1/1/2014, Santa María, Madre de Dios

Lectura del libro de los Números (6, 22-27)

El Señor habló a Moisés: -«Di a Aarón y a sus hijos: Ésta es la fórmula con que bendeciréis a los israelitas: "El Señor te bendiga y te proteja, ilumine su rostro sobre ti y te conceda su favor. El Señor se fije en ti y te conceda la paz." Así invocarán mi nombre sobre los israelitas, y yo los bendeciré.»

Salmo responsorial (Sal 66, 2-3. 5. 6 y 8)
R. El Señor tenga piedad y nos bendiga.

El Señor tenga piedad nos bendiga, ilumine su rostro sobre nosotros;
conozca la tierra tus caminos, todos los pueblos tu salvación. R.

Que canten de alegría las naciones, porque riges el mundo con justicia,
riges los pueblos con rectitud y gobiernas las naciones de la tierra. R.

Oh Dios, que te alaben los pueblos, que todos los pueblos te alaben.
Que Dios nos bendiga; que le teman hasta los confines del orbe. R.

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Gálatas (4, 4-7)

Hermanos: Cuando se cumplió el tiempo, envió Dios a su Hijo, nacido de una mujer, nacido bajo la Ley, para rescatar a los que estaban bajo la Ley, para que recibiéramos el ser hijos por adopción. Como sois hijos, Dios envió a nuestros corazones el Espíritu de su Hijo que clama: «¡Abba! Padre.» Así que ya no eres esclavo, sino hijo; y si eres hijo, eres también heredero por voluntad de Dios.

Lectura del santo evangelio según san Lucas (2, 16-21)

En aquel tiempo, los pastores fueron corriendo a Belén y encontraron a María y a José, y al niño acostado en el pesebre. Al verlo, contaron lo que les habían dicho de aquel niño. Todos los que lo oían se admiraban de lo que les decían los pastores. Y María conservaba todas estas cosas, meditándolas en su corazón. Los pastores se volvieron dando gloria y alabanza a Dios por lo que habían visto y oído; todo corno les habían dicho. Al cumplirse los ocho días, tocaba circuncidar al niño, y le pusieron por nombre Jesús, como lo había llamado el ángel antes de su concepción.

1 enero 2014. Santa María, Madre de Dios – Puntos de oración

El uno de enero la Iglesia concentra su atención en el misterio de la divina maternidad de Nuestra Señora y en la circuncisión del Niño nacido en Belén, al que, se impuso en este rito el Santísimo Nombre de Jesús, el que el arcángel Gabriel había indicado a María en la anunciación y a san José en sueños, el “Nombre que está sobre todo Nombre”, ante el cual “toda rodilla se doble en el cielo, en la tierra y en el abismo”, como dice san Pablo (Fil II, 9-10). Jesús (del hebreo Jehoshua) significa “el que salva”; es más: no hay otro nombre por el cual nos venga la salvación, según proclamó san Pedro en su primera predicación el día de Pentecostés (Act IV, 12). De ahí que “si confiesas con tu boca que Jesús es el Señor y crees en tu corazón que Dios lo resucitó de entre los muertos, serás salvado” (Rom X, 9-10).

Propongo para la oración de este día la oración más antigua que conservamos con el título de la fiesta de hoy:

Bajo tu amparo nos acogemos,
santa Madre de Dios;
no deseches las súplicas
que te dirigimos
en nuestras necesidades,
antes bien
líbranos de todo peligro,
¡oh Virgen gloriosa y bendita!
Amén.

En oriente, Madre de Dios, es el título más repetido para designar a la madre de Jesús. Ella es la madre que salvaguarda la verdad sobre su hijo e intercede por nosotros en la intercesión de aquel que “vive para siempre intercediendo por nosotros”.

Por esta unidad indestructible entre Jesús y María podemos también orar con nuestros hermanos orientales dirigiéndonos a Jesús: “Jesús, salvador, ten misericordia de mí”. María tendría el nombre de su hijo siempre en su corazón desde que se lo dijo el ángel así como san José; su solo nombre es oración pues nos hace presente todo su misterio y en estos días, y en este día qué mejor oración. Oremos pues en comunión con María y bajo su amparo.

31/12/2013, Séptimo día de la Octava de Navidad

Lectura de la primera carta del apóstol san Juan (2, 18-21)

Hijos míos, es el momento final. Habéis oído que iba a venir un Anticristo; pues bien, muchos anticristos han aparecido, por lo cual nos damos cuenta que es el momento final. Salieron de entre nosotros, pero no eran de los nuestros. Si hubiesen sido de los nuestros, habrían permanecido con nosotros. Pero sucedió así para poner de manifiesto que no todos son de los nuestros. En cuanto a vosotros, estáis ungidos por el Santo, y todos vosotros lo conocéis. Os he escrito, no porque desconozcáis la verdad, sino porque la conocéis, y porque ninguna mentira viene de la verdad.

Salmo responsorial (Sal 95, 1-2. 11-12. 13-14)
R. Alégrese el cielo, goce la tierra.

Cantad al Señor un cántico nuevo, cantad al Señor, toda la tierra;
cantad al Señor, bendecid su nombre, proclamad día tras día su victoria. R.

Alégrese el cielo, goce la tierra, retumbe el mar y cuanto lo llena;
vitoreen los campos cuanto hay en ellos, aclamen los árboles bosque. R.

Delante del Señor, que ya llega, ya llega a regir la tierra:
regirá el orbe con justicia y los pueblos con fidelidad. R.

Comienzo del santo evangelio según san Juan (1, 1-18)

En el principio ya existía la Palabra, y la Palabra estaba junto a Dios, y la Palabra era Dios. La Palabra en el principio estaba junto a Dios. Por medio de la Palabra se hizo todo, y sin ella no se hizo nada de lo que se ha hecho. En la Palabra había vida, y la vida era la luz de los hombres. La luz brilla en la tiniebla, y la tiniebla no la recibió. Surgió un hombre enviado por Dios, que se llamaba Juan: éste venía como testigo, para dar testimonio de la luz, para que por él todos vinieran a la fe. No era él la luz, sino testigo de la luz. La Palabra era la luz verdadera, que alumbra a todo hombre, Al mundo vino, y en el mundo estaba; el mundo se hizo por medio de ella, y el mundo no la conoció. Vino a su casa, y los suyos no la recibieron. Pero a cuantos la recibieron, les da poder para ser hijos de Dios, si creen en su nombre. Éstos no han nacido de sangre, ni de amor carnal, ni de amor humano, sino de Dios. Y la Palabra se hizo carne y acampó entre nosotros, y hemos contemplado su gloria: gloria propia del Hijo único del Padre, lleno de gracia y de verdad. Juan da testimonio de él y grita diciendo: - «Éste es de quien dije: "El que viene detrás de mí pasa delante de mí, porque existía antes que yo."» Pues de su plenitud todos hemos recibido, gracia tras gracia. Porque la Ley se dio por medio de Moisés, la gracia y la verdad vinieron por medio de Jesucristo. A Dios nadie lo ha visto jamás: Dios Hijo único, que está en el seno del Padre, es quien lo ha dado a conocer.

31 diciembre 201. Séptimo día de la Octava de Navidad – Puntos de oración

“De su plenitud todos hemos recibido gracia tras gracia” (Jn 1, 10).

Qué bueno un fin de año para, como dice el Papa Francisco,  “ser memoriosos”. Hacer memoria,  recordar, valorar y agradecer todos los dones recibidos gratuitamente de Dios a lo largo del último año, a punto de concluir. Infinidad de beneficios, de todo tipo y en tanta cantidad que sólo podemos rendirnos ante tanto Amor y hacer el propósito de vivir colgados de ese Amor.

Responder al Amor con amor. Dice santa Teresita que creía que nadie podía ser más amada de Dios que lo que ella se sabía y sentía. Y como quería responder adecuadamente, porque “el amor llama al amor… necesito pedirte prestado tu propio amor” (Historia de un alma).  Apropiarnos esta experiencia de nuestro adalid y gran santa de los tiempos modernos y gustar de la consolación de saberse amado por Dios de un modo único. Y como ella también, pedir a Jesús que nos conceda amarle con su mismo Amor.

¿Es esto posible? Lo es, si creemos el Evangelio, pues dice Juan: “A cuantos reciben la Palabra (el Verbo, el Hijo único), les da poder para ser hijos de Dios. Estos no han nacido de sangre…, sino de Dios” (Jn 1, 5).

Por tanto, animémonos a vivir el año nuevo 2014 cimentados en las verdades de la fe: Jesús quiere vivir en mí y me da todos los tesoros de su Vida para hacer que la mía alcance la plenitud y la fecundidad. En definitiva, nunca estamos solos ni perdidos. Somos peregrinos y no nómadas errantes. Dios vive en ti. Si tú le dejas…

30/12/2013, Sexto día de la Octava de Navidad

Lectura de la primera carta del apóstol san Juan (2, 12-17)

Os escribo, hijos míos, que se os han perdonado vuestros pecados por su nombre. Os escribo, padres, que ya conocéis al que existía desde el principio. Os escribo, jóvenes, que ya habéis vencido al Maligno. Os repito, hijos, que ya conocéis al Padre. Os repito, padres, que ya conocéis al que existía desde el principio. Os repito, jóvenes, que sois fuertes y que la palabra de Dios permanece en vosotros, y que ya habéis vencido al Maligno. No améis al mundo ni lo que hay en el mundo. Si alguno ama al mundo, no está en él el amor del Padre. Porque lo que hay en el mundo -las pasiones de la carne, y la codicia de los ojos, y la arrogancia del dinero-, eso no procede del Padre, sino que procede del mundo. Y el mundo pasa, con sus pasiones. Pero el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre.

Salmo responsorial (Sal 95, 7-8a. 8b-9. 10)
R. Alégrese el cielo, goce la tierra.

Familias de los pueblos, aclamad al Señor, aclamad la gloria y el poder del Señor,
aclamad la gloria del nombre del Señor. R.

Entrad en sus atrios trayéndole ofrendas, postraos ante el Señor en el atrio sagrado,
tiemble en su presencia la tierra toda. R.

