Evangelio duro y denso. Mucha
información seguida e importante. Se necesita leer el pasaje varias vueltas
calmadamente.
¿De qué sirve una higuera que no da su
fruto? ¿De qué sirve un arpa sin cuerdas? ¿De qué sirve un templo que deja de
dar culto a Dios y que da culto al dinero? ¿Para qué sirve una persona que no
se entrega a nadie más que a sí misma? Sólo es estorbo, pecado y negación de
Dios; y Él, con gran dolor, propiamente a esa creación suya la volcará al
suelo, la secará de raíz y la dejará marcharse al fuego eterno, a donde ésta ha
escogido ir, al rechazar en su vida al Amor; ese Amor de cuyo fruto es la
entrega, entrega a Él y al prójimo.
Pidamos en nuestra oración ardientes
deseos de entregarnos hoy, porque cada día es hoy; si no amamos, no hay
entrega, cuanto mayor sea nuestro amor, mayor será nuestra entrega; y nuestro
Amor nos espera en este rato de oración, en los sacramentos, en el
acompañamiento espiritual... para reponernos los deseos y las fuerzas para esa
entrega. Y para reponer estas fuerzas, lo sabemos, hace falta el silencio; y
para este silencio, hace falta dedicarle un tiempo generoso al día.
Repasemos hoy quién es mi prójimo: mi
familia, mis amigos, mi grupo, mis compañeros de clase o de trabajo, mi
profesor o mi jefe, mi vecino, el portero, el panadero... etc... ¿Cómo puedo
dar mi mejor yo a cada uno de ellos? ¿Qué necesitan cada uno de ellos?
“Cualquier cosa que pidáis en la
oración, creed que os la han concedido, y la obtendréis.” No creed que os la concederán, sino que ya os la han concedido.
Impresionante qué gran Padre tenemos, y qué responsabilidad en cuanto a
nuestras peticiones: ¿Qué es lo que profundamente deseo en mi vida? No los
caprichos, sino lo realmente importante para mí. Y confiadamente, como el niño,
hablarle. “Y cuando os pongáis a orar, perdonad lo que tengáis contra
otros, para que también vuestro Padre del cielo os perdone vuestras culpas.»
María, Madre buena, acompáñanos siempre
en esta búsqueda. Enséñanos a ser héroes como Tú; que venciéndonos a nosotros
mismos, lleguemos al Cielo cargados de almas para Él.