1/6/2015, Lunes de la novena semana de Tiempo Ordinario – San Justino, mártir

Lectura del libro de Tobit (1, 3; 2, 1b-8)
Yo, Tobías, procedí toda mi vida con sinceridad y honradez, e hice muchas limosnas a mis parientes y compatriotas deportados conmigo a Nínive de Asiria. En nuestra fiesta de Pentecostés, la fiesta de las Semanas, me prepararon una buena comida. Cuando me puse a la mesa, llena de platos variados, dije a mi hijo Tobías: -«Hijo, anda a ver si encuentras a algún pobre de nuestros compatriotas deportados a Nínive, uno que se acuerde de Dios con toda el alma, y tráelo para que coma con nosotros. Te espero, hijo, hasta que vuelvas.» Tobías marchó a buscar a algún israelita pobre y, cuando volvió, me dijo: -«Padre.» Respondí: -«¿Qué hay, hijo?» Repuso: -«Padre, han asesinado a un israelita. Lo han estrangulado hace un momento, y lo han dejado tirado ahí, en la plaza.» Yo pegué un salto, dejé la comida sin haberla probado, recogí el cadáver de la plaza y lo metí en una habitación para enterrarlo cuando se pusiera el sol. Cuando volví, me lavé y comí entristecido, recordando la frase del profeta Amós contra Betel: «Se cambiarán vuestras fiestas en luto, vuestros cantos en elegías.» Y lloré. Cuando se puso el sol, fui a cavar una fosa y lo enterré. Los vecinos se me reían: -« ¡Ya no tiene miedo! Lo anduvieron buscando para matarlo por eso mismo, y entonces se escapó; pero ahora ahí lo tenéis, enterrando muertos.»
Salmo responsorial (Sal 111, 1-2. 3-4. 5-6)
R. Dichoso quien teme al Señor.
Dichoso quien teme al Señor y ama de corazón sus mandatos.
Su linaje será poderoso en la tierra, la descendencia del justo será bendita. 
R.
En su casa habrá riquezas y abundancia, su caridad es constante, sin falta.
En las tinieblas brilla como una luz el que es justo, clemente y compasivo. 
R.
Dichoso el que se apiada y presta, y administra rectamente sus asuntos.
El justo jamás vacilará, su recuerdo será perpetuo. 
R.
Lectura del santo evangelio según san Marcos (12, 1-12)

En aquel tiempo, Jesús se puso a hablar en parábolas a los sumos sacerdotes, a los escribas y a los ancianos: -«Un hombre plantó una viña, la rodeó con una cerca, cavó un lagar, construyó la casa del guarda, la arrendó a unos labradores y se marchó de viaje. A su tiempo, envió un criado a los labradores, para percibir su tanto del fruto de la viña. Ellos lo agarraron, lo apalearon y lo despidieron con las manos vacías. Les envió otro criado; a éste lo insultaron y lo descalabraron. Envió a otro y lo mataron; y a otros muchos los apalearon o los mataron. Le quedaba uno, su hijo querido. Y lo envió el último, pensando que a su hijo lo respetarían. Pero los labradores se dijeron: "Éste es el heredero. Venga, lo matamos, y será nuestra la herencia." Y, agarrándolo, lo mataron y lo arrojaron fuera de la viña. ¿Qué hará el dueño de la viña? Acabará con los labradores y arrendará la viña a otros. ¿No habéis leído aquel texto: "La piedra que desecharon los arquitectos es ahora la piedra angular. Es el Señor quien lo ha hecho, ha sido un milagro patente"?» Intentaron echarle mano, porque veían que la parábola iba por ellos; pero temieron a la gente, y, dejándolo allí, se marcharon.

1 junio 2015. Lunes de la novena semana de T.O. – San Justino, mártir – Puntos de oración

