Entramos en una nueva etapa en
nuestro camino de adviento. A siete días de la solemnidad de la Navidad del
Señor la liturgia nos prepara de forma inmediata a esta cita anual. Comienzan
las antífonas en “Oh” que expresan el anhelo del Salvador. Hoy:
“Oh Sabiduría, que brotaste de los labios del
Altísimo,
abarcando del uno al otro confín
y ordenándolo todo con firmeza y suavidad
ven y muéstranos el camino de la salvación”
Jesús es la sabiduría de Dios por
quien todo fue hecho y es reconocida por los pobres de Yavé. Estos días nos
adentramos en la contemplación de los evangelios de la infancia ayudados
también por los vaticinios del Antiguo Testamento; entramos en la vida de dos
familias: la de Zacarias e Isabel y la de José y María, así como en las de Juan
y Jesús. Contemplamos la plenitud de los tiempos que da sentido a todas
nuestras historias. Avivemos nuestra fe al entrar en el misterio de Dios, su
obrar en la historia.
LIBRO del origen de Jesucristo, hijo de David, hijo de Abrahán.
Mateo nos habla ya de Jesús como
el mesías esperado plenitud de la historia de Israel. Bendición para todas las
naciones y cumplimiento de las promesas pues su reino no tendrá fin (No se
apartará de Judá el cetro).
Jacob engendró a José, el esposo de María, de la cual nació Jesús, llamado
Cristo.
Mateo también nos abre al
misterio del nacimiento de Jesús de una madre virgen; rompe el ritmo de la
genealogía al mencionar el nacimiento singular de Jesús, el Enmanuel.
Oremos estos días contemplando los primeros momentos de la vida de Jesús que es Dios con nosotros con profunda admiración, asombro y adoración.