1/12/2018. Sábado de la XXXIV semana de Tiempo Ordinario


Lectura del libro del Apocalipsis (22, 1-7)
El ángel del Señor me mostró a mí, Juan, un río de agua viva, reluciente como el cristal, que brotaba del trono de Dios y del Cordero. En medio de su plaza, a un lado y otro del río, hay un árbol de vida que da doce frutos, uno cada mes. Y las hojas del árbol sirven para la curación de las naciones. Y no habrá maldición alguna. Y el trono de Dios y del Cordero estará en ella, y sus siervos le darán culto. Y verán su rostro, y su nombre está sobre su frente. Y ya no habrá más noche, y no tienen necesidad de luz de lámpara ni de luz del sol, porque el Señor Dios iluminará y reinarán por los siglos de los siglos. Y me dijo: «Estas son palabras fieles y veraces; el Señor, Dios de los espíritus de los profetas, ha enviado su ángel para que mostrase a sus siervos lo que tiene que suceder pronto. Mira, yo vengo pronto. Bienaventurado el que guarda las palabras proféticas de este libro».
Salmo responsorial (Sal 94, 1-2. 3-5. 6-7)
R. Maranathá. ¡Ven, Señor Jesús!
Venid, aclamemos al Señor, demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias, aclamándolo con cantos. 
R.
Porque el Señor es un Dios grande, soberano de todos los dioses:
tiene en su mano las simas de la tierra, son suyas las cumbres de los montes;
suyo es el mar, porque él lo hizo, la tierra firme que modelaron sus manos. 
R.
Entrad, postrémonos por tierra, bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios, y nosotros su pueblo, el rebaño que él guía. 
R.
Lectura del santo evangelio según san Lucas (21, 34-36)
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: -«Tened cuidado de vosotros, no sea que se emboten vuestros corazones con juergas, borracheras y las inquietudes de la vida, y se os eche encima de repente aquel día; porque caerá como un lazo sobre todos los habitantes de la tierra. Estad, pues, despiertos en todo tiempo, pidiendo que podáis escapar de todo lo que está por suceder y manteneros en pie ante el Hijo del hombre».

1 diciembre 2018. Sábado de la XXXIV semana de Tiempo Ordinario – Puntos de oración


Para comenzar nuestra oración nos ponemos en la presencia del señor, le pedimos luz al Espíritu Santo para que nos ilumine y nos ayude a hacer oración.
Hoy el mensaje del evangelio es bastante claro: somos cristianos en todo momento y eso implica vivir como tales. Sin embargo, el mundo de hoy no lo pone nada fácil y en seguida podemos encontrar muchas dificultades. Por eso hoy Jesús nos recuerda que tenemos que llevar cuidado que nuestro corazón solo lo puede llenar Él y no el mundo. Al final yo creo que podemos ver esto como una invitación a dejarle entrar, a vivir intentando que cada vez nos parezcamos más y estemos más llenos de Él. Una invitación que tenemos que aceptar y renovar día a día porque como decía al principio somos cristianos en todo momento y con lo cual tenemos que buscar parecernos a Jesús en todo momento.
Por otro lado, el evangelio deja un detalle que a mí personalmente me ha sorprendido mucho. Concretamente me han sorprendido las últimas palabras: “… manteneros en pie ante el Hijo del hombre.”  Mantenernos en pie ante el Hijo del hombre como María en la Cruz. Se ve como María siempre es el mejor ejemplo de cómo hacer vida el evangelio. Hoy que además en sábado día de la Virgen a una semana justo del día de la Inmaculada os invito a reflexionar el Estar de María a los pies de Jesús.  Al final en ese camino de mantenernos cerca de Jesús en medio de la vida, acaba apareciendo siempre María. Pidámosle que nos ayude, que nos aconseje que enseñe. Que tengamos un rato intimo con ella para que imitándola seamos capaces de vivir cada día como mejores cristianos.
Podemos terminar la oración quedándonos mirando el sagrario, si se puede, simplemente disfrutando del regalo de Estar cerca de Él y pidiéndole mantenernos siempre a su lado.

