22 septiembre 2019. Domingo XXV del Tiempo Ordinario (Ciclo C) – Puntos de oración


En la segunda lectura de la carta de san Pablo a Timoteo encontramos entre los consejos que le da para que se hagan súplicas por las necesidades de los hombres en sociedad, “pues bueno y agradable a los ojos de Dios, nuestro Salvador, que quiere que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento de la verdad”; esto es el corazón de Pablo reflejo del Corazón de Jesús que en este año centenario  para la Evangelización nos propone la Iglesia a través de la Diócesis de Getafe. Pero Pablo sigue en la carta lo que dice ese corazón ardiente de Pablo misionero que nos enciende cuando leemos o meditamos a ser misión: “Quiero que los hombres oren en todo lugar, alzando unas manos limpias, sin iras ni divisiones”.
Nos pone firmes, en salida, en campaña. Tantos a nuestro alrededor que no le conocen, viven alejados, desinteresados, buscando en el móvil, algo para vivir en el ocio, la comodidad, llevados por sensaciones de imágenes que le saquen a una realidad virtual que nunca puede llenar. Ante una situación así cómo debe elevarse nuestra súplica en la oración de este domingo que no podemos dejar, después de haberle conocido en unos ejercicios recientes o que tengo que hacer pronto, para llegar a ese conocimiento de la Verdad y encontrarnos con ella, escuchando de sus labios:” Yo soy la Verdad, el camino y la Vida”. Principio, medio y fin de todas las cosas alfa y omega.
La segunda idea la podemos encontrar en el evangelio del administrador infiel, cuando acaba la parábola diciendo “Ningún siervo puede servir a dos señores, porque, o bien aborrecerá a uno y amará a otro, o bien se dedicará al primero y no hará caso del segundo. No podéis servir a Dios y al dinero”.
Estas dos ideas,  la importancia de que todos lleguemos al conocimiento de la verdad y y de que no podemos servir a Dios y al dinero,  las tiene que  fijar  Jesús en nuestro corazón  tan fuerte que  habrá momentos duros en os que elegirle a Él supondrá renuncias muy costosas,  pero si tenemos claro nuestro criterio de discernimiento, la gracia de la oración bien hecha pondrá en su lugar cada cosa para decidir lo que más conviene,  su voluntad, que nos lleva a la santidad que es lo que quiere para nosotros los hombres, ser felices, estar siempre alegres.
Aprendamos esta elección, en la escuela de María, siempre alegre, siempre fiel, siempre SÍ, “Hágase, Estar”.
Encontremos en los consejos del Papa a los jóvenes en Madagascar que los pongo a continuación y veréis qué sintonía:
Durante el encuentro, el Santo Padre ofreció estas enseñanzas a los jóvenes, que él mismo describió como: “pequeños elementos que pueden darles el apoyo necesario para no achicarse en los momentos de dificultad, sino para abrir una brecha de esperanza; brecha que les ayudará a poner en juego su creatividad y a encontrar nuevos caminos y espacios para responder a los problemas con el gusto de la solidaridad”.
1.                 ¡Ustedes son importantes! Tienen que saberlo, tienen que creérselo. ¡Ustedes son importantes! Pero ¡con humildad!
2.                 La alegría es el mejor antídoto que desmiente a todos aquellos que quieren dividir, fragmentar o enfrentar.
3.                 Si quieres llegar rápido camina solo, si quieres llegar lejos, ve acompañado.
4.                 Sueñen con otros, nunca contra otros; sueñen como han soñado y preparado este encuentro: todos unidos y sin barreras.
5.                 La resignación es enemiga de los sueños y del compromiso, también lo es la ansiedad.
6.                 No dejen que les roben la alegría. No dejen de cantar y expresarse de acuerdo a todo lo bueno que aprendieron de sus tradiciones.
7.                 ¡No es bueno darse por vencido! No caigamos en el error de detenernos porque hay cosas que no nos salieron bien la primera vez.
8.                 Seamos capaces de crear la amistad social. No olviden que la enemistad social destruye: ¡El mundo se destruye por la enemistad! Y la enemistad más grande es la guerra.
9.                 Los sueños más bellos se conquistan con esperanza, paciencia y determinación, renunciando a las prisas.
10.             La paz es un proceso que también ustedes están llamados a recorrer, tendiendo siempre sus manos especialmente a aquellos que están pasando en un momento de dificultad.
11.             Busquen crecer en la amistad también con los que piensan distinto, para que la solidaridad crezca entre ustedes y se transforme en la mejor arma para transformar la historia.
12.             Proteger nuestra casa común, una casa que es de todos y para todos. Este es un lindo sueño para cultivar juntos, como familia, una linda lucha que los puede ayudar a mantenerse unidos.
Por último, el Papa Francisco quiso realizar una última reflexión: “Dios los ama, y en esa afirmación estamos de acuerdo todas las tradiciones religiosas -y añadió- para Él realmente eres valioso, tú no eres insignificante, le importas, porque eres obra de sus manos. Porque te ama. Por eso te presta atención y te recuerda con cariño’. No quiere llevar la cuenta de tus errores y, en todo caso, te ayudará a aprender algo también de tus caídas. Porque te ama. Intenta quedarte un momento en silencio dejándote amar por Él. Intenta acallar todas las voces y gritos interiores y quédate un instante en sus brazos de amor”.
Por ello, el Santo Padre invitó a guardar unos minutos de silencio para reflexionar en el Amor de Dios que “es sencillo, casi silencioso, discreto: no avasalla, no se impone, no es un amor estridente u ostentoso; es un amor de libertad y para la libertad, amor que cura y que levanta”.

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