Para iniciar la oración de cada día es
necesario quedarse solo y en silencio. En el lugar que más nos ayude, y
dejarnos inundar por la luz y la fuerza del Espíritu Santo. No se trata de
pasar un rato aislado, vacío, sino de vivir con intensidad bajo la presencia
del Dios Padre que nos ama y mantiene en la existencia.
Hoy el texto evangélico de san Lucas nos
ilumina con las palabras de Jesús; “Nadie que ha encendido una lámpara, la
tapa con una vasija o la mete debajo de la cama, sino que la pone en el
candelero para los que entren vean la luz…”
La fe es una luz que ilumina nuestra
vida, no solamente la conciencia sino también todas las acciones de este día y
se nota en las relaciones con las personas con las que convivamos en este día.
La fe se manifiesta en la vida social y se pone al servicio para que los demás
puedan ver y caminar en medio de las dificultades.
Si somos sencillos, sinceros, debemos de
admitir el don enorme que se nos ha regalado, la fe. Pero el Señor nos pide que
seamos generosos, que demos gratis el regalo recibido.
La consecuencia de vivir iluminando
desde la fe es desterrar la mentira, las verdades a medias… Mostremos siempre
la verdad. La mentira se oculta y, por muchas llaves que echemos para
esconderla, todo se llegará a saber, todo saldrá a la luz. “La humildad es andar
en verdad”, nos recuerda santa Teresa de Jesús.
Pidamos a La Virgen para que nuestra
vida sea sencilla, sin doblez, vivamos en la verdad y la propongamos con
caridad.