntaselos a tus hijos y nietos».

Palabra del Señor

Salmo responsorial
Sal 147,12-13.15-16.19-20
R.
Glorifica al Señor, Jerusalén.

Glorifica al Señor, Jerusalén;
alaba a tu Dios, Sion.
Que ha reforzado los cerrojos de tus puertas,
y ha bendecido a tus hijos dentro de ti.
R.

Él envía su mensaje a la tierra,
y su palabra corre veloz;
manda la nieve como lana,
esparce la escarcha como ceniza.
R.

Anuncia su palabra a Jacob,
sus decretos y mandatos a Israel;
con ninguna nación obró así,
ni les dio a conocer sus mandatos.
R.

Evangelio
Lectura del santo Evangelio según san Mateo (5, 17-19)

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:

«No creáis que he venido a abolir la Ley y los profetas: no he venido a abolir, sino a dar plenitud.

En verdad os digo que antes pasarán el cielo y la tierra que deje de cumplirse hasta la última letra o tilde de la Ley.

El que se salte uno solo de los preceptos menos importantes, y se lo enseñe así a los hombres será el menos importante en el reino de los cielos.

Pero quien los cumpla y enseñe será grande en el reino de los cielos».

Palabra del Señor. 

23 marzo 2022, miércoles de la 3ª semana de Cuaresma. Puntos de oración

No he venido a abolir la Ley, sino a darle plenitud. Abraham supuso el paso de la idolatría a la fe en Yavhé, único Dios. Moisés fue la bisagra en la historia de la salvación, entre la fe individual y la toma de conciencia de pueblo elegido por Yavhé. 

¿Y Jesús? ¿Qué supuso Jesús? Él marcó un antes y un después entre la fe basada en normas e ideas y una fe encarnada. 

Cada creyente, todos, tú, yo, hemos de hacer el mismo camino interior que hizo Israel, para acoger la historia de la salvación en nuestras vidas: 

·       Pasar de la idolatría a la fe en el único Dios.

·       Experimentar la larga esclavitud por nuestros faraones interiores.

·       Optar por la salida de nuestros Egiptos, y hacer un camino de conversión interior, atravesando largos desiertos.

·       Acoger a un Mesías que viene a salvar, no desde la Ley y con recetas teóricas o políticas, sino desde la cruz, abajándose, haciéndose nada, por amor a cada uno.

El binomio Encarnación-Pasión-Muerte-Resurrección, Navidad y Semana Santa, es inseparable. Jesús nació para morir, murió para darnos la Vida. Nadie le arrebató la vida. Eligió libremente entregarla. Señor, Maranatha en esa Cuaresma. Líbrame de la idolatría. Concédeme la conciencia de ser hijo de la Iglesia, muéstrame tu rostro. Sálvame. Envíame.

22 de marzo de 2022, martes de la 3ª semana de Cuaresma

Primera lectura
Lectura de la profecía de Daniel (3, 25. 34-43)

En aquellos días, Azarías puesto en pie, oró de esta forma; alzo la voz en medio del fuego, y dijo:

«Por el honor de tu nombre, no nos desampares para siempre, no rompas tu alianza, no apartes de nosotros tu misericordia.

Por Abrahán, tu amigo; por Isaac, tu siervo; por Israel, tu consagrado; a quienes prometiste multiplicar su descendencia como las estrellas del cielo, como la arena de las playas marinas.

Pero ahora, Señor, somos el más pequeño de todos los pueblos; hoy estamos humillados por toda la tierra a causa de nuestros pecados.

En este momento no tenemos príncipes, ni profetas, ni jefes; ni holocausto, ni sacrificios, ni ofrendas, ni incienso; ni un sitio donde ofrecerte primicias, para alcanzar misericordia.

Por eso, acepta nuestro corazón contrito y nuestro espíritu humilde, como un holocausto de carneros y toros o una multitud de corderos cebados.

Que éste sea hoy nuestro sacrificio, y que sea agradable en tu presencia: porque los que en ti confían no quedan defraudados.

Ahora te seguimos de todo corazón, te respetamos y buscamos tu rostro, no nos defraudes, Señor;
trátanos según tu piedad, según tu gran misericordia.

Líbranos con tu poder maravilloso y da gloria a tu nombre, Señor».

Palabra del Señor

Salmo responsorial
Sal 24, 4-5ab. 6 y 7bc. 8-9
R.
Recuerda, Señor, tu ternura.

Señor, enséñame tus caminos,
instrúyeme en tus sendas:
haz que camine con lealtad;
enséñame, porque tú eres mi Dios y Salvador.
R.

Recuerda, Señor, que tu ternura
y tu misericordia son eternas;
acuérdate de mí con misericordia,
por tu bondad, Señor.
R.

