1/11/2014, Solemnidad de Todos los Santos

Lectura del libro del Apocalipsis (7,2-4. 9-14)

Yo, Juan, vi a otro ángel que subía del oriente llevando el sello del Dios vivo. Gritó con voz potente a los cuatro ángeles encargados de dañar a la tierra y al mar, diciéndoles: -«No dañéis a la tierra ni al mar ni a los árboles hasta que marquemos en la frente a los siervos de nuestro Dios.» Oí también el número de los marcados, ciento cuarenta y cuatro mil, de todas las tribus de Israel. Después de esto apareció en la visión una muchedumbre inmensa, que nadie podría contar, de toda nación, raza, pueblo y lengua, de pie delante del trono y del Cordero, vestidos con vestiduras blancas y con palmas en sus manos. Y gritaban con voz potente: -«¡La victoria es de nuestro Dios, que está sentado en el trono, y del Cordero!» Y todos los ángeles que estaban alrededor del trono y de los ancianos y de los cuatro vivientes cayeron rostro a tierra ante el trono, y rindieron homenaje a Dios, diciendo: -«Amén. La alabanza y la gloria y la sabiduría y la acción de gracias y el honor y el poder y la fuerza son de nuestro Dios, por los siglos de los siglos. Amén.» Y uno de los ancianos me dijo: -«Ésos que están vestidos con vestiduras blancas ¿quiénes son y de dónde han venido?» Yo le respondí: -«Señor mío, tú lo sabrás.» Él me respondió. -«Éstos son los que vienen de la gran tribulación: han lavado y blanqueado sus vestiduras en la sangre del Cordero.»

Salmo responsorial (Sal 23, 1-2. 3-4ab. 5-6)
R. Éste es el grupo que viene a tu presencia, Señor

Del Señor es la tierra y cuanto la llena, el orbe y todos sus habitantes:
él la fundó sobre los mares,  él la afianzó sobre los ríos. R.

¿Quién puede subir al monte del Señor? ¿Quién puede estar en el recinto sacro?
El hombre de manos inocentes y puro corazón, que no confía en los ídolos. R.

Ése recibirá la bendición del Señor, le hará justicia el Dios de salvación.
Éste es el grupo que busca al Señor, que viene a tu presencia, Dios de Jacob. R.

Lectura de la primera carta del apóstol san Juan (3, 1-3)

Queridos hermanos: Mirad qué amor nos ha tenido el Padre para llamarnos hijos de Dios, pues ¡lo somos! El mundo no nos conoce porque no le conoció a él. Queridos, ahora somos hijos de Dios y aún no se ha manifestado lo que seremos. Sabemos que, cuando él se manifieste, seremos semejantes a él, porque lo veremos tal cual es. Todo el que tiene esperanza en él se purifica a sí mismo, como él es puro.

Lectura del santo evangelio según san Mateo (5, 1-12a)

En aquel tiempo, al ver Jesús el gentío, subió a la montaña, se sentó, y se acercaron sus discípulos; y él se puso a hablar, enseñándoles: «Dichosos los pobres en el espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos. Dichosos los que lloran, porque ellos serán consolados. Dichosos los sufridos, porque ellos heredarán la tierra. Dichosos los que tienen hambre y sed de la justicia, porque ellos quedarán saciados. Dichosos los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia. Dichosos los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios. Dichosos los que trabajan por la paz, porque ellos se llamarán los Hijos de Dios. Dichosos los perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el reino de los cielos. Dichosos vosotros cuando os insulten y os persigan y os calumnien de cualquier modo por mi causa. Estad alegres y contentos, porque vuestra recompensa será grande en el cielo.»

1 noviembre 2014. Solemnidad de Todos los Santos – Puntos de oración

«La santidad no consiste en tal o cual práctica, consiste en una disposición del corazón que nos hace humildes y pequeños en los brazos de Dios, conscientes de nuestra flaqueza y confiados hasta la audacia en su bondad de Padre» (Santa Teresa del Niño Jesús, Novissima verba 3 agosto)

Jesús quiere que seamos santos. La Iglesia en nuestro tiempo ha enseñado la vocación universal a la santidad (Vaticano II). Esta realidad ha sido una enseñanza continua de la Iglesia. Lo sintetiza el Catecismo de la Iglesia Católica:

“El Verbo se encarnó para ser nuestro modelo de santidad… Él es, en efecto, el modelo de las bienaventuranzas y la norma de la ley nueva: "Amaos los unos a los otros como yo os he amado" (Jn 15, 12). Este amor tiene como consecuencia la ofrenda efectiva de sí mismo (cf. Mc 8, 34).”

La santidad es el objetivo de toda la vida cristiana, objetivo dinámico y permanente. Don y terea para nuestra vida. Don del Señor, sin el cual no podemos hacer nada, y tarea que el mismo Señor nos encomienda.

Pedimos en este día entrar por caminos de santidad, con humildad y confianza, con valentía y espíritu de servicio y misión. Una nube ingente de testigos nos contempla mientras realizamos nuestra carrera. Nuestra Madre que vela por nosotros; la muchedumbre incontable de personas que nos han precedido. Nosotros, fijos los ojos en Jesús autor y consumador de nuestra fe, no nos cansemos de estar empezando siempre aunque aparentemente nada consigamos, pues no es algo en que no recibamos ayuda de lo alto directamente y a por medio de múltiples mediaciones. Dios crea el mundo y lo trastoca para hacernos santos.

El que asciende no cesa nunca de ir de comienzo en comienzo mediante comienzos que no tienen fin. (S. Gregorio de Nisa)

El fin del hombre es la felicidad y la felicidad verdadera coincida con la santidad. No dejemos que la santidad sea caricaturizada sino que seamos testigos sencillos y valientes de la verdadera santidad. Oremos insistentemente en este día por la santidad de toda la Iglesia, de cada uno de los bautizados y de toda persona que vive en este mundo.

