“LA ALEGRÍA DEL EVANGELIO llena el corazón y la vida entera de los que se encuentran con Jesús. Quienes se dejan salvar por Él son liberados del pecado, de la tristeza, del vacío interior, del aislamiento. Con Jesucristo siempre nace y renace la alegría.”
Estas son las primeras palabras del documento que el Papa Francisco nos ha regalado cuando aún no se cumple un año de su pontificado.
Nos dice expresamente que Evangelíi Gaudium está escrito para invitarnos a una nueva etapa evangelizadora marcada por la alegría y para indicarnos caminos para la marcha de la Iglesia en los próximos años.
Donde dice Iglesia podemos leer Milicia de Santa María, o nuestro propio nombre, y pensar que esas palabras, porque es cierto, el Papa las escribe expresamente para mí.
El documento es como la respuesta de Dios a este momento de la Iglesia y del mundo, tal como narra la primera lectura:
“Los pobres y los indigentes buscan agua, y no la hay; su lengua está reseca de sed. Yo, el Señor, les responderé; yo, el Dios de Israel, no los abandonaré”.
¿Creemos de verdad que el Señor no nos abandona? ¿Qué está siempre a nuestro lado? ¿Qué nos lleva de la mano? ¿Qué nos sostiene entre sus brazos en los momentos más difíciles?
Pidamos a María en la oración que nos llene el corazón de confianza. Que creamos en el poder del Señor, que es capaz de “alumbrar ríos en cumbres peladas; en medio de las vaguadas, manantiales; transformar el desierto en estanque y el yermo en fuentes de agua; poner en el desierto cedros, y acacias, y mirtos, y olivos; plantar en la estepa cipreses, y olmos y alerces”.
Repasar en la oración estas frases, imaginar ríos en cumbres, manantiales y estanques en desiertos, junto a todo tipo de árboles.
No nos terminamos de creer que Dios puede cambiar el desierto de nuestra vida, y por eso puede que nos falte la alegría del evangelio.
Creernos eso, confiar en que el Señor nos librará de nuestras timideces y cobardías, nos hará verdaderos apóstoles en medio de nuestras miserias, es prepararnos para la Navidad, vivir el adviento.
¿O es queremos esperar a ser “perfectos” para darnos a los demás, para ser generosos, para entregarnos a Cristo?
Admiramos a Juan, el profeta. La alabanza de Jesús en el evangelio de hoy es impresionante. Pero nos advierte: “se hace violencia contra el reino de Dios, gente violenta quiere arrebatárselo”. ¿En qué consiste esa violencia, quién nos quiere arrebatar el reino?
El mentiroso y padre de la mentira, mediante engaños, busca de cualquier manera que desconfiemos de Jesús y de su mensaje de salvación para los pobres y los indigentes.
Queremos salir de esa pobreza para acercarnos a Dios, y no nos damos cuenta de que Él nos quiere pobres e indigentes para volcar su misericordia.
Vivamos con alegría este misterio de amor, transmitámoslo a los que nos rodean.
Santa María del Adviento, Nª Sª de Guadalupe, ayúdanos a creer en la misericordia infinita de Dios.