En un día tan singular, 13 de Mayo,
invocamos con verdadero amor e intensidad al Espíritu Santo y a nuestra Madre.
Así, puestos en la presencia del Señor vamos serenando el corazón para abrirnos
a su acción en este ratito de oración.
Vamos a saborear despacio cada palabra
del evangelio de hoy. Las palabras de Jesús denotan cariño y celo por cada
discípulo. Un amor hecho de compromiso, como veremos.
“Muchas cosas me quedan por deciros,
pero no podéis cargar con ellas por ahora”: nuestra
condición de criatura nos limita a recibir en plenitud todo el plan (junto) de
Dios sobre nosotros. Es pues más “divino” dejar hacer al Señor, día a día,
sobre nuestras vidas. Si nos cargara con “todo el peso” de su voluntad (de toda
la vida), nos aplastaría.
“Cuando venga él, el Espíritu de la
verdad, os guiará hasta la verdad plena”. Necesitamos
entonces al Espíritu Santo para conocer día a día el camino y para llegar a la
plenitud que “al abrazo perfecto de duración eterna” que nos decía el P. Morales.
Es interesante el matiz de que el protagonista (el director de la orquesta de
nuestra vida) no somos nosotros sin el Espíritu divino. Siguiendo el símil
diríamos que a nosotros nos corresponde ser instrumentistas cualificados (tocar
el instrumento que nos corresponda con destreza, celo y cariño) e interpretar
la partitura que “nos viene de arriba”.
“… hablará de lo que oye…El me
glorificará, porque recibirá de mí lo que os irá comunicando…”. Con éstas palabras del Señor vamos entrando en la dinámica de la vida
“entre los tres” (La Trinidad). ¡Qué maravilla pensar que aquellas
inspiraciones que nos envía el E. Santo, proceden de Jesús y del Padre!, ya que
no “trabajan” aisladamente.
“…todo lo que tiene el Padre es mío. Por
eso os he dicho que toma de lo mío y os lo anunciará”. Vemos ahora, con total exactitud, lo que comentaba anteriormente. Podemos
meditar en ese empeño que tiene la Trinidad en darnos de su vida, en alimentar
nuestro interior. Pero también contamos con las mediaciones que nos validan las
insinuaciones que recibimos en el interior. Así lo quiso el Señor “quien a
vosotros os escucha, a mí me escucha”.
Un poco más adelante, la pedagogía de la
Iglesia, nos irá acercando progresivamente a ese misterio, increíble y
maravillo, que es la fiesta de la Santísima Trinidad. Algunos santos han calado
profundamente en este misterio y, enamorados de esta locura de amor de los
tres, han hecho suyas las palabras de Jesús, “permaneced en mi amor”. Y
ya no han querido salir de ahí. Recordamos, ahora, cuántas veces vimos y oímos
ese diálogo permanente de S. J. Pablo II, como un murmullo que brotaba de su
corazón enamorado de Dios.
Recuerdo una vez que, siendo
militante, llegué al Hogar de Zamora y entré a hacer una visita a la
Capilla. Al salir me encontré con el P. Morales y no se me ocurrió mejor cosa
que decirle; “¿Está muy sólo por aquí, no?. El me respondió; “¡no!,
estoy con mis tres”. ¡Cómo se las gastan los hombres de Dios!
Decía, al principio, el día tan
especial, 13 de Mayo, que vamos a vivir. Podemos acercarnos a la Capelinha de
Fátima, con el corazón, y ahí hacer nuestra oración. Es un lugar y un mensaje
con fuertes resonancias para la Cruzada-Milicia y Colaboradores. Recordando el
ofrecimiento del P. Eduardo, las diferentes peregrinaciones que hemos realizado
o (los que tuvimos el regalo de verlo) al P. Morales arrodillado, horas
enteras, a los pies de una imagen peregrina de Fátima. Nos quedan en el
corazón, para meditar todo el día, las palabras sencillas pero punzantes como
saetas, dichas por la Virgen a los pastorcitos: “¿Queréis ofreceros a
Dios para soportar todos los sufrimientos que Él quiera enviaros como
reparación de los pecados con que Él es ofendido y de súplica por la conversión
de los pecadores?.- Les dijo la Virgen -Si,
queremos. .- Respondieron ellos.-Tendréis mucho que sufrir, pero la
gracia de Dios os fortalecerá”.