30/11/2018, San Andrés, apóstol


Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos (10, 9-18)
Hermanos: Si profesas con tus labios que Jesús es el Señor, y crees con tu corazón que Dios lo resucitó de entre los muertos, serás salvado. Pues con el corazón se cree para alcanzar la justicia, y con los labios se profesa para alcanzar la salvación. Pues dice la Escritura: «Nadie que crea en él quedará confundido». En efecto, no hay distinción entre judío y griego; porque uno mismo es el Señor de todos, generoso con todos los que lo invocan, pues «todo el que invoque el nombre del Señor será salvo». Ahora bien, ¿cómo invocarán a aquel en quien no han creído?; ¿cómo creerán en aquel de quien no han oído hablar?; y ¿cómo oirán hablar de él sin nadie que anuncie?; y ¿cómo anunciarán si no los envían? Según está escrito: «¡Qué hermosos los pies de los que anuncian la Buena Noticia del bien!». Pero no todos han prestado oído al Evangelio. Pues Isaías afirma: «Señor, ¿quién ha creído nuestro mensaje?» Así, pues, la fe nace del mensaje que se escucha, y viene a través de la palabra de Cristo. Pero digo yo: «¿Es que no lo han oído? Todo lo contrario: «A toda la tierra alcanza su pregón, y hasta los confines del orbe sus palabras».
Salmo responsorial (Sal 18, 2-3. 4-5)
R. A toda la tierra alcanza su pregón.
El cielo proclama la gloria de Dios, el firmamento pregona la obra de sus manos:
el día al día le pasa el mensaje, la noche a la noche se lo susurra. 
R.
Sin que hablen, sin que pronuncien, sin que resuene su voz,
a toda la tierra alcanza su pregón y hasta los límites del orbe su lenguaje. 
R.
Lectura del santo evangelio según san Mateo (4, 18-22)
En aquel tiempo, pasando Jesús junto al mar de Galilea vio a dos hermanos, a Simón, llamado Pedro, y a Andrés, su hermano, que estaban echando la red en el mar, pues eran pescadores. Les dijo: «Venid en pos de mí y os haré pescadores de hombres». Inmediatamente dejaron las redes y lo siguieron. Y pasando adelante vio a otros dos hermanos, a Santiago, hijo de Zebedeo, y a Juan, su hermano, que estaban en la barca repasando las redes con Zebedeo, su padre, y los llamó. Inmediatamente dejaron la barca y a su padre y lo siguieron.

30 noviembre 2018. San Andrés, apóstol – Puntos de oración


Oración preparatoria: “Señor, que todas mis intenciones, acciones y operaciones sean puramente ordenadas en servicio y alabanza de tu divina majestad”.
El Evangelio nos muestra el encuentro de Jesús con Pedro y Andrés y su llamamiento para seguir a Jesús. Pasó a su lado, donde ellos estaban, y los llamó. Vamos a centrar la mirada en la acción del Maestro.
…Pasando Jesús… ¿Cuántas veces pasa el Señor a nuestro lado cada día? Sí, es una metáfora, pero la realidad es que Jesús pasa continuamente a nuestro lado. Por decir mejor: está en nosotros, está siempre a nuestro lado. El problema es que yo no soy consciente de su presencia. Pero Él está ahí.
Jesús está en mí y Jesús está en los otros, los que están a mi lado, los otros Cristos.
Hace un par de años el Papa comenzó a hacer unas catequesis sobre las obras de misericordia. Y pronunció estas palabras:
Siempre Jesús está presente allí. Donde hay necesidad, una persona que tiene una necesidad, sea material que espiritual, Jesús está ahí. Reconocer su rostro en el de quien se encuentra necesitado es un verdadero desafío contra la indiferencia. Nos permite ser siempre más vigilantes, evitando que Cristo nos pase al lado sin que le reconozcamos. Me vuelve a la mente la frase de san Agustín: «Timeo Iesum transeuntem» (Serm., 88, 14, 13), «tengo miedo de que el Señor pase» y no le reconozca, que el Señor pase delante de mí en una de estas personas pequeñas, necesitadas y yo no me dé cuenta de que es Jesús. ¡Tengo miedo de que el Señor pase y no le reconozca! Me he preguntado por qué san Agustín dijo que temiéramos el paso de Jesús. La respuesta, desgraciadamente, está en nuestros comportamientos: porque a menudo estamos distraídos, indiferentes, y cuando el Señor nos pasa cerca perdemos la ocasión del encuentro con Él. (12-10-2016).
Pongamos nuestros temores en manos de la Virgen, que ella los sabrá transformar en paz y certeza de Su presencia.

