Estas pistas o puntos de oración quieren
ser una ayuda para entablar ese diálogo íntimo con el Señor que es la oración.
Para estar con Jesús como con un amigo. Unas veces hablándole, o atento a lo
que nos dice, y otras muchas, mirándole simplemente en contemplación.
En la primera lectura, san Pablo pide a
los colosenses que traigan a la memoria todo el bien recibido desde que
escucharon y aceptaron el Evangelio de Jesucristo. “Antes estabais también
vosotros alejados de Dios”. Pensemos ahora en este ratito lo cercano o
lejano que está Dios de nuestra vida. ¿Qué es lo que más me llena? ¿Quién o qué
me motiva a actuar? ¿Cuáles son mis pensamientos preferidos, mis sueños y, los
quehaceres que más me absorben? Pensemos qué lugar ocupa Dios en nuestra vida.
Qué lugar ocupó no hace mucho y si desde hace algún tiempo, poco a poco, se ha
ido al fondo y está ahora tapado por capas de sedimentos. Traigamos a la
memoria todo lo que Jesucristo ha hecho por nosotros: gracias a la
muerte que Cristo sufrió en su cuerpo de carne, Dios os ha reconciliado para
haceros santos, sin mancha y sin reproche en su presencia. Pidamos la
gracia de ver, de reconocer tanto bien recibido. La gracia de permanecer cimentados
y estables en la fe, e inamovibles en la esperanza del Evangelio que
es Cristo vivo, actuando en nuestras vidas y por medio de nosotros en la de
otros muchos.
Si unimos la meditación de la primera
lectura con la del Evangelio del día, nos podemos seguir preguntado por lo que
hay “dentro” de nosotros, por lo que nos motiva a obrar, a amar. ¿Por qué
hacemos las cosas? ¿Somos realmente libres? Los discípulos de Jesús no cumplían
la norma del sábado, no estaban apegados como los fariseos a las apariencias
externas. Se sentían libres porque estaban con Jesús. En la oración nos debemos
sentir totalmente libres porque Jesús está con nosotros. Está vivo en nosotros
y nosotros con Él en su Iglesia. El cumplimiento de las normas externas sin una
verdadera pureza de intención no tiene valor ante Dios y además las normas
religiosas deben estar referidas a Jesús, que es el Señor: «El Hijo del
hombre es señor del sábado.» Y antes había dicho: “El sábado
es para el hombre, no el hombre para el sábado. Dios ha
entregado todo al hombre, incluso a su propio Hijo. Dios no nos quita la
libertad, todo lo contrario, nos hace libres. Sin embargo, hay cosas
dentro y fuera de nosotros que nos pueden esclavizar. ¿Cuáles son mis cadenas?
Que María, mujer orante, nos ayude a estar con Jesús. Ella nos lo
entrega de nuevo cada día en la oración. Vamos a Jesús por María, conocemos a
Jesús por María y seguimos a Jesús con María. Ella es el mejor método de
oración.