* Primera lectura: Cayó
«la gran Babilonia» ... Como una rueda de molino que se tira al mar... La
pregunta que se hacían los primeros cristianos era la siguiente: ¿No ha
triunfado Jesús de todas las potencias del mal? ¿Cómo es posible que los fieles
de Jesús sufran ese desencadenamiento de odio y de violencia? ¿Por qué se nos
persigue? ¿Va a desaparecer la Iglesia?
San Juan se dirige pues a hombres
descorazonados, atribulados. El Apocalipsis se escribió para dar respuesta a
esa trágica situación.
Después oí en el cielo una voz potente,
como la de una gran muchedumbre que proclamaba: «¡Aleluya! ¡La salvación, la
gloria y el poder son de nuestro Dios!» La ciudad del mal ha desaparecido. Enseguida
estallan gritos de alabanza. Muchedumbres que exultan y cantan «con voz
potente».
Un ángel me dijo entonces:
"Escribe: ¡Dichosos los invitados al banquete de bodas del
Cordero!" El fin de los tiempos, como en la parábola de las
«doncellas prudentes y de las doncellas necias», se presenta aquí como un
banquete. Todo el contexto de este pasaje desarrolla ese tema
nupcial: el fin del mundo será la celebración definitiva de las bodas de Cristo
con la humanidad. Pero esta boda ya ha comenzado. Estoy invitado a esa boda
divina.
"¡Dichosos los invitados al
banquete de bodas!" Cada una de las Misas en las que participo es el
anuncio y el comienzo de ese banquete nupcial que celebra "la Alianza
nueva y eterna". "Tened vuestras lámparas encendidas,
despertaos, ¡he aquí el Esposo que viene!" "Y las que estaban
preparadas entraron, con El, en la sala del banquete de bodas".
¡Ven, Señor, Jesús! Consérvanos
vigilantes hasta el día en que Tu aparecerás.
* Evangelio: Es la tercera vez que Jesús anuncia, con pena,
la destrucción de Jerusalén: "serán días de venganza... habrá angustia
tremenda, caerán a filo de espada, los llevarán cautivos a todas las naciones:
Jerusalén será pisoteada por los gentiles". También aquí Lucas mezcla dos
planos: éste de la caída de Jerusalén y la del final del mundo, la segunda
venida de Cristo, precedida de signos en el sol y las estrellas y el estruendo
del mar y el miedo y la ansiedad "ante lo que se le viene encima al
mundo".
Pero la perspectiva es optimista:
"entonces verán al Hijo del Hombre venir con gran poder y gloria". El
anuncio no quiere entristecer, sino animar: "cuando suceda todo esto,
levantaos, alzad la cabeza: se acerca vuestra liberación".
Está claro que todos nosotros somos
invitados a tener confianza en la victoria de Cristo Jesús: el Hijo del Hombre
viene con poder y gloria. Viene a salvar. Debemos "alzar la cabeza y
levantarnos", porque "se acerca nuestra liberación". Entonces
la venida de Cristo no será en humildad y pobreza, como en Belén, sino en
gloria y majestad.
No vivamos angustiados ante la segunda
venida del Señor, su Parusía: meditemos, mejor, las profundas
palabras de san Agustín que, ya en su época, al ver a los cristianos atemorizados
ante el retorno del Señor, se pregunta: «¿Cómo puede la Esposa tener miedo de
su Esposo?».
El lenguaje escatológico empleado por
Cristo en este pasaje nos muestra dos cosas: que Él es el Señor y
dueño de la historia y de los acontecimientos, y que todo cristiano tiene como
consigna la vigilancia, pues desconocemos el día y la hora en que todo esto
sucederá.
Repitamos las palabras de Santa
Teresa "Solo Dios basta" y seamos capaces de
cobrar el ánimo y levantar nuestra cabeza porque se acerca nuestra liberación.
ORACIÓN FINAL
Dios y Padre de nuestro salvador Jesucristo, que, en María, virgen santa
y madre diligente, nos has dado la imagen de la Iglesia; envía tu Espíritu en
ayuda de nuestra debilidad, para que perseverando en la fe crezcamos en el amor
y avancemos juntos hasta la meta de la bienaventurada esperanza. Por
Jesucristo, nuestro Señor. Amén.