29/11/2018. Jueves de la XXXIV semana del Tiempo Ordinario


Lectura del libro del Apocalipsis (18,1-2.21-23;19,1-3.9a)
Yo, Juan, vi un ángel que bajaba del cielo; con gran autoridad, y la tierra se deslumbró con un resplandor. Y gritó con fuerte voz: «Cayó, cayó la gran Babilonia. Y se ha convertido en morada de demonios, en guarida de todo espíritu inmundo, en guarida de todo pájaro inmundo y abominable». Un ángel vigoroso levantó una piedra grande como una rueda de molino y la precipitó al mar diciendo: -«Así, con este ímpetu será precipitada Babilonia, la gran ciudad, y no quedará rastro de ella. No se escuchará en ti la voz de citaristas ni músicos, de flautas y trompetas. No habrá más en ti artífices de ningún arte; y ya no se escuchará en ti el ruido del molino; ni brillará más en ti la luz de lámpara; ni se escuchará más en ti la voz del novio y de la novia, porque tus mercaderes eran los magnates de la tierra y con tus brujerías embaucaste a todas las naciones». Después de esto oí en el cielo como el vocerío de una gran muchedumbre, que decía: «Aleluya. La salvación, la gloria y el poder son de nuestro Dios, porque sus juicios son verdaderos y justos. Él ha condenado a la gran prostituta que corrompía la tierra con sus fornicaciones, y ha vengado en ella la sangre de sus siervos». Y por segunda vez dijeron: -«Aleluya». Y el humo de su incendio sube por los siglos de los siglos. Y me dijo: «Escribe: "Bienaventurados los invitados al banquete de bodas del Cordero"».
Salmo responsorial (Sal 99,2.3.4.5)
R. Bienaventurados los invitados al banquete de bodas del Cordero
Aclama al Señor, tierra entera, servid al Señor con alegría,
entrad en su presencia con vítores. 
R.
Sabed que el Señor es Dios: que él nos hizo y somos suyos,
su pueblo y ovejas de su rebaño. 
R.
Entrad por sus puertas con acción de gracias, por sus atrios con himnos,
dándole gracias y bendiciendo su nombre. 
R.
El Señor es bueno, su misericordia es eterna,
su fidelidad por todas las edades. 
R.
Lectura del santo evangelio según san Lucas (21,20-28)
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Cuando veáis a Jerusalén sitiada por ejércitos, sabed que entonces está cerca su destrucción. Entonces los que estén en Judea, que huyan a los montes; los que estén en medio de Jerusalén, que se alejen; los que estén en los campos, que no entren en ella; porque estos son “días de venganza” para que se cumpla todo lo que está escrito. ¡Ay de las que estén encinta o criando en aquellos días! Porque habrá una gran calamidad en esta tierra y un castigo para este pueblo. “Caerán a filo de espada”, los llevarán cautivos “a todas las naciones”, y “Jerusalén será pisoteada por los gentiles”, hasta que alcancen su plenitud los tiempos de los gentiles. Habrá signos en el sol y la luna y las estrellas, y en la tierra angustia de las gentes, perplejas por el estruendo del mar y el oleaje, desfalleciendo los hombres por el miedo y la ansiedad ante lo que se le viene encima al mundo, pues las potencias del cielo serán sacudidas. Entonces verán al Hijo del hombre venir en una nube, con gran poder y gloria. Cuando empiece a suceder esto, levantaos, alzad la cabeza: se acerca vuestra liberación».