Decid a los pueblos: «El Señor es rey, él afianzó el orbe, y no se moverá;
él gobierna a los pueblos rectamente.» R.

Lectura del santo evangelio según san Lucas (2, 36-40)

En aquel tiempo, había una profetisa, Ana, hija de Fanuel, de la tribu de Aser. Era una mujer muy anciana; de jovencita había vivido siete años casada, y luego viuda hasta los ochenta y cuatro; no se apartaba del templo día y noche, sirviendo a Dios con ayunos y oraciones. Acercándose en aquel momento, daba gracias a Dios y hablaba del niño a todos los que aguardaban la liberación de Jerusalén. Y cuando cumplieron todo lo que prescribía la ley del Señor, se volvieron a Galilea, a su ciudad de Nazaret. El niño iba creciendo y robusteciéndose, y se llenaba de sabiduría; y la gracia de Dios lo acompañaba.

30 diciembre 2013. Sexto día de la Octava de Navidad – Puntos de oración

Estamos todavía inmersos en la octava de Navidad. En estos días amanece y nos despertamos con los rayos  que irradia la luz que no tiene ocaso.

La luz desde el punto de vista físico, en el plano de lo sensible, nos permite interactuar con las realidades materiales, percibir las formas, colores de las cosas y los rostros de las personas que nos rodean.

Pero la luz que nos llega del niño Jesús que nace en Belén, es la luz de la fe que no tiene ocaso. Es la luz que nos permite reconocer que un Dios se hace hombre en un niño, que lo eterno se hace tiempo, historia. Que lo infinito se hace finito, para dotarlo de infinitud, de eternidad. Todo un Dios se hace hombre, para que el hombre llegue a ser Dios.

Este niño Dios, nos hace descubrir la dignidad que hay detrás de cada hombre.

Esta sería la primera idea de los puntos. Pedir la luz de la fe que nos haga descubrir la dignidad, la grandeza del hombre, la plenitud a la que somos llamados ya desde este momento. Somos hijos en el Hijo.

¿No bastaría esto para asombrarse, para volverse uno loco de felicidad?

Pero esta luz se irradia desde la cueva, sale y llega a todos los hombres. Cualquiera que es alcanzado por ella también la irradia. Los primeros, los pastores, que la llevan a los más cercanos y luego los Reyes que la llevan a países lejanos. Por toda la tierra se  va haciendo la luz, van desapareciendo las sombras. Las cosas y personas son renovadas, comienza una nueva humanidad, una nueva historia. No es de extrañar que la historia se cuente como antes y después de Cristo.

Pero yo querría transmitir una segunda idea en relación a esto último.

El obispo de mi diócesis, tiene la costumbre al inicio de cada curso de regalar a las comunidades y grupos un icono. Este año el icono hace alusión al buen samaritano. A él también le ha llegado la luz de la fe, también ha sido renovado por dentro. Él es capaz de ver en el prójimo algo más y ese acto racional primero, se hace vida a través de su respuesta.

La fe nos lleva a hacer vida aquello que profesamos. La fe no son meras fórmulas que se recitan, sino que afectan todo mi ser y mi actuar. La fe no puede ser un darse cuenta de lo que tenemos y pasar de largo o meditarlo en mi interior. De ahí que la segunda idea que os propongo es cambiar nuestra actitud. Bajarnos de nuestro burro, caballo o de nuestro yo. Dejar mis ideas, concepciones, comodidades.., para ponerse a servir al otro, sin esperar quizás nada a cambio. Eso es Navidad, Dios que sale al encuentro.

Cada uno verá cómo salir y a quién curar. Existen tantas formas y tantas necesidades. Pero podemos repasar hoy en la oración tantas personas y necesidades como las que contemplamos a diario, para que la luz de la Navidad llegue a su presencia. Quizás sea a veces la única manera de que llegue.

29/12/2013, La Sagrada Familia

Lectura del libro del Eclesiástico (3, 2-6. 12-14)

Dios hace al padre más respetable que a los hijos y afirma la autoridad de la madre sobre su prole. El que honra a su padre expía sus pecados, el que respeta a su madre acumula tesoros; el que honra a su padre se alegrará de sus hijos y, cuando rece, será escuchado; el que respeta a su padre tendrá larga vida, al que honra a su madre el Señor lo escucha. Hijo mío, sé constante en honrar a tu padre, no lo abandones mientras vivas; aunque chochee, ten indulgencia, no lo abochornes mientras vivas. La limosna del padre no se olvidará, será tenida en cuenta para pagar tus pecados.

Salmo responsorial (Sal 127, 1-2. 3. 4-5)
R. Dichosos los que temen al Señor y siguen sus caminos.

Dichoso el que teme al Señor  y sigue sus caminos.
Comerás del fruto de tu trabajo, serás dichoso, te irá bien. R.

Tu mujer, como parra fecunda, en medio de tu casa; tus hijos,
como renuevos de olivo, alrededor de tu mesa. R.

Ésta es la bendición del hombre que teme al Señor.
Que el Señor te bendiga desde Sión, que veas la prosperidad de Jerusalén
todos los días de tu vida. R.

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Colosenses (3, 12-21)

Hermanos: Como elegidos de Dios, santos y amados, vestíos de la misericordia entrañable, bondad, humildad, dulzura, comprensión. Sobre llevaos mutuamente y perdonaos, cuando alguno tenga quejas contra otro. El Señor os ha perdonado: haced vosotros lo mismo. Y por encima de todo esto, el amor, que es el ceñidor de la unidad consumada. Que la paz de Cristo actúe de árbitro en vuestro corazón; a ella habéis sido convocados, en un solo cuerpo. Y sed agradecidos. La palabra de Cristo habite entre vosotros en toda su riqueza; enseñaos unos a otros con toda sabiduría; corregíos mutuamente. Cantad a Dios, dadle gracias de corazón, con salmos, himnos y cánticos inspirados. Y, todo lo que de palabra o de obra realicéis, sea todo en nombre del Señor Jesús, dando gracias a Dios Padre por medio de él. Mujeres, vivid bajo la autoridad de vuestros maridos, como conviene en el Señor. Maridos, amad a vuestras mujeres, y no seáis ásperos con ellas. Hijos, obedeced a vuestros padres en todo, que eso le gusta al Señor. Padres, no exasperéis a vuestros hijos, no sea que pierdan los ánimos.

Lectura del santo evangelio según san Mateo (2, 13-15. 19-23)

Cuando se marcharon los magos, el ángel del Señor se apareció en sueños a José y le dijo: -«Levántate, coge al niño y a su madre y huye a Egipto; quédate allí hasta que yo te avise, porque Herodes va a buscar al niño para matarlo.» José se levantó, cogió al niño y a su madre, de noche, se fue a Egipto y se quedó hasta la muerte de Herodes. Así se cumplió lo que dijo el Señor por el profeta: «Llamé a mi hijo, para que saliera de Egipto.» Cuando murió Herodes, el ángel del Señor se apareció de nuevo en sueños a José en Egipto y le dijo: -«Levántate, coge al niño y a su madre y vuélvete a Israel; ya han muerto los que atentaban contra la vida del niño.» Se levantó, cogió al niño y a su madre y volvió a Israel. Pero, al enterarse de que Arquelao reinaba en Judea como sucesor de su padre Herodes, tuvo miedo de ir allá. Y, avisado en sueños, se retiró a Galilea y se estableció en un pueblo llamado Nazaret. Así se cumplió lo que dijeron los profetas, que se llamaría Nazareno.

29 diciembre 2013. La Sagrada Familia – Puntos de oración

En este día de fiesta se reafirma la importancia del matrimonio y de la familia, en una sociedad donde no está de moda; la familia ha configurado desde nuestro nacimiento nuestra forma de ser y nosotros tenemos un papel que desempeñar en ella. Observemos cómo funciona la Sagrada Familia, qué relación tienen entre ellos; podemos intentar imaginarnos un día cotidiano en Nazaret: con qué amor estaban juntos, conversaban, trabajaban, gozaban y sufrían, y trasladémoslo a nuestra relación en familia, aprendamos continuamente de ellos.

Las dos lecturas anteriores al Evangelio nos ofrecen muchos puntos para meditar sobre nuestra familia: nos hace hincapié en que entre los esposos debe haber gran amor y respeto y que lo deben inculcar en los hijos, cuidándoles y educándoles; éstos a la vez transmitir amor entre ellos y hacia los padres y un agradecimiento incondicional durante toda la vida.

Nacemos en un hogar y tenemos otros familiares cercanos (abuelos, tíos, primos...); llegado un momento escogemos una segunda familia, con más familiares que se convierten también en cercanos; según las insinuaciones e hitos que el Señor nos va colocando en nuestro caminar, escogemos a una persona (de entre muchas que hemos conocido) a la que entregar nuestro amor y formar una familia entregando también todo ese amor dando vida a nuevas criaturas, colaborando en la Creación que hizo el Señor, u optamos por una relación más íntima con el Señor, formando parte de una comunidad, en el sacerdocio, en un monasterio, misioneros...; en esta forma de vida (quizás sea un poco diferente en el caso de los ermitaños) también estamos dentro de una familia y hay que demostrar el cariño día a día, cuidar el detalle, seguir educándonos unos a otros con amor y sobre todo transmitiendo lo que el Espíritu nos va sugiriendo a través de nuestra relación íntima con el Señor.

En el Evangelio de hoy se nos muestra cómo San José coge las riendas de la familia y les protege en todo momento arropándoles con su cuidado y ocupación por María y Jesús. Tres veces se le aparece en sueños el ángel del Señor a José, guiándole e instruyéndole delicadamente; Dios tiene una relación estrecha con José; es su primer caballero, el alfil que protege a la Reina y al Rey que viene revestido de peón; a estas apariciones hay que añadirle la inicial invitándole a acoger a María en su casa en vez de repudiarla, y seguramente hubo más apariciones que no llegarían a la pluma del evangelista. Cuando muere Herodes aún sigue viviendo José, ¿cuántos años más viviría José? ¿Qué edad tendría Jesús cuando falleció? Dios le ha dado un papel imprescindible en el capítulo de la salvación, y tenemos que aprender de él, a ser lámpara de María, quien nos lleva a Dios Trinidad, que es Dios Familia.

