El libro de Josué empalma directamente con el Éxodo. El pueblo de Dios,
peregrino en el desierto, llega a la tierra prometida. Es la primera
celebración de la Pascua en la Tierra Prometida. Por fin libres, por
la gracia de Dios. Pero esta libertad la contemplamos como
un anuncio de nuevas libertades y tierras mejores. El «ya» pero
«todavía no». Estamos ya en la Tierra Prometida, pero sigue siendo
objeto de una bienaventuranza de Jesús (cf. Mat 5, 4).
"El que es de Cristo es una creatura nueva": la Antigua Alianza
ha pasado y, con la resurrección de Cristo, ha empezado algo nuevo
transformador de la existencia y de la historia humanas. "Al
que no había pecado, Dios lo hizo expiación por nuestro pecado”.
Cristo, quien no ha cometido pecado alguno ha sufrido por el pecado de los
hombres.
"Ese acoge a los pecadores y come con ellos”. Sólo desde el
descubrimiento de la Divina Misericordia, se puede sintonizar entonces con
Jesús y con el plan de Dios.
¡Santa María, reina y madre de misericordia, a Ti nos confiamos!