28 mayo 2015. Jesucristo, Sumo y Eterno Sacerdote – Puntos de oración

Nuestro acceso a la oración de este día lo hacemos de la mano de Jesucristo, nuestro mediador ante el Padre. Nadie como Cristo nos introduce en esta comunión de amor con Dios, que es la oración. ¡Qué fácil es hoy ponernos en la presencia de Dios!
Sin Mí, no podéis hacer nada
Unas palabras del Señor que nos llenan de confianza, y que, a la vez, nos hacen ser conscientes de nuestra pobreza. Sin mí, nada. Entramos por tanto con una actitud humilde.
Isaías nos presenta a este sumo Sacerdote con rasgos duros, difíciles:
  • Desfigurado
  • No parecía hombre, ni tenía aspecto humano
  • Lo vimos sin aspecto atrayente
  • Despreciado y evitado de los hombres, como un hombre de dolores
  • Acostumbrado al sufrimiento, despreciado y desestimado

Estas pinceladas del profeta nos predisponen para un acercamiento confiado a nuestro mediador. Es el Varón de Dolores, capaz de compadecerse de toda miseria humana. Traspasado por nuestras rebeliones.
Cuando todos errábamos como ovejas, cada uno  por su camino, el Señor cargó con nuestros crímenes. Este es el sacerdote de la nueva alianza, Jesucristo. El que ofrece para siempre un solo sacrificio por los pecados de los hombres.
Con una sola ofrenda nos ha perfeccionado para siempre.
El alma se llena de ternura y agradecimiento porque tenemos un Sacerdote capaz de transformar nuestros extravíos, con una misericordia incansable.
Nos proporciona la entrada libre al santuario, que antes permanecía cerrada por nuestra oposición a Dios.
Este Jesús, llegado el momento, instituye los sacramentos como canales de la gracia para nuestra salvación eterna: “Tomad y comed…, a quienes perdonéis, …bautizad a todos los pueblos, …curad enfermos,…”
Hoy es un día de acción de gracias por el Sacerdocio de Jesucristo, que se prolonga en los ministros ordenados a través de los siglos. También para pedir especialmente por aquellos que Dios ha llamado a ejercer el ministerio para que lo hagan en fidelidad a Cristo y en santidad de vida.
            “Ellos renuevan en nombre de Cristo el sacrificio de la Redención, preparan a tus hijos el banquete pascual, presiden a tu pueblo santo en el amor, lo alimentan con tu palabra y lo fortalecen con los sacramentos” (del Prefacio de este día)
Encomendamos a María, todavía dentro de este mes de Mayo, la Madre del Único Sacerdote y de todos los sacerdotes, para que cuide con especial predilección a aquellos que Dios ha querido asociar a su ministerio.

En un coloquio final al Padre, al Hijo y a la Madre, les podemos pedir para que aumente el número de obreros para la mies. Que manden muchos sacerdotes a todas las partes del mundo, para que el pueblo de Dios sea atendido y cuidado como lo haría el mismo Jesús.

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