31/10/2014, Viernes de la XXX semana de Tiempo Ordinario

Comienzo de la carta del apóstol san Pablo a los Filipenses (1, 1–11)

Pablo y Timoteo, siervos de Cristo Jesús, a todos los santos que residen en Filipos, con sus obispos y diáconos. Os deseamos la gracia y la paz de Dios, nuestro Padre, y del Señor Jesucristo. Doy gracias a mi Dios cada vez que os menciono; siempre que rezo por todos vosotros, lo hago con gran alegría. Porque habéis sido oradores míos en la obra del Evangelio, desde el primer día hasta hoy. Ésta es mi convicción: que el que ha inaugurado entre vosotros una empresa buena la llevará adelante hasta el día de Cristo Jesús. Esto que siento por vosotros está plenamente justificado: os llevo dentro, porque, tanto en la prisión como en mi defensa y prueba del Evangelio, todos compartís la gracia que me ha tocado. Testigo me es Dios de lo entrañablemente que os echo de menos, en Cristo Jesús. Y ésta es mi oración: que vuestro amor siga creciendo más y más en penetración y en sensibilidad para apreciar los valores. Así llegaréis al día de Cristo limpios e irreprochables, cargados de frutos de justicia, por medio de Cristo Jesús, a gloria y alabanza de Dios.

Salmo responsorial (Sal 110,1-2. 3-4. 5-6)
R. Grandes son las obras del Señor

Doy gracias al Señor de todo corazón, en compañía de los rectos, en la asamblea.
Grandes son las obras del Señor, dignas de estudio para los que las aman. R.

Esplendor y belleza son su obra, su generosidad dura por siempre;
ha hecho maravillas memorables, el Señor es piadoso y clemente. R.

Él da alimento a sus fieles, recordando siempre su alianza;
mostró a su pueblo la fuerza de su obra, dándoles la heredad de los gentiles. R.

Lectura del santo evangelio según san Lucas (14, 1-6)

Un sábado, entró Jesús en casa de uno de los principales fariseos para comer, y ellos le estaban espiando. Se encontró delante un hombre enfermo de hidropesía y, dirigiéndose a los maestros de la Ley y fariseos, preguntó: -«¿Es lícito curar los sábados, o no?» Ellos se quedaron callados. Jesús, tocando al enfermo, lo curó y lo despidió. Y a ellos les dijo: -«Si a uno de vosotros se le cae al pozo el hijo o el buey, ¿no lo saca en seguida, aunque sea sábado?» Y se quedaron sin respuesta.

31 octubre 2014. Viernes de la XXX semana de Tiempo Ordinario – Puntos de oración

Comienzo este rato de oración haciendo silencio en mi interior para acoger la Palabra de Dios, esa Palabra que es un espejo en el que mirar para descubrir quién es Dios y quién soy yo. Mirándome cada día en este espejo descubro mi verdadero ser y mi verdadera identidad. Por eso, “habla, Señor, que tu siervo escucha”.

Las lecturas de este día nos invitan a ver cómo es nuestro corazón, nuestro interior, fijándonos en los modelos que nos presentan: los fariseos, Jesús y san Pablo. Vamos con cada uno de ellos:

El corazón de los fariseos: Nos dice el evangelio que invitan a Jesús a comer, pero lo hacen para espiarle. Es la actitud de quien se considera superior a los demás y desde su observatorio juzga y critica sin piedad al resto. Recordemos al fariseo en el templo que oraba dando gracias por no ser como los demás y los despreciaba. Cuando Jesús cura a aquel enfermo, en lugar de alegrarse, se indignan porque Jesús se ha saltado una norma. No son capaces de ponerse en el lugar del otro. Nos recuerdan al hijo mayor de la parábola que no se alegra de la vuelta de su hermano y le parece injusta la fiesta del Padre.

El Corazón de Jesús: es tan bueno que acepta la invitación de los fariseos, a sabiendas de su intención, pensando siempre que algo puede cambiar, pues no les rechaza y espera su conversión. Tampoco se deja intimidar por el qué dirán: actúa en consecuencia con su corazón misericordioso curando al enfermo en sábado, sabiendo que le van a juzgar. La norma de su Corazón: la caridad y la misericordia, que están por encima de la Ley.

El corazón de San Pablo: es uno de esos fariseos convertidos por el encuentro con Jesús. Damasco le cambió la vida y el corazón. Para Dios nada hay imposible. El corazón de Pablo se ha hecho semejanza del de Cristo, se deshace en expresiones de afecto por sus amigos y colaboradores en Cristo: “Siempre que rezo por todos vosotros, lo hago con gran alegría… Os llevo dentro, porque, tanto en la prisión como en mi defensa y prueba del Evangelio, todos compartís la gracia que me ha tocado. Testigo me es Dios de lo entrañablemente que os echo de menos, en Cristo Jesús”. El corazón del apóstol tiene una convicción: que como el Señor ha derramado su misericordia sobre él, que era el más indigno por haberlo perseguido, así se desbordará su gracia sobre aquellos que han abrazado la fe y perseverarán en ella: “Ésta es mi convicción: que el que ha inaugurado entre vosotros una empresa buena la llevará adelante hasta el día de Cristo Jesús”. Cuánto necesitamos descansar nuestra esperanza en esta misma convicción: el Señor nos dará fuerza para ser santos, para perseverar en la oración y en el apostolado, para responder a su llamada, porque es fiel, como lo fue con San Pablo, el fariseo convertido en apóstol de los gentiles.

Podemos preguntarnos cómo es nuestro corazón: arrancar las malas hierbas de fariseo que todos llevamos dentro y pedir a Jesús que ponga en nosotros sus sentimientos. Como se reza en una de las misas del Sagrado Corazón de Jesús: “Te pedimos, Dios nuestro, la gracia de parecernos a Cristo en la tierra, para compartir su gloria en el cielo”. Así le sucedió a San Pablo, que combatió bien el combate de la fe y recibió la corona de gloria merecida. Comencemos, como él por dar gracias a Dios por aquellos que comparten con nosotros la gracia del evangelio y sentirnos unidos en la fe y en la tarea de llevar la Buena Noticia: Jesucristo.

