1/10/2019. Martes de la XXVI semana del T. Ordinario – Santa Teresa del Niño Jesús


Lectura de la profecía de Zacarías (8, 20-23)
«Esto dice el Señor del universo: Vendrán igualmente pueblos y habitantes de grandes de ciudades. E irán los habitantes de una y dirán a los de la otra: Subamos a aplacar al Señor; yo también iré a contemplar al Señor del universo. Y vendrán pueblos numerosos, llegarán poderosas naciones buscando al Señor del universo en Jerusalén y queriendo aplacar al Señor». «Esto dice el Señor del universo: En aquellos días, diez hombres de lenguas distintas de entre las naciones se agarrarán al manto de un judío diciendo: “Queremos ir con vosotros, pues hemos oído que Dios está con vosotros”».
Salmo responsorial (Sal 86, 1-3. 4-5. 6-7)
R. Dios está con nosotros.
Él la ha cimentado sobre el monte santo;
y el Señor prefiere las puertas de Sion a todas las moradas de Jacob.
¡Qué pregón tan glorioso para ti, ciudad de Dios! 
R.
«Contaré a Egipto y a Babilonia entre mis fieles; filisteos, tirios y etíopes han nacido allí».
Se dirá de Sion: «Uno, por uno todos han nacido en ella;
el Altísimo en persona la ha fundado». 
R.
El Señor escribirá en el registro de los pueblos: «Éste ha nacido allí».
Y cantarán mientras danzan: «Todas mis fuentes están en ti». 
R.
Lectura del santo evangelio según san Lucas (9, 51-56)
Cuando se completaron los días en que iba a ser llevado al cielo, Jesús tornó la decisión de ir a Jerusalén. Y envió mensajeros delante de él. Puestos en camino, entraron en una aldea de samaritanos para hacer los preparativos. Pero no lo recibieron, porque su aspecto era el de uno que caminaba hacia Jerusalén. Al ver esto, Santiago y Juan, discípulos suyos, le dijeron: «Señor, ¿quieres que digamos que baje fuego del cielo que acabe con ellos?» Él se volvió y los regañó. Y se encaminaron hacia otra aldea.

1 octubre 2019. Martes de la XXVI semana del T. O. – Santa Teresa del Niño Jesús – Puntos de oración

Para comenzar nuestra oración nos ponemos en la presencia del señor, le pedimos luz al Espíritu Santo para que nos ilumine y también podemos pedir la intercesión de algún santo.
En el día de hoy, la primera lectura termina con las palabras “Dios está con vosotros”. Estás sencillas palabras nos recuerdan un hecho que muchas veces pasamos desapercibido. Y es, que Dios siempre nos acompaña, está con nosotros en el trabajo, en casa, en clase etc. Viviendo con tan gran compañía nuestra forma de afrontar el día a día debería ser apasionante, entregada, alegre, sincera… Supone un cambio tan grande vivir así, que faltan adjetivos para describirlo. Podemos empezar nuestra oración hoy con recordando esta idea, revisando como si somos conscientes de que estamos compartiendo cada instante con el Señor o simplemente pidiéndole que nos ayude a darnos cuenta de que está ahí.
Después en el evangelio se nos propone un pasaje muy cotidiano. Los apóstoles no terminan de entender el modo de actuar de Jesús, que no busca vengarse de la aldea que no le había acogido. Por un lado, podemos observar cómo es Dios, no castiga, no condena, viene a salvarnos. Y por otro lado la actitud de los apóstoles, que muchas veces es la nuestra, juzgan antes de tiempo, condenan a sus prójimos y se dejan llevar de los enfados del momento. En esta escena se pone de manifiesto lo revolucionaría que es la manera de vivir de Jesús, va en contra de lo que estamos habituados o de lo que nos sale natural. Sin embargo, nos enseña que ese es el camino que conduce a Él.
Jesús hoy nos pide a través de las lecturas que revisemos nuestra forma de vivir para proponernos la suya. Esta forma de vida se basa en dos claves: Él está a nuestro lado, no nos abandona y nos pide ser diferentes, reformar nuestro carácter, vivir hacia el prójimo. En definitiva, vivir así es una completa revolución, la revolución del amor. La oración de hoy puede ser el principio de esa revolución en nosotros, si le dejamos actuar.
Para acabar nuestro rato de oración hoy no puede faltar un pequeño coloquio con la Virgen, que pongamos a sus pies todas nuestras inquietudes, ilusiones, proyectos, y comentar con ella como nos ha ido la oración.