El Señor es bueno y es recto,
y enseña el camino a los pecadores;
hace caminar a los humildes con rectitud,
enseña su camino a los humildes.
R.

Evangelio
Lectura del santo Evangelio según san Mateo (18,21-35)

En aquel tiempo, acercándose Pedro a Jesús le preguntó:

«Señor, si mi hermano me ofende, ¿cuántas veces le tengo que perdonar? ¿Hasta siete veces?»

Jesús le contesta:

«No te digo hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete. Por esto, se parece el reino de los cielos a un rey que quiso ajustar las cuentas con sus criados. Al empezar a ajustarlas, le presentaron uno que debía diez mil talentos. Como no tenía con qué pagar, el señor mandó que lo vendieran a él con su mujer y sus hijos y todas sus posesiones, y que pagara así.

El criado, arrojándose a sus pies, le suplicaba diciendo:

“Ten paciencia conmigo, y te lo pagaré todo”.

Se compadeció el señor de aquel criado y lo dejó marchar, perdonándole la deuda. Pero, al salir, el criado aquel encontró a uno de sus compañeros que le debía cien denarios y, agarrándolo, lo estrangulaba, diciendo:

“Págame lo que me debes”.

El compañero, arrojándose a sus pies, le rogaba, diciendo:

“Ten paciencia conmigo, y te lo pagaré”.

Pero él se negó y fue y lo metió en la cárcel hasta que pagara lo que debía.

Sus compañeros, al ver lo ocurrido, quedaron consternados y fueron a contarle a su señor todo lo sucedido. Entonces el señor lo llamó y le dijo:

“¡Siervo malvado! Toda aquella deuda te la perdoné porque me lo pediste. ¿No debías tú también tener compasión de tu compañero, como yo tuve compasión de ti?”.

Y el señor, indignado, lo entregó a los verdugos hasta que pagara toda la deuda.

Lo mismo hará con vosotros mi Padre del cielo, si cada cual no perdona de corazón a su hermano».

Palabra del Señor.

22 marzo 2022, martes de la 3ª semana de Cuaresma. Puntos de oración

El perdón de Dios es una experiencia transformadora. Todos lo hemos vivido.

Tener la certeza de que el peso que arrastrábamos se ha quedado en el confesionario porque se lo ha quedado Jesús nos hace botar de alegría. Quizá no haya una fuente de alegría mayor que saberse perdonado. Incluso en el cielo hay una gran fiesta cuando alguien reconoce su culpa y acoge el perdón de Dios. 

San José, a quien contemplamos en este mes, tuvo que vivir esta experiencia de la imperfección, de la humillación que supone fallar a quien más quieres y tuvo que aprender a dejarse perdonar. Vamos a aprovechar que está de rebajas y pidámosle que nos haga ese regalo. Que nos haga humildes y nos enseñe a pedir perdón, que aprendamos a acoger el perdón de Dios, que es más grande que todas nuestras faltas. Desde esta experiencia seremos capaces de tratar a los demás con la ternura que nace de una mirada que no juzga. Pidamos a San José que, aprendiendo a perdonar de corazón, seamos verdaderos constructores de la paz que tanto necesita el mundo.

21 marzo 2022, lunes de la 3ª semana de Cuaresma

Primera lectura
Lectura del segundo libro de los Reyes (5, 1-15a)

En aquellos días, Naamán, jefe del ejército del rey de Siria, era un hombre notable y muy estimado por su señor, pues por su medio el Señor había concedido la victoria a Siria.

Pero, siendo un gran militar, era leproso.

Una banda de arameos habían hecho una incursión trayendo de la tierra de Israel a una muchacha, que pasó al servicio de la mujer de Naamán. Dijo ella a su señora:

«Ah, si mi señor pudiera presentase ante el profeta que hay en Samaria. Él lo curaría de su lepra».

Fue (Naamán) y se lo comunicó a su señor diciendo:

«Esto y esto ha dicho la muchacha de la tierra de Israel».

Y el rey de Siria contestó:

«Vete, que yo enviaré una carta al rey de Israel».

Entonces tomó en su mano diez talentos de plata, seis mil siclos de oro, diez vestidos nuevos y una carta al rey de Israel que decía:

«Al llegarte esta carta, sabrás que te envío a mi siervo Naamán para que lo cures de su lepra».

Cuando el rey de Israel leyó la carta, rasgó las vestiduras, diciendo:

«¿Soy yo un dios para repartir vida y muerte? Pues me encarga nada menos que curar a un hombre de su lepra. Daos cuenta y veréis cómo está buscando querella contra mí».

Eliseo, el hombre de Dios, oyó que el rey de Israel había rasgado sus vestiduras y mandó a que le dijeran:

«¿Por qué has rasgado tus vestiduras? Que venga a mí y sabrá que hay un profeta en Israel».