30/10/2014, Jueves de la XXX semana de Tiempo Ordinario

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Efesios (6, 10-20)

Hermanos: Buscad vuestra fuerza en el Señor y en su invencible poder. Poneos las armas que Dios os da, para poder resistir a las estratagemas del diablo, porque nuestra lucha no es contra hombres de carne y hueso, sino contra los principados, autoridades y poderes que dominan este mundo de tinieblas, contra las fuerzas sobrehumanas y supremas del mal. Por eso, tomad las armas de Dios, para poder resistir en el día fatal y, después de actuar a fondo, mantener las posiciones. Estad firmes, repito: abrochaos el cinturón de la verdad, por coraza poneos la justicia; bien calzados para estar dispuestos a anunciar el Evangelio de la paz. Y, por supuesto, tened embrazado el escudo de la fe, donde se apagarán las flechas incendiarias del malo. Tomad por casco la salvación y por espada la del Espíritu, es decir, la palabra de Dios, insistiendo y pidiendo en la oración. Orad en toda ocasión con la ayuda del Espíritu. Tened vigilias en que oréis con constancia por todos los santos. Pedid también por mí, para que Dios abra mi boca y me conceda palabras que anuncien sin temor el misterio contenido en el Evangelio, del que soy embajador en cadenas. Pedid que tenga valor para hablar de él como debo.

Salmo responsorial (Sal 143, 1. 2. 9-10)
R. Bendito el Señor, mi Roca.

Bendito el Señor, mi Roca, que adiestra mis manos para el combate,
mis dedos para la pelea. R.

Mi bienhechor, mi alcázar, baluarte donde me pongo a salvo,
mi escudo y mi refugio, que me somete los pueblos. R.

Dios mío, te cantaré un cántico nuevo, tocaré para ti el arpa de diez cuerdas:
para ti que das la victoria a los reyes, y salvas a David, tu siervo. R.

Lectura del santo evangelio según san Lucas (13, 31-35)

En aquella ocasión, se acercaron unos fariseos a decirle: -«Márchate de aquí, porque Herodes quiere matarte.» Él contestó: -«Id a decirle a ese zorro: "Hoy y mañana seguiré curando y echando demonios; pasado mañana llego a mi término." Pero hoy y mañana y pasado tengo que caminar, porque no cabe que un profeta muera fuera de Jerusalén. ¡Jerusalén, Jerusalén, que matas a los profetas y apedreas a los que se te envían! ¡Cuántas veces he querido reunir a tus hijos, como la clueca reúne a sus pollitos bajo las alas! Pero no habéis querido. Vuestra casa se os quedará vacía. Os digo que no me volveréis a ver hasta el día que exclaméis: "Bendito el que viene en nombre del Señor." »

30 octubre 2014. Jueves de la XXX semana de Tiempo Ordinario – Puntos de oración

Con unas palabras parecidas nos dice Santa Teresa que la puerta de entrada de Jesús a nuestras vidas es la oración.

Vamos a preparar el ratito de oración de mañana, ese rato que pasaremos cerca de Jesús en la capilla, en nuestro cuarto o quizás paseando. Ese rato es un momento más especial de oración en que intentamos poner todos nuestros sentidos y capacidades para escuchar y querer al Señor. Pero ya sabemos que la oración debe ser una actitud que debe impregnar todo el día y que todas nuestras actividades y ocupaciones nos deberían ayudar para acercarnos más al Señor, para descubrirle en lo que hacemos o en quien tratamos, o para llevarle a aquellos lugares donde no está presente.

Algo tan natural que debería impregnar nuestro vivir, se hace costoso, no fluido. Pero, ¿Qué ocurre? Pues que lo que queremos que sea nuestra vida no corresponde con lo que es y sobre todo en lo que se refiere a ir creciendo en santidad y sintonía con el Señor. Esa armonía que a veces sentimos en nuestra vida en ciertos momentos se va rompiendo en nuestro existir.

Hoy yo quería insistir sobre todo en lo que nos indica San Pablo, que existen fuerzas que están muy ocupadas en que esto ocurra y que nos separemos del amor de Dios. Que noche y día están intentando invadir el castillo interior y que sin darnos cuenta desmoronan las paredes o van agujereándolas. Que las columnas y los contrafuertes donde se asienta nuestra fe se han debilitado. Que han herido aspectos de nuestra vida o los han atado bien con cadenas o a veces con simples hilillos, pero que al fin es lo mismo, y no nos impiden volar hacia la santidad. Está claro que nuestra vida de unión con Dios exige de un esfuerzo y una lucha por nuestra parte.

Todos tenemos la experiencia de etapas de nuestras vidas en que nos hemos relajado en esta lucha: el atractivo de compañías que no eran las adecuadas, que hemos dejado la oración porque había que hacer cosas importantes, o que hemos tenido alguna afección desordenada. Todo esto nos separa del amor de Dios, y cuando queremos ponernos de nuevo en camino o reordenar la vida nos cuesta mucho, porque nuestra sicología ha quedado tocada, lo mismo que nuestra afectividad y nuestras pasiones. Nos hemos configurado más con el espíritu del mundo que con el de Cristo. Al final notamos que existe una resistencia a todo deseo de Cristo, a la virtud o a la Santidad. San Pablo sabiendo que necesitamos de Dios para reaccionar, para ponernos en camino y que no podemos llevar una vida de santidad sin Él, nos propone la oración para vencer o por lo menos afrontar la reforma.

Yo este año después de ejercicios me propuse preparar la oración cuidándola un poco más con la lectura, que sería el consejo de San Pablo de abrocharse el cinturón de la verdad y la espada del Espíritu de la palabra de Dios, y la verdad que voy notando la diferencia. Por eso os lo comento. El mundo nos sumerge en el torbellino de ocupaciones y no nos deja tiempo para leer la palabra de Dios que nos indica la verdad de nuestra vida y nos hace que la Verdad crezca en nuestras vidas, nos fundamenta en la roca de la fe, apartándonos de tantas mentiras y del padre de las mentiras. Podíamos pues mañana en la oración revisar, como nos dice San Pablo nuestra oración, como la cuidamos, como la potenciamos. Si nuestra oración nos lleva a dejar que el Espíritu entre en nuestros corazones, y nos llene de tal manera que todo nuestro ser a través de actos y palabras nos haga embajador suyo en todo lugar en donde estemos.

29/10/2014, Miércoles de la XXX semana de Tiempo Ordinario

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Efesios (6, 1-9)

Hijos, obedeced a vuestros padres como el Señor quiere, porque eso es justo. «Honra a tu padre y a tu madre» es el primer mandamiento al que se añade una promesa: «Te irá bien y vivirás largo tiempo en la tierra. » Padres, vosotros no exasperéis a vuestros hijos; criadlos educándolos y corrigiéndolos como haría el Señor. Esclavos, obedeced a vuestros amos según la carne con temor y temblor, de todo corazón, como a Cristo. No por las apariencias, para quedar bien, sino como esclavos de Cristo que hacen lo que Dios quiere; con toda el alma, de buena gana, como quien sirve al Señor y no a hombres. Sabed que lo que uno haga de bueno, sea esclavo o libre se lo pagará el Señor. Amos, correspondedles dejándoos de amenazas; sabéis que ellos y vosotros tenéis un amo en el cielo y que ése no es parcial con nadie.

