31 de diciembre de 2020, jueves Octava de Navidad. Puntos de oración

Primera Lectura
Lectura de la primera carta del apóstol san Juan (2, 18-21)

Hijos míos, es la última hora.

Habéis oído que iba a venir un anticristo; pues bien, muchos anticristos han aparecido, por lo cual nos damos cuenta de que es la última hora.

Salieron de entre nosotros, pero no eran de los nuestros. Si hubiesen sido de los nuestros, habrían permanecido con nosotros. Pero sucedió así para poner de manifiesto que no todos son de los nuestros.

En cuanto a vosotros, estáis ungidos por el Santo, y todos vosotros lo conocéis.

Os he escrito, no porque desconozcáis la verdad, sino porque la conocéis, y porque ninguna mentira viene de la verdad.

Salmo Responsorial
Sal 95, 1-2. 11-12. 13-14
R. Alégrese el cielo, goce la tierra.

Cantad al Señor un cántico nuevo,
cantad al Señor, toda la tierra;
cantad al Señor, bendecid su nombre,
proclamad día tras día su victoria.
R.

Alégrese el cielo, goce la tierra,
retumbe el mar y cuanto lo llena;
vitoreen los campos y cuanto hay en ellos,
aclamen los árboles bosque.
R.

Delante del Señor, que ya llega,
ya llega a regir la tierra:
regirá el orbe con justicia
y los pueblos con fidelidad.
R.

Evangelio
Comienzo del santo Evangelio según san Juan (1, 1-18)

En el principio existía el Verbo, y el Verbo estaba junto a Dios, y el Verbo era Dios.

Él estaba en el principio junto a Dios.

Por medio de él se hizo todo, y sin él no se hizo nada de cuanto se ha hecho.

En él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres.

Y la luz brilla en la tiniebla, y la tiniebla no la recibió.

Surgió un hombre enviado por Dios, que se llamaba Juan: este venía como testigo, para dar testimonio de la luz, para que todos creyeran por medio de él.

No era él la luz, sino el que daba testimonio de la luz.

El Verbo era la luz verdadera, que alumbra a todo hombre, viniendo al mundo.

En el mundo estaba; el mundo se hizo por medio de él, y el mundo no la conoció.

Vino a su casa, y los suyos no la recibieron.

Pero a cuantos lo recibieron, les dio poder de ser hijos de Dios, a los que creen en su nombre.

Estos no han nacido de sangre, ni de deseo de carne, ni de deseo de varón, sino que han nacido de Dios.

Y el Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros, y hemos contemplado su gloria: gloria como del Unigénito del Padre, lleno de gracia y de verdad.

Juan da testimonio de él y grita diciendo: «Este es de quien dije: el que viene detrás de mí se ha puesto delante de mí, porque existía antes que yo».

Pues de su plenitud todos hemos recibido, gracia tras gracia. Porque la Ley se dio por medio de Moisés, la gracia y la verdad nos han llegado por medio de Jesucristo.

A Dios nadie lo ha visto jamás: Dios unigénito, que está en el seno del Padre, es quien lo ha dado a conocer.

31 diciembre 2020, jueves Octava de Navidad. Puntos de oración

Nuestro rato de oración tiene que ser un momento intenso de agradecimiento. A las gracias generales hay que unir las gracias personales que cada uno hemos recibido… y conviene ponerlas en situación, en comparación con la multitud de personas cercanas y lejanas que han recibido menos que yo, y admirarse, agradecer y repetir confundido: ¿Por qué a mí tanto amor?

El segundo momento (si es que queda tiempo y el Señor nos conduce por aquí) es precisamente preguntar al Señor qué quiere que haga con los dones que me da constantemente. La vida es fugaz y nuestra responsabilidad es grande (porque hemos recibido mucho). ¿Qué quiere el Señor de mí, por qué me “cerca” con su gracia y sus atenciones? Pueden caber muchas respuestas de muy distinto orden y orientación (tantas como personas), pero hay un argumento que vale para todos y es muy importante: El Señor, a través de su Madre la Virgen, nos ha asociado de un modo singular a su obra redentora; dicho de otro modo, quiere salvar a muchas personas a través de nuestras vidas. ¡Tremendo misterio e impresionante misión! Me gusta pensar en este tiempo de Navidad que el niño Jesús extiende sus manos y quiere colgarse de mi cuello y reposar acogido por mis brazos.

Que a la vista de este designio de salvación que Jesús mismo ha querido compartir con nosotros, nos sintamos espoleados a responder con generosidad y valentía. Jesús quiere amar, amar infinita y tiernamente a cada persona, nuestra primera y fundamental tarea será dejarnos amar. Ante esta perspectiva, el fin de año se transforma en inicio de un camino de amistad, de compartir misión con Jesús y de ofrecerse con Él, en Él y como Él por todo el tiempo y la eternidad.

30 diciembre 2020, miércoles. Puntos de oración

Primera Lectura
Lectura de la primera carta del apóstol san Juan (2, 12-17)

Os escribo, hijos, porque se os han perdonado vuestros pecados por su nombre.