29 noviembre 2018. Jueves de la XXXIV semana del Tiempo Ordinario – Puntos de oración

* Primera lectura: Cayó «la gran Babilonia» ... Como una rueda de molino que se tira al mar... La pregunta que se hacían los primeros cristianos era la siguiente: ¿No ha triunfado Jesús de todas las potencias del mal? ¿Cómo es posible que los fieles de Jesús sufran ese desencadenamiento de odio y de violencia? ¿Por qué se nos persigue? ¿Va a desaparecer la Iglesia?
San Juan se dirige pues a hombres descorazonados, atribulados. El Apocalipsis se escribió para dar respuesta a esa trágica situación.
Después oí en el cielo una voz potente, como la de una gran muchedumbre que proclamaba: «¡Aleluya! ¡La salvación, la gloria y el poder son de nuestro Dios!» La ciudad del mal ha desaparecido. Enseguida estallan gritos de alabanza.  Muchedumbres que exultan y cantan «con voz potente».
Un ángel me dijo entonces: "Escribe: ¡Dichosos los invitados al banquete de bodas del Cordero!" El fin de los tiempos, como en la parábola de las «doncellas prudentes y de las doncellas necias», se presenta aquí como un banquete. Todo el contexto de este pasaje desarrolla ese tema nupcial: el fin del mundo será la celebración definitiva de las bodas de Cristo con la humanidad. Pero esta boda ya ha comenzado. Estoy invitado a esa boda divina.
"¡Dichosos los invitados al banquete de bodas!" Cada una de las Misas en las que participo es el anuncio y el comienzo de ese banquete nupcial que celebra "la Alianza nueva y eterna". "Tened vuestras lámparas encendidas, despertaos, ¡he aquí el Esposo que viene!" "Y las que estaban preparadas entraron, con El, en la sala del banquete de bodas".
¡Ven, Señor, Jesús! Consérvanos vigilantes hasta el día en que Tu aparecerás.
* Evangelio:  Es la tercera vez que Jesús anuncia, con pena, la destrucción de Jerusalén: "serán días de venganza... habrá angustia tremenda, caerán a filo de espada, los llevarán cautivos a todas las naciones: Jerusalén será pisoteada por los gentiles". También aquí Lucas mezcla dos planos: éste de la caída de Jerusalén y la del final del mundo, la segunda venida de Cristo, precedida de signos en el sol y las estrellas y el estruendo del mar y el miedo y la ansiedad "ante lo que se le viene encima al mundo".
Pero la perspectiva es optimista: "entonces verán al Hijo del Hombre venir con gran poder y gloria". El anuncio no quiere entristecer, sino animar: "cuando suceda todo esto, levantaos, alzad la cabeza: se acerca vuestra liberación".
Está claro que todos nosotros somos invitados a tener confianza en la victoria de Cristo Jesús: el Hijo del Hombre viene con poder y gloria. Viene a salvar. Debemos "alzar la cabeza y levantarnos", porque "se acerca nuestra liberación". Entonces la venida de Cristo no será en humildad y pobreza, como en Belén, sino en gloria y majestad.
No vivamos angustiados ante la segunda venida del Señor, su Parusía: meditemos, mejor, las profundas palabras de san Agustín que, ya en su época, al ver a los cristianos atemorizados ante el retorno del Señor, se pregunta: «¿Cómo puede la Esposa tener miedo de su Esposo?».
El lenguaje escatológico empleado por Cristo en este pasaje nos muestra dos cosas: que Él es el Señor y dueño de la historia y de los acontecimientos, y que todo cristiano tiene como consigna la vigilancia, pues desconocemos el día y la hora en que todo esto sucederá.
Repitamos las palabras de Santa Teresa "Solo Dios basta" y seamos capaces de cobrar el ánimo y levantar nuestra cabeza porque se acerca nuestra liberación.
ORACIÓN FINAL
Dios y Padre de nuestro salvador Jesucristo, que, en María, virgen santa y madre diligente, nos has dado la imagen de la Iglesia; envía tu Espíritu en ayuda de nuestra debilidad, para que perseverando en la fe crezcamos en el amor y avancemos juntos hasta la meta de la bienaventurada esperanza. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

