1/11/2019. Solemnidad de Todos los Santos


Lectura del libro del Apocalipsis (7,2-4. 9-14)
Yo, Juan, vi a otro ángel que subía del oriente llevando el sello del Dios vivo. Gritó con voz potente a los cuatro ángeles encargados de dañar a la tierra y al mar, diciéndoles: «No dañéis a la tierra ni al mar ni a los árboles hasta que sellemos en la frente a los siervos de nuestro Dios». Oí también el número de los sellados, ciento cuarenta y cuatro mil, de todas las tribus de Israel. Después de esto vi una muchedumbre inmensa, que nadie podría contar, de todas naciones, razas, pueblos y lenguas, de pie delante del trono y delante del Cordero, vestidos con vestiduras blancas y con palmas en sus manos. Y gritan con voz potente: «¡La victoria es de nuestro Dios, que está sentado en el trono, y del Cordero!». Y todos los ángeles que estaban de pie alrededor del trono y de los ancianos y de los cuatro vivientes cayeron rostro a tierra ante el trono, y adoraron a Dios, diciendo: «Amén. La alabanza y la gloria y la sabiduría y la acción de gracias y el honor y el poder y la fuerza son de nuestro Dios, por los siglos de los siglos. Amén». Y uno de los ancianos me dijo: «Estos que están vestidos con vestiduras blancas ¿quiénes son y de dónde han venido?». Yo le respondí: «Señor mío, tú lo sabrás». Él me respondió. «Estos son los que vienen de la gran tribulación: han lavado y blanqueado sus vestiduras en la sangre del Cordero».
Salmo responsorial (Sal 23, 1-2. 3-4ab. 5-6)
R. Esta es la generación que busca tu rostro, Señor
Del Señor es la tierra y cuanto la llena, el orbe y todos sus habitantes:
él la fundó sobre los mares, él la afianzó sobre los ríos. 
R.
¿Quién puede subir al monte del Señor? ¿Quién puede estar en el recinto sacro?
El hombre de manos inocentes y puro corazón, que no confía en los ídolos. 
R.
Ése recibirá la bendición del Señor, le hará justicia el Dios de salvación.
Éste es la generación que busca al Señor, que busca tu rostro, Dios de Jacob. 
R.
Lectura de la primera carta del apóstol san Juan (3, 1-3)
Queridos hermanos: Mirad qué amor nos ha tenido el Padre para llamarnos hijos de Dios, pues ¡lo somos! El mundo no nos conoce porque no lo conoció a él. Queridos, ahora somos hijos de Dios y aún no se ha manifestado lo que seremos. Sabemos que, cuando él se manifieste, seremos semejantes a él, porque lo veremos tal cual es. Todo el que tiene esperanza en él se purifica a sí mismo, como él es puro.
Lectura del santo evangelio según san Mateo (5, 1-12a)
En aquel tiempo, al ver Jesús el gentío, subió al monte, se sentó y se acercaron sus discípulos; y, abriendo su boca, les enseñaba diciendo: «Bienaventurados los pobres en el espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos. Bienaventurados los mansos, porque ellos heredarán la tierra. Bienaventurados los que lloran, porque ellos serán consolados. Bienaventurados los que tienen hambre y sed de la justicia, porque ellos quedarán saciados. Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia. Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios. Bienaventurados los que trabajan por la paz, porque ellos serán llamados hijos de Dios. Bienaventurados los perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el reino de los cielos. Bienaventurados vosotros cuando os insulten y os persigan y os calumnien de cualquier modo por mi causa. Alegraos y regocijaos, porque vuestra recompensa será grande en el cielo».

