23 noviembre 2018. Viernes de la XXXIII semana del Tiempo Ordinario – Puntos de oración


“A Dios que concede el hablar y el escuchar le pido hablar de tal manera que el que escucha llegue a ser mejor y escuchar de tal manera que no caiga en la tristeza el que habla”
Estamos llegando ya al final del Año Litúrgico para comenzar el Adviento (el año litúrgico no coincide con el año civil ni con el curso académico. La duración es de un año que comienza con el Adviento y donde se celebran todos los misterios de la vida de Cristo). En esta época las lecturas tienen un punto apocalíptico, de fin del mundo, y cargado de simbología.
El libro a comer de la primera lectura es precisamente la Palabra de Dios, la Voluntad de Dios, el seguimiento del Señor. El seguimiento del Señor es dulce como la miel en el paladar: es decir, el encuentro con el Señor está lleno de gozo; sin embargo “en el vientre es amargo”, es decir, tiene una digestión pesada: el Señor no es “comida rápida”, el Señor requiere tiempo para ser digerido, el encuentro con Él requiere reposo, calma y caminar día a día, a veces fatigosamente, otras alegremente, pero sabemos que es camino necesario, porque “¡Que dulce al paladar tu promesa!”. Lee el salmo con detenimiento: habla de ley, de mandamientos, de preceptos, pero es que sabemos que la ley de Dios es el Amor: ¿no es acaso gozoso el amor? Puede ser amargo, puede ser pesado y trabajoso, pero siempre gozoso. También la práctica de la virtud (que tiene tanta relación con la ley y los preceptos) si es del amor reflejo, es trabajoso y gozoso.
Esta propuesta revolucionaria del Señor, encuentro y seguimiento, dulzor y amargor, trabajo y gozo, fatiga y consuelo, tenía un atractivo especial para el pueblo que “estaba pendiente de él, escuchándolo”. ¿Has descubierto tú ese atractivo de Jesús? Cada uno de nosotros somos templo del Espíritu Santo, ¿cuidas el templo, que eres tú, como casa de oración, como una persona de relación con el Señor? Escucha en este rato su Voluntad amorosa, su Voluntad de amor… Quiere construir una historia de amistad y de amor contigo… “para que siguiéndole en la pena, le sigas también en la gloria”.
Feliz oración.
En Cristo.

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