Hoy celebramos la memoria de san Justino padre de la Iglesia del que conservamos preciosos escritos. Propongo para la oración estos textos que nos hablan de la fe y vida de los cristianos del tiempo de este santo. He seleccionado un texto clásico sobre la celebración del domingo y de la Eucaristía que nos puede servir para preparar la próxima celebración de la solemnidad del Cuerpo y de la Sangre del Señor. Podemos en esta semana agradecer de mil formas el inefable don de este sacramento que yendo más allá de las palabras nos habla del amor de Dios y de sus designios de salvación. El Dios que es Padre, Hijo y Espíritu Santo ha tenido misericordia de nosotros y no se ha echado atrás ante nada por darnos la Vida.
De la Apología de san Justino:
“Terminadas las oraciones, nos damos el ósculo de la paz. Luego, se ofrece pan y un vaso de agua y vino a quien preside, que los toma, y da alabanza y gloria al Padre del universo, en nombre de su Hijo y por el Espíritu Santo. Después pronuncia una larga acción de gracias por habernos concedido los dones que de Él nos vienen. Y cuando ha terminado las oraciones y la acción de gracias, todo el pueblo presente aclama diciendo: Amén, que en hebreo quiere decir así sea. Cuando el primero ha dado gracias y todo el pueblo ha aclamado, los que llamamos diáconos dan a cada asistente parte del pan y del vino con agua sobre los que se pronunció la acción de gracias, y también lo llevan a los ausentes.
A este alimento lo llamamos Eucaristía. A nadie le es lícito participar si no cree que nuestras enseñanzas son verdaderas, ha sido lavado en el baño de la remisión de los pecados y la regeneración, y vive conforme a lo que Cristo nos enseñó. Porque no los tomamos como pan o bebida comunes, sino que, así como Jesucristo, Nuestro Salvador, se encarnó por virtud del Verbo de Dios para nuestra salvación, del mismo modo nos han enseñado que esta comida—de la cual se alimentan nuestra carne y nuestra sangre—es la Carne y la Sangre del mismo Jesús encarnado, pues en esos alimentos se ha realizado el prodigio mediante la oración que contiene las palabras del mismo Cristo. Los Apóstoles—en sus comentarios, que se llaman Evangelios—nos transmitieron que así se lo ordenó Jesús cuando, tomó el pan y, dando gracias, dijo: Haced esto en conmemoración mía; esto es mi Cuerpo. Y de la misma manera, tomando el cáliz dio gracias y dijo: ésta es mi Sangre. Y sólo a ellos lo entregó (...).
Nosotros, en cambio, después de esta iniciación, recordamos estas cosas constantemente entre nosotros. Los que tenemos, socorremos a todos los necesitados y nos asistimos siempre los unos a los otros. Por todo lo que comemos, bendecimos siempre al Hacedor del universo a través de su Hijo Jesucristo y por el Espíritu Santo.
El día que se llama del sol [el domingo], se celebra una reunión de todos los que viven en las ciudades o en los campos, y se leen los recuerdos de los Apóstoles o los escritos de los profetas, mientras hay tiempo. Cuando el lector termina, el que preside nos exhorta con su palabra y nos invita a imitar aquellos ejemplos. Después nos levantamos todos a una, y elevamos nuestras oraciones. Al terminarlas, se ofrece el pan y el vino con agua como ya dijimos, y el que preside, según sus fuerzas, también eleva sus preces y acciones de gracias, y todo el pueblo exclama: Amén. Entonces viene la distribución y participación de los alimentos consagrados por la acción de gracias y su envío a los ausentes por medio de los diáconos.

Los que tienen y quieren, dan libremente lo que les parece bien; lo que se recoge se entrega al que preside para que socorra con ello a huérfanos y viudas, a los que están necesitados por enfermedad u otra causa, a los encarcelados, a los forasteros que están de paso: en resumen, se le constituye en proveedor para quién se halle en la necesidad. Celebramos esta reunión general el día del sol, por ser el primero, en que Dios, transformando las tinieblas y la materia, hizo el mundo; y también porque es el día en que Jesucristo, Nuestro Salvador, resucitó de entre los muertos; pues hay que saber que le entregaron en el día anterior al de Saturno [sábado], y en el siguiente—que es el día del sol—, apareciéndose a sus Apóstoles y discípulos, nos enseñó esta misma doctrina que exponemos a vuestro examen.”

31/5/2015, La Santísima Trinidad (Ciclo B) – La Visitación de María

Lectura del libro del Deuteronomio (4, 32-34. 39-40)
Moisés habló al pueblo, diciendo: - «Pregunta, pregunta a los tiempos antiguos, que te han precedido, desde el día en que Dios creó al hombre sobre la tierra: ¿hubo jamás, desde un extremo al otro del cielo, palabra tan grande como ésta?; ¿se oyó cosa semejante?; ¿hay algún pueblo que haya oído, como tú has oído, la voz del Dios vivo, hablando desde el fuego, y haya sobrevivido?; ¿algún Dios intentó jamás venir a buscarse una nación entre las otras por medio de pruebas, signos, prodigios y guerra, con mano fuerte y brazo poderoso, por grandes terrores, como todo lo que el Señor, vuestro Dios, hizo con vosotros en Egipto, ante vuestros ojos? Reconoce, pues, hoy y medita en tu corazón, que el Señor es el único Dios, allá arriba en el cielo, y aquí abajo en la tierra; no hay otro. Guarda los preceptos y mandamientos que yo te prescribo hoy, para que seas feliz, tú y tus hijos después de ti, y prolongues tus días en el suelo que el Señor, tu Dios, te da para siempre.»
Salmo responsorial (Sal 32, 4-5. 6 y 9. 18-19. 20 y 22)
R. Dichoso el pueblo que el Señor se escogió con heredad.
La palabra del Señor es sincera, y todas sus acciones son leales;
él ama la justicia y el derecho, y su misericordia llena la tierra. 
R.
La palabra del Señor hizo el cielo; el aliento de su boca, sus ejércitos,
porque él lo dijo, y existió, él lo mandó, y surgió. 
R.
Los ojos del Señor están puestos en sus fieles, en los que esperan en su misericordia,
para librar sus vidas de la muerte y reanimarlos en tiempo de hambre. 
R.
Nosotros aguardamos al Señor: él es nuestro auxilio y escudo;
que tu misericordia, Señor, venga sobre nosotros, como lo esperamos de ti. 
R.
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos (8, 14-17)
Hermanos: Los que se dejan llevar por el Espíritu de Dios, ésos son hijos de Dios. Habéis recibido, no un espíritu de esclavitud, para recaer en el temor, sino un espíritu de hijos adoptivos, que nos hace gritan «¡Abba!» (Padre). Ese Espíritu y nuestro espíritu dan un testimonio concorde: que somos hijos de Dios; y, si somos hijos, también herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, ya que sufrimos con él para ser también con él glorificados.
Lectura del santo evangelio según san Mateo (28, 16-20)

En aquel tiempo, los once discípulos se fueron a Galilea, al monte que Jesús les habla indicado. Al verlo, ellos se postraron, pero algunos vacilaban. Acercándose a ellos, Jesús les dijo: - «Se me ha dado pleno poder en el cielo y en la tierra. Id y haced discípulos de todos los pueblos, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo; y enseñándoles a guardar todo lo que os he mandado. Y sabed que yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo.»

