Oración preparatoria: “Señor, que todas
mis intenciones, acciones y operaciones sean puramente ordenadas en servicio y
alabanza de tu divina majestad”.
El Evangelio nos muestra el encuentro de
Jesús con Pedro y Andrés y su llamamiento para seguir a Jesús. Pasó a su lado,
donde ellos estaban, y los llamó. Vamos a centrar la mirada en la acción del
Maestro.
…Pasando Jesús… ¿Cuántas veces pasa el
Señor a nuestro lado cada día? Sí, es una metáfora, pero la realidad es que
Jesús pasa continuamente a nuestro lado. Por decir mejor: está en nosotros,
está siempre a nuestro lado. El problema es que yo no soy consciente de su
presencia. Pero Él está ahí.
Jesús está en mí y Jesús está en los
otros, los que están a mi lado, los otros Cristos.
Hace un par de años el Papa comenzó a
hacer unas catequesis sobre las obras de misericordia. Y pronunció estas
palabras:
Siempre Jesús está presente allí. Donde hay necesidad,
una persona que tiene una necesidad, sea material que espiritual, Jesús está
ahí. Reconocer su rostro en el de quien se encuentra necesitado es un verdadero
desafío contra la indiferencia. Nos permite ser siempre más vigilantes,
evitando que Cristo nos pase al lado sin que le reconozcamos. Me vuelve a la
mente la frase de san Agustín: «Timeo Iesum transeuntem» (Serm., 88, 14, 13),
«tengo miedo de que el Señor pase» y no le reconozca, que el Señor pase delante
de mí en una de estas personas pequeñas, necesitadas y yo no me dé cuenta de
que es Jesús. ¡Tengo miedo de que el Señor pase y no le reconozca! Me he
preguntado por qué san Agustín dijo que temiéramos el paso de Jesús. La
respuesta, desgraciadamente, está en nuestros comportamientos: porque a menudo
estamos distraídos, indiferentes, y cuando el Señor nos pasa cerca perdemos la
ocasión del encuentro con Él. (12-10-2016).
Pongamos nuestros temores en manos de la
Virgen, que ella los sabrá transformar en paz y certeza de Su presencia.