28/11/2018. Miércoles de la XXXIV semana del Tiempo Ordinario


Lectura del libro del Apocalipsis (15, 1-4)
Yo, Juan, vi en el cielo otra signo, grande y maravilloso: siete ángeles que llevaban siete plagas, las últimas, pues con ellas se consuma la ira de Dios. Vi una especie de mar de vidrio mezclado con fuego; los vencedores de la bestia, de su imagen y del número de su nombre estaban de pie sobre el mar cristalino; tenían en la mano las citaras de Dios. Y cantan el cántico de Moisés, el siervo de Dios, y el cántico del Cordero, diciendo: «Grandes y admirables son tus obras, Señor, Dios omnipotente, justos y verdaderos tus caminos, rey de los pueblos. ¿Quién no temerá y no dará gloria a tu nombre? Porque vendrán todas las naciones y se postrarán ante ti, porque tú solo eres santo y tus justas sentencias han quedado manifiestas».
Salmo responsorial (Sal 97, 1. 2-3ab. 7-8. 9)
R. Grandes y admirables son tus obras, Señor, Dios omnipotente.
Cantad al Señor un cántico nuevo, porque ha hecho maravillas:
su diestra le ha dado la victoria, su santo brazo. 
R.
El Señor da a conocer su salvación, revela a las naciones su justicia:
se acordó de su misericordia y su fidelidad en favor de la casa de Israel. 
R.
Retumbe el mar y cuanto contiene, la tierra y cuantos la habitan;
aplaudan los ríos, aclamen los montes. 
R.
Al Señor, que llega para regir la tierra.
Regirá el orbe con justicia y los pueblos con rectitud. 
R.
Lectura del santo evangelio según san Lucas (21, 12-19)
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Os echarán mano, os perseguirán, entregándoos a las sinagogas y a la cárceles, y haciéndoos comparecer ante reyes y gobernadores, por causa de mi nombre. Esto os servirá de ocasión para dar testimonio. Por ello, meteos bien en la cabeza que no tenéis que preparar vuestra defensa, porque yo os daré palabras y sabiduría a las que no podrá hacer frente ni contradecir ningún adversario vuestro. Y hasta vuestros padres, y parientes, y hermanos, y amigos os entregarán, y matarán a algunos de vosotros, y todos os odiarán a causa de mi nombre. Pero ni un cabello de vuestra cabeza perecerá; con vuestra perseverancia salvaréis vuestras almas».

28 noviembre 2018. Miércoles de la XXXIV semana del Tiempo Ordinario – Puntos de oración


Todavía tenemos muy reciente la fiesta de Cristo Rey que celebramos el domingo pasado.
En los Ejercicios Espirituales nos propone san Ignacio al inicio de la 2ª Semana, el Reino; El llamamiento del rey temporal ayuda a contemplar la vida del Rey Eternal.
En el nº (95) del libro de los EE al final del párrafo nos dice: “… por tanto, quien quisiere venir conmigo ha de trabajar conmigo, porque siguiéndome en la pena también me siga en la gloria”.
En este rato de oración el Señor me concreta en qué consiste su seguimiento. Escuchemos el texto del Evangelio que hoy nos propone la Liturgia. Si le quiero seguir, esta es la causa. Y estas las consecuencias:
-          Os perseguirán entregándoos a la cárcel y haciéndoos comparecer ante reyes y gobernadores.
-          Este es vuestro testimonio.
-          Pero yo prepararé vuestra defensa y nos os podrán contradecir ningún adversario.
-          Todos os odiarán a causa de mi Nombre.
-          Pero confiad en mí, ni uno sólo de vuestros cabellos caerán sin mi consentimiento.
-          Por vuestra perseverancia (por vuestra constancia) salvaréis vuestras almas.
Muchas veces cuando nos sobrevienen las dificultades nos preguntamos por qué debemos asumirlas y nonos rebelamos. Nos recuerda san Pablo: Todo concurre para bien de los que aman a Dios.
Nuestro dolor se convierte en testigo elocuente de su misericordia para con todos.
Mirando a la Virgen Inmaculada, figura central del Adviento nos ayude a vivir la voluntad de Dios.