Os escribo, padres, porque conocéis al que es desde el principio.

Os escribo, jóvenes, porque habéis vencido al Maligno.

Os repito, hijos, porque conocéis al Padre.

Os repito, padres, porque ya conocéis al que existía desde el principio.

Os he escrito, jóvenes, porque sois fuertes y la palabra de Dios permanece en vosotros, y habéis vencido al Maligno.

No améis al mundo ni lo que hay en el mundo. Si alguno ama al mundo, no está en él el amor del Padre. Porque lo que hay en el mundo - la concupiscencia de la carne, y la concupiscencia de los ojos, y la arrogancia del dinero -, eso no procede del Padre, sino que procede del mundo. Y el mundo pasa, y su concupiscencia.

Pero el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre.

Salmo Responsorial
Sal 95, 7-8a. 8b-9. 10
R. Alégrese el cielo, goce la tierra.

Familias de los pueblos, aclamad al Señor,
aclamad la gloria y el poder del Señor,
aclamad la gloria del nombre del Señor.
R.

Entrad en sus atrios trayéndole ofrendas.
Postraos ante el Señor en el atrio sagrado,
tiemble en su presencia la tierra toda.
R.

Decid a los pueblos: «El Señor es rey,
él afianzó el orbe, y no se moverá;
él gobierna a los pueblos rectamente».
R.

Evangelio
Lectura del santo Evangelio según san Lucas (2, 36-40)

En aquel tiempo, había una profetisa, Ana, hija de Fanuel, de la tribu de Aser, ya muy avanzada en años. De joven había vivido siete años casada, y luego viuda hasta los ochenta y cuatro; no se apartaba del templo día, sirviendo a Dios con ayunos y oraciones noche y día. Presentándose en aquel momento, alababa también a Dios y hablaba del niño a todos los que aguardaban la liberación de Jerusalén.

Y, cuando cumplieron todo lo que prescribía la ley del Señor, Jesús y sus padres volvieron a Galilea, a su ciudad de Nazaret. El niño, por su parte, iba creciendo y robusteciéndose, y se lleno de sabiduría; y la gracia de Dios estaba con él.

30 diciembre 2020, miércoles. Puntos de oración

Hoy, José y María acaban de celebrar el rito de la presentación del primogénito, Jesús, en el Templo de Jerusalén. María y José no se ahorran nada para cumplir con detalle todo lo que la Ley prescribe, porque cumplir aquello que Dios quiere es signo de fidelidad, de amor a Dios.

Desde que su hijo ha nacido, José y María experimentan maravilla tras maravilla: los pastores, los magos de Oriente, ángeles... No solamente acontecimientos extraordinarios exteriores, sino también interiores, en el corazón de las personas que tienen algún contacto con este Niño.

Hoy aparece Ana, una señora mayor, viuda, que en un momento determinado tomó la decisión de dedicar toda su vida al Señor, con ayunos y oración. No nos equivocamos si decimos que esta mujer era una de las “vírgenes prudentes” de la parábola del Señor: siempre velando fielmente en todo aquello que le parece que es la voluntad de Dios. Y está claro: cuando llega el momento, el Señor la encuentra a punto. Todo el tiempo que ha dedicado al Señor, aquel Niño se lo recompensa con creces. —¡Preguntadle, preguntadle a Ana si ha valido la pena tanta oración y tanto ayuno, tanta generosidad!

Dice el texto que «alababa a Dios y hablaba del Niño a todos los que esperaban la redención de Jerusalén». La alegría se transforma en un apostolado decidido: ella es el motivo y la raíz. El Señor es inmensamente generoso con los que son generosos con Él.

Jesús, Dios Encarnado, vive la vida de familia en Nazaret, como todas las familias: crecer, trabajar, aprender, rezar, jugar... ¡“Santa cotidianeidad”, bendita rutina donde crecen y se fortalecen casi sin darse cuenta las almas de los hombres de Dios! ¡Cuán importantes son las cosas pequeñas de cada día!

29 de diciembre de 2020, martes

Primera Lectura
Lectura de la primera carta del apóstol san Juan (2, 3-11)

Queridos hermanos:

En esto sabemos que conocemos a Jesús: en que guardamos sus mandamientos.

Quien dice: «Yo le conozco», y no guarda sus mandamientos, es un mentiroso, y la verdad no está en él. Pero quien guarda su palabra, ciertamente el amor de Dios ha llegado en él a su plenitud.

En esto conocemos que estamos en él.

Quien dice que permanece en él debe caminar como él caminó.

Queridos míos, no os escribo un mandamiento nuevo, sino el mandamiento antiguo que tenéis desde el principio. Este mandamiento antiguo es la palabra que habéis escuchado.

Y, sin embargo, os escribo un mandamiento nuevo - y esto es verdadero en él y en vosotros -, pues las tinieblas pasan, y la luz verdadera brilla ya.

Quien dice que está en la luz y aborrece a su hermano está aún en las tinieblas. Quien ama a su hermano permanece en la luz y no tropieza. Pero quien aborrece a su hermano está en las tinieblas, camina en las tinieblas, no sabe a dónde va, porque las tinieblas han cegado sus ojos.