30/9/2019. Lunes de la XXVI semana del Tiempo Ordinario – San Jerónimo


Lectura de la profecía de Zacarías (8, 1-8)
Vino la palabra del Señor del universo diciendo: «Esto dice el Señor del universo: Vivo una intensa pasión por Sion, siento unos celos terribles por ella». «Esto dice el Señor: Voy a volver a Sion, habitaré en Jerusalén. Llamarán a Jerusalén “Ciudad Fiel”, y al monte del Señor del universo, “Monte Santo”». «Esto dice el Señor del universo: De nuevo se sentarán ancianos y ancianas en las calles de Jerusalén; todos con su bastón, pues su vida será muy larga. Y sus calles estarán llenas de niños y niñas jugando». «Esto dice el Señor del universo: Y si el resto de este pueblo le parece imposible que suceda esto en aquellos días, ¿será también imposible a mis ojos?». -oráculo del Señor del universo-. «Esto dice el Señor del universo: Aquí estoy yo para salvar a mi pueblo de Oriente a Occidente. Los traeré y vivirán en Jerusalén; ellos serán mi pueblo y yo seré su Dios en fidelidad y justicia».
Salmo responsorial (Sal 101, 16-18. 19-21. 29 y 22-23)
R. El Señor reconstruyó Sion, y apareció en su gloria.
Los gentiles temerán tu nombre, los reyes del mundo, tu gloria.
Cuando el Señor reconstruya Sion, y aparezca en su gloria,
y se vuelva a las súplicas de los indefensos, y no desprecie sus peticiones. 
R.
Quede esto escrito para la generación futura, y el pueblo que será creado alabará al Señor.
Que el Señor ha mirado desde su excelso santuario, desde el cielo se ha fijado en la tierra,
para escuchar los gemidos de los cautivos y librar a los condenados a muerte. 
R.
Los hijos de tus siervos vivirán seguros, su linaje durará en tu presencia,
para anunciar en Sion el nombre del Señor, y su alabanza en Jerusalén,
cuando se reúnan unánimes los pueblos y los reyes para dar culto al Señor. 
R.
Lectura del santo evangelio según san Lucas (9, 46-50)
En aquel tiempo, se suscitó entre los discípulos una discusión sobre quién sería el más importante. Entonces Jesús, conociendo los pensamientos de sus corazones, tomó de la mano a un niño, lo puso a su lado y les dijo: «El que acoge a este niño en mi nombre, me acoge a mí; y el que me acoge a mí, acoge al que me ha enviado. Pues el más pequeño de vosotros es el más importante». Entonces Juan tomó la palabra y dijo: «Maestro, hemos visto a uno que expulsaba demonios en tu nombre y, se lo hemos prohibido, porque no anda con nosotros». Jesús le respondió: «No se lo impidáis; el que no está contra vosotros está a favor vuestro».

30 septiembre 2019. Lunes de la XXVI semana del Tiempo Ordinario – San Jerónimo – Puntos de oración


Normalmente entendemos por “poder” la capacidad para someter a las cosas, o a las personas a la propia voluntad. Para Jesús el poder es otra cosa, el poder verdadero, el auténtico... es la donación de sí mismo, enteramente, a la causa del Reino de Dios. La distancia entre estas dos concepciones se da no sólo en la finalidad, sino también en el objeto de dominio. Nosotros entendemos el poder como dominación, Jesús los entiende como entrega, donación, capacidad de amar... Es algo incluso “antinatural”, siendo conscientes de que la ley que parece rige la naturaleza es la de la lucha por la vida. Una lucha sin cuartel en la que los débiles desaparecen y los fuertes, los mejor preparados, son los que salen adelante en esta carrera por la vida. Una ley que mueve también nuestras sociedades y que expresamos con el término “competitividad”. Competimos toda nuestra vida para conseguir los primeros puestos, el estar a la derecha o a la izquierda.
Esto es lo que expresan los apóstoles de Jesús en el Evangelio de hoy. Creen que, por ser del grupo de los cercanos a Jesús, por haber madrugado al seguimiento “merecen” un lugar principal. Parece lógico y normal. Pero Jesús les pone delante a un niño para que vean de otra manera el problema: hacerse esclavo y servidor para ser el más importante, la acogida y la entrega a lo últimos como camino para ser “los primeros”.
¿Cómo vivo yo mi fe? ¿Busco hacer proyectos por mí; la oración es totalmente autorreferencial? "Sed como niños", que solo buscan hacer el bien, y entraréis en el Reino de los Cielos. Que ojalá hoy pidamos esta gracia de la sencillez, la humildad, la servidumbre y vivamos siempre de esta forma.

