El Señor nos vuelve a regalar otro
día, un día más, nos mira, enamorado, y rehace su plan para que volvamos a
empezar, se atreve a soñar con nosotros, a depender de nosotros, a fiarse de
nosotros, conociendo nuestra debilidad. Está deseando ayudarnos para que seamos
¡Santos!
Hoy os invito a rezar a partir del
Salmo que nos regala en las lecturas de hoy. “El Señor es quien salva a los
justos” la primera pregunta que me viene es ¿Soy yo justo? La respuesta es
claramente no, pero Dios también salva a los pecadores, a los que fallan una y
otra vez. A este grupo sí que me apunto.
Todo nos viene de Dios, por qué
confiamos tan poco en Él, por qué necesitamos pruebas o seguridades para hacer
su Voluntad. Ayer estuve en una celebración de Bodas de Plata en la que
recordaban cómo se fiaron del Señor, sin tener nada, y se lanzaron a la
aventura, confiando en Dios, y cómo no les ha faltado de nada. En cada paso
ciego que daban venía la solución con él. El Señor es bueno y nos ama.
En el Salmo nos insiste en hacer el
bien. ¿Cómo puedo traducir eso hoy? Vamos a pedirle al Señor que nos ayude a
concretar una pequeña acción para hacer hoy, ofrecida, para hacer el bien.
Por último, me gustaría que pensemos
sobre “habita tu tierra”, allí donde estás, Haz el bien, confía en el Señor, se
santo, allí donde estás. En tu tierra, con tu gente, en los escondido, en el
trabajo, universidad, casa, amistades, familia.
El Señor es quien nos salva. Y María
su madre quién nos acerca a Él, nos enseña a seguirle, nos protege y nos ofrece
su vida para que la imitemos. En esta campaña de la Inmaculada, María llévanos
a Jesús.