31 mayo 2015. La Santísima Trinidad (Ciclo B) – La Visitación de María – Puntos de oración

María corre presurosa a la montaña porque está llena de Espíritu Santo. Está embriaga de amor, un amor concreto y realista, fuerte y generoso, que se hace servicio humilde y desinteresado.
Este podía ser un resumen de por qué Ella, la Virgen montañera, es la patrona de nuestra campaña de la Visitación. Y ahí se sintetizan las cualidades sobrenaturales y humanas que deben reinar en nosotros si queremos imitarla durante el verano.
MARÍA, LLENA DE ESPÍRITU SANTO.  Descendió como el gran don del Padre en la Anunciación. La cubrió con su Sombra y la hizo Madre de Dios La respuesta de María es fe y abandono. Agradecimiento y servicio.
Con su fe se hace Virgen de la Alianza, sólo Dios es su dueño y Señor; establece un pacto irrompible entre Dios y la humanidad. Con su sí, Dios se convierte en Salvador y Redentor del hombre; su fe gigante es la anilla sólida que anuda a Dios y su Pueblo.
María es la esclava del Señor, que todo lo espera de Él. Se humilla y obedece con paz inalterable. El mundo rueda y rueda en su entorno, se agita con pasiones de ida y vuelta, pero María está afincada en la paz de la obediencia humilde y confiada.
María es agradecimiento a manos llenas, primero a Dios su Salvador, y luego a los hombres y mujeres que le acompañan en su camino de vida y ofrenda. No se siente la privilegiada en una torre de marfil, sino la humilde esclava en la hilera inmensa de los hijos de Dios salvados con misericordia eterna. Por eso es alegre y agradecida.
MARÍA, LLENA DE AMOR.  Si el Espíritu Santo es el fuego del amor de Dios, entonces María está abrasada en el más puro amor. Y por eso, como el amor es difusivo, reparte amor a todos a manos llenas.

Si a nosotros nos gustan los frutos del amor (¿a quién no?), debemos esforzarnos en dejarnos llenar del fuego del Espíritu Santo. A menudo pretendemos dar amor, hacer el bien, perdonar, ofrecer una ayuda, siquiera una sonrisa, y nos encontramos desnudos y desprovistos de fuerza. Por eso, este comienzo de la campaña de la Visitación, nos puede impulsar, mirando a la Virgen, a situar en el centro a Dios, la fe, la humildad y la obediencia. A buscarle más a Él que a ninguna otra cosa. Ojalá éste sea el verano del Espíritu Santo, el verano de los sacramentos, la oración, y la lectura espiritual. Y, entonces, seguro que es el verano del servicio y la solidaridad.

30/5/2015, Sábado de la octava semana de Tiempo Ordinario

Lectura del libro del Eclesiástico (51, 17-27)
Doy gracias y alabo y bendigo el nombre del Señor, Siendo aún joven, antes de torcerme, deseé la sabiduría con toda el alma, la busqué desde mi juventud y hasta la muerte la perseguiré; crecía como racimo que madura, y mi corazón gozaba con ella, mis pasos caminaban fielmente siguiendo sus huellas desde joven, presté oído un poco para recibirla, y alcancé doctrina copiosa; su yugo me resultó glorioso, daré gracias al que me enseñó; decidí seguirla fielmente, cuando la alcance no me avergonzaré; mi alma se apegó a ella, y no apartaré de ella el rostro; mi alma saboreó sus frutos, y jamás me apartaré de ella; mi mano abrió sus puertas, la mimaré y la contemplaré; mi alma la siguió desde el principio y la poseyó con pureza.
Salmo responsorial (Sal 18, 8. 9. 10. 11)
R. Los mandatos del Señor son rectos y alegran el corazón.
La ley del Señor es perfecta y es descanso del alma;
el precepto del Señor es fiel e instruye al ignorante. 
R.
Los mandatos del Señor son rectos y alegran el corazón;
la norma del Señor es límpida y da luz a los ojos. 
R.
La voluntad del Señor es pura y eternamente estable;
los mandamientos del Señor son verdaderos y enteramente justos. 
R.
Más preciosos que el oro, más que el oro fino;
más dulces que la miel de un panal que destila. 
R.
Lectura del santo evangelio según san Marcos (11, 27-33)

En aquel tiempo, Jesús y los discípulos volvieron a Jerusalén y, mientras paseaba por el templo, se le acercaron los sumos sacerdotes, los escribas y los ancianos y le preguntaron: -«¿Con qué autoridad haces esto? ¿Quién te ha dado semejante autoridad? » Jesús les respondió: -«Os voy a hacer una pregunta y, si me contestáis, os diré con qué autoridad hago esto: El bautismo de Juan ¿era cosa de Dios o de los hombres? Contestadme.» Se pusieron a deliberar: -«Si decimos que es de Dios, dirá: "¿Y por qué no le habéis creído?" Pero como digamos que es de los hombres... » (Temían a la gente, porque todo el mundo estaba convencido de que Juan era un profeta.) Y respondieron a Jesús: -«No sabemos.» Jesús les replicó: -«Pues tampoco yo os digo con qué autoridad hago esto.»