29/9/2019, Domingo XXVI del Tiempo Ordinario (Ciclo C)


Lectura de la profecía de Amós (6, 1a. 4-7)
Esto dice el Señor omnipotente: «¡Ay de los que se sienten seguros en Sion, y confiados en la montaña de Samaría! Se acuestan en lechos de marfil; se arrellanan en sus divanes, comen corderos de rebaño y terneras del establo; tartamudean como insensatos e inventan como David instrumentos musicales; beben el vino en elegantes copas, se ungen con el mejor de los aceites pero no se conmueven para nada por la ruina de la casa de José. Por eso irán al desierto a la cabeza de los deportados y se acabará la orgía de los disolutos».
Salmo responsorial (Sal 145, 7. 8-9a. 9bc-10)
R. Alaba, alma mía, al Señor.
Él mantiene su fidelidad perpetuamente, hace justicia a los oprimidos,
da pan a los hambrientos. El Señor liberta a los cautivos. 
R.
El Señor abre los ojos al ciego, el Señor endereza a los que ya se doblan,
el Señor ama a los justos, el Señor guarda a los peregrinos. 
R.
Sustenta al huérfano y a la viuda y trastorna el camino de los malvados.
El Señor reina eternamente, tu Dios, Sion, de edad en edad. 
R.
Lectura de la primera carta apóstol san Pablo a Timoteo (6, 11-16)
Hombre de Dios, busca la justicia, la piedad, la fe, el amor, la paciencia, la mansedumbre. Combate el buen combate de la fe, conquista la vida eterna, a la que fuiste llamado y que tú profesaste notablemente delante de muchos testigos. Delante de Dios, que da la vida a todas las cosas, y de Cristo Jesús, que proclamó tan noble profesión de fe ante Poncio Pilato, te ordeno que guardes el mandamiento sin mancha ni reproche hasta la manifestación de nuestro Señor Jesucristo, que, en el tiempo apropiado, mostrará el bienaventurado y único Soberano, Rey de los reyes y Señor de los señores, el único que posee la inmortalidad, que habita una luz inaccesible, a quien ningún hombre ha visto ni puede ver. A él honor e imperio eterno. Amén.
Lectura del santo evangelio según san Lucas (16, 19-31)
En aquel tiempo, dijo Jesús a los fariseos: «Había un hombre rico que se vestía de púrpura y de lino y banqueteaba cada día. Y un mendigo llamado Lázaro estaba echado en su portal, cubierto de llagas, y con ganas de saciarse de lo que caía de la mesa del rico. Y hasta los perros venían y le lamían las llagas. Sucedió que se murió el mendigo, y fue llevado por los ángeles al seno de Abrahán. Murió también el rico y fue enterrado. Y, estando en el infierno, en medio de los tormentos, levantó los ojos y vio de lejos a Abrahán, y a Lázaro en su seno, y gritando, dijo: “Padre Abrahán, ten piedad de mí y manda a Lázaro que moje en agua la punta del dedo y me refresque la lengua, porque me torturan estas llamas”. Pero Abrahán le dijo: “Hijo, recuerda que recibiste tus bienes en tu vida, y Lázaro, a su vez, males: por eso ahora él aquí consolado, mientras que tú eres atormentado. Y además, entre nosotros y vosotros se abre un abismo inmenso, para que quieran cruzar desde aquí hacia vosotros no puedan hacerlo, ni tampoco pasar de ahí hasta nosotros”. Él dijo: “Te ruego, entonces, padre, que mandes a Lázaro a casa de mi padre, pues tengo cinco hermanos: que les dé testimonio de estas cosas, no sea que también vengan ellos a este lugar de tormento”. Abrahán le dice: “Tienen a Moisés y a los profetas: que los escuchen”. Pero él le dijo: “No, padre Abrahán. Pero si un muerto va a ellos, se arrepentirán”. Abrahán le dijo: “Si no escuchan a Moisés y a los profetas, no se convencerán ni aunque resucite un muerto”».