1 noviembre 2019 Solemnidad de Todos los Santos – Puntos de oración


Para comenzar nuestra oración nos ponemos en la presencia del señor, le pedimos luz al Espíritu Santo para que nos ilumine y también podemos pedir la intercesión de algún santo.
A lo largo de esta semana he podido darme cuenta de lo mucho que apreciamos los días festivos como hoy, ya que todos deseábamos ansiosamente que llegase ya el puente. Reflexionando un poco sobre esto, terminé por enfocar este hecho desde otro punto de vista: ¿qué tienen las semanas, la rutina, que nos hace querer salir huyendo siempre? o a lo mejor no es lo que tiene, sino simplemente que algo falta.
En el salmo de hoy se repite “Este es el grupo que viene a tu presencia, Señor”. Ir a la presencia del Señor, buscarle, caminar hacia él debe ser nuestra rutina. Una rutina apasionante en la que no hace falta puentes. Para poder vivirla las lecturas nos dan dos claves. La primera, somos hijos de Dios hechos a su imagen y semejanza, y hemos sido salvados por Él. No hay mejor razón para vivir buscando al Señor que esta.  La segunda clave, viene en el evangelio. En las Bienaventuranzas Jesús nos propone una manera de vivir opuesta al mundo. Una serie de claves que aplicar a nuestro día a día para vivir caminando hacia Él.
En definitiva, en el día de hoy, que celebramos la fiesta de todos los Santos, se nos invita justo a eso, a vivir la santidad, es decir, vivir de caminando hacia el Señor. En este rato de oración os invito a darle vueltas a estas ideas, desde mi vida, mi rutina y mi situación reflexionar esa Rutina, que es vivir hacia Dios, que se nos ofrece hoy. Para ello que mejor que apoyarnos en la escritura: en la primera lectura aparece el por qué (salvados por amor) y en el evangelio el cómo (Bienaventuranzas).
Para acabar nuestro rato de oración hoy no puede faltar un pequeño coloquio con la Virgen, que pongamos a sus pies todas nuestras inquietudes, ilusiones,  proyectos, y comentar con ella como nos ha ido la oración.

31/10/2019. Jueves de la XXX semana del Tiempo Ordinario


Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos (8,31b-39)
Hermanos: Si Dios está con nosotros, ¿quién estará contra nosotros? El que no se reservó a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos dará todo con él? ¿Quién acusará a los elegidos de Dios? Dios es el que justifica. ¿Quién condenará? ¿Acaso Cristo Jesús, que murió, más todavía, resucitó y está a la derecha de Dios y que además intercede por nosotros? ¿Quién nos separará del amor de Cristo?, ¿la tribulación?, ¿la angustia?, ¿la persecución?, ¿el hambre?, ¿la desnudez?, ¿el peligro?, ¿la espada?; como está escrito: Por tu causa nos degüellan cada día, nos tratan como a ovejas de matanza. Pero en todo esto vencemos de sobra gracias a aquel que nos ha amado. Pues estoy convencido de que ni muerte, ni vida, ni ángeles, ni principados, ni presente, ni futuro, ni potencias, ni altura, ni profundidad, ni ninguna otra criatura podrá separarnos del amor de Dios manifestado en Cristo Jesús, nuestro Señor.
Salmo responsorial (Sal 108, 21-22. 26-27. 30-31)
R. Sálvame, Señor, según tu misericordia.
Señor, Dueño mío, trátame conforme a tu nombre, líbrame por tu bondadoso amor.
Porque yo soy humilde y pobre, y mi corazón ha sido traspasado. R.
¡Ayúdame, Señor, Dios mío; sálvame según tu misericordia!
Sepan que tu mano hizo esto, que tú, Señor, lo hiciste. R.
Daré gracias al Señor a boca llena, y en medio de la muchedumbre lo alabaré,
porque él se pone a la derecha del pobre, para salvar su vida de los que lo condenan. R.
Lectura del santo evangelio según san Lucas (13, 31-35)
En aquel día, se acercaron unos fariseos a decirle: «Sal y marcha de aquí, porque Herodes quiere matarte». Y les dijo: «Id y decid a ese zorro: “Mira, yo arrojo demonios y realizo curaciones hoy y mañana, y al tercer día mi obra quedará consumada. Pero es necesario que camine hoy y mañana y pasado, porque no cabe que un profeta muera fuera de Jerusalén”. ¡Jerusalén, Jerusalén, que matas a los profetas y apedreas a los que se te envían! Cuántas veces he querido reunir a tus hijos, como la gallina reúne a sus polluelos bajo las alas, y no habéis querido. Mirad, vuestra casa va a ser abandonada. Os digo que no me veréis hasta el día en que digáis: ¡Bendito el que viene en nombre del Señor!».