30 mayo 2015. Sábado de la octava semana de Tiempo Ordinario – Puntos de oración

Doy gracias y alabo y bendigo el nombre del Señor (con palabras y obras), así comienza la primera lectura de este día y así debería comenzar mi oración  todos los días. Y continua: Siendo joven, desee la sabiduría con toda el alma, la miraba y contemplaba, crecía en mí  y mi corazón gozaba con ella, mi alma saboreo sus frutos  y mis pasos caminaban fielmente siguiendo sus huellas. Cuando uno lee y relee estas palabras entresacadas del eclesiástico  en el silencio de la oración, junto a Jesús, encuentra una paz en su interior, que no desea más que volverlas a leer y saborearlas. Uno ve que a pesar de  sus deficiencias, fallos, infidelidades ha sido un afortunado un privilegiado o un predilecto. Desde hace tantos años saboreo sus frutos, quiero al Señor y me dejo querer por Él. ¿Quién a mi alrededor goza del Señor como gozo yo con É?¿ Quién contempla su rostro a diario?¿Quién se siente inundado tantas veces de su misericordia?
Y uno hace memoria y ve como su vida ha sido guiada por la Sabiduría, aunque tantas veces no entendía por dónde me llevaba o estaba inundado de dudas. Pero cuando a diario la miraba, Ella me miraba y me transformaba.
Yo muchas veces fariseo pedía explicaciones, ¿con qué autoridad realizas Tu plan de salvación?, ¿por qué son así tus designios? Me consideraba con derechos de retribución, exigía a quien debía agradecer.
Cambiemos de actitud, ahora que comienza la campaña de la visitación, pasemos de la queja al agradecimiento. La queja  nos envejece, nos agría el temperamento, nos quita la ilusión por trabajar, nos dificulta ver el mundo en positivo, nos distorsiona la imagen de los otros, nos hace parcos en gestos de alegría y de agradecimiento, nos aísla y nos hace egoístas. Nos inocula la acedia. La virgen sale de sí y va al encuentro del que la necesita. No se da vueltas, llena de gozo, de Dios, corre, levanta el vuelo a pesar de tanto lastre de dificultades. No pide explicaciones, ni se asusta. La actitud del que agradece, del que vive en una continua acción de gracias es la entrega sin mirar la retribución, sin reservas o explicaciones.
Todo lo que digo no es que sea fácil. Por contar una experiencia reciente, diré que al acabar ya los de 2º de Bachillerato, y después de volcarte con ellos, recibes pocos agradecimientos y te quedas como con cara de tonto, por no decir otra cosa. La actitud de dar sin esperar nada a cambio es costosa, pero es la actitud cristiana. Nos hace plantearnos como es nuestra actitud con Dios que tanto nos da, mi relación con Él, pensar en cuál es  la sabiduría que guía mi vida.

Dios cuenta con nuestras flaquezas y debilidades, sabe de nuestros propósitos incumplidos, de ahí que no nos abandone, que nos llene de su Espíritu. Como los discípulos estamos asustados, escondidos en nuestro egoísmo, abramos las puertas a su fuerza.

29/5/2015, Viernes de la octava semana de Tiempo Ordinario

Lectura del libro del Eclesiástico (44, 1. 9-13)
Hagamos el elogio de los hombres de bien, de la serie de nuestros antepasados. Hay quienes no dejaron recuerdo, y acabaron al acabar su vida: fueron como si no hubieran sido, y lo mismo sus hijos tras ellos. No así los hombres de bien, su esperanza no se acabó; sus bienes perduran en su descendencia, su heredad pasa de hijos a nietos. Sus hijos siguen fieles a la alianza, y también sus nietos, gracias a ellos. Su recuerdo dura por siempre, su caridad no se olvidará.
Salmo responsorial (Sal 149, 1-2. 3-4. 5-6a y 9b)
R. El Señor ama a su pueblo.
Cantad al Señor un cántico nuevo, resuene su alabanza en la asamblea de los fieles;
que se alegre Israel por su Creador, los hijos de Sión por su Rey. 
R.
Alabad su nombre con danzas, cantadle con tambores y cítaras;
porque el Señor ama a su pueblo y adorna con la victoria a los humildes. 
R.
Que los fieles festejen su gloria y canten jubilosos en filas:
con vítores a Dios en la boca; es un honor para todos sus fieles. 
R.
Lectura del santo evangelio según san Marcos (11, 11-26)

Al día siguiente, cuando salió de Betania, sintió hambre. Vio de lejos una higuera con hojas y se acercó para ver si encontraba algo; al llegar no encontró más que hojas, porque no era tiempo de higos. Entonces le dijo: -«Nunca jamás coma nadie de ti.» Los discípulos lo oyeron. Llegaron a Jerusalén, entró en el templo y se puso a echar a los que traficaban allí, volcando las mesas de los cambistas y los puestos de los que vendían palomas. Y no consentía a nadie transportar objetos por el templo. Y los instruía, diciendo: -« ¿No está escrito: "Mi casa se llamará casa de oración para todos los pueblos" Vosotros, en cambio, la habéis convertido en cueva de bandidos.» Se enteraron los sumos sacerdotes y los escribas y, como le tenían miedo, porque todo el mundo estaba asombrado de su doctrina, buscaban una manera de acabar con él. Cuando atardeció, salieron de la ciudad. A la mañana siguiente, al pasar, vieron la higuera seca de raíz. Pedro cayó en la cuenta y dijo a Jesús: -«Maestro, mira, la higuera que maldijiste se ha secado.» Jesús contestó: -«Tened fe en Dios. Os aseguro que si uno dice a este monte: "Quítate de ahí y tírate al mar", no con dudas, sino con fe en que sucederá lo que dice, lo obtendrá. Por eso os digo: Cualquier cosa que pidáis en la oración, creed que os la han concedido, y la obtendréis. Y cuando os pongáis a orar, perdonad lo que tengáis contra otros, para que también vuestro Padre del cielo os perdone vuestras culpas.»