29 septiembre 2019. Domingo XXVI del Tiempo Ordinario (Ciclo C) – Puntos de oración


Empezamos la oración ofreciendo al Señor nuestras intenciones, acciones y operaciones para que sean puramente ordenadas para servicio y alabanza de Su divina majestad.
Hoy domingo, día del Señor, nos encontramos con el conocido pasaje evangélico del pobre Lázaro y el rico epulón. Pero en la primera lectura encontramos ya la idea clave para entender mejor estos textos: ¡Ay de aquellos que se sienten seguros en Sion, confiados en la montaña de Samaría!... y luego sigue diciendo “… beben el vino en elegantes copas, se ungen con el mejor de los aceites pero no se conmueven para nada por la ruina de la casa de José” … Son palabras que interpelan. Si analizamos a profundidad nuestra vida quizá nos topemos con que más de una vez hemos actuado como el rico epulón. Quizá nos sentimos muy seguros de nosotros mismos, y al leer la parábola pensemos que jamás seriamos capaces de ser indiferentes al dolor humano. La cultura del descarte, como le gusta repetir al Papa Francisco, la indiferencia crónica que impera en nuestras sociedades se nos pega sutilmente, sin darnos cuenta. A veces no somos capaces de observar con atención o nos acostumbramos a ver gente con necesidad. Basta salir a la calle para ver esta realidad. En cada uno el Señor va poniendo la manera de ir encontrando respuestas, de dar soluciones, regalar consuelo, suscitar esperanza, pero para esto es imprescindible no sólo hablar a los hombres de Dios, sino sobre todo a Dios de los hombres. La oración es la fuente de todo bien que podamos hacer a nuestros hermanos.
Una situación particularmente difícil y muy actual es el fenómeno migratorio. En la carta Christus vivit el Papa nos dice «Los jóvenes que emigran tienen que separarse de su propio contexto de origen y con frecuencia viven un desarraigo cultural y religioso. La fractura también concierne a las comunidades de origen, que pierden a los elementos más vigorosos y emprendedores, y a las familias, en particular cuando emigra uno de los padres o ambos, dejando a los hijos en el país de origen. La Iglesia tiene un papel importante como referencia para los jóvenes de estas familias rotas». En Perú, la situación de muchos de los cientos de miles de venezolanos que han llegado al país es un drama, muchos jóvenes con las carreras hechas deambulan por las calles vendiendo caramelos o pidiendo limosna. Son los Lázaros de hoy en día que exigen nuestra atención. Igual que en España o en cualquier parte del mundo.
Francisco en el mismo documento señala el camino “Propongo a los jóvenes ir más allá de los grupos de amigos y construir la «amistad social, buscar el bien común. La enemistad social destruye. Y una familia se destruye por la enemistad. Un país se destruye por la enemistad. El mundo se destruye por la enemistad. Y la enemistad más grande es la guerra. Y hoy día vemos que el mundo se está destruyendo por la guerra. Porque son incapaces de sentarse y hablar […]. Sean capaces de crear la amistad social». No es fácil, siempre hay que renunciar a algo, hay que negociar, pero si lo hacemos pensando en el bien de todos podremos alcanzar la magnífica experiencia de dejar de lado las diferencias para luchar juntos por algo común”.
Que seamos capaces de construir esa “amistad social” que nos pide el Papa Francisco con amor y creatividad para que estemos siempre atentos a acoger al que espera atención de nosotros.