San José: muéstranos a María, enséñanos a amarla. María: recuérdanos la importancia de la relación con nuestras madres, ¡qué especial es esta relación! Que veamos en su entrega y en tu mirada a Dios; que sepamos en nuestras familias ser signos vivos del amor de Dios y con éstas transmitirlo a las demás familias.

28/12/2013, Los Santos Inocentes

Lectura de la primera carta del apóstol san Juan (1, 5-2, 2)

Queridos hermanos: Os anunciamos el mensaje que hemos oído a Jesucristo: Dios es luz sin tiniebla alguna. Si decimos que estamos unidos a él, mientras vivimos en las tinieblas, mentimos con palabras y obras. Pero, si vivimos en la luz, lo mismo que él está en la luz, entonces estamos unidos unos con otros, y la sangre de su Hijo Jesús nos limpia los pecados. Si decimos que no hemos pecado, nos engañamos y no somos sinceros. Pero, si confesamos nuestros pecados, él, que es fiel y justo, nos perdonará los pecados y nos limpiará de toda injusticia. Si decimos que no hemos pecado, lo hacemos mentiroso y no poseemos su palabra. Hijos míos, os escribo esto para que no pequéis. Pero, si alguno peca, tenemos a uno que abogue ante el Padre: a Jesucristo, el Justo. Él es víctima de propiciación por nuestros pecados, no sólo por os nuestros, sino también por los del mundo entero.

Salmo responsorial (Sal 123, 2-3. 4-5. 7b-8)
R. Hemos salvado la vida, como un pájaro de la trampa del cazador.

Si el Señor no hubiera estado de nuestra parte, cuando nos asaltaban los hombres,
nos habrían tragado vivos: tanto ardía su ira contra nosotros. R.

Nos habrían arrollado las aguas, llegándonos el torrente hasta el cuello;
nos habrían llegado hasta el cuello las aguas espumantes. R.

La trampa se rompió, y escapamos.
Nuestro auxilio es el nombre del Señor, que hizo el cielo y la tierra. R.

Lectura del santo evangelio según san Mateo (2, 13-18)

Cuando se marcharon los magos, el ángel del Señor se apareció en sueños a José y le dijo: -«Levántate, coge al niño y a su madre y huye a Egipto; quédate allí hasta que yo te avise, porque Herodes va a buscar al niño para matarlo.» José se levantó, cogió al niño y a su madre, de noche, se fue a Egipto y se quedó hasta la muerte de Herodes. Así se cumplió lo que dijo el Señor por el profeta. «Llamé a mi hijo, para que saliera de Egipto.» Al verse burlado por los magos, Herodes montó en cólera y mandó matar a todos los niños de dos años para abajo, en Belén y sus alrededores, calculando el tiempo por lo que había averiguado de los magos. Entonces se cumplió el oráculo del profeta Jeremías: «Un grito se oye en Ramá, llanto y lamentos grandes; es Raquel que llora por sus hijos, y rehúsa el consuelo, porque ya no viven.»

28 diciembre 2013. Los Santos Inocentes – Puntos de oración

“Levántate, coge al niño y a su madre y huye a Egipto”

De acuerdo a un relato del Evangelio de san Mateo (2, 13-18), el Rey Herodes mandó matar a los niños de Belén menores de dos años al verse burlado por los magos de Oriente que habían venido para saludar a un recién nacido de estirpe real.

A partir del siglo IV, se estableció una fiesta para venerar a estos niños, muertos como "mártires" en sustitución de Jesús. En la iconografía se les presenta como niños pequeños y de pecho, con coronas y palmas. La tradición oriental los recuerda el 29 de diciembre; la latina, el 28 de diciembre. La tradición concibe su muerte como "bautismo de sangre" (Rm 6, 3)

No podemos hacer la oración de este día sin ponernos al lado de estos pequeños que mueren por causa de Jesús.

Brotan en el corazón dos sentimientos distintos:

1. Por un lado el agradecimiento a estos niños que, sin saber muy bien lo que pasaba, fueron capaces del mayor acto de amor, que es entregar la vida.

2. Por otra parte surge como una rebeldía porque se actúa contra inocentes y débiles en aras de conservar un poder terrenal. ¡Y así tantas veces a lo largo de la historia!.

Todo esto ocurre en el momento histórico del Nacimiento de Jesucristo, que viene a salvarnos a todos, desterrando toda violencia entre los hombre.

No entendemos, no comprendemos. Solamente tratamos de amar.

El baño de sangre es un simple asunto administrativo, aunque cuando pase un tiempo falten hombres para la siembra, sean escasos los brazos para segar y no haya novios para las muchachas casaderas; hoy sólo será un dolor pasajero para las familias sin nombre, sin fuerza, sin armas y sin voz. Unas víctimas ya habían iniciado sus correteos, y balbuceaban las primeras palabras; otras colgaban todavía del pecho de sus madres. Pero para Herodes era el precio de su tranquilidad.

Pedimos al Señor con una gran fuerza de intercesión para que cesen todos los odios y violencias en la humanidad. Que los inocentes, nacidos o por nacer, no sean agredidos en su bien más preciado que es la vida.

La oración de hoy nos la marcan estos niños. Junto a ellos nos queremos colocar para experimentar la cercanía de Dios.

San José juega un papel discreto e imprescindible en un momento tan difícil para la Sagrada Familia. El Padre, por medio del Ángel, le encomienda evitar que le alcance la masacre que se va a lleva a cabo.

Le pedimos a María que nos dé un corazón sencillo, pequeño, transparente, como el de estos mártires para que nuestro acceso a Jesús sea claro y valiente como el suyo.

Que Dios bendiga a cada uno en este tiempo de Navidad.

27/12/2013, San Juan, apóstol y evangelista

Comienzo de la primera carta del apóstol san Juan (1,1-4)

Lo que existía desde el principio, lo que hemos oído, lo que hemos visto con nuestros propios ojos, lo que contemplamos y palparon nuestras manos: la Palabra de la vida (pues la vida se hizo visible), nosotros la hemos visto, os damos testimonio y os anunciamos la vida eterna que estaba con el Padre y se nos manifestó. Eso que hemos visto y oído os lo anunciamos, para que estéis unidos con nosotros en esa unión que tenemos con el Padre y con su Hijo Jesucristo. Os escribimos esto, para que nuestra alegría sea completa.

Salmo responsorial (Sal 96,1-2.5-6.11-12)
R. Alegraos, justos, con el Señor

El Señor reina, la tierra goza, se alegran las islas innumerables.
Tiniebla y nube lo rodean, justicia y derecho sostienen su trono. R.

Los montes se derriten como cera ante el dueño de toda la tierra;
los cielos pregonan su justicia, y todos los pueblos contemplan su gloria. R.

Amanece la luz para el justo, y la alegría para los rectos de corazón.
Alegraos, justos, con el Señor, celebrad su santo nombre. R.

Lectura del santo evangelio según san Juan (20,2-8)

El primer día de la semana, María Magdalena echó a correr y fue donde estaba Simón Pedro y el otro discípulo, a quien tanto quería Jesús, y les dijo: «Se han llevado del sepulcro al Señor y no sabemos dónde lo han puesto.» Salieron Pedro y el otro discípulo camino del sepulcro. Los dos corrían juntos, pero el otro discípulo corría más que Pedro; se adelantó y llegó primero al sepulcro; y, asomándose, vio las vendas en el suelo; pero no entró. Llegó también Simón Pedro detrás de él y entró en el sepulcro: vio las vendas en el suelo y el sudario con que le habían cubierto la cabeza, no por el suelo con las vendas, sino enrollado en un sitio aparte. Entonces entró también el otro discípulo, el que había llegado primero al sepulcro; vio y creyó.

27 diciembre 2013. San Juan, apóstol y evangelista – Puntos de oración

Simón Pedro y Juan solían estar juntos y junto a Jesús, y además eran amigos y deportistas. Pedro era nadador y Juan corredor. Al menos así se deduce del evangelio. En la escena de hoy es Juan el que echa a correr hasta el sepulcro para ver lo que les había dicho María Magdalena (por cierto, también corredora según el evangelio). Y, claro, Juan llega antes que Pedro porque a Pedro lo que se le da bien es nadar. Sí, unas semanas después de este pasaje, se puede leer otro en el que después de una noche de faena en la barca, Pedro y Juan, no habían pescado nada y después de un milagro hecho por un hombre que había en la playa que les habían mandado pescar en una zona poco propensa, Juan había dicho “es el Señor”, y Pedro se tiro al agua y se fue nadando hasta la orilla.

Cada uno debe utilizar el medio que mejor se le dé para ir hacia Jesús. Juan prefería correr y Pedro nadar… ¿y yo?... Da igual ir patinando o esquiando, en moto o en bici, a caballo o en un burro… lo que importa es ir lo más rápido posible hacia él.

Juan, amaba a Jesús, y no podía estar un rato sin su compañía. Incluso sabiendo que había muerto y no teniendo claro aquello que había oído de la resurrección, a la mínima indicación de la Magdalena salió a buscarlo. ¿Soy yo así?, ¿o puedo apañármelas para vivir sin Jesús? ¡Pues qué triste!

No, yo tengo que ser de los que vuelan a buscar a Jesús, a estar con él. Mi oración de hoy tiene que ser tan dinámica como las acciones de Juan y de Pedro y de la Magdalena… y de los pastores en Belén, y de los Magos de Oriente… Una oración pidiendo fuerzas para correr detrás de Jesús; una oración dando gracias por tantas cosas como he “visto y oído y palpado”; una oración ofreciéndome para ser testigo de Jesús de todo eso que visto, donde haga falta; una oración alegre porque este Niño que acaba de nacer lo hace no sólo para morir, sino para resucitar y, saliendo del sepulcro, confortar a todos los hombres con la noticia de que ya está hecha la Redención del hombre: ¡Gloria, Aleluya!