Salmo responsorial (Sal 144, 10-11. 12-13ab. l3cd-l4)
R. El Señor es fiel a sus palabras

Que todas tus criaturas te den gracias, Señor, que te bendigan tus fieles;
que proclamen la gloria de tu reinado, que hablen de tus hazañas. R.

Explicando tus hazañas a los hombres, la gloria y majestad de tu reinado.
Tu reinado es un reinado perpetuo, tu gobierno va de edad en edad. R.

El Señor es fiel a sus palabras, bondadoso en todas sus acciones.
El Señor sostiene a los que van a caer, endereza a los que ya se doblan. R.

Lectura del santo evangelio según san Lucas (13, 22-30)

En aquel tiempo, Jesús, de camino hacia Jerusalén, recorría ciudades y aldeas enseñando. Uno le preguntó: -«Señor, ¿serán pocos los que se salven?» Jesús les dijo: -«Esforzaos en entrar por la puerta estrecha. Os digo que muchos intentarán entrar y no podrán. Cuando el amo de la casa se levante y cierre la puerta, os quedaréis fuera y llamaréis a la puerta, diciendo: "Señor, ábrenos"; y él os replicará: "No sé quiénes sois." Entonces comenzaréis a decir: "Hemos comido y bebido contigo, y tú has enseñado en nuestras plazas. " Pero él os replicará: "No sé quiénes sois. Alejaos de mí, malvados." Entonces será el llanto y el rechinar de dientes, cuando veáis a Abrahán, Isaac y Jacob y a todos los profetas en el reino de Dios, y vosotros os veáis echados fuera. Y vendrán de oriente y occidente, del norte y del sur, y se sentarán a la mesa en el reino de Dios. Mirad: hay últimos que serán primeros, y primeros que serán últimos.»

29 octubre 2014. Miércoles de la XXX semana de Tiempo Ordinario – Puntos de oración

San Pablo nos invita a fijarnos en el 4º mandamiento: “Honrarás a tu padre y a tu madre”; Jesús hoy nos enseña que, para salvarnos, debemos esforzarnos en entrar por la puerta estrecha: la de la humildad.

Pidamos en nuestro rato íntimo de oración con el Señor la gracia de la humildad para cumplir este mandamiento.

Podemos hacer un balance de cómo va nuestra relación con nuestros padres desde que ha empezado el curso; ¿me fío de ellos? ¿Agradezco todo lo que hacen por mí? ¿Intento ser cariñoso con ellos? ¿Les cuido?

Seguramente Dios nos puede dar algunas ideas para sorprender a nuestros padres gratamente y hacer cada día especial; preguntémosle.

Nuestros padres son una fuente de sabiduría: nos enseñan seguido cosas sobre la vida y si les preguntamos, aún más. Intimemos con ellos; compartamos nuestras ilusiones y sentimientos.

Observemos en cuántas cosas nos parecemos a ellos; lo que heredamos en nuestra forma de ser.

Extendamos la alegría del Evangelio a través de la dulzura por toda nuestra casa; convirtámosla en un hogar acogedor: estando atentos a lo que necesitan mis abuelos, ayudando con cuidado a nuestros padres, fiándonos y pidiendo consejo a nuestros mayores, amando y siendo agradables con nuestros hermanos, educando a nuestros hijos en el amor. Intentemos hacer felices a los que nos rodean.

Para esto debemos esforzarnos día a día, y nos será más fácil con la oración, la que nos aporta fortaleza y humildad.

La familia que reza unida, permanece unida.

Santa María, Madre de la Iglesia, que es la familia de Cristo, ruega por nosotros y llévanos a Él.

28/10/2014, San Simón y San Judas, apóstoles

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Efesios (2,19-22)
Hermanos: Ya no sois extranjeros ni forasteros, sino que sois ciudadanos de los santos y miembros de la familia de Dios. Estáis edificados sobre el cimiento de los apóstoles y profetas, y el mismo Cristo Jesús es la piedra angular. Por él todo el edificio queda ensamblado, y se va levantando hasta formar un templo consagrado al Señor. Por él también vosotros os vais integrando en la construcción, para ser morada de Dios, por el Espíritu.
Salmo responsorial (Sal 18, 2-3. 4-5)
R. A toda la tierra alcanza su pregón
El cielo proclama la gloria de Dios, el firmamento pregona la obra de sus manos:
el día al día le pasa el mensaje, la noche a la noche se lo susurra. 
R.
Sin que hablen, sin que pronuncien, sin que resuene su voz,
a toda la tierra alcanza su pregón y hasta los límites del orbe su lenguaje. 
R.
Lectura del santo evangelio según san Lucas (6, 12-19)

En aquel tiempo, subió Jesús a la montaña a orar, y pasó la noche orando a Dios. Cuando se hizo de día, llamó a sus discípulos, escogió a doce de ellos y los nombró apóstoles: Simón, al que puso de nombre Pedro, y Andrés, su hermano, Santiago, Juan, Felipe, Bartolomé, Mateo, Tomás, Santiago Alfeo, Simón, apodado el Celotes, Judas el de Santiago y Judas Iscariote, que fue el traidor. Bajó del monte con ellos y se paró en un llano, con un grupo grande de discípulos y de pueblo, procedente de toda Judea, de Jerusalén y de la costa de Tiro y de Sidón. Venían a oírlo y a que los curara de sus enfermedades; los atormentados por espíritus inmundos quedaban curados, y la gente trataba de tocarlo, porque salía de él una fuerza que los curaba a todos.