29 mayo 2015. Viernes de la octava semana de Tiempo Ordinario – Puntos de oración

Evangelio duro y denso. Mucha información seguida e importante. Se necesita leer el pasaje varias vueltas calmadamente.
¿De qué sirve una higuera que no da su fruto? ¿De qué sirve un arpa sin cuerdas? ¿De qué sirve un templo que deja de dar culto a Dios y que da culto al dinero? ¿Para qué sirve una persona que no se entrega a nadie más que a sí misma? Sólo es estorbo, pecado y negación de Dios; y Él, con gran dolor, propiamente a esa creación suya la volcará al suelo, la secará de raíz y la dejará marcharse al fuego eterno, a donde ésta ha escogido ir, al rechazar en su vida al Amor; ese Amor de cuyo fruto es la entrega, entrega a Él y al prójimo.
Pidamos en nuestra oración ardientes deseos de entregarnos hoy, porque cada día es hoy; si no amamos, no hay entrega, cuanto mayor sea nuestro amor, mayor será nuestra entrega; y nuestro Amor nos espera en este rato de oración, en los sacramentos, en el acompañamiento espiritual... para reponernos los deseos y las fuerzas para esa entrega. Y para reponer estas fuerzas, lo sabemos, hace falta el silencio; y para este silencio, hace falta dedicarle un tiempo generoso al día.
Repasemos hoy quién es mi prójimo: mi familia, mis amigos, mi grupo, mis compañeros de clase o de trabajo, mi profesor o mi jefe, mi vecino, el portero, el panadero... etc... ¿Cómo puedo dar mi mejor yo a cada uno de ellos? ¿Qué necesitan cada uno de ellos?
“Cualquier cosa que pidáis en la oración, creed que os la han concedido, y la obtendréis.” No creed que os la concederán, sino que ya os la han concedido. Impresionante qué gran Padre tenemos, y qué responsabilidad en cuanto a nuestras peticiones: ¿Qué es lo que profundamente deseo en mi vida? No los caprichos, sino lo realmente importante para mí. Y confiadamente, como el niño, hablarle. “Y cuando os pongáis a orar, perdonad lo que tengáis contra otros, para que también vuestro Padre del cielo os perdone vuestras culpas.»

María, Madre buena, acompáñanos siempre en esta búsqueda. Enséñanos a ser héroes como Tú; que venciéndonos a nosotros mismos, lleguemos al Cielo cargados de almas para Él.

28/5/2015, Jesucristo, Sumo y Eterno Sacerdote

Lectura del libro de Isaías (52, 13-53, 12)
Mirad, mi siervo tendrá éxito, subirá y crecerá mucho. Como muchos se espantaron de él, porque desfigurado no parecía hombre, ni tenla aspecto humano, así asombrará a muchos pueblos, ante él los reyes cerrarán la boca, al ver algo inenarrable y contemplar algo inaudito. ¿Quién creyó nuestro anuncio?, ¿a quién se reveló el brazo del Señor? Creció en su presencia como brote, como raíz en tierra árida, sin figura, sin belleza. Lo vimos sin aspecto atrayente, despreciado y evitado de los hombres, como un hombre de dolores, acostumbrado a sufrimientos, ante el cual se ocultan los rostros, despreciado y desestimado. Él soportó nuestros sufrimientos y aguantó nuestros dolores; nosotros lo estimamos leproso, herido de Dios y humillado; pero él fue traspasado por nuestras rebeliones, triturado por nuestros crímenes. Nuestro castigo saludable cayó sobre él, sus cicatrices nos curaron. Todos errábamos como ovejas, cada uno siguiendo su camino; y el Señor cargó sobre él todos nuestros crímenes. Maltratado, voluntariamente se humillaba y no abría la boca; como cordero llevado al matadero, como oveja ante el esquilador, enmudecía y no abría la boca. Sin defensa, sin justicia, se lo llevaron, ¿quién meditó en su destino? Lo arrancaron de la tierra de los vivos, por los pecados de mi pueblo lo hirieron. Le dieron sepultura con los malvados, y una tumba con los malhechores, aunque no había cometido crímenes ni hubo engaño en su boca. El Señor quiso triturarlo con el sufrimiento, y entregar su vida como expiación; verá su descendencia, prolongará sus años, lo que el Señor quiere prosperará por su mano. Por los trabajos de su alma verá la luz, el justo se saciará de conocimiento. Mi siervo justificará a muchos, porque cargó con los crímenes de ellos. Le daré una multitud como parte, y tendrá como despojo una muchedumbre. Porque expuso su vida a la muerte y fue contado entre los pecadores, él tomó el pecado de muchos e intercedió por los pecadores.
Salmo responsorial (Sal 39, 6. 7. 8-9. 10. 11)
R. Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad.
Cuántas maravillas has hecho, Señor, Dios mío, cuántos planes en favor nuestro;
nadie se te puede comparar. Intento proclamarlas, decirlas, pero superan todo número. 
R.
Tú no quieres sacrificios ni ofrendas, y, en cambio, me abriste el oído;
no pides sacrificio expiatorio. 
R.
Entonces yo digo: «Aquí estoy -como está escrito en mi libro para hacer tu voluntad.»
Dios mío, lo quiero, y llevo tu ley en las entrañas. 
R.
He proclamado tu salvación ante la gran asamblea; no he cerrado los labios; Señor, tú lo sabes. R.
No me he guardado en el pecho tu defensa, he contado tu fidelidad y tu salvación,
no he negado tu misericordia y tu lealtad ante la gran asamblea. 
R.
Lectura del santo evangelio según san Lucas (22, 14-20)