28/9/2019. Sábado de la XXV semana del Tiempo Ordinario


Lectura de la profecía de Zacarías (2, 5-9. 14-15a)
Levanté los ojos y vi un hombre que tenía en su mano un cordón de medir. Le pregunté: «¿Adónde vas?». Me respondió: «A medir Jerusalén para ver cuál es su anchura y cuál su longitud». El mensajero que me hablaba salió y vino otro mensajero a su encuentro. Me dijo: «Vete corriendo y dile al oficial aquel: "Jerusalén será una ciudad abierta a causa de los muchos hombres y animales que habrá en ella; yo la serviré de muralla de fuego alrededor y en ella seré mi gloria". «Alégrate y goza, Sion, pues voy a habitar en medio de ti - oráculo del Señor -. Aquel día se asociarán al Señor pueblos, sin número; y ellos serán mi pueblo mío».
Salmo responsorial (Jr 31, 10. 11-12ab. 13)
R. El Señor nos guardará como un pastor a su rebaño.
Escuchad, pueblos, la palabra del Señor, anunciada en las islas remotas:
«El que dispersó a Israel lo reunirá, lo guardará como un pastor a su rebaño. 
R.
«Porque el Señor redimió a Jacob, lo rescató de una mano más fuerte».
Vendrán con aclamaciones a la altura de Sion, afluirán hacia los bienes del Señor. 
R.
Entonces se alegrará la doncella en la danza, gozarán los jóvenes y los viejos;
convertiré su tristeza en gozo, los alegraré y aliviaré sus penas. 
R.
Lectura del santo evangelio según san Lucas (9, 43b-45)
En aquel tiempo, entre la admiración general por lo que hacía, Jesús dijo a sus discípulos: «Meteos bien en los oídos estas palabras: al Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los hombres». Pero ellos no entendían este lenguaje; les resultaba tan oscuro, que no captaban el sentido. Y les daba miedo preguntarle sobre el asunto.

28 septiembre 2019. Sábado de la XXV semana del Tiempo Ordinario – Puntos de oración


Preparemos la oración pidiendo ayuda a S. José. Nos dice Santa Teresa que “quien no hallare maestro que le enseñe oración, tome este glorioso Santo por maestro y no errará en el camino" V 6,8
En una primera impresión, tanto la primera lectura como el salmo de mañana, parece que su sentido se contradice con el evangelio. Pero ahí tenemos el rato de oración para buscar esas conexiones que sin duda las tiene. Veamos alguna.
Jerusalén, Jerusalén… ¡Cuántas veces quise juntar a tus hijos, como la gallina junta sus pollitos debajo de sus alas, y no quisiste! Mt.23:37. Este anhelo de Dios expresado por Jesús concreta la 1ª lectura, “alégrate y gózate… que yo vengo a habitar dentro de ti”. ¿Realmente he calado en este deseo de Dios, hacia mí, que el Espíritu Santo manifiesta a través de Jesús?
Porque el Señor no busca otra cosa que guardarnos como un buen pastor. Convertir nuestra tristeza en gozo, además de alegrar y aliviar nuestras penas. Por su entrega, nos redime y nos rescata de una mano más fuerte, es decir, del enemigo de natura humana.
Parece que esto se nos olvida cuando las cosas funcionan solas y hay éxito. Es Jesús quien nos recuerda el realismo de la cruz, meteos bien esto en la cabeza: al Hijo del hombre lo van a entregar. Tú y yo somos sus discípulos y queremos seguirle. También cuando nos llega el sufrimiento. Aunque no entendamos este lenguaje y nos resulte oscuroaunque nos dé miedo preguntar a Jesús sobre este asunto.
Santa María, tú eres consciente de quién vive dentro de ti. Y, desde esa presencia, vives experimentando el gozo y fuerza del Espíritu Santo en tu vida. También has aceptado e interiorizado el duro lenguaje de lo que puede suponer seguir a Jesús. Por eso te veo, firme y valiente, aunque dolorosísima, al pie de la cruz.