28 octubre 2014. San Simón y San Judas, apóstoles – Puntos de oración

Siempre que celebramos la fiesta de algún apóstol nos resulta muy sencillo entrar en la oración, pues orar es intimidad con Dios, y estos hombres fueron llamados, antes que nada, para estar con Él.
De la mano de San Simón y San Judas nos adentramos en Dios acompañados por María en este mes del Rosario.
El apóstol, además de un amigo, es un enviado de Jesucristo. Un hombre llamado por Jesucristo para ser un testimonio vivo de su mensaje redentor en el mundo. Por eso nosotros también sentimos este envío de Jesús, pues la oración siempre nos hace misioneros.
Bien poco sabemos de Simón. Unos le identificaron con Simón el Cananeo, o el Zelotes, uno de los doce apóstoles del Señor.
Un día, venturoso para él, se encontró con la mirada del Maestro y se convirtió sinceramente al Evangelio (Act. 21,20).
De todos los apóstoles, él es el menos conocido. La tradición nos dice que predicó la doctrina evangélica en Egipto, y luego en Mesopotamia y después en Persia, ya en compañía de San Judas.
En la lista de los apóstoles aparece ya al final, junto a su compañero San Judas (cf. Mt. 10,3-4; Mc. 3,16,19; Lc. 6,13; Act. 1,13).
Simón es el Zelotes para distinguirle de Simón Pedro, el príncipe del Colegio Apostólico; Judas es llamado Tadeo para distinguirle de Judas el traidor. San Juan le llama expresamente "Judas, no el Iscariote".
San Judas aparece también en el Evangelio con un gran celo apostólico. En la última cena, Jesucristo hace de sí mismo causa común con su Padre. El que le ame a Él, será amado de su Padre celestial. Acaba el Señor de proclamar el mandamiento nuevo. Y Judas siente que se le quema el alma de caridad al prójimo, y no puede aguantarse: "Señor, ¿cómo ha de ser esto, que te has de mostrar a nosotros, y no al mundo?" (Io. 14,22). La inefable dulzura del amor a Jesucristo, el testimonio caliente de la revelación del Verbo, tenía que penetrar el mundo entero. A través de estas palabras tímidas, pero selladas con el marchamo inconfundible de un apóstol, descubrimos la presencia de un alma grande y un corazón ancho.
Los evangelios no nos conservan de él ni una palabra más. La tradición, recogida en los martirologios romanos, el de Beda y Adón, y a través de San Jerónimo y San Isidoro, nos dicen que San Simón y San Judas fueron martirizados en Persia.

Imitando hoy a estos amigos de Jesús intensifiquemos nuestra relación con el Maestro. Acabemos haciendo un coloquio con el Hijo, de tal manera que inunde nuestro corazón, así podremos ser apóstoles también cada uno de nosotros.

27/10/2014, Lunes de la XXX semana de Tiempo Ordinario

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Efesios (4,32–5,8)

Sed buenos, comprensivos, perdonándoos unos a otros como Dios os perdonó en Cristo. Sed imitadores de Dios, como hijos queridos, y vivid en el amor como Cristo os amó y se entregó por nosotros a Dios como oblación y víctima de suave olor. Por otra parte, de inmoralidad, indecencia o afán de dinero, ni hablar; es impropio de santos. Y nada de chabacanerías, estupideces o frases de doble sentido; todo eso está fuera de sitio. Lo vuestro es alabar a Dios. Meteos bien esto en la cabeza: nadie que se da a la inmoralidad, a la indecencia o al afán de dinero, que es una idolatría, tendrá herencia en el reino de Cristo y de Dios. Que nadie os engañe con argumentos especiosos; estas cosas son las que atraen el castigo de Dios sobre los rebeldes. No tengáis parte con ellos; porque en otro tiempo erais tinieblas, ahora sois luz en el Señor. Caminad como hijos de la luz.

Salmo responsorial (Sal 1,1-2.3.4.6)
R. Seamos imitadores de Dios, como hijos queridos

Dichoso el hombre que no sigue el consejo de los impíos,
ni entra por la senda de los pecadores, ni se sienta en la reunión de los cínicos;
sino que su gozo es la ley del Señor, y medita su ley día y noche. R.

Será como un árbol plantado al borde de la acequia:
da fruto en su sazón y no se marchitan sus hojas;
y cuanto emprende tiene buen fin. R.

No así los impíos, no así; serán paja que arrebata el viento.
Porque el Señor protege el camino de los justos,
pero el camino de los impíos acaba mal. R.

Lectura del santo evangelio según san Lucas (13,10-17)

Un sábado, enseñaba Jesús en una sinagoga. Había una mujer que desde hacia dieciocho años estaba enferma por causa de un espíritu, y andaba encorvada, sin poderse enderezar. Al verla, Jesús la llamó y le dijo: «Mujer, quedas libre de tu enfermedad.» Le impuso las manos, y en seguida se puso derecha. Y glorificaba a Dios. Pero el jefe de la sinagoga, indignado porque Jesús había curado en sábado, dijo a la gente: «Seis días tenéis para trabajar; venid esos días a que os curen, y no los sábados.» Pero el Señor, dirigiéndose a él, dijo: «Hipócritas: cualquiera de vosotros, ¿no desata del pesebre al buey o al burro y lo lleva a abrevar, aunque sea sábado? Y a ésta, que es hija de Abrahán, y que Satanás ha tenido atada dieciocho años, ¿no había que soltarla en sábado?» A estas palabras, sus enemigos quedaron abochornados, y toda la gente se alegraba de los milagros que hacía.

27 octubre 2014. Lunes de la XXX semana de Tiempo Ordinario – Puntos de oración

Seamos imitadores de Dios, como hijos queridos… como hijos de la luz. Porque somos hijos queridos de Dios, hemos de ser hijos de la luz, imitadores de este Padre bueno. Amor con amor se paga, y hemos recibido tanto amor… “vivid en el amor como Cristo os amó y se entregó por nosotros a Dios”. Y seamos de los que no tengamos que ponernos colorados por haber caído en lo que dice este cartel que he leído: Prohibido decir te quiero y no demostrarlo.

No seamos como los hipócritas que dice el evangelio: tenemos para desatar el buey del pesebre, o arreglar los frenos del coche, o jugar una partida a la Wii todos los días de la semana, ¿no hay que dejar el domingo sobre todo para Dios? Jesús, en este evangelio hace un milagro, movido por la misericordia frente al dolor humano, pero habla también de prioridades. Lo primero es el amor y luego la ley, y no al revés. Pero, también, primero es la ley, es decir, las obligaciones, antes que el ocio. Descuidar las obligaciones es también condenado por Jesús.

