Purifico mi oración antes de comenzar,
le pido a Dios que haga Él lo que deseo pero soy incapaz de conseguir por mí
mismo: “Señor, que todas mis intenciones, acciones y operaciones sean
puramente ordenadas en servicio y alabanza de vuestra divina majestad”.
El Evangelio de hoy nos habla de la
impresión que la persona de Jesús:
¿Quién es éste de quien oigo semejantes
cosas?
Herodes era capaz de reconocer la
grandeza de Jesús, pero no le llevó a seguirle, sino que lo persiguió. Muchas
veces el ateísmo no consiste en un desconocimiento de Dios, sino un rechazo de
Aquél de quien se oyen semejantes cosas…
Y añade el Evangelio: Y tenía
ganas de ver a Jesús.
Hoy, delante del Sagrario, o en mi
habitación (allá donde haga la oración), podría reflexionar una cosa, y pedir
una gracia. Oración de súplica, implorar una gracia. Sin prisas, como un pobre
pide a quien puede darle, sabiendo que no tiene derecho, pero con confianza
audaz.
· Reflexión: de entre los ruidos, los sonidos y las
palabras que llegan a mí, ¿hago espacio interior para acoger la Palabra, la
Llamada de Aquél que me busca?, ¿o la Palabra es una de tantas palabras que
saturan de información nuestros oídos?
· Petición: Señor, que tenga ganas de verte, de
encontrarte, de descubrirte en mi vida.
Por si te ayuda (no pierdas tiempo en
palabras humanas, si la Palabra te ha resonado en el corazón), a continuación
tienes dos textos.
El primero, de una laica mística
francesa, Madeleine Lelbrêl, que habla de una forma contemplativa de vivir en
el mundo, para nada farisaica…
UNA COMUNIÓN EN UN AMOR
Cuando aquellos a quienes amamos nos
piden algo,
les damos las gracias por pedírnoslo.
les damos las gracias por pedírnoslo.
Si Tú deseases, Señor, pedirnos una
única cosa en toda nuestra vida,
nos dejarías asombrados,
y el haber cumplido una sola vez tu Voluntad
sería el gran acontecimiento de nuestro destino.
nos dejarías asombrados,
y el haber cumplido una sola vez tu Voluntad
sería el gran acontecimiento de nuestro destino.
Pero como cada día, cada hora, cada
minuto,
pones en nuestras manos tal honor,
lo encontramos tan natural que estamos hastiados,
que estamos cansados…
pones en nuestras manos tal honor,
lo encontramos tan natural que estamos hastiados,
que estamos cansados…
El día que entendiésemos, iríamos por la
vida como una especie de profetas,
como videntes de tus pequeñas providencias,
como agentes de tus intervenciones.
como videntes de tus pequeñas providencias,
como agentes de tus intervenciones.
Ya lo decía Benedicto XVI, al concluir
los ejercicios espirituales para la curia romana, el 23 de febrero de 2013,
antes del final de su pontificado.
Creer no es otra cosa que, en la noche
del mundo, tocar la mano de Dios,
y así, en el silencio, escuchar la
Palabra, ver el Amor.