Salmo Responsorial
Sal 95,1-2a.2b-3.5b-6
R. Alégrese el cielo, goce la tierra.

Cantad al Señor un cántico nuevo,
cantad al Señor, toda la tierra;
cantad al Señor, bendecid su nombre.
R.

Proclamad día tras día su victoria.
Contad a los pueblos su gloria,
sus maravillas a todas las naciones.
R.

El Señor ha hecho el cielo;
honor y majestad lo preceden,
fuerza y esplendor están en su templo.
R.

Evangelio
Lectura del santo Evangelio según san Lucas (2, 22-35)

Cuando se cumplieron los días de la purificación, según la ley de Moisés, los padres de Jesús lo llevaron a Jerusalén para presentarlo al Señor, de acuerdo con lo escrito en la ley del Señor: «Todo varón primogénito será consagrado al Señor», y para entregar la oblación, como dice la ley del Señor: «un par de tórtolas o dos pichones».

Había entonces en Jerusalén un hombre llamado Simeón, hombre justo y piadoso, que aguardaba el consuelo de Israel; y el Espíritu Santo estaba con él. Le había sido revelado por el Espíritu Santo que no vería la muerte antes de ver al Mesías del Señor. Impulsado por el Espíritu, fue al templo.

Y cuando entraban con el niño Jesús sus padres para cumplir con él lo acostumbrado según la ley, Simeón lo tomó en brazos y bendijo a Dios diciendo:

«Ahora, Señor, según tu promesa, puedes dejar a tu siervo irse en paz.

Porque mis ojos “han visto a tu Salvador”, a quien has presentado ante todos los pueblos: “luz para alumbrar a las naciones” y gloria de tu pueblo Israel».

Su padre y su madre estaban admirados por lo que se decía del niño. Simeón los bendijo, diciendo a María su madre:

«Este ha sido puesto para que muchos en Israel caigan y se levanten; y será como un signo de contradicción - y a ti misma una espada te traspasará el alma - para que se pongan de manifiesto los pensamientos de muchos corazones».

29 diciembre 2020, martes. Puntos de oración

Empezamos la oración ofreciendo al Señor nuestras intenciones, acciones y operaciones para que sean puramente ordenadas al servicio y alabanza de Su divina majestad.

Inmersos en esta gozosa octava de Navidad 2020, la lectura del evangelio que nos presenta la Liturgia nos abre el corazón a la confianza, manifestada en la figura del anciano Simeón, nombre que significa “Dios ha escuchado” … la promesa haya su cumplimiento. Presento a continuación el comentario del Papa Francisco a este pasaje bíblico tan entrañable, dado en la Basílica de San Pedro el 2 de febrero de 2019.   

“La liturgia de hoy nos muestra a Jesús que va al encuentro de su pueblo. Es la fiesta del encuentro: la novedad del Niño se encuentra con la tradición del templo; la promesa halla su cumplimiento; María y José, jóvenes, encuentran a Simeón y Ana, ancianos. Todo se encuentra, en definitiva, cuando llega Jesús.

¿Qué nos enseña esto? En primer lugar, que también nosotros estamos llamados a recibir a Jesús que viene a nuestro encuentro. Encontrarlo: al Dios de la vida hay que encontrarlo cada día de nuestra existencia; no de vez en cuando, sino todos los días. Seguir a Jesús no es una decisión que se toma de una vez por todas, es una elección cotidiana.

Y al Señor no se le encuentra virtualmente, sino directamente, descubriéndolo en la vida. De lo contrario, Jesús se convierte en un hermoso recuerdo del pasado. Pero cuando lo acogemos como el Señor de la vida, el centro de todo, el corazón palpitante de todas las cosas, entonces él vive y revive en nosotros. Y nos sucede lo mismo que pasó en el templo: alrededor de él todo se encuentra, la vida se vuelve armoniosa. Con Jesús hallamos el ánimo para seguir adelante y la fuerza para estar firmes.

El encuentro con el Señor es la fuente. Por tanto, es importante volver a las fuentes: retornar con la memoria a los encuentros decisivos que hemos tenido con él, reavivar el primer amor, tal vez escribir nuestra historia de amor con el Señor.”

¡¡¡Feliz y santa Navidad!!!

28 de diciembre de 2020, lunes. Octava de Navidad. Los Santos Inocentes, mártires.

Primera Lectura
Lectura de la primera carta del apóstol san Juan 1, 5 - 2, 2 (1, 5 - 2 2)

Queridos hermanos:

Este es el mensaje que hemos oído a Jesucristo y que os anunciamos: Dios es luz y en él no hay tiniebla alguna. Si decimos que estamos en comunión con él y vivimos en las tinieblas, mentimos y no obramos la verdad. Pero, si caminamos en la luz, lo mismo que él está en la luz, entonces estamos en comunión unos con otros, y la sangre de su Hijo Jesús nos limpia de todo pecado.

