17 marzo 2022, jueves de la 2ª semana de Cuaresma. Puntos de oración

Como todos los días, nos ponemos en las manos del Señor invocando al Espíritu Santo, que vive siempre en nosotros y nos enseña a orar.

En este periodo de Cuaresma el Espíritu, que nos ha traído al desierto, nos impulsa a vivir en especial unión con Dios, con la Trinidad. Hoy de nuevo nos vuelve a insistir en ello con la metáfora del árbol que crece al lado del agua. ¡Qué maravillosa imagen! Dios no nos quiere absorber, sino que quiere darnos vida, agua. ¡Cuánto más feliz es el árbol junto al agua que el que vive lejos de ella! Así nos quiere Dios, constantemente alimentados. ¡Buscad el agua!, nos dice el Señor. ¡No seáis tontos!, ¡no dejéis pasar esta oportunidad! Mirad por vuestro bien como yo miro por el vuestro. Dejad que os cuide, que sea vuestra agua. Dejad que el Espíritu Santo viva siempre junto a vosotros. 

Ese es el verdadero sentido de la Cuaresma: acercarse al Señor para que Él nos cuide y nos cure con su sangre, con el agua que brota de su costado. Con su Resurrección. ¿Cómo acercarnos a esa agua viva? Cumpliendo sus mandamientos –ante todo el mandamiento del amor–, no dejando que las criaturas nos desvíen de ellos. No dejar que las cosas nos desvíen de Dios. Ni la cosas que poseemos y que usamos, ni los hombres con quienes tratamos. Que no emboten nuestro corazón como al rico del Evangelio de hoy. ¡Ese fue su problema! Las cosas no le dejaron oír el grito de Dios desde su vecino pobre. Vivía cómodamente sin hacer el mal, pero sin atender al bien que Dios le pedía. Nosotros sí tenemos un muerto revivido, el Señor, hacia el que caminamos. Que eso sea suficiente signo para nosotros, para salir de la sordera que a veces las cosas nos producen. Para poner nuestra confianza no en ellas sino el Jesús que nos ha salvado.

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