1. “A [Sara] se le apareció un
ángel del Señor y le dijo: “Eres estéril y no has tenido hijos; pero de hoy en
adelante, no bebas vino, ni bebida fermentada, ni comas nada impuro, porque vas
a concebir y a dar a luz un hijo [Sansón]” (Jue, 13.2)
¡Qué alegría constatar que para Dios no hay nada imposible! Una mujer
estéril, Sara, recibe al mensajero de Dios y es consciente de su vocación, de
su llamamiento; le pone todo un programa “en adelante”, que conlleva
austeridad, ayuno, vaciamiento de sí, “manos vacías”, para vivir la nueva
misión: “concebir y dar a luz un hijo”. Y ese “niño creció y el Señor lo
bendijo y el espíritu del Señor empezó a manifestarse en él.
Cada uno de nosotros tiene una vocación y una misión, sigamos el ejemplo de
san Juan de la Cruz, evitando dispersiones y ruidos, en el sprint final del
Adviento: “olvido de lo creado, memoria del Creador, atención a lo interior y
estarse amando al Amado” Magnífica preparación para la Navidad
2. Tú Señor, eres mi esperanza
(Salmo 71):
El salmo constata y nos ayuda a orar cantando que el Señor es nuestra roca,
nuestra fortaleza. Paladea sus palabras: Porque tú, Señor, eres mi esperanza y
mi seguridad desde mi juventud.
En ti me apoyé desde las entrañas de mi madre; desde el seno materno fuiste
mi protector.
3. “Isabel era estéril…Se le
apareció entonces un ángel del Señor… “No temas, Zacarías, …te dará un hijo, a
quien le pondrás el nombre de Juan…no beberá vino ni licor y estará lleno del
Espíritu Santo… Poco después concibió Isabel, su mujer” (Lc 1, 5)
Otro milagro patente del Señor, para el que todo es posible y lo podemos
comprobar en san Juan Bautista, el mayor de los nacidos de mujer. Qué gran
parecido con el relato de Sansón y el de la Anunciación en la Encarnación. Y
qué potente mensaje en tan sencillo relato: Nosotros, débiles y estériles
creaturas, si nos abrimos a la vocación y la misión que nos regala el Señor
podemos dar frutos de santidad. ¡Fiat, hágase; habla, Señor que tu siervo
escucha; aquí estoy para hacer tu voluntad! Y lo imposible se hizo POSIBLE. La
esperanza es real, tiene un nombre: Jesús, que vino, viene y vendrá.
¡Maranatha!
PALABRAS DEL SANTO PADRE
Hay una cuna vacía aquí, podemos mirarla. Puede ser un símbolo de esperanza porque el Niño vendrá, puede ser un objeto de museo, vacía toda la vida. Nuestro corazón es una cuna. ¿Cómo es mi corazón? ¿Está vacío, siempre vacío, o está abierto para recibir y dar vida continuamente? ¿Para recibir y ser fructuoso? ¿O es un corazón conservado como un objeto de museo que nunca ha estado abierto a la vida y a dar la vida? (Santa Marta, 19 de diciembre 2017).