Si decimos que no hemos pecado, nos engañamos y la verdad no está en nosotros. Pero, si confesamos nuestros pecados, él, que es fiel y justo, nos perdonará los pecados y nos limpiará de toda injusticia.

Si decimos que no hemos pecado, lo hacemos mentiroso y su palabra no está en nosotros.

Hijos míos, os escribo esto para que no pequéis. Pero, si alguno peca, tenemos a uno que abogue ante el Padre: a Jesucristo, el Justo. Él es víctima de propiciación por nuestros pecados, no sólo por los nuestros, sino también por los del mundo entero.

Palabra del Señor

Salmo Responsorial
Sal 123, 2-3. 4-5. 7b-8
R. Hemos salvado la vida, como un pájaro de la trampa del cazador.

Si el Señor no hubiera estado de nuestra parte,
cuando nos asaltaban los hombres,
nos habrían tragado vivos:
tanto ardía su ira contra nosotros.
R.

Nos habrían arrollado las aguas,
llegándonos el torrente hasta el cuello;
nos habrían llegado hasta el cuello
las aguas espumantes.
R.

La trampa se rompió,
y escapamos.
Nuestro auxilio es el nombre del Señor,
que hizo el cielo y la tierra.
R.

Evangelio
Lectura del santo Evangelio según san Mateo (2, 13-18)

Cuando se retiraron los magos, el ángel del Señor se apareció en sueños a José y le dijo:

«Levántate, toma al niño y a su madre y huye a Egipto; quédate allí hasta que yo te avise; porque Herodes va a buscar al niño para matarlo».

José se levantó, tomó al niño y a su madre, de noche, se fue a Egipto y se quedó hasta la muerte de Herodes para que se cumpliese lo que dijo el Señor por medio del profeta:

«De Egipto llamé a mi hijo».

Al verse burlado por los magos, Herodes montó en cólera y mandó matar a todos los niños de dos años para abajo, en Belén y sus alrededores, calculando el tiempo por lo que había averiguado de los magos.

Entonces se cumplió lo dicho por medio del profeta Jeremías:

«Un grito se oye en Ramá, llanto y lamentos grandes; es Raquel que llora por sus hijos, y rehúsa el consuelo, porque ya no viven».

28 diciembre 2020,Lunes. Octava de Navidad. Los Santos Inocentes, mártires.

Hoy, la Iglesia nos propone la festividad de los Santos Inocentes. A través de la liturgia y lecturas se abren caminos para hacer oración sobre ello. Escogemos uno, de los posibles enfoques tomado de las lecturas y salmo.

Por una parte, San Juan nos invita a vivir en la luz, que es Dios. Y como fruto de ello se seguirá estar unidos entre nosotros y ser limpiados de los pecados. Por otra parte, es preciso reconocer que de hecho sí pecamos. Pero, aun siendo esto aborrecible, es consolador saber y experimentar que hay un intercesor por mí ante el Padre, Jesucristo. ¡Cuánto bien nos puede hacer en estos días sentir el perdón misericordioso del Señor!

¿Cómo escapar a las trampas que nos acechan por el pecado (propio y ajeno), las miserias y debilidades?  El Sal 123 reconoce que, si el Señor no hubiese estado de nuestra parte, “nos habrían tragado vivos”. Porque, él es experto en romper trampas, descubrirnos lazos ocultos o a cazadores de vida divina que están al acecho.

Un caso tremendo y dramático en sus consecuencias, es lo que hoy celebramos con los Santos Inocentes. Dicho de otro modo, ¿Sabré cómo actuar ante el ataque despiadado que sufre mi fe, coherencia de vida, las propias y comunes convicciones?, ¿En qué o quién me apoyaré para resistir? La clave se nos da en el evangelio. Meditemos bien esta frase; “el ángel del Señor se apareció en sueños a José y le dijo: «Levántate, coge al niño y a su madre y huye a Egipto; quédate allí hasta que yo te avise”. Es decir, siempre contaremos con “un ángel” (circunstancias, personas, el confesor, la propia conciencia…) que nos facilitará pautas de cómo proceder ante aquello que puede matar la vida de Dios en nuestro corazón. Pero es preciso obedecer pronto, “huir, aunque sea de noche”.

Así lo vivieron en su crudeza, José y María. No tengamos pues miedo a “los tiranos de la muerte”. Por el contrario, podemos salir victoriosos guiados por la luz del Señor. Y, si tropezamos, una y mil veces, ¡ánimo y adelante!; “si alguno peca, tenemos a uno que abogue ante el Padre: a Jesucristo”.

27 diciembre 2020, domingo Octava de Navidad. La Sagrada Familia: Jesús, María y José. Puntos de oración

Primera Lectura
Lectura del libro del Eclesiástico (3, 2-6. 12-14)

El Señor honra más al padre que a los hijos y afirma el derecho de la madre sobre ellos.

Quien honra a su padre expía sus pecados, y quien respeta a su madre es como quien acumula tesoros.

Quien honra a su padre se alegrará de sus hijos y cuando rece, será escuchado.

Quien respeta a su padre tendrá larga vida, y quien honra a su madre obedece al Señor.