27/11/2018. Martes de la XXXIV semana del Tiempo Ordinario


Lectura del libro del Apocalipsis (14, 14-19)
Yo, Juan, miré y apareció una nube blanca; y sentado sobre la nube alguien como un Hijo de hombre, que tenía en la cabeza una corona de oro y en su mano una hoz afilada. Salió otro ángel del santuario clamando con gran voz al que estaba sentado sobre la nube: «Mete tu hoz y siega; ha llegado la hora de la siega, pues ya está seca la mies de la tierra». El que estaba sentado encima de la nube metió su hoz sobre la tierra y la tierra quedo segada. Otro ángel salió del santuario del cielo, llevando él también una hoz afilada. Y del altar salió otro ángel, el que tiene poder sobre el fuego, y le gritó con gran voz al que tenía la hoz afilada, diciendo: «Mete tu hoz afilada y vendimia los racimos de la viña de la tierra, porque los racimos están maduros». El ángel metió su hoz en la tierra y vendimió la viña de la tierra y echó las uvas en el gran lagar de la ira de Dios.
Salmo responsorial (Sal 95, 10. 11-12. 13)
R. Llega el Señor a regir la tierra.
Decid a los pueblos: «El Señor es rey, él afianzó el orbe, y no se moverá;
él gobierna a los pueblos rectamente». 
R.
Alégrese el cielo, goce la tierra, retumbe el mar y cuanto lo llena;
vitoreen los campos y cuanto hay en ellos, aclamen los árboles del bosque. 
R.
Delante del Señor, que ya llega, ya llega a regir la tierra:
regirá el orbe con justicia y los pueblos con fidelidad. 
R.
Lectura del santo evangelio según san Lucas (21, 5-11)
En aquel tiempo, como algunos hablaban del templo, de lo bellamente adornado que estaba con piedra caliza y exvotos, Jesús les dijo: «Esto que contempláis, llegarán días en que no quedará piedra sobre piedra que no sea destruida». Ellos le preguntaron: -«Maestro, ¿cuándo va a ser eso?, ¿y cuál será la señal de que todo eso está para suceder?». Él dijo: «Mirad que nadie os engañe. Porque muchos vendrán en mi nombre, diciendo: "Yo soy", o bien "Está llegando el tiempo"; no vayáis tras ellos. Cuando oigáis noticias de guerras y de revoluciones, no tengáis pánico. Porque es necesario que eso ocurra primero, pero el fin no será enseguida». Entonces les decía: «Se alzará pueblo contra pueblo y reino contra reino, habrá grandes terremotos, y en diversos países, hambres y pestes. Habrá también fenómenos espantosos y grandes signos en el cielo».

27 noviembre 2018. Martes de la XXXIV semana del Tiempo Ordinario – Puntos de oración


