4 diciembre 2013. Miércoles de la primera semana de Adviento – Puntos de oración

Creo que mañana podemos hacer una oración de otro tipo: leer un párrafo de la exhortación apostólica del Papa y pedirle a Dios que la asimile, que encuentre alguna aplicación para mí mismo, para mi cambio, que lo viva y además pensar para conseguirlo.

Yo ofrezco dos fragmentos:

1. “Sueño con una opción misionera capaz de transformarlo todo, para que las costumbres, los estilos, los horarios, el lenguaje y toda estructura eclesial se convierta en un cauce adecuado para la evangelización del mundo actual más que para la autopreservación”.

Pienso en las personas prudentes, que no hacen ejercicios fuertes para no lastimarse nada. Efectivamente, no se rompen ningún hueso, pero viven menos y están fofos y enclenques. Buscan la autopreservación. Un poco de esto les pasa a algunas madres.

Después del ejemplo viene pensar en mí mismo, ¿cuándo hago algo de esto? ¿Cuándo lo ejerzo con los que están bajo mi responsabilidad? Pedir a Jesús ser misionero con riesgos

2. “En su constante discernimiento, la Iglesia también puede llegar a reconocer costumbres propias no directamente ligadas al núcleo del Evangelio, algunas muy arraigadas a lo largo de la historia, que hoy ya no son interpretadas de la misma manera y cuyo mensaje no suele ser percibido adecuadamente. Pueden ser bellas, pero ahora no prestan el mismo servicio en orden a la transmisión del Evangelio. No tengamos miedo de revisarlas. Del mismo modo, hay normas o preceptos eclesiales que pueden haber sido muy eficaces en otras épocas pero que ya no tienen la misma fuerza educativa como cauces de vida”.

Esto sí que es lo de la metanoya, el cambio de la Iglesia y de mí mismo. Primero piensas en la Iglesia, que puedes y debes pensar, aunque luego tus conclusiones no les parezcan bien a la jerarquía. (Entonces piensas, ¿por qué tenían que estar de acuerdo con migo? no le des importancia y las olvidas). Yo pienso en el Banco Ambrosiano, en dar más papel a las mujeres y a los laicos en general, en la administración económica de las parroquias, que quizás las puedan hacer laicos, en renunciar a la condición de estado en los estados pontificios… y ahora pienso en mí: en las estructuras y hábitos que tengo y que no son adecuados para la evangelización. En las “capas” que se me pueden caer o mejor que yo puedo tirar. Pero soy incapaz. Me gusta vivir con muchas seguridades. Jesús, ten piedad. Dame luz para ver lo que me sobra y fuerza para prescindir de ello.

También puedes dedicarle un rato a esta oración del Padre, en prosa poética, para hacer con ella una lectura meditada.

Oración

Inmaculada Madre de Dios:
En la soledad de Nazaret, a solas con tu Tesoro…
Adoras, amas, esperas…
Él en tu sagrario virginal…
Tus manos juntas en plegaria…
Un ardor divino da a tus latidos ritmo para dos corazones…
Flor de pureza, fragancia de lirio, amor intacto…
Contigo estoy solo, y espero…
Madre muda del Verbo que calla,
enséñame a desaparecer amando.
Aurora que anuncia el día.
Toda la tierra espera el Fruto Deseado…
Pétalos de corola estremecida, tus entrañas virginales…
Dios te salve, María…
Intercede por la Iglesia… Salva al mundo…
Compadécete de la juventud… Ruega por tu Cruzada-Milicia…
Engendras a UNO solo y te haces Madre de la multitud.
Madre de la Unidad, intercede por nosotros.

(P. Tomás Morales, SJ 1908-1994)

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