Para comenzar nuestra oración nos
ponemos en la presencia del señor, le pedimos luz al Espíritu Santo para que
nos ilumine y también podemos pedir la intercesión de algún santo.
En el día de hoy, la primera lectura
termina con las palabras “Dios está
con vosotros”. Estás sencillas palabras nos recuerdan un hecho que
muchas veces pasamos desapercibido. Y es, que Dios siempre nos acompaña, está
con nosotros en el trabajo, en casa, en clase etc. Viviendo con tan gran
compañía nuestra forma de afrontar el día a día debería ser apasionante,
entregada, alegre, sincera… Supone un cambio tan grande vivir así, que faltan
adjetivos para describirlo. Podemos empezar nuestra oración hoy con recordando
esta idea, revisando como si somos conscientes de que estamos compartiendo cada
instante con el Señor o simplemente pidiéndole que nos ayude a darnos cuenta de
que está ahí.
Después en el evangelio se nos propone
un pasaje muy cotidiano. Los apóstoles no terminan de entender el modo de
actuar de Jesús, que no busca vengarse de la aldea que no le había acogido. Por
un lado, podemos observar cómo es Dios, no castiga, no condena, viene a
salvarnos. Y por otro lado la actitud de los apóstoles, que muchas veces es la
nuestra, juzgan antes de tiempo, condenan a sus prójimos y se dejan llevar de
los enfados del momento. En esta escena se pone de manifiesto lo revolucionaría
que es la manera de vivir de Jesús, va en contra de lo que estamos habituados o
de lo que nos sale natural. Sin embargo, nos enseña que ese es el camino que
conduce a Él.
Jesús hoy nos pide a través de las
lecturas que revisemos nuestra forma de vivir para proponernos la suya. Esta
forma de vida se basa en dos claves: Él está a nuestro lado, no nos abandona y
nos pide ser diferentes, reformar nuestro carácter, vivir hacia el prójimo. En
definitiva, vivir así es una completa revolución, la revolución del amor. La
oración de hoy puede ser el principio de esa revolución en nosotros, si le
dejamos actuar.
Para acabar nuestro rato de oración hoy
no puede faltar un pequeño coloquio con la Virgen, que pongamos a sus pies
todas nuestras inquietudes, ilusiones, proyectos, y comentar con ella como nos
ha ido la oración.