Acabamos de celebrar el último domingo la fiesta de Cristo Rey. Bastaría leer las “Semblanzas” de este día y la del primer domingo de Adviento para ponernos a tono en esta Campaña de la Inmaculada que estamos viviendo en las cuatro semanas que la rodean.
Yo me preguntaba en la primera ¿Qué puedo hacer que la haga distinta, como la primera que fue inolvidable y marcó todas las que se han ido siguiendo? Y parece que la pregunta era Ella quien me la hacía a mí: “¿En qué me puedes ayudar?” Y cogiendo el folleto tan bien preparado para vivirla, hasta en la letra grande que todo el mundo a quien presento el folleto agradecido me lo dice no solo por el contenido sino también por la presentación lo manejable, me volví sobre los cuatro puntos de las cuatro semanas: reflexión y constancia para la primera, cumplimiento del deber para la segunda, reforma de carácter para la tercera y paciencia para la cuarta; es decir, no cansarse nunca de estar empezando  siempre,  como la primera los cuatro puntos cardinales del “Forja” ese tesoro escondido que a tantos que lo hemos leído y tratado de vivir a lo largo de la vida y tanto bien nos ha hecho y hemos visto que han hecho a los demás y queremos seguir impregnando y contagiando a los jóvenes, como manifestaba alguno en los puntos que nos enviaba no hace mucho.
1º Reflexión: “Mira que todo se ha de acabar”, que no quedará piedra sobre piedra como nos dice Jesús en el Evangelio de estos días. “El tiempo pasa, la eternidad se acerca y las almas se condenan”, Sin darnos cuenta, la vida se nos va y la Virgen siente como las almas no se acercan a la fuente de la Vida que es su Hijo y siempre tan cariñosa nos pide en qué la podemos ayudar como es lo que tenemos en la segunda semana:
2º Cumplimiento del deber, empezando por un horario sin pérdida de un minuto, en el trabajo, en el estudio, en la casa en las tareas, en clase, en el apostolado. Hagamos ese poquito que hay en mí y puedo hacer. No perder el tiempo, empezando con un buen rato de oración cada mañana, que me ordenará todo el día y luego tendré tiempo para participar en las actividades de la Milicia que son de Santa María, que cuando no asisto algo está fallando en mí. Y me pregunta: “¿Me puedes ayudar?”. Responde sí como Ella respondió al ángel.
3º. Reforma del carácter. En campamento descubriste el defecto dominante, ahora es momento de volver y no cansarse de corregir aquello, teniendo a tan gran valedora que nos lo pide.
4º Paciencia: Un año se acaba, una historia concluye… el tiempo se esfuma, sólo Dios permanece para siempre y Cristo Rey impera para siempre en la eternidad sin fin.
Digamos con santa Teresa, “Nada te turbe… Dios no se muda, la paciencia todo lo alcanza, quien a Dios tiene nada le falta, sólo Dios basta.” Solo Dios basta, démonos del todo a ÉL que la Virgen nos acompaña y Ella, lo sabemos muy bien, nunca falla.

26/11/2018. Lunes de la XXXIV semana del Tiempo Ordinario


Lectura del libro del Apocalipsis (14, 1-3. 4b-5)
Yo, Juan, miré y he aquí que el Cordero estaba de pie sobre el monte Sion, y con él ciento cuarenta y cuatro mil que llevaban grabado en la frente su nombre y el nombre de su Padre. Oí también como una voz del cielo, como voz de muchas aguas y como voz de un trueno poderoso; y la voz que escuché era como de citaristas que tañían sus citaras.  Estos siguen al Cordero adondequiera que vaya. Estos fueron rescatados como primicias de los hombres para Dios y el Cordero. En su boca no se halló mentira: son intachables
Salmo responsorial (Sal 23, 1-2. 3-4ab. 5-6)
R. Esta es la generación que busca tu rostro, Señor.
Del Señor es la tierra y cuanto la llena, el orbe y todos sus habitantes:
él la fundó sobre los mares, él la afianzó sobre los ríos. 
R.
¿Quién puede subir al monte del Señor? ¿Quién puede estar en el recinto sacro?
El hombre de manos inocentes y puro corazón, que no confía en los ídolos. 
R.
Ese recibirá la bendición del Señor, le hará justicia el Dios de salvación.
Esta es la generación que busca al Señor, que busca tu rostro, Dios de Jacob. 
R.
Lectura del santo evangelio según san Lucas (21, 1-4)
En aquel tiempo, alzando Jesús los ojos, vio unos ricos que echaban donativos en el tesoro del templo; vio también una viuda pobre que echaba dos monedillas, y dijo: «En verdad os digo que esa viuda pobre ha echado más que todos, porque todos esos han contribuido a los donativos con lo que les sobra, pero ella, que pasa necesidad, ha echado todo lo que tenía para vivir».