31 octubre 2019. Jueves de la XXX semana del Tiempo Ordinario – Puntos de oración


Cerramos el mes mariano, el mes del rosario, y el mes misionero, el mes del Domund, un mes que iniciamos con la fiesta de santa Teresita y el recuerdo del venerable P. Morales.
Lo primero, si te parece, hay que dar gracias por lo que has vivido, por tanto, derroche de gracias. Fíjate en la compañía de los santos cercanos: Primero Teresita, que es una ayuda constante, un recordatorio entrañable del amor misericordioso de Dios (…aunque hubiera cometido todos los pecados, me arrojaría a ese horno de amor que es el corazón de Dios -nos dice con seguridad y confianza) y, luego, el P. Morales, que te invita a dejarte hacer por Dios, a no ser personita, creyendo que eres tú quien se hace santo con sus fuerzas, a no cansarte de estar empezando cada día… y, sobre todo, a confiar en la poderosa y maternal intercesión de la Madre.
Fíjate, también, en el Domund: ¿Qué te dice? Pues que eres un elegido, un privilegiado, porque tú eres hijo del Padre, hermano de Jesucristo, tú ya estás bautizado y gozas de la benevolencia y la mirada cariñosa de Dios sobre ti. ¡Estás de enhorabuena! ¡Sabes de dónde vienes y sabes a dónde vas y conoces el camino y cómo recorrerlo! ¡Estás en el día, no en la oscuridad!
Y después de dar gracias, seguro que el ideal de ser santo reluce con más brillo. Y si no, mira a la gran fiesta del día 1 de noviembre. ¡La multitud incontable de los santos de cada día, de la puerta de al lado! Sí, a muchos los has tratado: Cruzados, militantes, familiares y amigos… Su cercanía te anima y estimula. También te urge su ejemplo: Si ellos lo hicieron, ¿por qué yo no? Solo hay una condición, quererlo de verdad, con todo el corazón. Pídeselo a la Virgen: Madre, hazme santo para que te alegre y muchos jóvenes, muchos hombres y mujeres se salven para siempre. Un único amor es el decisivo: Amor a Cristo, sobre todo. Pídelo y se te concederá.
Santa María, reina de los santos, ruega por mí.

30/10/2019. Miércoles de la XXX semana del Tiempo Ordinario


Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos (8, 26-30)
Hermanos: El Espíritu acude en ayuda de nuestra debilidad, pues nosotros no sabemos pedir como conviene; pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos inefables. Y el que escruta los corazones sabe cuál es el deseo del Espíritu, y que su intercesión por los santos es según Dios. Por otra parte, sabemos que a los que aman a Dios todo les sirve para el bien; a los cuales ha llamado conforme a su designio. Porque a los que había conocido de antemano los predestinó a reproducir la imagen de su Hijo, para que él fuera el primogénito entre muchos hermanos. Y a los que predestinó, los llamó; a los que llamó, los justificó; a los que justificó, los glorificó.
Salmo responsorial (Sal 12, 4-5. 6)
R. Yo confío, Señor, en tu misericordia.
Atiende y respóndeme, Señor, Dios mío; da luz a mis ojos
para que no me duerma en la muerte,
para que no diga mi enemigo: «Le he podido», ni se alegre mi adversario de mi fracaso. 
R.
Porque yo confío en tu misericordia: alegra mi corazón con tu salvación,
y cantaré al Señor por el bien que me ha hecho. 
R.
Lectura del santo evangelio según san Lucas (13, 22-30)
En aquel tiempo, Jesús pasaba por ciudades y aldeas enseñando y se encaminaba hacia Jerusalén. Uno le preguntó: «Señor, ¿son pocos los que se salvan?». Él les dijo: «Esforzaos en entrar por la puerta estrecha, pues os digo que muchos intentarán entrar y no podrán. Cuando el amo de la casa se levante y cierre la puerta, os quedaréis fuera y llamaréis a la puerta, diciendo: “Señor, ábrenos”; pero él os dirá: “No sé quiénes sois”. Entonces comenzaréis a decir: “Hemos comido y bebido contigo, y tú has enseñado en nuestras plazas”. Pero él os dirá: “No sé de dónde sois. Alejaos de mí todos los que obráis la iniquidad”. Allí será el llanto y el rechinar de dientes, cuando veáis a Abrahán, a Isaac y a Jacob y a todos los profetas en el reino de Dios, pero vosotros os veáis arrojados fuera. Y vendrán de oriente y occidente, del norte y del sur, y se sentarán a la mesa en el reino de Dios. Mirad: hay últimos que serán primeros, y primeros que serán últimos».