Llegada la hora, se sentó Jesús con sus discípulos y les dijo: -«He deseado enormemente comer esta comida pascual con vosotros, antes de padecer, porque os digo que ya no la volveré a comer, hasta que se cumpla en el reino de Dios.» Y, tomando una copa, pronunció la acción de gracias y dijo: -«Tornad esto, repartidlo entre vosotros; porque os digo que no beberé desde ahora del fruto de la vid, hasta que venga el reino de Dios.» Y, tomando pan, pronunció la acción de gracias, lo partió y se lo dio, diciendo: -«Esto es mi cuerpo, que se entrega por vosotros; haced esto en memoria mía.» Después de cenar, hizo lo mismo con la copa, diciendo: -«Esta copa es la nueva alianza, sellada con mi sangre, que se derrama por vosotros.»

28 mayo 2015. Jesucristo, Sumo y Eterno Sacerdote – Puntos de oración

Nuestro acceso a la oración de este día lo hacemos de la mano de Jesucristo, nuestro mediador ante el Padre. Nadie como Cristo nos introduce en esta comunión de amor con Dios, que es la oración. ¡Qué fácil es hoy ponernos en la presencia de Dios!
Sin Mí, no podéis hacer nada
Unas palabras del Señor que nos llenan de confianza, y que, a la vez, nos hacen ser conscientes de nuestra pobreza. Sin mí, nada. Entramos por tanto con una actitud humilde.
Isaías nos presenta a este sumo Sacerdote con rasgos duros, difíciles:
  • Desfigurado
  • No parecía hombre, ni tenía aspecto humano
  • Lo vimos sin aspecto atrayente
  • Despreciado y evitado de los hombres, como un hombre de dolores
  • Acostumbrado al sufrimiento, despreciado y desestimado

Estas pinceladas del profeta nos predisponen para un acercamiento confiado a nuestro mediador. Es el Varón de Dolores, capaz de compadecerse de toda miseria humana. Traspasado por nuestras rebeliones.
Cuando todos errábamos como ovejas, cada uno  por su camino, el Señor cargó con nuestros crímenes. Este es el sacerdote de la nueva alianza, Jesucristo. El que ofrece para siempre un solo sacrificio por los pecados de los hombres.
Con una sola ofrenda nos ha perfeccionado para siempre.
El alma se llena de ternura y agradecimiento porque tenemos un Sacerdote capaz de transformar nuestros extravíos, con una misericordia incansable.
Nos proporciona la entrada libre al santuario, que antes permanecía cerrada por nuestra oposición a Dios.
Este Jesús, llegado el momento, instituye los sacramentos como canales de la gracia para nuestra salvación eterna: “Tomad y comed…, a quienes perdonéis, …bautizad a todos los pueblos, …curad enfermos,…”
Hoy es un día de acción de gracias por el Sacerdocio de Jesucristo, que se prolonga en los ministros ordenados a través de los siglos. También para pedir especialmente por aquellos que Dios ha llamado a ejercer el ministerio para que lo hagan en fidelidad a Cristo y en santidad de vida.
            “Ellos renuevan en nombre de Cristo el sacrificio de la Redención, preparan a tus hijos el banquete pascual, presiden a tu pueblo santo en el amor, lo alimentan con tu palabra y lo fortalecen con los sacramentos” (del Prefacio de este día)
Encomendamos a María, todavía dentro de este mes de Mayo, la Madre del Único Sacerdote y de todos los sacerdotes, para que cuide con especial predilección a aquellos que Dios ha querido asociar a su ministerio.

En un coloquio final al Padre, al Hijo y a la Madre, les podemos pedir para que aumente el número de obreros para la mies. Que manden muchos sacerdotes a todas las partes del mundo, para que el pueblo de Dios sea atendido y cuidado como lo haría el mismo Jesús.

27/5/2015, Miércoles de la octava semana de Tiempo Ordinario

Lectura del libro del Eclesiástico (36, 1-2a. 5-6. 13-19)
Sálvanos, Dios del universo, infunde tu terror a todas las naciones, para que sepan, como nosotros lo sabemos, que no hay Dios fuera de ti. Renueva los prodigios, repite los portentos. Reúne a todas las tribus de Jacob y dales su heredad como antiguamente. Ten compasión del pueblo que lleva tu nombre, de Israel, a quien nombraste tu primogénito; ten compasión de tu ciudad santa, de Jerusalén, lugar de tu reposo. Llena a Sión de tu majestad, y al templo, de tu gloria. Da una prueba de tus obras antiguas, cumple las profecías por el honor de tu nombre, recompensa a los que esperan en ti y saca veraces a tus profetas, escucha la súplica de tus siervos, por amor a tu pueblo, y reconozcan los confines del orbe que tú eres Dios eterno.
Salmo responsorial (Sal 78, 8. 9. 11. 13)
R. Muéstranos, Señor, la luz de tu misericordia.
No recuerdes contra nosotros las culpas de nuestros padres;
que tu compasión nos alcance pronto, pues estamos agotados. 
R.
Socórrenos, Dios, salvador nuestro, por el honor de tu nombre;
líbranos y perdona nuestros pecados a causa de tu nombre. 
R.
Llegue a tu presencia del gemido del cautivo:
con tu brazo poderoso, salva a los condenados a muerte. 
R.
Mientras, nosotros, pueblo tuyo, ovejas de tu rebaño, te daremos gracias siempre,
contaremos tus alabanzas de generación en generación. 
R.
Lectura del santo evangelio según san Marcos (10, 32-45)