26/12/2013, San Esteban protomártir

Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles (6, 8-10; 7, 54-60)

En aquellos días, Esteban, lleno de gracia y poder, realizaba grandes prodigios y signos en medio del pueblo. Unos cuantos de la sinagoga llamada de los libertos, oriundos de Cirene, Alejandría, Cilicia y Asia, se pusieron a discutir con Esteban; pero no lograban hacer frente a la sabiduría y al espíritu con que hablaba. Oyendo estas palabras, se recomían por dentro y rechinaban los dientes de rabia. Esteban, lleno de Espíritu Santo, fijó la mirada en el cielo, vio la gloria de Dios, y a Jesús de pie a la derecha de Dios, y dijo: -«Veo el cielo abierto y al Hijo del hombre de pie a la derecha de Dios.» Dando un grito estentóreo, se taparon los oídos; y, como un solo hombre, se abalanzaron sobre él, lo empujaron fuera de la ciudad y se pusieron a apedrearlo. Los testigos, dejando sus capas a los pies de un joven llamado Saulo, se pusieron también a apedrear a Esteban, que repetía esta invocación: -«Señor Jesús, recibe mi espíritu.» Luego, cayendo de rodillas, lanzó un grito: -«Señor, no les tengas en cuenta este pecado.» Y, con estas palabras, expiró.

Salmo responsorial (Sal 30, 3cd-4. 6 y 8ab. 16bc-17)
R. A tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.

Sé la roca de mi refugio, un baluarte donde me salve,
tú que eres mi roca y mi baluarte; por tu nombre dirígeme y guíame. R.

A tus manos encomiendo mi espíritu: tú, el Dios leal, me librarás.
Tu misericordia sea mi gozo y mi alegría. Te has fijado en mi aflicción. R.

Líbrame de los enemigos que me persiguen;
haz brillar tu rostro sobre tu siervo, sálvame por tu misericordia. R.

Lectura del santo evangelio según san Mateo (10, 17-22)

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus apóstoles: -«No os fieis de la gente, porque os entregarán a los tribunales, os azotarán en las sinagogas y os harán comparecer ante gobernadores y reyes, por mi causa; así daréis testimonio ante ellos y ante los gentiles. Cuando os arresten, no os preocupéis de lo que vais a decir o de cómo lo diréis: en su momento se os sugerirá lo que tenéis que decir; no seréis vosotros los que habléis, el Espíritu de vuestro Padre hablará por vosotros. Los hermanos entregarán a sus hermanos para que los maten, los padres a los hijos; se rebelarán los hijos contra sus padres, y los matarán. Todos os odiarán por mi nombre; el que persevere hasta el final se salvará.»

26 diciembre 2013. San Esteban protomártir – Puntos de oración

1. Oración preparatoria hacemos la señal de la cruz y nos ponemos en pie en presencia de Dios. Invocamos la ayuda del Espíritu Santo y rezamos mentalmente la oración preparatoria de Ejercicios: “Señor, que todas mis intenciones, acciones y operaciones sean puramente ordenadas en servicio y alabanza de tu divina majestad.” (EE 46)

2. Petición: Danos tu gracia Señor para dar testimonio de ti, ser misionero con mi vida y perseverar en tu amor y tu testimonio hasta el final.

3. Puntos para orar: Ayer celebrábamos con alegría el nacimiento de nuestro Salvador. Hoy celebramos a San Esteban, el primer mártir de la Iglesia que entra en la gloria. De plena actualidad tras la exhortación del Papa “Evangelii gaudium”, en que nos insiste a todos los fieles en la urgencia del testimonio apostólico y misionero. Esteban, administrador de los bienes de la Iglesia de Dios, se dejó lanzar por el Espíritu Santo en su ambiente, el de los judíos que venían del helenismo, para evangelizarles con valentía en las circunstancias que se encontró. Otro diácono, Felipe, evangelizó de otra forma, en otros ambientes y con otro resultado, según el espíritu le sugería, recogiendo gran fruto en la región de Samaria. Esteban sin embargo, en su ambiente se encontró la oposición tenaz de los judíos que se resistían violentamente a aceptar a Jesús como el Mesías prometido al pueblo de Israel. “Los testigos, dejando sus capas a los pies de un joven llamado Saulo, se pusieron también a apedrear a Esteban, que repetía esta invocación: «Señor Jesús, recibe mi espíritu.» Luego, cayendo de rodillas, lanzó un grito: «Señor, no les tengas en cuenta este pecado.» Y, con estas palabras, expiró.” La fidelidad a su llamada apostólica y el amor y la solicitud de Esteban por sus perseguidores impresionarían al joven Saulo al que Jesús perseguía para hacerle también su apóstol y mostrarle lo que tenía que sufrir por su nombre.

La Iglesia en el salmo responsorial nos propone el salmo 30. Puede ser interesante en nuestra oración coger ese salmo y leerlo despacio, deteniéndonos en lo que más nos diga: “Bendito sea el Señor, que ha hecho por mí prodigios de misericordia en la ciudad amurallada” (Salmo 30, 22)

4. Unos minutos antes del final de la oración: Avemaría a la Virgen. Diálogo con ella.

5. Examen de la oración: ver cómo me ha ido en el rato de oración. Recordar si he recibido alguna idea o sentimiento que debo conservar y volver sobre él. Ver dónde he sentido más el consuelo del Señor o dónde me ha costado más. Hacer examen de las negligencias al preparar o al hacer la oración, pedir perdón y proponerme algo concreto para enmendarlo.

6. Y un propósito: tras ver el ejemplo apostólico y lleno de amor de Esteban ante sus perseguidores, salir de mi mismo para transmitir la alegría del evangelio entre los que me rodean.

25/12/2013, Solemnidad de la Natividad del Señor

Lectura del libro de Isaías (52, 7-10)

¡Qué hermosos son sobre los montes los pies del mensajero que anuncia la paz, que trae la Buena Nueva, que pregona la victoria, que dice a Sión: «Tu Dios es rey»! Escucha: tus vigías gritan, cantan a coro, porque ven cara a cara al Señor, que vuelve a Sión. Romped a cantar a coro, ruinas de Jerusalén, que el Señor consuela a su pueblo, rescata a Jerusalén; el Señor desnuda su santo brazo a la vista de todas las naciones, y verán los confines de la tierra la victoria de nuestro Dios.

Salmo responsorial (Sal 97, 1. 2-3ab. 3cd-4. 5-6)
R. Los confines de la tierra han contemplado la victoria de nuestro Dios

Cantad al Señor un cántico nuevo, porque ha hecho maravillas:
su diestra le ha dado la victoria, su santo brazo. R.

El Señor da a conocer su victoria, revela a las naciones su justicia:
se acordó de su misericordia y su fidelidad en favor de la casa de Israel. R.

Los confines de la tierra han contemplado la victoria de nuestro Dios.
Aclama al Señor, tierra entera; gritad, vitoread, tocad. R.

Tañed la cítara para el Señor, suenen los instrumentos: con clarines
y al son de trompetas, aclamad al Rey y Señor. R.

Lectura de la carta a los Hebreos (1, 1-6)

En distintas ocasiones y de muchas maneras habló Dios antiguamente a nuestros padres por los profetas. Ahora, en esta etapa final, nos ha hablado por el Hijo, al que ha nombrado heredero de todo, y por medio del cual ha ido realizando las edades del mundo. Él es reflejo de su gloria, impronta de su ser. Él sostiene el universo con su palabra poderosa. Y, habiendo realizado la purificación de los pecados, está sentado a la derecha de su majestad en las alturas; tanto más encumbrado sobre los ángeles, cuanto más sublime es el nombre que ha heredado. Pues, ¿a qué ángel dijo jamás: «Hijo mío eres tú, hoy te he engendrado», o: «Yo seré para él un padre, y el será para mí un hijo»? Y en otro pasaje, al introducir en el mundo al primogénito, dice: «Adórenlo todos los ángeles de Dios.»

Lectura del santo evangelio según san Juan (1. 1-18)

En el principio ya existía la Palabra, y la Palabra estaba junto a Dios, y la Palabra era Dios. La Palabra en el principio estaba junto a Dios. Por medio de la Palabra se hizo todo, y sin ella no se hizo nada de lo que se ha hecho. En la Palabra habla vida, y la vida era la luz de los hombres. La luz brilla en la tiniebla, y la tiniebla no la recibió. Surgió un hombre enviado por Dios, que se llamaba Juan: éste venía como testigo, para dar testimonio de la luz, para que por él todos vinieran a la fe. No era él la luz, sino testigo de la luz. La Palabra era la luz verdadera, que alumbra a todo hombre. Al inundo vino, y en el mundo estaba; el mundo se hizo por medio de ella, y el mundo no la conoció. Vino a su casa, y los suyos no la recibieron. Pero a cuantos la recibieron, les da poder para ser hijos de Dios, si creen en su nombre. Éstos no han nacido de sangre, ni de amor carnal, ni de amor humano, sino de Dios. Y la Palabra se hizo carne y acampó entre nosotros, y hemos contemplado su gloria: gloria propia del Hijo único del Padre, lleno de gracia y de verdad. Juan da testimonio de él y grita diciendo: «Éste es de quien dije: "El que viene detrás de mí pasa delante de mí, porque existía antes que yo."» Pues de su plenitud todos hemos recibido, gracia tras gracia. Porque la ley se dio por medio de Moisés, la gracia y la verdad vinieron por medio de Jesucristo. A Dios nadie lo ha visto jamás: Dios Hijo único, que está en el seno del Padre, es quien lo ha dado a conocer.

25 diciembre 2013. Solemnidad de la Natividad del Señor – Puntos de oración

¡Feliz Navidad!

Os propongo para la meditación de este día grande el mensaje de Navidad 2003 de nuestro querido Juan Pablo II próximamente canonizado.

1. Descendit de caelis Salvator mundi. Gaudeamus!

Bajó del cielo el Salvador del mundo. Alegrémonos! Este anuncio, lleno de un profundo gozo, resonó en la noche de Belén. Hoy la Iglesia lo reitera con alegría inmutable: (ha nacido para nosotros el Salvador! Una ola de ternura y esperanza nos llena el ánimo, junto con una profunda necesidad de intimidad y paz. En el pesebre contemplamos a Aquél que se despojó de la gloria divina para hacerse pobre, movido por el amor al hombre.