30 octubre 2019. Miércoles de la XXX semana del Tiempo Ordinario – Puntos de oración


En el Evangelio, la respuesta de Jesús a la pregunta "¿Quién se salvará?", no tiene que ver con el número de salvados sino con la actitud y las opciones que elije cada persona. Todo depende de nuestro seguimiento o no del camino de Jesús. Para ello, Jesús utiliza dos dichos para dar una enseñanza sobre el tema de la salvación:
Entrad por la puerta estrecha, es decir por el camino estrecho y difícil que no todos eligen. Camino que implica, en consecuencia, elección, opción libre, esfuerzo, constancia, lucha, porque muchos querrán entrar y no podrán. El esfuerzo no supone acumular acciones y méritos en beneficio propio, sino escuchar la palabra de Dios y ponerla en práctica. Entrar en la comunidad de Jesús implica adherirse a su persona y asumir su proyecto como algo esencial y valioso para el creyente.
La puerta cerrada, habla del dueño de la casa que ha cerrado la puerta y los que se han quedado fuera y quieren entrar comienzan a llamar. La imagen nos recuerda la entrada a las ciudades con sus dos puertas en la muralla, una para los carruajes y otra más pequeña para las personas, pero ambas están cerradas. Algunos de los que se han quedado fuera consideran que es un error, han llegado tarde, se les ha echado la noche encima y llaman queriendo entrar. La doble respuesta negativa del dueño “no sé quiénes sois” era la fórmula utilizada por los judíos para declarar la exclusión de la comunidad. No basta haber oído o comido con Jesús, lo verdaderamente importante es la relación de amor de cada discípulo con Él.
De esta forma, vemos cómo los valores del Reino de Dios no coinciden con los valores del mundo, donde prevalece el deseo de los primeros puestos. Pero aún estamos a tiempo, todavía podemos hacernos últimos, con los últimos y sumarnos al número de los salvados. Eso es lo que Dios quiere y lo que nosotros en el fondo de nuestro corazón queremos.

29/10/2019. Martes de la XXX semana del Tiempo Ordinario


Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos (8, 18-25)
Hermanos: Considero que los sufrimientos de ahora no se pueden comparar con la gloria que un día se nos manifestará. Porque la creación, expectante, está aguardando la manifestación de los hijos de Dios; en efecto, la creación fue sometida a la frustración, no por su voluntad, sino por aquel que la sometió, con la esperanza de que la creación misma sería liberada de la esclavitud de la corrupción, para entrar en la gloriosa libertad de los hijos de Dios. Porque sabemos que hasta hoy toda la creación entera está gimiendo y sufre dolores de parto. Y no sólo eso, sino que también nosotros, que poseemos las primicias del Espíritu, gemimos en nuestro interior, aguardando la adopción filial, la redención de nuestro cuerpo. Pues hemos sido salvados en esperanza. Y una esperanza que se ve, no es esperanza; efectivamente, ¿cómo va a esperar uno algo que ve? Pero si esperamos lo que no vemos, aguardamos con perseverancia.
Salmo responsorial (Sal 125, 1-2ab. 2cd-3, 4-5, 6)
R. El Señor ha estado grande con nosotros
Cuando el Señor cambió la suerte de Sion, nos parecía soñar:
la boca se nos llenaba de risas, la lengua de cantares. R.
Hasta los gentiles decían: «El Señor ha estado grande con ellos».
El Señor ha estado grande con nosotros, y estamos alegres. R.
Recoge, Señor, a nuestros cautivos, como los torrentes del Negueb.
Los que sembraban con lágrimas cosechan entre cantares. R.
Al ir, iba llorando, llevando la semilla;
al volver, vuelve cantando, trayendo sus gavillas. R.
Lectura del santo evangelio según san Lucas (13, 18-21)
En aquel tiempo, decía Jesús: ¿A qué es semejante el reino de Dios o a qué lo compararé? Es semejante a un grano de mostaza que un hombre toma y siembra en su huerto; creció, se hizo un árbol y los pájaros del cielo anidaron en sus ramas». Y dijo de nuevo: ¿A qué compararé el reino de Dios? Es semejante a la levadura que una mujer tomó y metió en tres medidas de harina, hasta que todo fermentó».