En aquel tiempo, los discípulos iban subiendo camino de Jerusalén, y Jesús se les adelantaba; los discípulos se extrañaban, y los que seguían iban asustados. Él tomó aparte otra vez a los Doce y se puso a decirles lo que le iba a suceder: -«Mirad, estamos subiendo a Jerusalén, y el Hijo del hombre va a ser entregado a los sumos sacerdotes y a los escribas, lo condenarán a muerte y lo entregarán a los gentiles, se burlarán de él, le escupirán, lo azotarán y lo matarán; y a los tres días resucitará.» Se le acercaron los hijos de Zebedeo, Santiago y Juan, y le dijeron: -«Maestro, queremos que hagas lo que te vamos a pedir.» Les preguntó: -«¿Qué queréis que haga por vosotros?» Contestaron: -«Concédenos sentarnos en tu gloria uno a tu derecha y otro a tu izquierda. » Jesús replicó: -«No sabéis lo que pedís, ¿sois capaces de beber el cáliz que yo he de beber, o de bautizaros con el bautismo con que yo me voy a bautizar?» Contestaron: -«Lo somos.» Jesús les dijo: -«El cáliz que yo voy a beber lo beberéis, y os bautizaréis con el bautismo con que yo me voy a bautizar, pero el sentarse a mi derecha o a mi izquierda no me toca a mi concederlo; está ya reservado. » Los otros diez, al oír aquello, se indignaron contra Santiago y Juan. Jesús, reuniéndolos, les dijo: -«Sabéis que los que son reconocidos como jefes de los pueblos los tiranizan, y que los grandes los oprimen. Vosotros, nada de eso: el que quiera ser grande, sea vuestro servidor; y el que quiera ser primero, sea esclavo de todos. Porque el Hijo del hombre no ha venido para que le sirvan, sino para servir y dar su vida en rescate por todos.»

27 mayo 2015. Miércoles de la octava semana de Tiempo Ordinario – Puntos de oración

Invocaciones para la oración de hoy (en cuanto me despiste o me vaya por los cerros de Úbeda, vuelvo a la oración con una de ellas):
No hay otro Dios, sino tú, Señor. Muéstranos, Señor, tu misericordia. Espíritu Santo, derrama sobre mí tus siete sagrados dones.
Con la llegada del Espíritu Santo hemos recibido un gran impulso en nuestra vida. Pero como siempre que pasa algo así hay que hacer dos cosas. Por una parte, abrir bien nuestro corazón y nuestra vida para que penetren hasta el fondo todos los dones recibidos. Y, en segundo lugar, no dejar que se enfríe con el paso de los días todo el bien recibido.
Por eso es muy importante la oración de estos días. Sobre todo porque todavía estamos en el tiempo de acoger la gracia del Espíritu. Sobre todo, el don de la Piedad. Recogernos físicamente y espiritualmente para que este don que nos hace amar más todo lo de Dios y a Dios mismo, nos llegue profundamente. También pediría, y trabajaría por acoger especialmente estos días, el don de la Fortaleza. La lectura del Evangelio avisa de que es muy posible que tengamos que beber el mismo cáliz de Jesús, como lo pedían Santiago y Juan. Que cuando venga el momento de la prueba, la marginación y la persecución, seamos capaces de aguantar el tirón, y perdonando.
Y, una oración, que nos haga poner a Dios en el centro de todo lo que hacemos. Que Dios sea nuestro único Dios. No andemos buscando por ahí diosecillos baratos o hagamos un dios populista, pero terreno. Dios es Dios. La lectura del Eclesiástico nos lo muestra como un Dios poderoso y terrible, que hace grandes obras, pero que abruma un poco con su esplendor y gloria. El salmo, sin embargo, nos lo muestra como un Dios misericordioso, que se acuerda del hombre, que lo libera de la cautividad y lo acoge como una oveja de su rebaño.

Sintámonos amados por tan buen Dios que nos envía su Espíritu para poder caminar con solvencia, hoy, por las calles de nuestra ciudad.