27/9/2019. Viernes de la XXV semana del Tiempo Ordinario – San Vicente de Paúl


Lectura de la profecía de Ageo (2,1-9)
El año segundo del reinado de Darlo, el día veintiuno del mes séptimo, llego la palabra del Señor por medio del profeta Ageo: «Di a Zorobabel, hijo de Sesltiel, gobernador de Judá, a Josué, hijo de Josadac, sumo sacerdote, y al resto de la gente: “¿Quién de entre vosotros queda de los que vieron este templo en su primitivo esplendor? Y el que veis ahora, ¿no os parece que no vale nada? Ánimo, pues Zorobabel -oráculo del Señor-; ánimo también tú, Josué, hijo de Josadac, sumo sacerdote. ¡Ánimo gentes todas! -oráculo del Señor-. ¡Adelante, que yo estoy con vosotros! -oráculo del Señor del universo-. Ahí está mi palabra, la que os di al sacaros de Egipto, y mi espíritu está en medio de vosotros: no temáis. Pues esto dice el Señor del universo: Dentro de poco haré temblar cielos y tierra, mares y tierra firme. Haré temblar a todos los pueblos, que vendrán con todas sus riquezas y llenaré este templo de gloria, dice el Señor del universo. Míos son la plata y el oro -oráculo del Señor del universo-. Mayor será la gloria de este segundo templo que la del primero -dice el Señor del universo. Y derramaré paz y prosperidad en este lugar, oráculo del Señor del universo”».
Salmo responsorial (Sal 42,1.2.3.4)
R. Espera en Dios, que volverás a alabarlo: «Salud de mi rostro, Dios mío».
Hazme justicia, oh Dios, defiende mi causa contra gente sin piedad,
sálvame del hombre traidor y malvado. 
R.
Tú eres mi Dios y protector, ¿por qué me rechazas?,
¿por qué voy andando sombrío, hostigado por mi enemigo? 
R.
Envía tu luz y tu verdad: que ellas me guíen
y me conduzcan hasta tu monte santo, hasta tu morada. 
R.
Que yo me acerque al altar de Dios, al Dios de mi alegría;
que te dé gracias al son de la citara, Dios, Dios mío. 
R.
Lectura del santo evangelio según san Lucas (9,18-22)
Una vez que Jesús estaba orando solo, en presencia de sus discípulos, les preguntó: «¿Quién dice la gente que soy yo?» Ellos contestaron: «Unos que Juan el Bautista, otros que Elías, otros dicen que ha vuelto a la vida uno de los antiguos profetas.» Él les preguntó: «Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?» Pedro tomó la palabra y dijo: «El Mesías de Dios.» Él les prohibió terminantemente decírselo a nadie. Y añadió: «El Hijo del hombre tiene que padecer mucho, ser desechado por los ancianos, sumos sacerdotes y escribas, ser ejecutado y resucitar al tercer día».

27 septiembre 2019. Viernes de la XXV semana del T. Ordinario – San Vicente de Paúl – Puntos de oración


Las lecturas de hoy, dentro de la riqueza de la Palabra de Dios, nos ofrecen unos cauces magníficos para un rato tranquilo y profundo con el Señor.
Por ello, tras ponernos en su presencia e invocar al Espíritu Santo, tras rezar la oración que siempre nos propone san Ignacio para comenzar: “que todas mis intenciones, acciones y operaciones sean puramente ordenadas en servicio y alabanza de su divina majestad”, podemos repasar despacio tanto la primera lectura como el evangelio.
La profecía de Ageo que nos presenta hoy la lectura continuada de estos días es una llamada muy fuerte a tener esperanza, a vivir en esperanza. El templo de Jerusalén será restaurado, tras años de destierro y desolación. Y un mensaje claro:
“¡Ánimo!, pueblo entero, a la obra, que yo estoy con vosotros”.
Hoy Jesús nos dice esto mismo a cada uno de nosotros. Ante un comienzo de curso que resulta muchas veces caótico, donde vamos palpando cada día lo lejos que nos sentimos de los proyectos y los propósitos de unos ejercicios o unas convivencias de verano enriquecedoras, nos repite de nuevo en el silencio de la oración: “ánimo, estoy contigo, pon manos a la obra. Con mi ayuda puedes. Yo estoy contigo”.
Si confiamos en Él, removerá cielo y tierra, mar y continentes, nos pondrá en movimiento, de forma sencilla y misteriosa hará fecunda nuestra vida. Y llenará de paz nuestro corazón.
Llenémonos de confianza, recordemos de nuevo la gran frase programática del pontificado de san Juan Pablo II; “Abrid de par en par las puertas a Cristo”
Y es que nosotros, como Pedro, queremos confesar a Cristo, queremos decir a los cuatro vientos quién es Jesús para nosotros: el mesías, el único capaz de llenar totalmente el corazón de un ser humano.
Jesús, como a los apóstoles, nos lo pregunta hoy de nuevo. No quien dicen los demás que es él, sino qué digo yo: ¿quién dices que soy yo? ¿quién soy yo para ti?
Dejémonos interrogar por Jesús. Dejemos que lea de nuevo nuestro corazón y lo llene de su paz. Porque ahora ya sabemos que seguirle implica padecer, ser desechado, ser ejecutado de una u otra manera, pero resucitar al tercer día.
Pidamos a la Virgen Madre saber descubrir a Cristo detrás de cada desilusión, de cada aparente fracaso, de cada caída o decepción. Ella nos ayuda a levantarnos de nuevo, a poner el oído atento y escuchar como Jesús me habla de nuevo con las palabras que nos lanza el profeta Ageo:
“Ánimo, yo estoy contigo, pon manos a la obra”.

