Estamos en las vísperas del día especial de San José, en plena cuaresma.
Para este día quien siga los textos del P. Morales recopilados para vivir de
cerca su figura todo el mes: “San José, llévanos a María, y por María a Dios”
nos habla que es nuestro introductor. Nada mejor que comenzar la oración de hoy
y todos estos días con esta invocación:” Llévanos a María, y por María a Dios”,
que nos es tan conocida y que hemos repetido tantas veces. Estoy seguro de que
nos ha ayudado a arrancar con fuerza nuestra oración de cada día. Más en estos
días que nos estamos acercando a su fiesta y nos puede conceder el don de la
oración, clave de la santidad y perseverancia, porque él, que es “maestro de
oración”, está deseando dárnoslo: el gusto por la oración que cerquita de él y
su esposa María no dejaremos de hacer jamás.
Busquemos su compañía, hablemos con él y veremos cómo enseguida nos
lleva a María y por María a Jesús haciendo familia con los tres. “Gran padre de
mi alma”, decía santa Teresa, que en su día siempre le concedía la gracia que
le pedía. Busca la gracia que le quieres pedir… Si es el don de la oración,
¡vaya regalo! Serás conducido a la santidad a la que te llama cada día en la
oración y después en todo lo que hagas durante el día.
Mientras, vamos con Jesús a Jerusalén, nos dice el evangelio de hoy. Le
seguimos nosotros hacia la Pascua, entrega, pasión y resurrección: “el hijo del
hombre va a ser entregado a los sumos sacerdotes y a los escribas, y lo
condenarán a muerte y lo entregarán a los gentiles, para que se burlen de él,
lo azoten y lo crucifiquen; al tercer día resucitará”.
Vamos a subir con él. También tendremos que sufrir, pues no hay premio
sin esfuerzo y sacrificio. ¡Cuántas veces le hemos contemplado en Ejercicios y
hemos pedido “que te conozca, te ame y te siga”! San José nos ayudará, nos
introducirá en la aventura más divina y humana que le hombre puede vivir, nos
llevará a María y por María a Jesús, y hará que nos enamoremos de Él locamente.
Miremos a los hijos del Zebedeo, cómo quieren estar a su lado y están dispuestos a beber el cáliz que Él va a beber, y digamos como ellos “Podemos”. Amén.