Mi primer momento para hacer estos
minutos de oración personal con el Señor es ponerme en su presencia y hacer el
ofrecimiento de todas las obras de este día. Siguiendo a san Ignacio de Loyola,
nos pide que al momento de iniciar nuestra oración lo hagamos así: “Es
pedir gracia a Dios nuestro Señor, para que todas mis intenciones,
acciones y operaciones sean puramente ordenadas en servicio y alabanza de su
divina majestad”.
· Fortaleced las manos débiles,
robusteced las rodillas vacilantes; decid a los cobardes de corazón: «Sed
fuertes, no temáis. Mirad a vuestro Dios, que trae el desquite; viene en
persona, resarcirá y os salvará.» Hacerse fuerte para la lucha
constante con la cosas que nos atormenta de nuestra vida, decid a los que os
rodean mirad que ya está aquí el amor de los amores para olvidar vuestras penas
y cargar con vuestras dificultades.
· El Señor reina
eternamente, tu Dios, Sión, de edad en edad. El Señor vive eternamente, se
encuentra entre nosotros, nos acompaña en todo momento, le tenemos siempre
cerca cuando le necesitamos: nosotros como cristianos nos debemos darnos cuenta
de esto y transmitirlo con nuestras acciones.
· No os quejéis,
hermanos, unos de otros, para no ser condenados. Mirad que el juez está ya a la
puerta. Mirad
que Dios nos espera a una salvación prometida a un lugar donde tenemos nuestro
espacio (un lugar recogido para nosotros) no temáis a los peligros y buscar apoyo
unos de otros.
· Tomad, hermanos, como
ejemplo de sufrimiento y de paciencia a los profetas, que hablaron en nombre
del Señor. en las lecturas de los santos están cargadas de
muchas anécdotas que yo no soy capaz de imitar, pero si en cosas pequeñas como
la pobreza espiritual, que no sabemos cómo hacer oración ni darnos a los demás
con nuestro apostolado.
· Jesús les respondió:
-«Id a anunciar a Juan lo que estáis viendo y oyendo: los ciegos ven, y los
inválidos andan; los leprosos quedan limpios, y los sordos oyen; los muertos
resucitan, y a los pobres se les anuncia el Evangelio. ¡Y dichoso el que no se
escandalice de mí!» Mostrad de lo que sois capaces id y dejaros
llevar por vuestro espíritu, no os dejéis acobardar, darse cuenta lo que ha
hecho con nosotros, como hemos cambiado, demos la posibilidad para que los
demás lo intenten.