26/9/2019. Jueves de la XXV semana del Tiempo Ordinario


Comienzo de la profecía de Ageo (1, 1-8)
El año segundo del rey Darío, el día primero del mes sexto, la palabra del Señor fue dirigida a Zorobabel, hijo de Sealtiel, gobernador de Judá, y a Josué, hijo de Josadac, sumo sacerdote, por medio del profeta Ageo: «Esto dice el Señor del universo: Este pueblo anda diciendo: "No es momento de ponerse a construir la casa del Señor"». La palabra del Señor vino por medio del profeta Ageo: «¿Y es momento de vivir en casas lujosas mientras el templo es una ruina? Ahora pues, esto dice el Señor del universo: Pensad bien en vuestra situación. Sembrasteis mucho, y recogisteis poco, coméis y no os llenáis; bebéis y seguís con sed; os vestís y no entráis en calor; el trabajador guarda su salario en saco roto. Esto dice el Señor del universo: Pensad bien en vuestra situación. Subid al monte, traed madera, construid el templo. Me complaceré en él y seré glorificado, dice el Señor».
Salmo responsorial (Sal 149, 1-2. 3-4. 5-6a y 9b)
R. El Señor ama a su pueblo.
Cantad al Señor un cántico nuevo, resuene su alabanza en la asamblea de los fieles;
que se alegre Israel por su Creador, los hijos de Sion por su Rey. 
R.
Alabad su nombre con danzas, cantadle con tambores y cítaras;
porque el Señor ama a su pueblo y adorna con la victoria a los humildes. 
R.
Que los fieles festejen su gloria y canten jubilosos en filas:
con vítores a Dios en la boca. Es un honor para todos sus fieles. 
R.
Lectura del santo evangelio según san Lucas (9, 7-9)
En aquel tiempo, el tetrarca Herodes se enteró de lo que pasaba sobre Jesús y no sabía a qué atenerse, porque unos decían que Juan había resucitado de entre los muertos; otros, en cambio, que había aparecido Elías, y otros que había vuelto a la vida uno de los antiguos profetas. Herodes se decía: «A Juan lo mandé decapitar yo. ¿Quién es este de quien oigo semejantes cosas?». Y tenía ganas de verlo.

26 septiembre 2019. Jueves de la XXV semana del Tiempo Ordinario – Puntos de oración


Purifico mi oración antes de comenzar, le pido a Dios que haga Él lo que deseo pero soy incapaz de conseguir por mí mismo: “Señor, que todas mis intenciones, acciones y operaciones sean puramente ordenadas en servicio y alabanza de vuestra divina majestad”.
El Evangelio de hoy nos habla de la impresión que la persona de Jesús:
¿Quién es éste de quien oigo semejantes cosas?
Herodes era capaz de reconocer la grandeza de Jesús, pero no le llevó a seguirle, sino que lo persiguió. Muchas veces el ateísmo no consiste en un desconocimiento de Dios, sino un rechazo de Aquél de quien se oyen semejantes cosas
Y añade el Evangelio: Y tenía ganas de ver a Jesús.
Hoy, delante del Sagrario, o en mi habitación (allá donde haga la oración), podría reflexionar una cosa, y pedir una gracia. Oración de súplica, implorar una gracia. Sin prisas, como un pobre pide a quien puede darle, sabiendo que no tiene derecho, pero con confianza audaz.
·         Reflexión: de entre los ruidos, los sonidos y las palabras que llegan a mí, ¿hago espacio interior para acoger la Palabra, la Llamada de Aquél que me busca?, ¿o la Palabra es una de tantas palabras que saturan de información nuestros oídos?
·         Petición: Señor, que tenga ganas de verte, de encontrarte, de descubrirte en mi vida.
Por si te ayuda (no pierdas tiempo en palabras humanas, si la Palabra te ha resonado en el corazón), a continuación tienes dos textos.
El primero, de una laica mística francesa, Madeleine Lelbrêl, que habla de una forma contemplativa de vivir en el mundo, para nada farisaica…
UNA COMUNIÓN EN UN AMOR
Cuando aquellos a quienes amamos nos piden algo,
les damos las gracias por pedírnoslo.
Si Tú deseases, Señor, pedirnos una única cosa en toda nuestra vida,
nos dejarías asombrados,
y el haber cumplido una sola vez tu Voluntad
sería el gran acontecimiento de nuestro destino.
Pero como cada día, cada hora, cada minuto,
pones en nuestras manos tal honor,
lo encontramos tan natural que estamos hastiados,
que estamos cansados…
El día que entendiésemos, iríamos por la vida como una especie de profetas,
como videntes de tus pequeñas providencias,
como agentes de tus intervenciones.
Ya lo decía Benedicto XVI, al concluir los ejercicios espirituales para la curia romana, el 23 de febrero de 2013, antes del final de su pontificado.
Creer no es otra cosa que, en la noche del mundo, tocar la mano de Dios,
y así, en el silencio, escuchar la Palabra, ver el Amor.