Junto al pesebre, el árbol de Navidad con el centelleo de sus luces, nos recuerda que con el nacimiento de Jesús florece de nuevo el árbol de la vida en el desierto de la humanidad. Elpesebre y el árbol: símbolos preciosos, que transmiten a lo largo del tiempo el verdadero sentido de la Navidad.

2. Resuena en el cielo el anuncio de los ángeles:

"En la ciudad de David, os ha nacido un salvador, que es el Cristo Señor" (Lc 2,11). Qué asombro! Naciendo en Belén, el Hijo eterno de Dios entró en la historia de cada persona que vive sobre la faz de la tierra. Ya está presente en el mundo como único Salvador de la humanidad. Por esto nosotros le pedimos: Salvator mundi, salva nos!

3. Sálvanos de los grandes males que afligen a la humanidad al inicio del tercer milenio. Sálvanos de las guerras y de los conflictos armados que devastan regiones enteras del globo; sálvanos de la plaga del terrorismo y de tantas formas de violencia que torturan a personas débiles e inermes. Sálvanos del desánimo para emprender los caminos de la paz, ciertamente difíciles, pero posibles y por tanto obligados; caminos apremiantes, siempre y doquier, sobre todo en la tierra donde naciste tú, Príncipe de la Paz.

4. Y tú, María, Virgen de la espera y del cumplimiento, que conservas el secreto de la Navidad, haznos capaces de reconocer en el Niño, que estrechas en tus brazos, al Salvador anunciado, que trae a todos la esperanza y la paz. Contigo lo adoramos y decimos confiados: tenemos necesidad de ti, Redentor del hombre, que conoces las expectativas y ansias de nuestro corazón. ¡Ven y permanece con nosotros, Señor! ¡Que la alegría de tu Navidad llegue hasta los últimos confines del universo!

24/12/2013, Martes de la cuarta semana de Adviento

Lectura del segundo libro de Samuel (7, 1-5. 8b- 12. 14a. 16)

Cuando el rey David se estableció en su palacio, y el Señor le dio la paz con todos los enemigos que le rodeaban, el rey dijo al profeta Natán: -«Mira, yo estoy viviendo en casa de cedro, mientras el arca del Señor vive en una tienda.» Natán respondió al rey: -«Ve y haz cuanto piensas, pues el Señor está contigo.» Pero aquella noche recibió Natán la siguiente palabra del Señor: -«Ve y dile a mi siervo David: "Esto dice el Señor: ¿Eres tú quien me va a construir una casa para que habite en ella? Yo te saqué de los apriscos, de andar tras las ovejas, para que fueras jefe de mi pueblo Israel. Yo estaré contigo en todas tus empresas, acabaré con tus enemigos, te haré famoso como a los más famosos de la tierra. Daré un puesto a Israel, mi pueblo: lo plantaré para que viva en él sin sobresaltos, y en adelante no permitiré que los malvados lo aflijan como antes, cuando nombré jueces para gobernar a mi pueblo Israel. Te pondré en paz con todos tus enemigos, y, además, el Señor te comunica que te dará una dinastía. Y cuando tus días se hayan cumplido y te acuestes con tus padres, afirmaré después de ti la descendencia que saldrá de tus entrañas, y consolidaré su realeza. Yo seré para él padre, y él será para mi hijo. Tu casa y tu reino durarán por siempre en mi presencia; tu trono permanecerá por siempre."»

Salmo responsorial (Sal 88, 2-3. 4-5. 27 y 29)
R. Cantaré eternamente tus misericordias, Señor

Cantaré eternamente las misericordias del Señor,
anunciaré tu fidelidad por todas las edades.
Porque dije: «Tu misericordia es un edificio eterno,
más que el cielo has afianzado tu fidelidad.» R.

Sellé una alianza con mi elegido, jurando a David, mi siervo:
«Te fundaré un linaje perpetuo, edificaré tu trono para todas las edades.» R.

Él me invocará: «Tú eres mi padre, mi Dios, mi Roca salvadora.»
Le mantendré eternamente mi favor, y mi alianza con él será estable. R.

Lectura del santo evangelio según san Lucas (1, 67-79)

En aquel tiempo, Zacarías, padre de Juan, lleno del Espíritu Santo, profetizó diciendo: «Bendito sea el Señor, Dios de Israel, porque ha visitado y redimido a su pueblo, suscitándonos una fuerza de salvación en la casa de David, su siervo, según lo había predicho desde antiguo por boca de sus santos profetas. Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos y de la mano de todos los que nos odian; realizando la misericordia que tuvo con nuestros padres, recordando su santa alianza y el juramento que juró a nuestro padre Abrahán. Para concedernos que, libres de temor, arrancados de la mano de los enemigos, le sirvamos con santidad y justicia, en su presencia, todos nuestros días. Y a ti, niño, te llamarán profeta del Altísimo, porque irás delante del Señor a preparar sus caminos, anunciando a su pueblo la salvación, el perdón de sus pecados. Por la entrañable misericordia de Dios, nos visitará el sol que nace de lo alto, para iluminar a los que viven en tinieblas y en la sombra de muerte, para guiar nuestros pasos por el camino de la paz.»

24 de diciembre – Puntos de oración

Nuestra oración en este 24 de diciembre es una súplica llena de amor y de confianza: “¡Ven, pronto, Señor! ¡Ven, Salvador! La Iglesia te espera con el amor de tu Madre, María; nuestros corazones están preparados para recibirte: ahí están nuestras pobrezas y nuestras miserias clamando por tu misericordia hecha un pequeño niño que nos roba el corazón”. La oración de la Misa de este día no puede tener más esperanza:

“Apresúrate, Señor Jesús, y no tardes, para que tu venida consuele y fortalezca a los que esperan todo de tu amor”.

La primera lectura recoge la gran profecía mesiánica hecha al Rey David: que el Mesías sería de su descendencia, de la casa de David. Por eso a Jesús, se le llama en el evangelio: “Hijo de David”. Es a través de san José, descendiente de David, como Jesús es reconocido como el Mesías en el que se cumple la profecía de Natán a David. Haremos muy bien en pedirle a san José su ayuda para preparar nuestros corazones para recibir esta noche a Jesús. Él fue quien encontró, con tanto apuro, un pesebre para que Jesús naciera a resguardo. Apoyándonos en esta esperanza mesiánica, hacemos nuestra una de las grandes antífonas de esta última semana de adviento:

“Hijo de David, estandarte de los pueblos y los reyes,
a quien clama el mundo entero,
ven a libertarnos, Señor, no tardes ya,
ven pronto, Señor ¡ven Salvador!”

En el evangelio encontramos el cántico de Zacarías al nacer su hijo, Juan Bautista, bendiciendo a Dios por acordarse de su misericordia y suscitar una fuerza de salvación en la casa de David, su siervo. Entremos en este movimiento espiritual de bendición y de alegría ante el nuevo nacimiento del Hijo de Dios esta noche en el mundo y en nuestras vidas. Recitemos el Benedictus, dejándonos invadir por la fuerza renovadora de la Palabra de Dios.

Y todavía, un paso más, el cántico evangélico celebra al precursor de Jesús, que va delante del Señor preparando sus caminos. Ofrezcámonos a ser como Juan, que anunció la salvación con su palabra y con su vida. Una forma sencilla es procurar que esta noche en nuestras familias esté vivo el acontecimiento que es la causa de reunirnos en familia para una cena especial: el nacimiento de Jesús. Leer el evangelio, encender velas, cantar villancicos, acudir a la Misa del Gallo… Cada uno sabe como “anunciar la salvación” que nos trae Jesús. Sobre todo con una inmensa alegría que sale de los más hondo del alma al celebrar “el nuevo y esperado” nacimiento de Jesús.

23/12/2013, Lunes de la cuarta semana de Adviento

Lectura de la profecía de Malaquías (3,1-4.23-24)

Así dice el Señor: «Mirad, yo envío a mi mensajero, para que prepare el camino ante mí. De pronto entrará en el santuario el Señor a quien vosotros buscáis, el mensajero de la alianza que vosotros deseáis. Miradlo entrar - dice el Señor de los ejército - ¿Quién podrá resistir el día de su venida?, ¿quién quedará en pie cuando aparezca? Será un fuego de fundidor, una lejía de lavandero: se sentará como un fundidor que refina la plata, como a plata y a oro se refinará a los hijos de Leví, y presentarán al Señor la ofrenda como es debido. Entonces agradará al Señor la ofrenda de Judá y de Jerusalén, como en los días pasados, como en los años antiguos. Mirad: os enviaré al profeta Elías antes de que llegue el día del Señor, grande y terrible. Convertirá el corazón de los padres hacia los hijos, y el corazón de los hijos hacia los padres, para que no tenga que venir yo a destruir la tierra.»

Salmo responsorial (Sal 24, 4-5ab. 8-9. 10 y 14)
R. Levantaos, alzad la cabeza: se acerca vuestra liberación.

Señor, enséñame tus caminos, instrúyeme en tus sendas:
haz que camine con lealtad; enséñame, porque tú eres mi Dios y Salvador. R.

El Señor es bueno y es recto, y enseña el camino a los pecadores;
hace caminar a los humildes con rectitud, enseña su camino a los humildes. R.

Las sendas del Señor son misericordia y lealtad para los que guardan su alianza y sus mandatos.
El Señor se confía con sus fieles y les da a conocer su alianza. R.

Lectura del santo evangelio según san Lucas (1, 57-66)

A Isabel se le cumplió el tiempo del parto y dio a luz un hijo. Se enteraron sus vecinos y parientes de que el Señor le había hecho una gran misericordia, y la felicitaban. A los ocho días fueron a circuncidar al niño, y lo llamaban Zacarías, como a su padre. La madre intervino diciendo: -«¡No! Se va a llamar Juan.» Le replicaron: -«Ninguno de tus parientes se llama así.» Entonces preguntaban por señas al padre cómo quería que se llamase. Él pidió una tablilla y escribió: «Juan es su nombre.» Todos se quedaron extrañados. Inmediatamente se le soltó la boca y la lengua, y empezó a hablar bendiciendo a Dios. Los vecinos quedaron sobrecogidos, y corrió la noticia por toda la montaña de Judea. Y todos los que lo oían reflexionaban diciendo: -«¿Qué va a ser este niño?» Porque la mano del Señor estaba con él.