Los hijos de la luz son los que se dejan iluminar por Dios, y como consecuencia iluminan a los demás hombres. No tienen luz propia, sino que la reciben de Dios: “a Él sólo la gloria y la alabanza”. Lo contrario es el hombre de las tinieblas, el que vive en la inmoralidad. San Pablo lo retrata bien en su carta a los efesios. Miremos en nuestra oración, o mejor en el balance del día, si tenemos algún rasgo de estos hombres de la oscuridad: indecencia o afán de dinero, chabacanerías, estupideces o frases de doble sentido…

Hoy, nos podemos fijar bien en la luz de las bombillas que iluminan nuestra capilla o lugar de oración. Si se apagan, quedamos a oscuras. Si nos apagamos queda a oscuras la humanidad. Somos pequeños y humildes focos de luz, pero necesarios para el mundo. Iluminemos con nuestras vidas para que otros vean a Cristo.

26/10/2014, Domingo de la XXX semana de Tiempo Ordinario (Ciclo A)

Lectura del libro del Éxodo (22, 20-26)
Así dice el Señor: «No oprimirás ni vejarás al forastero, porque forasteros fuisteis vosotros en Egipto. No explotarás a viudas ni a huérfanos, porque, si los explotas y ellos gritan a mí, yo los escucharé. Se encenderá mí ira y os haré morir a espada, dejando a vuestras mujeres viudas y a vuestros hijos huérfanos. Si prestas dinero a uno de mi pueblo, a un pobre que habita contigo, no serás con él un usurero, cargándole intereses. Si tomas en prenda el manto de tu prójimo, se lo devolverás antes de ponerse el sol, porque no tiene otro vestido para cubrir su cuerpo, ¿y dónde, si no, se va a acostar? Si grita a mí, yo lo escucharé, porque yo soy compasivo.»
Salmo responsorial (Sal 17, 2-3a. 3bc-4. 47 y 5lab)
R. Yo te amo, Señor; tú eres mí fortaleza.

Yo te amo, Señor; tú eres mi fortaleza; Señor, mi roca, mi alcázar, mi libertador. R.
Dios mío, peña mía, refugio mío, escudo mío, mi fuerza salvadora, mi baluarte.
Invoco al Señor de mi alabanza y quedo libre de mis enemigos. R.

Viva el Señor, bendita sea mi Roca, sea ensalzado mi Dios y Salvador.
Tú diste gran victoria a tu rey, tuviste misericordia de tu Ungido. R.

Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Tesalonicenses (1, 5c-10)
Hermanos: Sabéis cuál fue nuestra actuación entre vosotros para vuestro bien. Y vosotros seguisteis nuestro ejemplo y el del Señor, acogiendo la palabra entre tanta lucha con la alegría del Espíritu Santo. Así llegasteis a ser un modelo para todos los creyentes de Macedonia y de Acaya. Desde vuestra Iglesia, la palabra del Señor ha resonado no sólo en Macedonia y en Acaya, sino en todas partes. Vuestra fe en Dios había corrido de boca en boca, de modo que nosotros no teníamos necesidad de explicar nada, ya que ellos mismos cuentan los detalles de la acogida que nos hicisteis: cómo, abandonando los ídolos, os volvisteis a Dios, para servir al Dios vivo y verdadero, y vivir aguardando la vuelta de su Hijo Jesús desde el cielo, a quien ha resucitado de entre los muertos y que nos libra del castigo futuro.
Lectura del santo evangelio según san Mateo (22,34-40)

En aquel tiempo, los fariseos, al oír que Jesús había hecho callar a los saduceos, formaron grupo, y uno de ellos, que era experto en la Ley, le preguntó para ponerlo a prueba: -«Maestro, ¿cuál es el mandamiento principal de la Ley?» Él le dijo: -«"Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con todo tu ser." Este mandamiento es el principal y primero. El segundo es semejante a él: "Amarás a tu prójimo como a ti mismo." Estos dos mandamientos sostienen la Ley entera y los profetas.»

26 octubre 2014. Domingo de la XXX semana de Tiempo Ordinario (Ciclo A) – Puntos de oración