25/9/2019. Miércoles de la XXV semana del Tiempo Ordinario


Lectura del libro de Esdras (9, 5-9)
Yo, Esdras, a la hora de la ofrenda de la tarde salí de mi abatimiento y, con mi vestidura y el manto rasgados, me arrodillé, extendí las palmas de mis manos hacia el Señor, mi Dios, y exclamé: «Dios mío, estoy avergonzado y confundido; no me atrevo a levantar mi rostro hacia ti, porque nos hemos hecho culpables de numerosas faltas y nuestros delitos llegan hasta el cielo. Desde la época de nuestros padres hasta hoy hemos pecado gravemente. Por causa de nuestros delitos, nosotros, nuestros reyes y nuestros sacerdotes hemos sido entregados a los reyes extranjeros, a la espada, a la esclavitud, al saqueo y a la vergüenza, como sucede todavía hoy. Pero ahora, en un instante, el Señor nuestro Dios nos ha otorgado la gracia de dejarnos un resto y de concedernos un lugar en el templo santo. El Señor ha iluminado nuestros ojos y nos ha dado un respiro en medio de nuestra esclavitud. Porque somos esclavos, pero nuestro Dios no nos ha abandonado en nuestra esclavitud, sino que nos ha otorgado el favor de los reyes de Persia, nos ha dado y respiro para reconstruir el templo de nuestro Dios y restaurar sus ruinas y nos ha proporcionado un refugio seguro en Judá y Jerusalén».
Salmo responsorial (Tb 13, 2. 3-4. 6)
R. Bendito sea Dios, que vive eternamente.
Bendito sea Dios, que vive eternamente; y cuyo reino dura por los siglos.
Él azota y se compadece, hunde hasta el abismo y saca de él,
y no hay quien escape de su mano. 
R.
Dadle gracias, hijos de Israel, ante los gentiles, porque él nos dispersó entre ellos.
Proclamad allí su grandeza. 
R.
Ensalzadlo ante todos los vivientes:
que él es nuestro Dios y Señor, nuestro padre por todos los siglos. 
R.
Él nos azota por nuestros delitos, pero se compadecerá de nuevo,
y os congregará de entre las naciones por donde estáis dispersados. 
R.
Que todos alaben al Señor y le den gracias en Jerusalén. R.
Lectura del santo evangelio según san Lucas (9, 1-6)
En aquel tiempo, habiendo convocado Jesús a los Doce, les dio poder y autoridad sobre toda clase de demonios y para curar enfermedades. Luego los envió a proclamar el reino de Dios y a curar a los enfermos, diciéndoles: «No llevéis nada para el camino: ni bastón ni alforja, ni pan ni dinero; tampoco tengáis dos túnicas cada uno. Quedaos en la casa donde entréis, hasta que os vayáis de aquel sitio. Y si algunos no os reciben, al salir de aquel pueblo sacudíos el polvo de vuestros pies, como testimonio contra ellos». Se pusieron en camino y fueron de aldea en aldea, anunciando la Buena Noticia y curando en todas partes.

Archivo del blog