23 diciembre 2013. Lunes de la cuarta semana de Adviento – Puntos de oración

Me pongo en presencia del Señor.

Mucha gente  ayer estuvo pendiente de la lotería. A nosotros nos ha tocado hace mucho tiempo la lotería de conocer de cerca de Jesús.

Quizá hoy si soy estudiante no tengo clase ya. Si soy Cruzado hemos tenido un día de Retiro.

Comenzamos nuestras convivencias para preparar la próxima Junta Mayor de las Cruzados de Santa en la Semana de Pascua de 2014

Estamos en la cuarto semana de Adviento; mañana, Nochebuena. Hoy, un día para preparar el gran día de la Nochebuena. Durante estos días nos dicen nuestros amigos ‘¡felices fiestas!’ Yo les digo ‘¡Feliz Navidad!’ ¿Qué celebramos? El nacimiento de Jesús.

El evangelio de hoy nos ayuda a ver la figura de Juan Bautista. Qué importante esta figura en la vida del Cruzado.

A veces, incomprendidos en nuestro ambiente. No somos sacerdotes, no somos religiosos. Soy como tú, pero algo distinto.

El papa ha afirmado que la intervención de Dios vence la esterilidad de nuestra vida y la hace fecunda. Por tanto, ha advertido sobre la actitud de la soberbia que nos hace estériles.

Para comenzar la homilía, Francisco ha recordado que "muchas veces, en la Biblia, encontramos mujeres estériles a las cuáles el Señor da el don de la vida", comentando la lectura del día que habla de Isabel que, de estéril, tuvo un hijo, Juan. "De la imposibilidad de dar vida viene la vida", ha señalado el santo padre. Y esto, ha continuado, también "ha sucedido a mujeres no estériles", sino en las que "no tenían esperanza de vida", como Noemí que, al final, tuvo un nieto: "El Señor interviene en la vida de estas mujeres para decirnos: ' Yo soy capaz de dar vida'. También en los profetas está la imagen del desierto, la tierra desierta incapaz de hacer crecer un árbol, un fruto, de hacer germinar algo. 'Pero el desierto será como un bosque -dicen los profetas- será grande, florecerá' ¿Pero el desierto puede florecer? Sí. ¿La mujer estéril puede dar vida? Sí. Esa promesa del Señor: ¡Yo puedo! ¡Yo puedo de la sequía, de vuestra sequía, hacer crecer la vida, la salvación! ¡Yo puedo de la aridez hacer crecer los frutos!"

Así, el papa ha afirmado que la salvación es esto: "La intervención de Dios que hace fecundo, que nos da la capacidad de dar vida". Nosotros, ha prevenido, no podemos hacerlo solos. Además, ha continuado el santo padre, "muchos han hecho la prueba de pensar en nuestra capacidad de salvarnos": "¡También los cristianos, eh! Pensemos en los pelagianos, por ejemplo". Todo es gracia. Es la intervención de Dios que nos trae la salvación. Es la intervención de Dios que nos ayuda en el camino de la santidad. Solamente puede Él. “¿Pero por nuestra parte qué hacemos? Primero: reconocer nuestra sequía, nuestra incapacidad de dar vida. Reconocer esto. Segundo, pedir: 'Señor, yo quiero ser fecundo. Yo quiero que mi vida dé vida, que mi fe sea fecunda y vaya adelante y pueda darla a los otros'. 'Señor, yo soy estéril, yo no puedo. Tú puedes. Yo soy un desierto: yo no puedo, Tú puedes'”.

Esta puede ser la oración de estos días, antes de la Navidad, ha propuesto el santo padre. A continuación ha afirmado que “pensemos en cómo los soberbios, los que creen que pueden hacer todo por sí mismos, se ven”. Te brindo esta oración por si te ayuda.

“El silencio de la lengua nos ayuda a hablarle a Dios. El de los ojos, a ver a Dios. Y el silencio del corazón, como el de la Virgen, a conservar todo en nuestro corazón.” (Madre Teresa de Calcuta)

Pinchar en el siguiente enlace:
http://www.jacquielawson.com/preview.asp?cont=1&hdn=0&pv=3169996

22/12/2013, Domingo de la cuarta semana de Adviento (Ciclo A)

Lectura del libro de Isaías (7,10-14)
En aquellos días, el Señor habló a Acaz: -«Pide una señal al Señor, tu Dios: en lo hondo del abismo o en lo alto del cielo.» Respondió Acaz: - «No la pido, no quiero tentar al Señor.» Entonces dijo Dios: - «Escucha, casa de David: ¿No os basta cansar a los hombres, que cansáis incluso a mi Dios? Pues el Señor, por su cuenta, os dará una señal: Mirad: la virgen está encinta y da a luz un hijo, y le pondrá por nombre Emmanuel, que significa "Dios-con-nosotros".»

Salmo responsorial (Sal 23, 1-2 3-4ab. 5-6)
R. Va a entrar el Señor, él es el Rey de la gloria.

Del Señor es la tierra y cuanto la llena, el orbe y todos sus habitantes:
él la fundó sobre los mares, él la afianzó sobre los ríos. R.

¿Quién puede subir al monte del Señor? ¿Quién puede estar en el recinto sacro?
El hombre de manos inocentes y puro corazón, que no confía en los ídolos. R.

Ése recibirá la bendición del Señor, le hará justicia el Dios de salvación.
Éste es el grupo que busca al Señor, que viene a tu presencia, Dios de Jacob. R.


Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos (1, 1-7)
Pablo, siervo de Cristo Jesús, llamado a ser apóstol, escogido para anunciar el Evangelio de Dios. Este Evangelio, prometido ya por sus profetas en las Escrituras san tas, se refiere a su Hijo, nacido, según la carne, de la estirpe de Da vid; constituido, según el Espíritu Santo, Hijo de Dios, con pleno pode por su resurrección de la muerte: Jesucristo, nuestro Señor. Por él hemos recibido este don y esta misión: hacer que todos los gentiles respondan a la fe, para gloria de su nombre. Entre ellos estáis también vosotros, llamados por Cristo Jesús. A todos los de Roma, a quienes Dios ama y ha llamado a formar parte de los santos, os deseo la gracia y la paz de Dios, nuestro Padre, y del Señor Jesucristo.

Lectura del santo evangelio según san Mateo (1, 18-24)

El nacimiento de Jesucristo fue de esta manera: María, su madre, estaba desposada con José y, antes de vivir juntos, resultó que ella esperaba un hijo por obra del Espíritu Santo. José, su esposo, que era justo y no quería denunciarla, decidió repudiarla en secreto. Pero, apenas había tomado esta resolución, se le apareció en sueños un ángel del Señor que le dijo: -«José, hijo de David, no tengas reparo en llevarte a María, tu mujer, porque la criatura que hay en ella viene del Espíritu Santo. Dará a luz un hijo, y tú le pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de los pecados.» Todo esto sucedió para que se cumpliese lo que habla dicho el Señor por el Profeta: «Mirad: la Virgen concebirá y dará a luz un hijo y le pondrá por nombre Emmanuel, que significa "Dios-con-nosotros".» Cuando José se despertó, hizo lo que le había mandado el ángel del Señor y se llevó a casa a su mujer.

22 diciembre 2013. Domingo de la cuarta semana de Adviento (Ciclo A) – Puntos de oración

Dios ha optado por el hombre y se ha unido a él indisolublemente. La suerte de los hombres y la de Dios van unidas. Es más que un pacto de amistad. Es más que un matrimonio de los buenos. Es más que una alianza de amor. Es la unidad perfecta. "Dios ya no es ni será nunca sin el hombre". Dios tiene siempre una vertiente humana, una dimensión humana, una identidad humana. Lo humano ya entra en la definición de Dios. "Y el hombre ya no es sin Dios encarnado".
La verdadera naturaleza del hombre está abierta a lo divino y sólo se comprende desde esta posibilidad. Si prescindimos de ella, el hombre queda sin llegar a su realización. A más humanidad, más divinizados, más hermanos. 
* EI anuncio a José. Una virgen concebirá al Hijo de Dios, Jesucristo, de la estirpe de David.
El evangelio de San Mateo pone en escena la dramática situación de San José ante el estado de su esposa. El relato nos sitúa frente a tres elementos de primera importancia para la historia de la salvación: La Encarnación del Verbo en la estirpe de David, la intervención del Espíritu y el papel del que va a nacer y cuyo nombre, "Jesús", significa "El Señor salva", ya que salvará al mundo de sus pecados. Todo esto es anunciado por el ángel y la respuesta a este anuncio es un acto de fe.
Tal tipo de presentación nos parece muy sencillo. Y de hecho, en el desarrollo de la vida de esta época, nada cambió, la vida continuó como era, el sol lucía como siempre, los hombres trabajaban o se divertían, hacían el bien y el mal, nada cambió. Nada cambió tampoco en apariencia en la existencia externa de José y María. Esto debe ponernos en guardia para no teatralizar los hechos de la salvación. Estos hechos respetan el curso de las cosas sin trastornarlo, lo que nos conduce a veces a minimizarlos. Pero estamos ante un giro decisivo de la historia del mundo, que va a cambiar y a tomar una significación completamente distinta; y sin embargo nada aparece al exterior. En la espera, José continúa haciendo su vida; lleva dentro su drama y también su paz desde su aceptación en la fe.
Y sin embargo, he aquí el signo que el Señor da a la casa de David: "El Señor, por su cuenta, os dará una señal. Mirad: la Virgen está encinta y da a luz un hijo y le pone por nombre Emmanuel (que significa: "Dios-con-nosotros").
La respuesta elegida para esta lectura expresa al mismo tiempo la dignidad divina del que va a nacer: "Va a entrar el Señor: Él es el rey de la gloria. Del Señor es la tierra y cuanto la llena, el orbe y todos sus habitantes: él la fundó sobre los mares, él la afianzó sobre los ríos". Y el salmo 23 continúa cantando las condiciones requeridas en aquellos que quieran acercarse a ese rey. "El hombre de manos inocentes y puro corazón".
Es lo mejor que San Pablo puede anunciar a los Romanos: ha sido elegido Apóstol para anunciar la Buena Noticia. Esta Buena Noticia concierne al Hijo de Dios: según lo humano, ha nacido de la estirpe de David; según el Espíritu Santo, constituido Hijo de Dios, con pleno poder por su resurrección de la muerte: Jesucristo nuestro Señor". San Pablo subraya así la estrecha unión entre la Encarnación y la Pascua, unión que justifica la posibilidad de actualización del misterio del Nacimiento de Cristo en la celebración de la liturgia.
“Concede, Señor, a tu pueblo perseverancia y firmeza en la fe, y a cuantos confiesan que tu Hijo, Dios de gloria eterna como tú, nació de Madre Virgen con un cuerpo como el nuestro, líbralos de los males de esta vida y ayúdales a alcanzar las alegrías eternas. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén”

