El Evangelio de hoy nos ofrece las
Bienaventuranzas de San Lucas. Como dijo el Papa Francisco hace un par de días
en Mauricio, “Las Bienaventuranzas son el carnet de identidad del
cristiano. Si alguno de nosotros se plantea la pregunta: “¿Cómo se hace
para ser un buen cristiano?”, la respuesta es sencilla: es necesario hacer,
cada uno a su modo, lo que pide Jesús en las bienaventuranzas. En ellas se
dibuja el rostro del Maestro, que estamos llamados a transparentar en lo
cotidiano de nuestras vidas”.
Acabamos de empezar un nuevo curso, en
la Universidad, en la Milicia, en la Parroquia, en el trabajo, después de las
vacaciones, después del parón, comenzamos de nuevo ¡¡allí donde estemos!!
Quizá volvías con ganas, con buenas
expectativas. Pero nada más empezar y toparte con la realidad, con la realidad
de los otros, no sólo la tuya, la realidad de los que te ponen horarios,
tareas, entregas, responsabilidades… la realidad de compaginar lo tuyo con lo
de los demás, en casa, en el lugar de estudio, de trabajo… las ganas ya no son
tantas, te abruma el cambio de ritmo, tienes ganas de parar cuando sólo estás
empezando a despegar.
Y llega hoy este Evangelio, que nos
invita a cambiar nuestra mentalidad, a buscar la alegría en lugar del placer,
el dar en vez del recibir, el abandono en vez de la inquietud, la arriesgada
audacia en vez de la cómoda pasividad. ¡¡Esta es la mentalidad de las
Bienaventuranzas!!
Estas son las actitudes que debo adoptar
para vivir la nueva vida que Jesús nos trae. Las actitudes que debo adoptar
para vivir este nuevo curso que el Señor me regala.
Seguía diciendo el Papa en
Mauricio: “Para vivir el Evangelio, no se puede esperar que todo a nuestro
alrededor sea favorable, porque muchas veces las ambiciones del poder y los
intereses mundanos juegan en contra nuestra (…) En una sociedad así, se vuelve
difícil vivir las bienaventuranzas (…) pero no podemos dejar que nos gane el
desaliento”.
No podemos esperar a que todo encaje en
nuestros planes y que todo salga como esperamos, que tengamos el ánimo, las
ganas o dispongamos de más tiempo… El momento es ahora, tu vida es la que
tienes. El Señor te ha regalado su amistad y una Comunidad de fe que te
acompaña.
¡¡No podemos dejarnos robar la alegría!!
Terminamos con las palabras del Papa en
Mauricio: “No nos olvidemos que quien convoca con fuerza, quien
construye la Iglesia, es el Espíritu Santo”.
“La imagen de María, la Madre
que nos protege y acompaña, nos recuerda que fue llamada la “bienaventurada”.
“A ella que vivió el dolor como una
espada que le atraviesa el corazón, a ella que cruzó el peor umbral del
dolor que es ver morir a su hijo, pidámosle el don de la apertura al Espíritu
Santo, de la alegría perseverante, esa que no se amilana, ni se repliega,
la que siempre vuelve a experimentar y afirmar que “el Todopoderoso hace
grandes obras, su nombre es santo”.