1. Oración preparatoria hacemos la señal de la cruz y nos ponemos en pie en presencia de Dios. Invocamos la ayuda del Espíritu Santo y rezamos mentalmente la oración preparatoria de Ejercicios: “Señor, que todas mis intenciones, acciones y operaciones sean puramente ordenadas en servicio y alabanza de tu divina majestad.” (EE 46)
2. Petición: Danos tu gracia Señor para dar testimonio de ti, ser misionero con mi vida y perseverar en tu amor y tu testimonio hasta el final.
3. Puntos para orar: Ayer celebrábamos con alegría el nacimiento de nuestro Salvador. Hoy celebramos a San Esteban, el primer mártir de la Iglesia que entra en la gloria. De plena actualidad tras la exhortación del Papa “Evangelii gaudium”, en que nos insiste a todos los fieles en la urgencia del testimonio apostólico y misionero. Esteban, administrador de los bienes de la Iglesia de Dios, se dejó lanzar por el Espíritu Santo en su ambiente, el de los judíos que venían del helenismo, para evangelizarles con valentía en las circunstancias que se encontró. Otro diácono, Felipe, evangelizó de otra forma, en otros ambientes y con otro resultado, según el espíritu le sugería, recogiendo gran fruto en la región de Samaria. Esteban sin embargo, en su ambiente se encontró la oposición tenaz de los judíos que se resistían violentamente a aceptar a Jesús como el Mesías prometido al pueblo de Israel. “Los testigos, dejando sus capas a los pies de un joven llamado Saulo, se pusieron también a apedrear a Esteban, que repetía esta invocación: «Señor Jesús, recibe mi espíritu.» Luego, cayendo de rodillas, lanzó un grito: «Señor, no les tengas en cuenta este pecado.» Y, con estas palabras, expiró.” La fidelidad a su llamada apostólica y el amor y la solicitud de Esteban por sus perseguidores impresionarían al joven Saulo al que Jesús perseguía para hacerle también su apóstol y mostrarle lo que tenía que sufrir por su nombre.
La Iglesia en el salmo responsorial nos propone el salmo 30. Puede ser interesante en nuestra oración coger ese salmo y leerlo despacio, deteniéndonos en lo que más nos diga: “Bendito sea el Señor, que ha hecho por mí prodigios de misericordia en la ciudad amurallada” (Salmo 30, 22)
4. Unos minutos antes del final de la oración: Avemaría a la Virgen. Diálogo con ella.
5. Examen de la oración: ver cómo me ha ido en el rato de oración. Recordar si he recibido alguna idea o sentimiento que debo conservar y volver sobre él. Ver dónde he sentido más el consuelo del Señor o dónde me ha costado más. Hacer examen de las negligencias al preparar o al hacer la oración, pedir perdón y proponerme algo concreto para enmendarlo.
6. Y un propósito: tras ver el ejemplo apostólico y lleno de amor de Esteban ante sus perseguidores, salir de mi mismo para transmitir la alegría del evangelio entre los que me rodean.