1. Oración preparatoria: hacemos la señal de la cruz y nos ponemos en la presencia de Dios. Invocamos la ayuda del Espíritu Santo y rezamos mentalmente la oración preparatoria de Ejercicios: “Señor, que todas mis intenciones, acciones y operaciones sean puramente ordenadas en servicio y alabanza de tu divina majestad.” (EE 46)
2. Petición.  “Dios todopoderoso y eterno, aumenta nuestra fe, esperanza y caridad, y, para conseguir tus promesas, concédenos amar tus preceptos” (Oración colecta de la misa)
3. Puntos para orar: A la pregunta que le hacen los fariseos para ponerlo a prueba, Jesús nos muestra cuál es el mayor de los mandamientos de la Ley: amar a Dios. Y el segundo es semejante: Amar al prójimo como a uno mismo. El hombre está creado a imagen y semejanza de Dios. Amar al hombre es amar a la criatura amada por Dios y a lo que en la creación nos muestra la imagen de Dios. ¿Y cómo es este amor que Dios nos pide? San Pablo nos lo dice en la Carta a los Corintios: “El amor es comprensivo, el amor es servicial y no tiene envidia; el amor no es presumido ni se engríe; no es mal educado ni egoísta; no se irrita ni guarda rencor; no se alegra con la injusticia, sino que goza con la verdad. Disculpa sin límites, cree sin límites, espera sin límites, soporta sin límites. El amor no pasará jamás”. Este es el amor que Dios espera de nosotros. Amor a Él sobre todas las cosas y amor a Él a través de nuestro prójimo.
Por si nos ayuda, podemos leer con tranquilidad el salmo 17 que se muestra abajo. En él se ve el amor y la predilección de Dios por cada uno de nosotros, librándonos del peligro y el mayor peligro de todos nuestros propios pecados.
4. Unos minutos antes del final de la oración: Diálogo con Jesús, Avemaría a la Virgen.
5. Examen de la oración: ver cómo me ha ido en el rato de oración. Recordar si he recibido alguna idea o sentimiento que debo conservar y volver sobre él. Ver dónde he sentido más el consuelo del Señor o dónde me ha costado más. Hacer examen de las negligencias al preparar o al hacer la oración, pedir perdón y proponerme algo concreto para enmendarlo.
Salmo 17
Yo te amo, Señor; tú eres mi fortaleza;Señor, mi roca, mi alcázar, mi libertador.Dios mío, peña mía, refugio mío, escudo mío,mi fuerza salvadora, mi baluarte.Invoco al Señor de mi alabanzay quedo libre de mis enemigos.Me cercaban olas mortales,torrentes destructores me aterraban,me envolvían las redes del abismo,me alcanzaban los lazos de la muerte.En el peligro invoqué al Señor,grité a mi Dios:desde su templo él escuchó mi voz,y mi grito llegó a sus oídos.Entonces tembló y retembló la tierra,vacilaron los cimientos de los montes,sacudidos por su cólera;de su nariz se alzaba una humareda,de su boca un fuego voraz.Y lanzaba carbones ardiendo.Inclinó el cielo y bajócon nubarrones debajo de sus pies;volaba a caballo de un querubíncerniéndose sobre las alas del viento,envuelto en un manto de oscuridad;Como un toldo, lo rodeabanoscuro aguacero y nubes espesas;al fulgor de su presencia, las nubesse deshicieron en granizo y centellas;y el Señor tronaba desde el cielo,el Altísimo hacía oír su voz:disparando sus saetas, los dispersaba,y sus continuos relámpagos los enloquecían.El fondo del mar apareció,y se vieron los cimientos del orbe,cuando tú, Señor, lanzaste un bramido,con tu nariz resoplando de cólera.Desde el cielo alargó la mano y me agarró,me sacó de las aguas caudalosas,me libró de un enemigo poderoso,de adversarios más fuertes que yo.Me acosaban el día funesto,pero el Señor fue mi apoyo:me sacó a un lugar espacioso,me libró porque me amaba.El Señor retribuyó mi justicia,retribuyó la pureza de mis manos,porque seguí los caminos del Señory no me rebelé contra mi Dios;porque tuve presentes sus mandamientosy no me aparté de sus preceptos;Le fui enteramente fiel,guardándome de toda culpa;el Señor retribuyó mi justicia,la pureza de mis manos en su presencia.Con el fiel, tú eres fiel;con el íntegro, tú eres íntegro;con el sincero, tú eres sincero;con el astuto, tú eres sagaz.Tú salvas al pueblo afligidoy humillas los ojos soberbios.Señor, tú eres mi lámpara;Dios mío, tú alumbras mis tinieblas.Fiado en ti, me meto en la refriega,fiado en mi Dios, asalto la muralla.Perfecto es el camino de Dios,acendrada es la promesa del Señor;Él es escudo para los que a Él se acogen.¿Quién es dios fuera del Señor?¿Qué roca hay fuera de nuestro Dios?Dios me ciñe de valory me enseña un camino perfecto;Él me da pies de ciervo,y me coloca en las alturas;Él adiestra mis manos para la guerra,y mis brazos para tensar la ballesta.Me dejaste tu escudo protector,tu diestra me sostuvo,multiplicaste tus cuidados conmigo.Ensanchaste el camino a mis pasos,y no flaquearon mis tobillos;yo perseguía al enemigo hasta alcanzarlo,y no me volvía sin haberlo aniquilado:los derroté, y no pudieron rehacerse,cayeron bajo mis pies.Me ceñiste de valor para la lucha,doblegaste a los que me resistían;hiciste volver a la espalda a mis enemigos,rechazaste a mis adversarios.Pedían auxilio, pero nadie los salvaba;gritaban al Señor, pero no les respondía.Los reduje a polvo, que arrebataba el viento;los pisoteaba como barro de las calles.Me libraste de las contiendas de mi pueblo,me hiciste cabeza de naciones,un pueblo extraño fue mi vasallo.Los extranjeros me adulaban,me escuchaban y me obedecían.Los extranjeros palidecíany salían temblando de sus baluartes.Viva el Señor, bendita sea mi Roca,sea ensalzado mi Dios y Salvador:el Dios que me dio el desquitey me sometió los pueblos;que me libró de mis enemigos,me levantó sobre los que resistíany me salvó del hombre cruel.Por eso te daré gracias entre las naciones, Señor,y tañeré en honor de tu nombre:tú diste gran victoria a tu rey,tuviste misericordia de tu Ungido,de David y su linaje por siempre.




25/10/2014, Sábado de la XXIX semana de Tiempo Ordinario

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Efesios (4, 7-16)
Hermanos: A cada uno de nosotros se le ha dado la gracia según la medida del don de Cristo. Por eso dice la Escritura: «Subió a lo alto llevando cautivos y dio dones a los hombres.» El «subió» supone que había bajado a lo profundo de la tierra; y el que bajó es el mismo que subió por encima de todos los cielos para llenar el universo. Y él ha constituido a unos, apóstoles, a otros, profetas, a otros, evangelizadores, a otros, pastores y maestros, para el perfeccionamiento de los santos, en función de su ministerio, y para la edificación del cuerpo de Cristo; hasta que lleguemos todos a la unidad en la fe y en el conocimiento del Hijo de Dios, al hombre perfecto, a la medida de Cristo en su plenitud. Para que ya no seamos niños sacudidos por las olas y llevados al retortero por todo viento de doctrina, en la trampa de los hombres, que con astucia conduce al error; sino que, realizando la verdad en el amor, hagamos crecer todas las cosas hacia él, que es la cabeza: Cristo, del cual todo el cuerpo, bien ajustado y unido a través de todo el complejo de junturas que lo nutren, actuando a la medida de cada parte, se procura el crecimiento del cuerpo, para construcción de si mismo en el amor.
Salmo responsorial (Sal 121, 1-2. 3-4a. 4b-5)
R. Vamos alegres a la casa del Señor.
¡Qué alegría cuando me dijeron: «Vamos a la casa del Señor»!
Ya están pisando nuestros pies tus umbrales, Jerusalén. 
R.
Jerusalén está fundada como ciudad bien compacta.
Allá suben las tribus, las tribus del Señor. 
R.
Según la costumbre de Israel, a celebrar el nombre del Señor;
en ella están los tribunales de justicia, en el palacio de David. R.
Lectura del santo evangelio según san Lucas (13, 1-9)

En una ocasión, se presentaron algunos a contar a Jesús lo de los galileos cuya sangre vertió Pilato con la de los sacrificios que ofrecían. Jesús les contestó: -« ¿Pensáis que esos galileos eran más pecadores que los demás galileos, porque acabaron así? Os digo que no; y, si no os convertís, todos pereceréis lo mismo. Y aquellos dieciocho que murieron aplastados por la torre de Siloé, ¿pensáis que eran más culpables que los demás habitantes de Jerusalén? Os digo que no; y, si no os convertís, todos pereceréis de la misma manera.» Y les dijo esta parábola: -«Uno tenía una higuera plantada en su viña, y fue a buscar fruto en ella, y no lo encontró. Dijo entonces al viñador: "Ya ves: tres años llevo viniendo a buscar fruto en esta higuera, y no lo encuentro. Córtala. ¿Para qué va a ocupar terreno en balde? Pero el viñador contestó: "Señor, déjala todavía este año; yo cavaré alrededor y le echaré estiércol, a ver si da fruto. Si no, la cortas."»

