4 noviembre 2018. Domingo XXXI del Tiempo Ordinario (Ciclo B) – Puntos de oración


Empezamos la oración ofreciendo al Señor nuestras intenciones, acciones y operaciones para que sean puramente ordenadas para servicio y alabanza de Su divina majestad.
¡Shemá Israel! resuena en los labios de Jesús en el evangelio de este domingo. Shemá Israel: “Escucha Israel”, es el nombre de una de las plegarias principales de los judíos y que hemos heredado los cristianos, para quienes debería tener un significado muy especial, precisamente por haberlo pronunciado el mismo Jesucristo, quien es la revelación del Padre.
La oración de hoy podría basarse solo en eso, en dejar resonar en nuestro corazón esas palabras que vienen del mismo Dios, del corazón de Dios, enamorado de cada uno de nosotros… "Escucha, Israel, el Señor, nuestro Dios, es el único Señor: amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente, con todo tu ser."… Somos capaces de amar porque Él nos amó primero.
Es significativo pensar como el texto bíblico índice más de una vez en una personalización del mensaje… “… con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente, con todo tu ser…”, pero esta dinámica va en ambas direcciones pues “… nuestro Dios, es el único Señor…” El amor de Dios es personal, exclusivo, íntimo y para siempre. Toda experiencia humana pierde su sentido más profundo si no llega a descubrir esta realidad.
Viktor Frankl, psiquiatra judío, según narra el libro “Cuando el mundo gira enamorado”, momentos después de ingresar al campo de concentración de Auschwitz, al ponerse el harapo que tenían por vestimenta los presos, encuentra en el bolsillo de su chaqueta a rayas un papel con la siguiente inscripción:"Escucha, Israel, el Señor es tu Dios, el Señor es Uno. Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma y con todas tus fuerzas. Que estas palabras que yo te dicto hoy estén en tu corazón”Fue su fortaleza y su escudo, lo que le mantuvo con vida en medio de tanta masacre, tormento y humillación, llevados al absurdo. El amor lo salvó. Y supo transmitir ese amor a otros presos como él a través de su trabajo profesional… "Amarás a tu prójimo como a ti mismo.". Y es que el amor de Dios nos hace movernos inexorablemente a hacer el bien a nuestro prójimo. ¿Cómo está mi amor a Dios? ¿Me siento amado? ¿Me entrego generosamente a los demás?
Nadie nos ha amado y nos ama más que Jesucristo, que se entregó a la muerte por nosotros. Pidámosle la gracia de amarle de verdad para que cantemos con el salmista “Yo te amo, Señor; tú eres mi fortaleza”. Terminamos con un Ave María pidiendo a la Virgen seamos capaces de amar desde su Inmaculado Corazón.

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