Hijo, cuida de tu padre en su vejez y durante su vida no le causes tristeza.

Aunque pierda e juicio, sé indulgente con él y no lo desprecies aun estando tú en peno vigor.

Porque la compasión hacia el padre no será olvidada y te servirá para reparar tus pecados.

Salmo Responsorial
Sal 127, 1bcd-2. 3. 4-5
R. Dichosos los que temen al Señor y siguen sus caminos.

Dichoso el que teme al Señor
y sigue sus caminos.
Comerás del fruto de tu trabajo,
serás dichoso, te irá bien.
R.

Tu mujer, como parra fecunda,
en medio de tu casa;
tus hijos, como renuevos de olivo,
alrededor de tu mesa.
R.

Esta es la bendición del hombre
que teme al Señor.
Que el Señor te bendiga desde Sión,
que veas la prosperidad de Jerusalén
todos los días de tu vida.
R.

Segunda Lectura
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Colosenses (3, 12-21)

Hermanos:

Como elegidos de Dios, santos y amados, revestíos de compasión entrañable, bondad humildad, mansedumbre y paciencia.

Sobre llevaos mutuamente y perdonaos, cuando alguno tenga quejas contra otro.

El Señor os ha perdonado: haced vosotros lo mismo.

Y por encima de todo esto, el amor, que es el vínculo de la unidad perfecta

Que la paz de Cristo reine en vuestro corazón; a ella habéis sido convocados, en un solo cuerpo.

Sed también agradecidos. La palabra de Cristo habite entre vosotros en toda su riqueza; enseñaos unos a otros con toda sabiduría; exhortaos mutuamente.

Cantad a Dios, dadle gracias de corazón, con salmos, himnos y cánticos inspirados.

Y, todo lo que de palabra o de obra realicéis, sea todo en nombre del Señor Jesús, dando gracias a Dios Padre por medio de él.

Mujeres, sed sumisas a vuestros maridos, como conviene en el Señor. Maridos, amad a vuestras mujeres, y no seáis ásperos con ellas.

Hijos, obedeced a vuestros padres en todo, que eso agrada al Señor. Padres, no exasperéis a vuestros hijos, no sea que pierdan los ánimos.

Evangelio
Lectura del santo Evangelio según san Lucas (2, 36-40)

Cuando se cumplieron los días de la purificación, según la ley de Moisés, los padres de Jesús lo llevaron a Jerusalén para presentarlo al Señor.

Y cuando cumplieron todo lo que prescribía la ley del Señor, Jesús y sus padres volvieron a Galilea, a su ciudad de Nazaret. El niño, por su parte, iba creciendo y robusteciéndose, lleno de sabiduría; y la gracia de Dios estaba con él.

27 diciembre 2020, domingo Octava de Navidad. La Sagrada Familia: Jesús, María y José. Puntos de oración

Seguimos en la octava de Navidad; ¡qué fácil es hacer un rato de oración cerca del Niño de Belén. Madruguemos un poco y busquemos un lugar tranquilo. Abramos el evangelio y saboreemos, antes de que la actividad del día nos invada, las lecturas de este domingo de la Sagrada Familia, en el que el nombre de la fiesta no termina ahí, sino que añade: Jesús, María y José. Como en el villancico.

Hoy nos va a resultar muy fácil ponernos en la presencia de Dios y repetir de nuevo la oración de san Ignacio: que todos mis pensamientos y mis acciones estén rectamente ordenados al servicio y alabanza de su divina majestad, hecha un niño pobre e indefenso, perseguido desde la cuna, pero a la vez anunciado por los ángeles, adorado por los pastores y contemplado por María y José, que siguen asombrados ante el Misterio, día tras día.

Contemplemos despacio ese Misterio de la Sagrada Familia; dejémonos envolver por el ambiente de asombro que rodea a María y a José, que hoy, según leemos en el evangelio de la misa, se traslada al templo de Jerusalén.

Allí los padres de Jesús van de sorpresa en sorpresa. Llevan al niño al templo con la intención de cumplir con la Ley, y se encuentran, primero con Simeón y luego con Ana.

El mensaje de Simeón nos lo sabemos casi de memoria:

«Ahora, Señor, según tu promesa, puedes dejar a tu siervo irse en paz. Porque mis ojos han visto a tu Salvador, a quien has presentado ante todos los pueblos: luz para alumbrar a las naciones y gloria de tu pueblo Israel.»

¿Somos capaces de atravesar la parafernalia que rodea estos días y ver en ese Niño, como Simeón, al Salvador, a la luz que alumbra nuestro camino? ¡Cuántas veces buscamos la salvación, la solución a “lo nuestro”, fuera de Jesús, en tal o cual cosa, en otras luces que nos distraen o nos deslumbran, que no son la que de verdad puede iluminar nuestro camino, porque da esperanza y consuelo a nuestro corazón!

Antes de centrarnos en el mensaje que quiere el Señor dejarnos como familia en este día, recordemos las palabras de Simeón a María:

«Mira, éste está puesto para que muchos en Israel caigan y se levanten; será como una bandera discutida: así quedará clara la actitud de muchos corazones. Y a ti, una espada te traspasará el alma.»