21/12/2013, Sábado de la tercera semana de Adviento

Lectura del libro del Cantar de los cantares (2, 8-14)
¡Oíd, que llega mi amado, saltando sobre los montes, brincando por los collados! Es mi amado como un gamo, es mi amado un cervatillo. Mirad: se ha parado detrás de la tapia, atisba por las ventanas, mira por las celosías. Habla mi amado y me dice: «¡Levántate, amada mía, hermosa mía, ven a mí! Porque ha pasado el invierno, las lluvias han cesado y se han ido, brotan flores en la vega, llega el tiempo de la poda, el arrullo de la tórtola se deja oír en los campos; apuntan los frutos en la higuera, la viña en flor difunde perfume. ¡Levántate, amada mía, hermosa mía, ven a mí! Paloma mía, que anidas en los huecos de la peña, en las grietas del barranco, déjame ver tu figura, déjame escuchar tu voz, porque es muy dulce tu voz, y es hermosa tu figura»
Salmo responsorial (Sal 32, 2-3. 11-12. 20-21)
R. Aclamad, justos, al Señor, cantadle un cántico nuevo.

Dad gracias al Señor con la cítara, tocad en su honor el arpa de diez cuerdas;
cantadle un cántico nuevo, acompañando los vítores con bordones. R.

El plan del Señor subsiste por siempre, los proyectos de su corazón, de edad en edad.
Dichosa la nación cuyo Dios es el Señor, el pueblo que él se escogió como heredad. R.

Nosotros aguardamos al Señor: él es nuestro auxilio y escudo;
con él se alegra nuestro corazón, en su santo nombre confiamos. R.

Lectura del santo evangelio según san Lucas (1, 39-45)

Unos días después, María se puso en camino y fue aprisa a la montaña, a un pueblo de Judá; entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel. En cuanto Isabel oyó el saludo de María, saltó la criatura en su vientre. Se llenó Isabel del Espíritu Santo y dijo a voz en grito: -«¡Bendita tú entre las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre! ¿Quién soy yo para que me visite la madre de mi Señor? En cuanto tu saludo llegó a mis oídos, la criatura saltó de alegría en mi vientre. Dichosa tú, que has creído, porque lo que te ha dicho el Señor se cumplirá.»

21 diciembre 2013. Sábado de la tercera semana de Adviento – Puntos de oración

Empezamos nuestra oración invocando al Espíritu Santo: “Ven Espíritu Divino e infunde en nuestros corazones el fuego de tu amor”.
            Estamos en tiempo de Adviento. Dios viene y nos está esperando. Nos lo recuerda hoy la primera lectura del libro del Cantar de los Cantares “¡Levántate, amada mía, hermosa mía, ven a mí!”. Debemos pararnos y tomar tiempo para reflexionar adecuadamente: ¿tomo de ejemplo a la Virgen María, en la espera del Señor?  Ella es el ejemplo más perfecto a imitar en la espera de Jesús en el Adviento ya que fue la que más cerca estuvo de Él, como tabernáculo viviente. Y yo, ¿estoy a la espera procurando estar muy cerca de Él?, ¿qué me falta?, ¿Por qué no salto de alegría, como lo hizo San Juan Bautista en el vientre de su madre, cuando se acerca el Señor, cuando se acerca su nacimiento? Pidamos hoy al Padre que, por intercesión de la Virgen María, nos dé la gracia de tener un corazón lleno de ternura y humildad para poder sorprendernos y alegrarnos nosotros también con la próxima venida del niño Dios. 

20/12/2013, Viernes de la tercera semana de Adviento

Lectura del libro de Isaías (7,10-14)

En aquellos días, el Señor habló a Acaz: -«Pide una señal al Señor, tu Dios: en lo hondo del abismo o en lo alto del cielo.» Respondió Acaz: - «No la pido, no quiero tentar al Señor.» Entonces dijo Dios: - «Escucha, casa de David: ¿No os basta cansar a los hombres, que cansáis incluso a mi Dios? Pues el Señor, por su cuenta, os dará una señal: Mirad: la virgen está encinta y da a luz un hijo, y le pondrá por nombre Emmanuel, que significa "Dios-con-nosotros".»

Salmo responsorial (Sal 23, 1--2 3-4ab. 5-6)
R. Va a entrar el Señor, él es el Rey de la gloria.

Del Señor es la tierra y cuanto la llena, el orbe y todos sus habitantes:
él la fundó sobre los mares, él la afianzó sobre los ríos. R.

¿Quién puede subir al monte del Señor? ¿Quién puede estar en el recinto sacro?
El hombre de manos inocentes y puro corazón, que no confía en los ídolos. R.

Ése recibirá la bendición del Señor, le hará justicia el Dios de salvación.
Éste es el grupo que busca al Señor, que viene a tu presencia, Dios de Jacob. R.

Lectura del santo evangelio según san Lucas (1,26-38)

A los seis meses, el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea llamada Nazaret, a una virgen desposada con un hombre llamado José, de la estirpe de David; la virgen se llamaba María. El ángel, entrando en su presencia, dijo: - «Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo.» Ella se turbó ante estas palabras y se preguntaba qué saludo era aquél. El ángel le dijo: - «No temas, María, porque has encontrado gracia ante Dios. Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús. Será grande, se llamará Hijo del Altísimo, el Señor Dios le dará el trono de David, su padre, reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin.» Y María dijo al ángel: - «¿Cómo será eso, pues no conozco a varón?» El ángel le contestó: - «El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y la fuerza del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el Santo que va a nacer se llamará Hijo de Dios. Ahí tienes a tu pariente Isabel, que, a pesar de su vejez, ha concebido un hijo, y ya está de seis meses la que llamaban estéril, porque para Dios nada hay imposible.» María contestó: - «Aquí está la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra.» Y la dejó el ángel.

20 diciembre 2013. Viernes de la tercera semana de Adviento – Puntos de oración

Para un militante la oración de hoy es muy sencilla. Se trataría de contemplar un pasaje que salvo en Pascua de Resurrección, recita dos o tres veces a lo largo del día, cuando eleva su corazón recordando a la Madre en el rezo del Ángelus.

1. Preparación de nuestra alma para el encuentro con Jesús.

Invocamos al Espíritu Santo, repitiendo pausadamente las oraciones: “Ven Espíritu Santo”, “ven dulce huésped del alma”, “concédenos la gracia de acercarme a entender un poquito que es la Encarnación del Verbo”.

Pedimos hoy especialmente ayuda a la Madre: “Madre, tus ojos para mirar la escena, tus oídos para escuchar al Ángel y a tus respuestas, tu corazón para sentir como el Creador se hace carne por mí”. Podemos rezar un avemaría sin prisas….

No podemos olvidarnos de San José, maestro de oración. Le invocamos: “San José enséñanos a orar, cuida de nuestra perseverancia”.  “Hoy te pido intercedas para concederme la gracia de la humildad, que mi apego al vano honor del mundo, mi crecida soberbia, mis “idolillos” cotidianos, no impidan que Jesús habite en mí”.

2 – Después de pedir ayuda. A mí me gusta empezar la oración recitando el Salmo.  Hoy corresponde el salmo 23.

“Va a entrar el Señor, él es el Rey de la gloria”.

El señor va a entrar en el mundo en la Encarnación, va a entrar si le dejamos en nuestra alma. El que es el Señor de la tierra y cuanto la llena, quiere morar en el hombre de manos inocentes y puro corazón, aquel que no confía en los ídolos.

3 – Traer a nuestra imaginación la escena de una joven hebrea de hace dos mil años, a la que de pronto se le aparece un enviado de Dios. No nos debe costar especialmente, es una escena repetida por muchos pintores.

El ángel, entrando a su presencia, dijo:

“Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo”.

Como escribía Benedicto XVI llama la atención que en el saludo, el ángel no se dirija a María con el término judío, Shalom- la paz esté contigo-.  El enviado utiliza la fórmula griega chaire, cuyo verdadero significado es: ¡Alégrate! Con este saludo del ángel – podríamos decir – comienza en sentido propio el Nuevo Testamento. El mensaje acotado al pueblo judío, se convierte en un mensaje universal.

Ella se turbó ante estas palabras.

El ángel le dijo: “Concebirás en tu vientre”, María se va a convertir en una nueva Arca de la Alianza un lugar de auténtica inhabitación del Señor: el primer sagrario.

“¿Cómo será eso, pues no conozco a varón?” La pregunta de María se enfoca al “cómo”, no duda de que no vaya a ocurrir lo que trasmite el ángel, pero hay algo que no entiende: el “cómo”  puede cumplirse la promesa.

Hay algo en el interior de la Virgen que humanamente es contradictorio con el nuevo mensaje. Es como si ella tuviese un proyecto y Dios se lo cambiará. Como sí interiormente pensará: “Yo tenía un plan de vida que intuía me lo sugerías Tú y ahora vienes y me pides algo que a mi entender no es compatible”.  

Ratzinger comentando esto presentaría a María: “como una mujer de gran interioridad, que une el corazón y la razón y trata de entender el contexto, el conjunto del mensaje de Dios. De este modo, se convierte en imagen de la Iglesia que reflexiona sobre la Palabra de Dios, trata de comprenderla en su totalidad”.

Nosotros creemos ser dueños del instante, pero el tiempo es de Dios. Él cambia nuestros planes para que estos se ajusten a su proyecto. María por razones que objetivamente no conocemos, no ve lógico  convertirse en madre del Mesías mediante una relación conyugal. El ángel le aclara que ella no será madre de modo normal, sino mediante “la sombra del poder del Altísimo”, mediante la llegada del Espíritu Santo. 

