3 septiembre 2019. Martes de la XXII semana del T. Ordinario – San Gregorio Magno – Puntos de oración

Antes de hacer este rato de oración, hacemos presente al Señor en nosotros. Nos esforzamos en sentirlo cerca y en que estamos en su presencia.
            Quiero fijarme especialmente en la primera lectura de hoy. Los primeros discípulos tenían la impresión de que el fin del mundo estaba muy próximo; algunos pensaban que como estaba tan próximo no era necesario ni trabajar ni hacer nada. Pablo tiene que resolver estas dudas y aclarar que el final llegará cuando menos lo esperemos. Ya han pasado casi 2.000 años y aún no llega el final.
            Sin embargo, Jesús afirma en varias ocasiones que el Reino de Dios ya ha llegado a nosotros. ¿Cuál es la diferencia entre antes y después de Jesús? Yo estoy seguro que la muerte y resurrección de Jesús ha sido el momento más importante de la historia del ser humano. El hombre dio un paso en su evolución gigantesco cuando entró a participar del Reino de Dios. Los hombres damos ese paso en el momento del bautismo; el bautismo nos abre esa puerta que da al Reino de Dios.
            El hombre, no es como es, por pura evolución; el ser humano ha evolucionado desde el barro hasta lo que es, en función de una frase que aparece en la sagrada escritura: “Dios hizo al hombre a su imagen y semejanza” Por tanto toda la evolución humana ha estado en función de hacer, cada día, al hombre más semejante a Dios. La existencia del Hijo, de la segunda persona de la Santísima Trinidad es desde siempre; luego no es tanto que el Verbo se ha hecho hombre, sino que Dios ha ido divinizando al hombre. En un momento de la historia Dios infunde un alma al homínido más desarrollado, no sé hace cuantos cientos de miles de años, y surge el ser humano. El siguiente paso, mucho más grande aún, lo da Cristo con su muerte y resurrección; en ese momento el hombre se “imagen y semejanza de Dios”. El bautismo es el momento en que damos ese gran salto evolutivo: desde ese momento las cosas son nuevas.
            Si lees el Evangelio, las palabras de Jesús, con este enfoque, verás que todo cobra sentido más profundo; mi vida cristiana no puede seguir siendo tan vacía. Si mantienes la vida de la Gracia, sigues viviendo más plenamente en el Reino de Dios.
            Pídele ayuda a la Virgen para aprender a vivir tan cerca de Dios como Ella vivió tantos años de su vida.

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