Palabras que nos hablan de sufrimiento y de cruz. Ya se encarga la liturgia de la Iglesia en estos días de recordarnos que el camino que se inicia en Belén ha de pasar por el sufrimiento y la muerte para llegar a la Vida. Las fiestas de san Esteban (ayer) y de los santos Inocentes (mañana) concretan esa enseñanza.

Pero, ¿qué cruz es esa por la que hemos de pasar inexorablemente? Muchas veces pensamos que ha de venir de fuera. Estamos en tiempos de persecución silenciosa de la fe. Pero yo creo -podemos hoy darle vueltas a eso- que la vida de familia lleva implícita una cruz que hay que abrazar con alegría, para convertirla en gozo.

Las palabras de san Pablo a los colosenses están llenas de exigencia: exigencia de misericordia y de bondad, de humildad, dulzura y comprensión. Esa es una cruz que de verdad lleva a la luz, a la verdadera alegría. Y una cruz que no llevamos solos, porque el Señor la lleva con nosotros, porque contamos con la ayuda y la intercesión de María y de José, expertos en esas lides.

“Sobrellevaos mutuamente y perdonaos cuando alguno tenga quejas contra otro”. “El Señor os ha perdonado: haced vosotros lo mismo”. “Y por encima de todo esto, el amor”.

Hoy es un día para alegrarnos en familia, porque la familia de Belén, la familia de Nazaret, nos da ejemplo y nos ayuda en nuestro camino.

Y ese camino ya sabemos por dónde pasa. Nos lo recuerda la primera lectura, del Eclesiástico:

El que honra a su padre expía sus pecados, se alegrará de sus hijos, cuando rece será escuchado, tendrá larga vida, su limosna no se olvidará, será tenida en cuenta para pagar tus pecados.

El que respeta a su madre acumula tesoros, el Señor lo escucha.

Todos tenemos, no solo en el cielo, padre y madre, aquí en la tierra: los de casa, los que guían nuestra vida, los que nos alientan y aconsejan, los que nos quieren, nos corrigen y nos alientan. Pidamos hoy por ellos a la Sagrada Familia, y tengamos también un especial recuerdo y una oración por los que estaban cerca y este año han partido ya a la casa del Padre. Tengamos la seguridad que allí volveremos de nuevo a estar en familia.

Mientras tanto, aquí abajo, finalicemos nuestra oración pidiendo a Jesús, a María y a José que nos ayuden a crecer y robustecernos, a llenarnos de sabiduría, a dejarnos acompañar por la gracia de Dios, a abandonarnos en sus manos.

26 diciembre 2020, sábado Tiempo de Navidad. San Esteban, protomártir

Primera Lectura
Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles 6, 8-10; 7, 54-60 (6, 8-10; 7 54-60)

En aquellos días, Esteban, lleno de gracia y poder, realizaba grandes prodigios y signos en medio del pueblo. Unos cuantos de la sinagoga llamada de los libertos, oriundos de Cirene, Alejandría, Cilicia y Asia, se pusieron a discutir con Esteban; pero no lograban hacer frente a la sabiduría y al espíritu con que hablaba.

Oyendo sus palabras, se recomían en sus corazones y rechinaban los dientes de rabia. Esteban, lleno de Espíritu Santo, fijando la mirada en el cielo, vio la gloria de Dios, y a Jesús de pie de pie a la derecha de Dios, y dijo:

«Veo los cielos abiertos y al Hijo del hombre de pie a la derecha de Dios»

Dando un grito estentóreo, se taparon los oídos; y, como un solo hombre, se abalanzaron sobre él, lo empujaron fuera de la ciudad y se pusieron a apedrearlo. Los testigos dejaron sus capas a los pies de un joven llamado Saulo y se pusieron a apedrear a Esteban, que repetía esta invocación:

«Señor Jesús, recibe mi espíritu».

Salmo Responsorial
Sal 30, 3cd-4. 6 y 8ab. 16bc-17
R. A tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.

Sé la roca de mi refugio,
un baluarte donde me salve,
tú que eres mi roca y mi baluarte;
por tu nombre dirígeme y guíame.
R.

A tus manos encomiendo mi espíritu:
tú, el Dios leal, me librarás;
Tu misericordia sea mi gozo y mi alegría.
Te has fijado en mi aflicción.
R.

Líbrame de los enemigos que me persiguen.
Haz brillar tu rostro sobre tu siervo,
sálvame por tu misericordia.
R.

Evangelio
Lectura del santo Evangelio según san Mateo (10, 17-22)

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:

«¡Cuidado con la gente!, porque os entregarán a los tribunales, os azotarán en las sinagogas y os harán comparecer ante gobernadores y reyes por mi causa; para dar testimonio ante ellos y ante los gentiles.

Cuando os entreguen, no os preocupéis de lo que vais a decir o de cómo lo diréis: en aquel momento se os sugerirá lo que tenéis que decir, porque no seréis vosotros los que habléis, sino el Espíritu de vuestro Padre hablará por vosotros.