26 noviembre 2018. Lunes de la XXXIV semana del Tiempo Ordinario – Puntos de oración


Cada vez que acudimos a la oración acudimos al encuentro del Señor, que es la fuente inagotable de toda gracia, de todo bien, de toda verdad, de todo consuelo, de toda esperanza.
Entrar en la oración es ponerse en apertura total, sin condiciones, como María la Virgen Inmaculada en Nazaret, ante la acción del Espíritu de Dios, del Espíritu Santo. ¡Apertura total a sus dones!
Nuestra vida se vuelve espiritual cuando el don lo acogemos constantemente. Acoger el don es la clave de nuestra vida de fe, de nuestra vida espiritual y, en consecuencia, de nuestra vida apostólica.
Toda nuestra vida es don recibido. Con la acción del espíritu Santo nos convertimos cada uno, incluso a pesar de nuestras debilidades, en don. Don que debe ser entregado, ofrecido gratuitamente, con todo amor.
Entregado del todo, como la viuda pobre que entregó todo lo que tenía, aparentemente poco, pero dio más que nadie.
Mirando a María somos invitados a darnos del todo. Dar nuestra propia persona, nuestro ser, no sólo cosas, tiempo cualidades…
Es una invitación a la totalidad del don. Es una actitud permanente por la que la bendición, el don de Dios recibido, lo ponemos de todo corazón a disposición del otro, del cercano especialmente, del prójimo y de Dios.
Darse es el camino que hay que recorrer para subir al monte del Señor. Darse es el camino de la alegría plena. María se alegra plenamente porque ella se convierte en don, porque ella ofrece siempre el don que ha recibido, ofrece siempre a Cristo Jesús y, además, se ofrece con El.
Vivir iluminados por Cristo, el Señor, que es el gran don, es llevar su nombre no sólo en la frente sino en el alma, en el corazón, en lo pequeño de cada día haciéndole presente. Siendo presencia suya. Haciendo de la propia vida un cántico nuevo.
María, Madre nuestra, ayúdanos a recibir el don, a convertirnos en don, a ofrecerlo siempre sin descanso. María Inmaculada, enséñanos a desaparecer amando.

25/11/2018. Solemnidad de Jesucristo, Rey del Universo (Ciclo B)


Lectura de la profecía de Daniel (7, 13-14)
Seguí mirando. Y en mi visión nocturna vi venir una especie de hijo de hombre entre las nubes del cielo. Avanzó hacia el anciano y llegó hasta su presencia. A él se le dio poder, honor y reino. Y todos los pueblos, naciones y lenguas lo sirvieron. Su poder es un poder eterno, no cesará. Su reino no acabará.
Salmo responsorial (Sal 92, 1ab. 1c-2. 5)
R. El Señor reina, vestido de majestad.
El Señor reina, vestido de majestad,
el Señor, vestido y ceñido de poder. 
R.
Así está firme el orbe y no vacila.
Tu trono está firme desde siempre, y tú eres eterno. 
R.
Tus mandatos son fieles y seguros;
la santidad es el adorno de tu casa, Señor, por días sin término. 
R.
Lectura del libro del Apocalipsis (1,5-8)
Jesucristo es el testigo fiel, el primogénito de entre los muertos, el príncipe de los reyes de la tierra. Al que nos ama, y nos ha librado de nuestros pecados con su sangre, y nos ha hecho reino y sacerdotes para Dios, su Padre. A él, la gloria y el poder por los siglos de los siglos. Amén. Mirad: viene entre las nubes. Todo ojo lo verá, también los que lo traspasaron. Por él se lamentarán todos los pueblos de la tierra. Sí, amén. Dice el Señor Dios: «Yo soy el Alfa y la Omega, el que es, el que era y el que ha de venir, el todopoderoso».
Lectura del santo evangelio según san Juan (18, 33b-37)
En aquel tiempo, Pilato dijo a Jesús: «¿Eres tú el rey de los judíos?» Jesús le contestó: «¿Dices eso por tu cuenta o te lo han dicho otros de mí?» Pilato replicó: «¿Acaso soy yo judío? Tu gente y los sumos sacerdotes te han entregado a mí; ¿qué has hecho?» Jesús le contestó: «Mi reino no es de este mundo. Si mi reino fuera de este mundo, mi guardia habría luchado para que no cayera en manos de los judíos. Pero mi reino no es de aquí». Pilato le dijo: «Entonces, ¿tú eres rey?» Jesús le contestó: «Tú lo dices: soy rey. Yo para esto he nacido y para esto he venido al mundo: para dar testimonio de la verdad. Todo el que es de la verdad escucha mi voz».

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