Llego Naamán con sus carros y caballos y se detuvo a la entrada de la casa de Eliseo. Envió este un mensajero a decirle:

«Ve a lávate siete veces en el Jordán. Tu carne renacerá y quedarás limpio».

Naamán se puso furioso y se marchó diciendo:

«Yo me había dicho: “Saldrá seguramente a mi encuentro, se detendrá, invocará el nombre de su Dios, frotará con su mano mi parte enferma y sanaré de la lepra”. El Abana y el Farfar, los ríos de Damasco, ¿no son mejores que todas las aguas de Israel? Podría bañarme en ellos y quedar limpio»

Dándose la vuelta, se marchó furioso. Sus servidores se le acercaron para decirle:

«Padre mío, si el profeta te hubiese mandado una cosa difícil, ¿no lo habrías hecho? ¡Cuánto más si te ha dicho: “Lávate y quedarás limpio!”»

Bajó, pues, y se bañó en el Jordán siete veces, conforme a la palabra del hombre de Dios. Y su carne volvió a ser como la de un niño pequeño: quedó limpio.

Naamán y toda su comitiva regresaron al lugar donde se encontraba el hombre de Dios. Al llegar, se detuvo ante él exclamando:

«Ahora conozco que no hay en toda la tierra otro Dios que el de Israel».

Palabra del Señor

Salmo responsorial
Sal 41, 2. 3; 42, 3. 4
R.
Mi alma tiene sed del Dios vivo: ¿cuándo veré el rostro de Dios?

Como busca la cierva corrientes de agua,
así mi alma te busca a ti, Dios mío.
R.

Mi alma tiene sed de Dios, del Dios vivo:
¿cuándo entraré a ver el rostro de Dios?
R.

Envía tu luz y tu verdad:
que ellas me guíen
y me conduzcan hasta tu monte santo,
hasta tu morada.
R.

Me acercaré al altar de Dios,
al Dios de mi alegría;
y te daré gracias al son de la cítara,
Dios, Dios mío.
R.

Evangelio
Lectura del santo Evangelio según san Lucas (4, 24-30)

Habiendo llegado Jesús a Nazaret, le dijo al pueblo en la sinagoga:

«En verdad os digo que ningún profeta es aceptado en su pueblo. Puedo aseguraros que en Israel había muchas viudas en los días de Elías, cuando estuvo cerrado el cielo tres años y seis meses y hubo una gran hambre en todo el país; sin embargo, a ninguna de ellas fue enviado Elías sino a una viuda de Sarepta, en el territorio de Sidón. Y muchos leprosos había en Israel en tiempos del profeta Eliseo, sin embargo, ninguno de ellos fue curado sino Naamán, el sirio».

Al oír esto, todos en la sinagoga se pusieron furiosos y, levantándose, lo echaron fuera del pueblo y lo llevaron hasta un precipicio del monte sobre el que estaba edificado su pueblo, con intención de despeñarlo.

Pero Jesús se abrió paso entre ellos y seguía su camino.

Palabra del Señor. 

21 marzo 2022, lunes de la 3ª semana de Cuaresma. Puntos de oración

Durante este tiempo de Cuaresma que va transcurriendo se nos invita a volver nuestro corazón a Dios y reorientar la vida en dirección al Evangelio. Es una oportunidad para vivir la misericordia con los demás, de dar gratis lo que hemos recibido gratis. Dejarse curar por la medicina de nuestro Dios y reconocer que Él actúa en nuestra historia para bien. Gracias a la muchacha hebrea que fue capturada por una bandada de arameos y que pasó a servir a la mujer de Naamán, este pudo saber de la existencia del profeta de Israel, Eliseo, que le curó de su lepra. Cuántas veces no entendemos por qué nos ha podido suceder tal o cual desgracia y, tras un tiempo, ¡descubrimos que ha sido para bien propio!

Por eso, que esta oración me ayude a acercarme a Dios, lo mismo que la cierva busca corrientes de agua, pues mi alma tiene sed de ver su rostro. Dar gracias por tanto bien recibido, y reconocer su acción a lo largo de mi existencia. Desde mi pequeñez, alegrarme porque Dios ha venido a salvarme, ha entregado su vida por mí… y ha resucitado. Esa es la señal para reconocerle y hacerle presente en cada momento. Estar atento y no dejarme llevar del ruido exterior o interior que, como a los paisanos de Jesús, me puede llevar a no reconocerle como el Mesías. Le pido una actitud más confiada y esperanzada para que, en este camino hacia la Pascua, me abra a su corazón y le deje hacer su obra en mí. 

20 de marzo de 2022, domingo de la 3ª semana de Cuaresma

Primera lectura
Lectura del libro del Éxodo (3, 1-8a. 13-15)

En aquellos días, Moisés pastoreaba el rebaño de su suegro Jetró, sacerdote de Madián. Llevó el rebaño trashumando por el desierto hasta llegar a Horeb, la montaña de Dios.