El hermano entregará al hermano a la muerte, el padre al hijo; se rebelarán los hijos contra sus padres y los matarán.

Y seréis odiados por todos a causa de mi nombre; pero el que persevere hasta el final, se salvará».

26 diciembre 2020, sábado Tiempo de Navidad. San Esteban, protomártir. Puntos de Oración

Tú no me ahorras problemas, me salvas en ellos.

Espíritu Santo…, ven.

Santa María…, intercede.

Esteban. Protomártir (primer mártir). Por eso la Iglesia seduce cada vez a más jóvenes. Es auténtica, veraz, no engaña. El día después de Navidad nos señala por dónde pasa el camino cristiano: el martirio. El pesebre lleva a la cruz.

Decía el padre Morales que pesebre y cruz estaban hechas de la misma madera.

Una clave ante la que permanecer en silencio y en actitud orante en nuestro encuentro íntimo con Dios hoy: “el que persevere hasta el final, se salvará”.

¿Cómo se traduce esta certeza en tu vida, en mi vida de fe? Te invito a que no tires de ideas, sino de historia personal, de tu historia de salvación personal. A continuación, te ofrezco alguna, por si ayuda. Pero busca la tuya, la tienes y conviene encontrarla, te ayudará a actualizar tu historia de salvación, a vivir la Navidad:

·         Quien preserve el fruto para que no sea amargo, aún en la prueba, degustará mi amor, más dulce que la miel.

·         El que no se tire del coche al entrar en el túnel, terminará viendo la luz. La prueba acaba, mi amor incondicional no.

·         Quien conceda a mi amor y fidelidad la última palabra, superará la prueba.

·         Morir no mata, si es por amor. Solo mata el odio, el rencor, o la parálisis del miedo, porque te aleja de Mí.

·         Vivir como salvados es afrontar la prueba, sabiéndote, Jesús, ya vencedor en mí, si permanezco en Ti.

·         Ser cristiano es vivir en la casa del amor, no en la casa del miedo. 

Pon palabras, desde tu historia de salvación a: “el que persevere hasta el final, se salvará”. Guarda un momento de silencio, y degústalas.

Acabo la oración con un coloquio con el Niño. Él duerme, la tempestad espera agazapada. La historia del Amor en mi vida será una batalla. Pero el martirio, que antes o después llegará, blanco o rojo, pasa por mirar a este Niño indefenso y dejarme conquistar por Él. El martirio es dejar que el Amor triunfe en nuestros egoísmos. Hasta las últimas consecuencias.

Hágase. Estar.

Viernes, 25 de diciembre de 2020. Tiempo de Navidad. Solemnidad de la Natividad del Señor.

Primera lectura
Lectura del libro de Isaías (52, 7-10)

¡Qué hermosos son sobre los montes los pies del mensajero que proclama la paz, que anuncia la buena noticia, que pregona la justicia, que dice a Sión: «¡Tu Dios es rey!».

Escucha: tus vigías gritan, cantan a coro, porque ven cara a cara al Señor, que vuelve a Sión.

Romped a cantar a coro, ruinas de Jerusalén, porque el Señor ha consolado a su pueblo, ha rescatado a Jerusalén.

Ha descubierto el Señor su santo brazo a los ojos de todas las naciones, y verán los confines de la tierra la salvación de nuestro Dios.

Salmo Responsorial
Sal 97, 1. 2-3ab. 3cd-4. 5-6
R. Los confines de la tierra han contemplado la salvación de nuestro Dios.

Cantad al Señor un cántico nuevo,
porque ha hecho maravillas.
Su diestra le ha dado la victoria,
su santo brazo. R.

El Señor da a conocer su salvación,
revela a las naciones su justicia.
Se acordó de su misericordia y su fidelidad
en favor de la casa de Israel. R.

Los confines de la tierra han contemplado
la salvación de nuestro Dios.
Aclama al Señor, tierra entera;
gritad, vitoread, tocad. R.

Tañed la cítara para el Señor,
suenen los instrumentos:
con clarines y al son de trompetas,
aclamad al Rey y Señor. R.

Segunda lectura
Lectura de la carta a los Hebreos (1, 1-6)

En muchas ocasiones y de muchas maneras habló Dios antiguamente a los padres por los profetas.

En esta etapa final, nos ha hablado por el Hijo, al que ha nombrado heredero de todo, y por medio del cual ha realizado los siglos.

Él es reflejo de su gloria, impronta de su ser. Él sostiene el universo con su palabra poderosa. Y, habiendo realizado la purificación de los pecados, está sentado a la derecha de la Majestad en las alturas; tanto más encumbrado sobre los ángeles cuanto más sublime es el nombre que ha heredado.

Pues, ¿a qué ángel dijo jamás: “Hijo mío eres tú, yo te he engendrado hoy”,; y en otro lugar: “Yo seré para él un padre, y el será para mi un hijo”?

Asimismo, cuando introduce en el mundo al primogénito, dice: “Adórenlo todos los ángeles de Dios”.