26/5/2015, Martes de la octava semana de Tiempo Ordinario – San Felipe Neri

Lectura del libro del Eclesiástico (35, 1-12)
El que observa la ley hace una buena ofrenda, el que guarda los mandamientos ofrece sacrificio de acción de gracias; el que hace favores ofrenda flor de harina, el que da limosna ofrece sacrificio de alabanza. Apartarse del mal es agradable a Dios, apartarse de la injusticia es expiación. No te presentes a Dios con las manos vacías; esto es lo que pide la ley. La ofrenda del justo enriquece el altar, y su aroma llega hasta el Altísimo. El sacrificio del justo es aceptado, su ofrenda memorial no se olvidará. Honra al Señor con generosidad y no seas mezquino en tus ofrendas; cuando ofreces, pon buena cara, y paga de buena gana los diezmos. Da al Altísimo como él te dio: generosamente, según tus posibilidades, porque el Señor sabe pagar y te dará siete veces más. No lo sobornes, porque no lo acepta, no confíes en sacrificios injustos; porque es un Dios justo, que no puede ser parcial.
Salmo responsorial (Sal 49, 5-6. 7-8. 14 y 23)
R. Al que sigue buen camino le haré ver la salvación de Dios.
Congregadme a mis fieles, que sellaron mi pacto con un sacrificio.»
Proclame el cielo su justicia; Dios en persona va a juzgar. 
R.
«Escucha, pueblo mío, me voy a hablarte; Israel, voy a dar testimonio contra ti;
- yo, Dios, tu Dios -. No te reprocho tus sacrificios,
pues siempre están tus holocaustos ante mí.» 
R.
«Ofrece a Dios un sacrificio de alabanza, cumple tus votos al Altísimo.
El que me ofrece acción de gracias, ése me honra;
al que sigue buen camino le haré ver la salvación de Dios.» 
R.
Lectura del santo evangelio según san Marcos (10, 28-31)

En aquel tiempo, Pedro se puso a decir a Jesús: «Ya ves que nosotros lo hemos dejado todo y te hemos seguido.» Jesús dijo: -«Os aseguro que quien deje casa, o hermanos o hermanas, o madre o padre, o hijos o tierras, por mí y por el Evangelio, recibirá ahora, en este tiempo, cien veces más - casas y hermanos y hermanas y madres e hijos y tierras, con persecuciones -, y en la edad futura, vida eterna. Muchos primeros serán últimos, y muchos últimos primeros.»

26 mayo 2015. Martes de la octava semana de T.O. – San Felipe Neri – Puntos de oración

El papa Francisco, nos sorprende en sus intervenciones con frases y citas que nos trastocan los moldes quizá ya muy trillados. Vamos a poner  a continuación un texto que he pensado a la luz del Espíritu Santo puede trastocarnos un poco nuestra rutina diaria al orar:
La novedad nos da siempre un poco de miedo, porque nos sentimos más seguros si tenemos todo bajo control, si somos nosotros los que construimos, programamos, planificamos nuestra vida, según nuestros esquemas, seguridades, gustos. Y esto nos sucede también con Dios. Con frecuencia lo seguimos, lo acogemos, pero hasta un cierto punto; nos resulta difícil abandonarnos a Él con total confianza, dejando que el Espíritu Santo anime, guíe nuestra vida, en todas las decisiones; tenemos miedo a que Dios nos lleve por caminos nuevos, nos saque de nuestros horizontes con frecuencia limitados, cerrados, egoístas, para abrirnos a los suyos. Pero, en toda la historia de la salvación, cuando Dios se revela, aparece su novedad - Dios ofrece siempre novedad -, trasforma y pide confianza total en Él: Noé, del que todos se ríen, construye un arca y se salva; Abrahán abandona su tierra, aferrado únicamente a una promesa; Moisés se enfrenta al poder del faraón y conduce al pueblo a la libertad; los Apóstoles, de temerosos y encerrados en el cenáculo, salen con valentía para anunciar el Evangelio. No es la novedad por la novedad, la búsqueda de lo nuevo para salir del aburrimiento, como sucede con frecuencia en nuestro tiempo. La novedad que Dios trae a nuestra vida es lo que verdaderamente nos realiza, lo que nos da la verdadera alegría, la verdadera serenidad, porque Dios nos ama y siempre quiere nuestro bien. Preguntémonos hoy: ¿Estamos abiertos a las “sorpresas de Dios”? ¿O nos encerramos, con miedo, a la novedad del Espíritu Santo? ¿Estamos decididos a recorrer los caminos nuevos que la novedad de Dios nos presenta o nos atrincheramos en estructuras caducas, que han perdido la capacidad de respuesta? Nos hará bien hacernos estas preguntas durante toda la jornada.
Hasta aquí el Papa. ¿Estamos  abiertos a las sorpresas de Dios? Cada mañana, cada rato de oración, Dios nos sorprende. Quizá no nos damos cuenta porque no estamos preparados. Cuántas veces nos hemos dado cuento mucho después. Cada rato de oración es un rato de conversión, de vuelta a  Dios, de estar con ÉL, de escucharle, tiene tantas cosas que decirnos o quizá solo una que desplaza todo el fárrago que llevamos nosotros. Y para ello se sirve de muchas cosas pero su Palabra en los textos de cada día es una guía inconfundible por la que nos habla, ¿qué nos quiere decir? Pone en nosotros u mirada, que es amor y nos fulmina nuestro egoísmo, forma de ver las cosas.
Son muchas las ideas que presentan las lecturas de la  misa para este día: cómo debe ser  nuestro comportamiento ante el  Señor, la generosidad ante todo y cómo se verá quien  lo deja todo por el  Evangelio, por seguir a Jesús que debemos planteárnoslo todos los días, cómo es mi seguimiento, mi entrega al Señor y a los hombres,… pero para acabar, me quedaría en este mes de  Mayo que la  Virgen debe ir haciendo su trabajo en cada uno,(pues no el mucho abarcar, harta y satisface el ánimo sino gustar aquello que pone en nuestro corazón) con una frase del salmo: “El que me ofrece acción de gracias, ése me honra, al que sigue el buen camino, le haré ver la salvación de  Dios”.

Poned esta frase en labios de la Virgen, repasarla en su corazón, que pase al vuestro y la veréis cumplida en Ella y en ti- Que así sea este día.

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