“Hágase en mí según tu palabra”.  Tu Señor cambias mis planes, pero lo acepto. Yo soy criatura y tú eres Dios. 

4 – Hacer examen de la oración y ver qué luz nos ha trasmitido especialmente el Espíritu Santo.

A modo de quinta semana de Ejercicios, recordar a lo largo de la jornada esta luz para elevar de vez en cuando nuestro corazón a Dios.

Finalmente no marcharnos de la oración sin pedir la gracia de ser Amigo de Dios.  De que nuestro instante este en sintonía con su  tiempo.

19/12/2013, Jueves de la tercera semana de Adviento

Lectura del libro de los jueces (13, 2-7. 24-25a)

En aquellos días, había en Sorá un hombre de la tribu de Dan, llamado Manoj. Su mujer era estéril y no había tenido hijos. El ángel del Señor se apareció a la mujer y le dijo: - «Eres estéril y no has tenido hijos. Pero concebirás y darás a luz un hijo; ten cuidado de no beber vino ni licor, ni comer nada impuro, porque concebirás y darás a luz un hijo. No pasará la navaja por su cabeza, porque el niño estará consagrado a Dios desde antes de nacer. Él empezará a salvar a Israel de los filisteos.» La mujer fue a decirle a su marido: -«Me ha visitado un hombre de Dios que, por su aspecto terrible, parecía un mensajero divino; pero no le pregunté de dónde era, ni él me dijo su nombre. Sólo me dijo: "Concebirás y darás a luz un hijo: ten cuidado de no beber vino ni licor, ni comer nada impuro; porque el niño estará consagrado a Dios desde antes de nacer hasta el día de su muerte.» La mujer de Manoj dio a luz un hijo y le puso de nombre Sansón. El niño creció y el Señor lo bendijo. Y el espíritu del Señor comenzó a agitarlo.

Salmo responsorial (Sal 70, 3-4a. 5-6ab. 16-17)
R. Que mi boca esté llena de tu alabanza y cante tu gloria.

Sé tú mi roca de refugio, el alcázar donde me salve,
porque mi peña y mi alcázar eres tú. Dios mío, líbrame de la mano perversa. R.

Porque tú, Dios mío, fuiste mi esperanza y mi confianza, Señor, desde mi juventud.
En el vientre materno ya me apoyaba en ti, en el seno tú me sostenías. R.

Contaré tus proezas, Señor mío, narraré tu victoria, tuya entera.
Dios mío, me instruiste desde mi juventud, y hasta hoy relato tus maravillas. R.

Lectura del santo evangelio según san Lucas (1, 5-25)

En tiempos de Herodes, rey de Judea, había un sacerdote llamado Zacarías, del turno de Abías, casado con una descendiente de Aarón llamada Isabel. Los dos eran justos ante Dios, y caminaban sin falta según los mandamientos y leyes del Señor. No tenían hijos, porque Isabel era estéril, y los dos eran de edad avanzada. Una vez que oficiaba delante de Dios con el grupo de su turno, según el ritual de los sacerdotes, le tocó a él entrar en el santuario del Señor a ofrecer el incienso; la muchedumbre del pueblo estaba fuera rezando durante la ofrenda del incienso. Y se le apareció el ángel del Señor, de pie a la derecha del altar del incienso. Al verlo, Zacarías se sobresaltó y quedó sobrecogido de temor. Pero el ángel le dijo: -«No temas, Zacarías, porque tu ruego ha sido escuchado: tu mujer Isabel te dará un hijo, y le pondrás por nombre Juan. Te llenarás de alegría, y muchos se alegrarán de su nacimiento. Pues será grande a los ojos del Señor: no beberá vino ni licor; se llenará de Espíritu Santo ya en el vientre materno, y convertirá muchos israelitas al Señor, su Dios. Irá delante del Señor, con el espíritu y poder de Elías, para convertir los corazones de los padres hacía los hijos, y a los desobedientes, a la sensatez de los justos, preparando para el Señor un pueblo bien dispuesto.» Zacarías replicó al ángel: -«¿Cómo estaré seguro de eso? Porque yo soy viejo, y mi mujer es de edad avanzada.» El ángel le contestó: -«Yo soy Gabriel, que sirvo en presencia de Dios; he sido enviado a hablarte para darte esta buena noticia. Pero mira: te quedarás mudo, sin poder hablar, hasta el día en que esto suceda, porque no has dado fe a mis palabras, que se cumplirán en su momento.» El pueblo estaba aguardando a Zacarías, sorprendido de que tardase tanto en el santuario. Al salir no podía hablarles, y ellos comprendieron que había tenido una visión en el santuario. Él les hablaba por señas, porque seguía mudo. Al cumplirse los días de su servicio en el templo volvió a casa. Días después concibió Isabel, su mujer, y estuvo sin salir cinco meses, diciendo: -«Así me ha tratado el Señor cuando se ha dignado quitar mi afrenta ante los hombres.»

19 diciembre 2013. Jueves de la tercera semana de Adviento – Puntos de oración

No es difícil establecer paralelismos entre la lectura de hoy sobre el nacimiento de Sansón, el evangelio con el anuncio del nacimiento del bautista a Zacarías, y el pasaje de la Anunciación del arcángel San Gabriel a la Virgen María. De hecho, aunque muy distantes en el tiempo, los dos primeros son anuncios de lo que tenía que venir: La llegada del Dios hecho hombre. Por eso la Iglesia nos los presenta juntos en este tiempo de Adviento para hacernos ver la unidad de la sagrada escritura.

Me parece especialmente atractivo el evangelio de hoy, por lo que tiene de humano. Un anciano que con el paso de los años y el silencio de Dios, ya se había olvidado de su oración ante el Señor y se había hecho escéptico. Y sin embargo, nos dice el texto que tanto él como su mujer Isabel:”…eran justos ante Dios, y caminaban sin falta”. Es decir eran fieles seguidores del Señor y cumplidores de su ley. Por tanto, no se puede decir que fueran incrédulos o fueran paganos. Pero sí que, en el caso de Zacarías,  había perdido la fe, no la teórica, pero sí la real. A pesar de su servicio como sacerdote la rutina y el escepticismo habían anidado en su corazón. Quizás por eso es por lo que cuando se le apareció el ángel del Señor, de pie a la derecha del altar del incienso, Zacarías se sobresaltó y quedó sobrecogido de temor. Porque no se podía imaginar la presencia real de un enviado divino. A pesar de las palabras del ángel, “No temas, Zacarías, porque tu ruego ha sido escuchado”, no era capaz de asimilar la irrupción real y directa del Señor en su vida. Por eso, a pesar de lo evidente,  necesitaba una confirmación que le sacara de su duda, de su inseguridad: “¿Cómo estaré seguro de eso? Porque yo soy viejo, y mi mujer es de edad avanzada”.

A diferencia de la Virgen María, Zacarías no se fiaba, no estaba seguro de la acción de Dios, no tenía fe en su poder, en su magnanimidad. Pudo más su edad avanzada, su fe erosionada por el paso del tiempo y la rutina sirviendo en el templo viviendo junto a lo sagrado. Por eso, su fe necesitaba ser espoleada, necesitaba un revulsivo, y eso fueron las palabras del ángel: “te quedarás mudo, sin poder hablar, hasta el día en que esto suceda, porque no has dado fe a mis palabras, que se cumplirán en su momento”. No era un castigo, no. Era la acción de Dios que buscaba el crecimiento de la fe de su fiel servidor, la maduración de una fe apagada, que era llamada a crecer en el amor, a “entrar más adentro en la espesura. Por eso le profetizó también que Zacarías se llenaría de alegría.

Esto también lo hará el Señor con nosotros, ahondar más nuestra fe para llenarla de más alegría.

18/12/2013, Miércoles de la tercera semana de Adviento

Lectura del libro de Jeremías (23, 5-8)

«Mirad que llegan días -oráculo del Señor en que suscitaré a David un vástago legítimo: reinará como rey prudente, hará justicia y derecho en la tierra. En sus días se salvará Judá, Israel habitará seguro. Y lo llamarán con este nombre: "El-Señor-nuestra-justicia". Por eso, mirad que llegan días -oráculo del Señor - en que no se dirá: "Vive el Señor, que sacó a los israelitas de Egipto", sino que se dirá: "Vive el Señor, que sacó a la raza de Israel del país del Norte y de los países adonde los expulsó, y los trajo para que habitaran en sus campos."

Salmo responsorial (Sal 71, 1-2. 12-13. 18-19)
R. Que en sus días florezca la justicia, y la paz abunde eternamente.

Dios mío, confía tu juicio al rey, tu justicia al hijo de reyes,
para que rija a tu pueblo con justicia, a tus humildes con rectitud. R.

Él librará al pobre que clamaba, al afligido que no tenía protector;
él se apiadará del pobre y del indigente, y salvará la vida de los pobres. R.

Bendito sea el Señor, Dios de Israel, el único que hace maravillas;
bendito por siempre su nombre glorioso; que su gloria llene la tierra. ¡Amén, amén! R.

Lectura del santo evangelio según san Mateo (1, 18-24)

El nacimiento de Jesucristo fue de esta manera: María, su madre, estaba desposada con José y, antes de vivir juntos, resultó que ella esperaba un hijo por obra del Espíritu Santo. José, su esposo, que era justo y no quería denunciarla, decidió repudiarla en secreto. Pero, apenas había tomado esta resolución, se le apareció en sueños un ángel del Señor que le dijo: - «José, hijo de David, no tengas reparo en llevarte a María, tu mujer, porque la criatura que hay en ella viene del Espíritu Santo. Dará a luz un hijo, y tú le pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de los pecados.» Todo esto sucedió para que se cumpliese lo que había dicho el Señor por el Profeta: «Mirad: la Virgen concebirá y dará a luz un hijo y le pondrá por nombre Enmanuel, que significa "Dios-con-nosotros".» Cuando José se despertó, hizo lo que le había mandado el ángel del Señor y se llevó a casa a su mujer.

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