Evangelio
Lectura del santo Evangelio según san Juan 1. 1-18 (1-18,)

En el principio existía el Verbo y el Verbo estaba junto a Dios, y dl Verbo era Dios.

Él estaba en el principio junto a Dios.

Por medio de él se hizo todo, y sin él no se hizo nada de cuanto se ha hecho.

En él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres.

Y la luz brilla en la tiniebla, y la tiniebla no lo recibió.

Surgió un hombre enviado por Dios, que se llamaba Juan: este venía como testigo, para dar testimonio de la luz, para que todos creyeran por medio de él.

No era él la luz, sino el que daba testimonio de la luz.

El Verbo era la luz verdadera, que alumbra a todo hombre, viniendo al mundo.

En el mundo estaba; el mundo se hizo por medio de él, y el mundo no la conoció.

Vino a su casa, y los suyos no la recibieron.

Pero a cuantos lo recibieron, les dio poder de ser hijos de Dios, a los que creen en su nombre.

Estos no han nacido de sangre, ni de deseo de carne, ni de deseo de varón, sino que han nacido de Dios.

Y el Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros, y hemos contemplado su gloria: gloria como del Unigénito del Padre, lleno de gracia y de verdad.

Juan da testimonio de él y grita diciendo: «Este es de quien dije: el que viene detrás de mí se ha puesto delante de mí, porque existía antes que yo».

Pues de su plenitud todos hemos recibido, gracia tras gracia.

Porque la ley se dio por medio de Moisés, la gracia y la verdad nos han llegado por medio de Jesucristo.

A Dios nadie lo ha visto jamás: Dios unigénito, que está en el seno del Padre, es quien lo ha dado a conocer.

Jueves, 24 de diciembre de 2020

Lectura del segundo libro de Samuel (7,1-5.8b-12.14a.16)

Cuando el rey David se asentó en su casa y el Señor le hubo dado reposo de todos sus enemigos de alrededor, dijo al profeta Natán:

«Mira, yo habito en una casa de cedro, mientras el Arca de Dios habita en una tienda».

Natán dijo al rey:

«Ve y haz lo que desea tu corazón, pues el Señor está contigo».

Aquella noche vino esta palabra del Señor a Natán:

«Ve y habla a mi siervo David: "Así dice el Señor: ¿Tú me vas a construir una casa para morada mía?

Yo te tomé del pastizal, de andar tras el rebaño, para que fueras jefe de mi pueblo Israel. He estado a tu lado por donde quiera que has ido, he suprimido a todos tus enemigos ante ti y te he hecho tan famoso como los grandes de la tierra. Dispondré un lugar para mi pueblo Israel, y lo plantaré para que resida en él sin que lo inquieten, ni le hagan más daño los malvados, como antaño, cuando nombraba jueces sobre mi pueblo Israel. A ti te he dado reposo de todos tus enemigos. Pues bien, el Señor te anuncia que te va a edificar una casa.

En efecto, cuando se cumplan tus días y reposes con tus padres, yo suscitaré descendencia tuya después de ti. Al que salga de tus entrañas le afirmaré su reino. Yo seré para él un padre y él será para mí un hijo.

Tu casa y tu reino se mantendrán siempre firmes ante mí, tu trono durará para siempre"».

Sal 88, 2-14-5. 27 y 29
R. Cantaré eternamente tus misericordias, Señor.

Cantaré eternamente las misericordias del Señor,
anunciaré tu fidelidad por todas las edades.
Porque dijiste: «La misericordia es un edificio eterno»,
más que el cielo has afianzado tu fidelidad.
R.

«Sellé una alianza con mi elegido,
jurando a David, mi siervo:
Te fundaré un linaje perpetuo,
edificaré tu trono para todas las edades».
R.

«Él me invocará: “Tú eres mi padre,
mi Dios, mi Roca salvadora”;
Le mantendré eternamente mi favor,
y mí alianza con él será estable».
R.

Lectura del santo Evangelio según san Lucas (1, 67-79)

En aquel tiempo, Zacarías, padre de Juan, se lleno del Espíritu Santo y profetizó diciendo:

«”Bendito sea el Señor, Dios de Israel”, porque ha visitado y “redimido a su pueblo”, suscitándonos una fuerza de salvación en la casa de David, su siervo, según lo había predicho desde antiguo por boca de sus santos profetas.

Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos y de la mano de todos los que nos odian; realizando la “misericordia que tuvo con nuestros padres, recordando su santa alianza” y “el juramento que juró a nuestro padre Abrahán” para concedernos que, libres de temor, arrancados de la mano de los enemigos, le sirvamos con santidad y justicia, en su presencia, todos nuestros días.

Y a ti, niño, te llamarán profeta del Altísimo, porque irás delante “del Señor a preparar sus caminos”, anunciando a su pueblo la salvación por el perdón de sus pecados.

Por la entrañable misericordia de nuestro Dios, nos visitará el sol que nace de lo alto, para iluminar a los que viven en tinieblas y en sombra de muerte, para guiar nuestros pasos por el camino de la paz».

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