25 octubre 2014. Sábado de la XXIX semana de Tiempo Ordinario – Puntos de oración

Hoy es sábado, y al comienzo de nuestra oración podemos actualizar nuestra fe reflexionando brevemente en la “hora de la fe en María”, esa “hora” que va desde el viernes Santo hasta el domingo de resurrección. Una hora en la que toda la fe la Iglesia se concentra en María, mientras a su alrededor –incluidos los discípulos- es todo oscuridad. ¡Ven, Espíritu Santo, llena los corazones de tus fieles y enciende en ellos el fuego de tu amor! ¡Envía Tu Espíritu y será una nueva creación!
La primera lectura está tomada de la carta del apóstol San Pablo a los Efesios, Ef 4,7-16.
“Hermanos: A cada uno de nosotros se le ha dado la gracia según la medida del don de Cristo”. Es decir, tomando las palabras del mismo Cristo, una medida colmada, remecida, rebosante… (Lc 6,38). Y podemos detenernos un momento a considerar que si la gracia recibida es tan grande, ¿cómo son los frutos?
Después quedarnos contemplando a Cristo, plenitud de todo, en quien se realiza la verdad por el amor. San Pablo nos dice que “ya no seamos niños sacudidos por las olas  llevados al retortero por todo viento de doctrina, en la trampa de los hombres, que con astucia conduce al error; sino que, realizando la verdad en el amor, hagamos crecer todas las cosas hacia él, que es la cabeza”.
En nuestro tiempo se ha devaluado la verdad, se dice que la mentalidad postmoderna no cree en la verdad, solo se cree en “mi verdad” o en tu verdad”. Pero que la carta a los Efesios no se refiere a la verdad como objetividad de las cosas, sino a la verdad que no pasa nunca que es el amor. Quien ama vive en la verdad. Dios es amor y el amor nunca se devalúa.
Os propongo meditar en sintonía con lo anterior en las siguientes palabras de Telhard de Chardin SJ, paleontólogo y enamorado de Cristo: “En mi marcha por la vida pude ver y descubrir que todas las cosas están centradas en un punto, en una persona y esta persona eres tú, Jesús. Jesús, sé para mí el verdadero mundo. Que todo lo que hay en el mundo tenga vuestra influencia sobre mí, se transforme cada vez más en Vos por mi esfuerzo. Es absolutamente necesario que Cristo ocupe mi vida, toda mi vida. Debo tener conciencia de que Cristo crece y se desarrolla en mí, no sólo a base de ascética y sufrimiento, sino a través de todo esfuerzo positivo que yo sea capaz de hacer, con todo lo que me perfeccione naturalmente en mis conquistas humanas. Porque la contribución cristiana al progreso del hombre, no es simplemente una cuestión de impulsar una tarea humana, sino de completar de algún modo a Cristo.
El Evangelio se puede meditar también desde este punto de vista. Cristo es el viñador que con paciencia y laboriosidad, no solo cada año, sino en todo instante nos cuida y acompaña. Y así espera con ilusión la respuesta del hombre en frutos de amor.

Finalmente, mirando a María conocemos a Cristo, conocemos al AMOR. Porque “en Ella vemos el mundo renovado por el amor” (Ecclesia de Eucaristía, 62).

24/10/2014, Viernes de la XXIX semana de Tiempo Ordinario

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Efesios (4,1-6)
Hermanos: Yo, el prisionero por el Señor, os ruego que andéis como pide la vocación a la que habéis sido convocados. Sed siempre humildes y amables, sed comprensivos, sobre llevaos mutuamente con amor; esforzaos en mantener la unidad del Espíritu con el vínculo de la paz. Un solo cuerpo y un solo Espíritu, como una sola es la esperanza de la vocación a la que habéis sido convocados. Un Señor, una fe, un bautismo. Un Dios, Padre de todo, que lo trasciende todo, y lo penetra todo, y lo invade todo.
Salmo responsorial (Sal 23, 1-2. 3-4ab. 5-6)
R. Éste es el grupo que viene a tu presencia, Señor.
Del Señor es la tierra y cuanto la llena, el orbe y todos sus habitantes:
él la fundó sobre los mares, él la afianzó sobre los ríos. 
R.
¿Quién puede subir al monte del Señor? ¿Quién puede estar en el recinto sacro?
El hombre de manos inocentes y puro corazón, que no confía en los ídolos. 
R.
Ése recibirá la bendición del Señor, le hará justicia el Dios de salvación.
Éste es el grupo que busca al Señor, que viene a tu presencia, Dios de Jacob. 
R.
Lectura del santo evangelio según san Lucas (12, 54-59)

En aquel tiempo, decía Jesús a la gente: -«Cuando veis subir una nube por el poniente, decís en seguida: "Chaparrón tenemos", y así sucede. Cuando sopla el sur, decís: "Va a hacer bochorno", y lo hace. Hipócritas: si sabéis interpretar el aspecto de la tierra y del cielo, ¿cómo no sabéis interpretar el tiempo presente? ¿Cómo no sabéis juzgar vosotros mismos lo que se debe hacer? Cuando te diriges al tribunal con el que te pone pleito, haz lo posible por llegar a un acuerdo con él, mientras vais de camino; no sea que te arrastre ante el juez, y el juez te entregue al guardia, y el guardia te meta en la cárcel. Te digo que no saldrás de allí hasta que no pagues el último céntimo.»

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