Nos ponemos en presencia del Señor. Y le pedimos que nos ayude a vivir
esta cuaresma con espíritu de reparación, arrepentimiento verdadero, y amor a
nuestro Señor Jesucristo y al prójimo.
El evangelio nos invita a vivir esta cuaresma con espíritu de caridad y
compasión por nuestros hermanos, con los cuales nos encontramos a diario y que
a veces, como el rico Epulón, no nos damos cuenta de las miserias y
sufrimientos por los que pasan, quizá por que no nos detenemos un pequeño momento
para reflexionar y caer en la cuenta de las necesidades de nuestros hermanos.
Y no se refiere solamente a las necesidades materiales, que por cierto
debemos tenerlas presente también (como las que están sufriendo los horrores de
la guerra y aquellas que pasan por toda clase de necesidad y sufrimiento), sino
también a las necesidades espirituales que pueden tener nuestros familiares,
amigos, compañeros de estudio y trabajo, incluso con el que te encuentres sin
pensarlo.
Ese es el ayuno que quiere el Señor, “porque tuve: “necesidad de…” y “me
diste…”. Esa es la invitación, ese es el programa para esta cuaresma; salir de
nuestro egoísmo estéril y que puede incluso desembocar en el pecado y
sumergirnos en el Señor en su misericordia, caridad y amor al prójimo.
Pidamos al Señor que no seamos sordos a su llamamiento y podamos aprovechar esta cuaresma para vivirlo con verdadero espíritu de arrepentimiento, caridad y compasión con nuestros hermanos.