15 diciembre 2013Domingo de la tercera semana de Adviento (Ciclo A) – Puntos de oración

Mi primer momento para hacer estos minutos de oración personal con el Señor es ponerme en su presencia y hacer el ofrecimiento de todas las obras de este día. Siguiendo a san Ignacio de Loyola, nos pide que al momento de iniciar nuestra oración lo hagamos así: “Es pedir  gracia a Dios nuestro Señor, para que todas mis intenciones, acciones y operaciones sean puramente ordenadas en servicio y alabanza de su divina majestad”.
·  Fortaleced las manos débiles, robusteced las rodillas vacilantes; decid a los cobardes de corazón: «Sed fuertes, no temáis. Mirad a vuestro Dios, que trae el desquite; viene en persona, resarcirá y os salvará.» Hacerse fuerte para la lucha constante con la cosas que nos atormenta de nuestra vida, decid a los que os rodean mirad que ya está aquí el amor de los amores para olvidar vuestras penas y cargar con vuestras dificultades.
·  El Señor reina eternamente, tu Dios, Sión, de edad en edad. El Señor vive eternamente, se encuentra entre nosotros, nos acompaña en todo momento, le tenemos siempre cerca cuando le necesitamos: nosotros como cristianos nos debemos darnos cuenta de esto y transmitirlo con nuestras acciones.
·  No os quejéis, hermanos, unos de otros, para no ser condenados. Mirad que el juez está ya a la puerta. Mirad que Dios nos espera a una salvación prometida a un lugar donde tenemos nuestro espacio (un lugar recogido para nosotros) no temáis a los peligros y buscar apoyo unos de otros.
·  Tomad, hermanos, como ejemplo de sufrimiento y de paciencia a los profetas, que hablaron en nombre del Señor. en las lecturas de los santos están cargadas de muchas anécdotas que yo no soy capaz de imitar, pero si en cosas pequeñas como la pobreza espiritual, que no sabemos cómo hacer oración ni darnos a los demás con nuestro apostolado.

·  Jesús les respondió: -«Id a anunciar a Juan lo que estáis viendo y oyendo: los ciegos ven, y los inválidos andan; los leprosos quedan limpios, y los sordos oyen; los muertos resucitan, y a los pobres se les anuncia el Evangelio. ¡Y dichoso el que no se escandalice de mí!» Mostrad de lo que sois capaces id y dejaros llevar por vuestro espíritu, no os dejéis acobardar, darse cuenta lo que ha hecho con nosotros, como hemos cambiado, demos la posibilidad para que los demás lo intenten.

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