Hoy Dios busca quien quiera ser un signo suyo para el mundo. Jonás fue
un signo de Dios para Nínive y “creyeron en Dios”. Jesús es el gran signo de
Dios que llama a la conversión a la humanidad: en Él vemos el rostro del Padre
lleno de misericordia.
¿Quieres ser hoy un signo que invite a creer en Dios? Si es así, pídele
a Jesús que habite en tu corazón. El signo remite a una realidad que le supera.
Para ser signo de Jesús hay que tener a Jesús, llevarle en el corazón, en la
vida, en las obras. Que se muestre Él a través de ti, porque “no vivo yo, es
Cristo quien vive en mí” (san Pablo).
Ofrécele a Jesús tus ojos para que lleven su mirada de paz, tus labios
para que digan palabras de fe y de esperanza, tus oídos para que sepan escuchar
al que sufre, tus pies para que lleguen hasta quien lo necesite, tus manos para
que sirvan con humildad…
No hay nada que más necesiten quienes hoy se van a encontrar contigo que ver en ti un signo de Dios. Seguramente lo percibirán sin que te enteres, porque la luz ilumina sin pretenderlo y el aroma se difunde en el aire sin esfuerzo… pero si Jesús está en ti, hoy por donde vayas, creerán más en Dios como los ninivitas por Jonás.