6 noviembre 2018. Martes de la XXXI semana del T. O. – Mártires de España del S. XX – Puntos de oración


Nos ponemos en presencia del Señor. No vengo a pensar en Dios, sino a encontrarme Contigo.
Pedir gracia a Dios nuestro Señor, para que todas mis intenciones, acciones y operaciones sean puramente ordenadas en servicio y alabanza de su divina majestad.
Es fácil que en medio de una sociedad convulsa como la nuestra, sociedad líquida, busquemos seguridades humanas en Dios. Pero el Evangelio es otra cosa muy distinta a un mero apoyo ideológico.
Nos encontramos extremismos que nos golpean por izquierda y por derecha. Si nos bombardean por la izquierda, es triste cómo cristianos se van a la derecha. Si nos acechan por la derecha, reculamos hacia la izquierda. Todo tan demasiado humano…
El Evangelio nunca ha sido posesión de la derecha o la izquierda, sino del Altísimo. Vivir como cristiano en nuestra sociedad líquida implica vivir mirando a lo Alto, con los pies en la tierra, pisando el barro de nuestros hermanos los hombres.
¡Qué difícil es encontrar un discípulo del Señor que no sea un camina e ni un mundanizado! El rostro de Cristo en su mundo fue un escándalo para los extremistas (era manso y humilde), y una incomodidad para los acomodados (naciendo en un pesebre, y reinando desde el trono del madero).
Hoy, en el aniversario de la beatificación en 2007 del grupo de 498 mártires de España en época de la Guerra Civil, en que conmemoramos litúrgicamente en esta fecha todos los mártires, santos y beatos, que dieron en España, en el siglo XX, su testimonio de fe, se nos arenga, no a luchar por las ideas del Reino, no a combatir por la reconquista de España, sino que Pablo hace una invitación humilde y profundamente sorpréndete: “Tened entre vosotros los sentimientos propios de una vida en Cristo Jesús”. ¿Y si los mártires, no fueron los más echaos pa’lante, sino los que tuvieron un corazón que vibró en la misma frecuencia de onda que el Corazón de Cristo? Él, a pesar de su condición divina, no hizo alarde de su categoría de Dios; al contrario, se despojó de su rango y tomó la condición de esclavo, pasando por uno de tantos.
Hay en el ejemplo de los mártires que hoy recordamos una humilde invitación, que espera ser acogida por cada uno de nosotros, concretándola en nuestras vidas: Cristo nos invita a su intimidad, a dejarnos modelar (¡incluso nuestra sensibilidad!) por los sentimientos de su propio Corazón. Qué gran gozo descubrirnos invitados, aun no siendo quizá siervos ejemplares de la primera hora, al banquete de nuestro Señor:
-«Un hombre daba un gran banquete y convidó a mucha gente; a la hora del banquete mandó un criado a avisar a los convidados: "Venid, que ya está preparado." Pero ellos se excusaron uno tras otro. El primero le dijo: "He comprado un campo y tengo que ir a verlo. Dispénsame, por favor. " Otro dijo: "He comprado cinco yuntas de bueyes y voy a probarlas. Dispénsame, por favor." Otro dijo: "Me acabo de casar y, naturalmente, no puedo ir." El criado volvió a contárselo al amo. Entonces el dueño de casa, indignado, le dijo al criado: "Sal corriendo a las plazas y calles de la ciudad y tráete a los pobres, a los lisiados, a los ciegos y a los cojos." El criado dijo: "Señor, se ha hecho lo que mandaste, y todavía queda sitio." Entonces el amo le dijo: "Sal por los caminos y senderos e insísteles hasta que entren y se me llene la casa." Y os digo que ninguno de aquellos convidados probará mi banquete.»
Terminar con un coloquio con nuestra Madre, la discípula humilde y confiada, que sintió palpitar el Corazoncito del Señor en sus entrañas. Madre, que me deje mirar por Él, que conozca su Amor para conmigo.

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