29 noviembre 2018. Jueves de la XXXIV semana del Tiempo Ordinario – Puntos de oración

* Primera lectura: Cayó «la gran Babilonia» ... Como una rueda de molino que se tira al mar... La pregunta que se hacían los primeros cristianos era la siguiente: ¿No ha triunfado Jesús de todas las potencias del mal? ¿Cómo es posible que los fieles de Jesús sufran ese desencadenamiento de odio y de violencia? ¿Por qué se nos persigue? ¿Va a desaparecer la Iglesia?
San Juan se dirige pues a hombres descorazonados, atribulados. El Apocalipsis se escribió para dar respuesta a esa trágica situación.
Después oí en el cielo una voz potente, como la de una gran muchedumbre que proclamaba: «¡Aleluya! ¡La salvación, la gloria y el poder son de nuestro Dios!» La ciudad del mal ha desaparecido. Enseguida estallan gritos de alabanza.  Muchedumbres que exultan y cantan «con voz potente».
Un ángel me dijo entonces: "Escribe: ¡Dichosos los invitados al banquete de bodas del Cordero!" El fin de los tiempos, como en la parábola de las «doncellas prudentes y de las doncellas necias», se presenta aquí como un banquete. Todo el contexto de este pasaje desarrolla ese tema nupcial: el fin del mundo será la celebración definitiva de las bodas de Cristo con la humanidad. Pero esta boda ya ha comenzado. Estoy invitado a esa boda divina.
"¡Dichosos los invitados al banquete de bodas!" Cada una de las Misas en las que participo es el anuncio y el comienzo de ese banquete nupcial que celebra "la Alianza nueva y eterna". "Tened vuestras lámparas encendidas, despertaos, ¡he aquí el Esposo que viene!" "Y las que estaban preparadas entraron, con El, en la sala del banquete de bodas".
¡Ven, Señor, Jesús! Consérvanos vigilantes hasta el día en que Tu aparecerás.
* Evangelio:  Es la tercera vez que Jesús anuncia, con pena, la destrucción de Jerusalén: "serán días de venganza... habrá angustia tremenda, caerán a filo de espada, los llevarán cautivos a todas las naciones: Jerusalén será pisoteada por los gentiles". También aquí Lucas mezcla dos planos: éste de la caída de Jerusalén y la del final del mundo, la segunda venida de Cristo, precedida de signos en el sol y las estrellas y el estruendo del mar y el miedo y la ansiedad "ante lo que se le viene encima al mundo".
Pero la perspectiva es optimista: "entonces verán al Hijo del Hombre venir con gran poder y gloria". El anuncio no quiere entristecer, sino animar: "cuando suceda todo esto, levantaos, alzad la cabeza: se acerca vuestra liberación".
Está claro que todos nosotros somos invitados a tener confianza en la victoria de Cristo Jesús: el Hijo del Hombre viene con poder y gloria. Viene a salvar. Debemos "alzar la cabeza y levantarnos", porque "se acerca nuestra liberación". Entonces la venida de Cristo no será en humildad y pobreza, como en Belén, sino en gloria y majestad.
No vivamos angustiados ante la segunda venida del Señor, su Parusía: meditemos, mejor, las profundas palabras de san Agustín que, ya en su época, al ver a los cristianos atemorizados ante el retorno del Señor, se pregunta: «¿Cómo puede la Esposa tener miedo de su Esposo?».
El lenguaje escatológico empleado por Cristo en este pasaje nos muestra dos cosas: que Él es el Señor y dueño de la historia y de los acontecimientos, y que todo cristiano tiene como consigna la vigilancia, pues desconocemos el día y la hora en que todo esto sucederá.
Repitamos las palabras de Santa Teresa "Solo Dios basta" y seamos capaces de cobrar el ánimo y levantar nuestra cabeza porque se acerca nuestra liberación.
ORACIÓN FINAL
Dios y Padre de nuestro salvador Jesucristo, que, en María, virgen santa y madre diligente, nos has dado la imagen de la Iglesia; envía tu Espíritu en ayuda de nuestra debilidad, para que perseverando en la fe crezcamos en el amor y avancemos juntos hasta la meta de la bienaventurada esperanza. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

Archivo del blog