El ángel del Señor se le apareció en una llamarada entre las zarzas. Moisés se fijó: la zarza ardía sin consumirse.

Moisés se dijo:

«Voy a acercarme a mirar este espectáculo admirable, a ver por qué no se quema la zarza».

Viendo el Señor que Moisés se acercaba a mirar, lo llamó desde la zarza:

«Moisés, Moisés»

Respondió él:

«Aquí estoy»

Dijo Dios:

«No te acerques; quítate las sandalias de los pies, pues el sitio que pisas es terreno sagrado».

Y añadió:

«Yo soy el Dios de tus padres, el Dios de Abrahán, el Dios de Isaac, el Dios de Jacob»

Moisés se tapó la cara, porque temía ver a Dios.

El Señor le dijo:

«He visto la opresión de mi pueblo en Egipto y he oído sus quejas contra los opresores, conozco sus sufrimientos. He bajado a librarlo de los egipcios, a sacarlo de esta tierra, para llevarlo a una tierra fértil y espaciosa, tierra que mana leche y miel»

Moisés replicó a Dios:

«Mira, yo iré a los hijos de Israel y les diré: “El Dios de vuestros padres me ha enviado a vosotros”. Si ellos me preguntan: “¿Cuál es su nombre? “, ¿qué les respondo?»

Dios dijo a Moisés:

«“Yo soy el que soy”; esto dirás a los hijos de Israel: “Yo soy” me envía a vosotros».

Dios añadió:

«Esto dirás a los hijos de Israel: “El Señor, Dios de vuestros padres, el Dios de Abrahán, Dios de Isaac, Dios de Jacob, me envía a vosotros. Este es mi nombre para siempre: así me llamaréis de generación en generación”».

Palabra de Dios

Salmo responsorial
Sal 102, 1-2. 3-4. 6-7. 8 y 11
R.
El Señor es compasivo y misericordioso.

Bendice, alma mía, al Señor,
y todo mi ser a su santo nombre.
Bendice, alma mía, al Señor,
y no olvides sus beneficios.
R.

Él perdona todas tus culpas
y cura todas tus enfermedades;
él rescata tu vida de la fosa
y te colma de gracia y de ternura.
R.

El Señor hace justicia
y defiende a todos los oprimidos;
enseñó sus caminos a Moisés
y sus hazañas a los hijos de Israel.
R.

El Señor es compasivo y misericordioso,
lento a la ira y rico en clemencia.
Como se levanta el cielo sobre la tierra,
se levanta su bondad sobre los que lo temen.
R.

Segunda lectura
Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios (10, 1-6. 10-12)

No quiero que ignoréis, hermanos, que nuestros padres estuvieron todos bajo la nube y todos atravesaron el mar y todos fueron bautizados en Moisés por la nube y por el mar y todos comieron el mismo alimento espiritual; y todos bebieron la misma bebida espiritual, pues bebían de la roca espiritual que los seguía; y la roca era Cristo. Pero la mayoría de ellos no agradaron a Dios, pues sus cuerpos quedaron tendidos en el desierto.

Estas cosas sucedieron en figura para nosotros, para que no codiciemos el mal como lo codiciaron ellos. Y para que no murmuréis. como murmuraron algunos de ellos, y perecieron a manos del Exterminador.

Todo esto les sucedía alegóricamente y fue escrito para escarmiento nuestro, a quienes nos ha tocado vivir en la última de las edades. Por lo tanto, el que se crea seguro, cuídese de no caer.

Palabra de Dios

Evangelio
Lectura del santo Evangelio según san Lucas (13, 1-9)

En aquel momento se presentaron algunos a contar a Jesús lo de los galileos, cuya sangre había mezclado Pilato con la de los sacrificios que ofrecían.

Jesús respondió:

« ¿Pensáis que esos galileos eran más pecadores que los demás galileos porque han padecido todo esto? Os digo que no; y, si no os convertís, todos pereceréis lo mismo. O aquellos dieciocho sobre los que cayó la torre de Siloé y los mató, ¿pensáis que eran más culpables que los demás habitantes de Jerusalén? Os digo que no; y, si no os convertís, todos pereceréis de la misma manera».

Y les dijo esta parábola:

«Uno tenía una higuera plantada en su viña, y fue a buscar fruto en ella, y no lo encontró.

Dijo entonces al viñador:

"Ya ves, tres años llevo viniendo a buscar fruto en esta higuera, y no lo encuentro. Córtala. ¿Para qué va a perjudicar el terreno?".

Pero el viñador contestó:

"Señor, déjala todavía este año y mientras tanto yo cavaré alrededor y le echaré estiércol, a ver si da fruto en adelante. Si no, la puedes cortar"».

Palabra del Señor. 

Archivo del blog