29 octubre 2019. Martes de la XXX semana del Tiempo Ordinario – Puntos de oración


Empezamos la oración ofreciendo al Señor nuestras intenciones, acciones y operaciones para que sean puramente ordenadas al servicio y alabanza de Su divina majestad.
“Los sufrimientos de ahora no pesan lo que la gloria que un día se nos descubrirá” Leer lentamente y con el corazón la primera lectura que nos ofrece la liturgia de hoy podría ser suficiente para hacer oración. Pablo nos mete en lo más íntimo de su ser y nos transmite anhelos de cielo, deseos de entrar en la “libertad gloriosa de los hijos de Dios”. Y nos exhorta a vivir, el tiempo que nos queda en esta tierra, con esperanza. ¡Qué difícil se nos hace! vivir con coherencia eso de “No he nacido para el suelo que es morada de dolor, yo he nacido para el cielo, yo he nacido para Dios”.
Vemos las noticias, Latinoamérica está agitada… Ecuador, Chile, Bolivia, Venezuela… violencia, vandalismo, incendios, saqueos, desolación, muerte…. Es verdad lo que nos dice la lectura “Porque sabemos que hasta hoy la creación entera está gimiendo toda ella con dolores de parto”… cuánta gente engañada por falsas ideologías piden, ejerciendo violencia, reformas, cambios, desarrollo, etc., buscan fuera algo que no encuentran para llenar su interior, algo que llene de sentido su existencia… ¿Dónde está entonces la esperanza de la que habla San Pablo? La respuesta la encontramos en el Evangelio. ¿A qué se parece el reino de Dios? ¿A qué lo compararé? El bautizado militante es fermento en la masa en virtud de lo que nos dice Jesús en otro pasaje del Evangelio, Lc 17,22: “El Reino de Dios está dentro de vosotros”. El Reino de Dios está más cerca de lo que nosotros pensamos. Está en un bautizado en gracia de Dios, capaz de transformar a las personas y a su ambiente mediante su testimonio. Que vivamos esta realidad con esperanza, “porque en esperanza fuimos salvados”, y que sepamos reconocer en cada momento que “El Señor ha estado grande con nosotros, y estamos alegres”.

28/10/2019. Santos Simón y Judas Tadeo, apóstoles


Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Efesios (2,19-22)
Hermanos: Ya no sois extranjeros ni forasteros, sino conciudadanos de los santos, y miembros de la familia de Dios. Estáis edificados sobre el cimiento de los apóstoles y profetas, y el mismo Cristo Jesús es la piedra angular. Por él todo el edificio queda ensamblado, y se va levantando hasta formar un templo consagrado al Señor. Por él también vosotros entráis con ellos en la construcción, para ser morada de Dios, por el Espíritu.
Salmo responsorial (Sal 18, 2-3. 4-5)
R. A toda la tierra alcanza su pregón.
El cielo proclama la gloria de Dios, el firmamento pregona la obra de sus manos:
el día al día le pasa el mensaje, la noche a la noche se lo susurra. 
R.
Sin que hablen, sin que pronuncien, sin que resuene su voz,
a toda la tierra alcanza su pregón y hasta los límites del orbe su lenguaje. 
R.
Lectura del santo evangelio según san Lucas (6, 12-19)
En aquellos días, Jesús salió al monte a orar y pasó la noche orando a Dios. Cuando se hizo de día, llamó a sus discípulos, escogió de entre ellos a doce, a los que también nombró apóstoles: Simón, al que puso de nombre Pedro, y Andrés, su hermano, Santiago, Juan, Felipe, Bartolomé, Mateo, Tomás, Santiago el de Alfeo, Simón, llamado el Zelote, Judas el de Santiago y Judas Iscariote, que fue el traidor. Después de bajar con ellos, se paró en una llanura, con un grupo grande de discípulos y una gran muchedumbre del pueblo, procedente de toda Judea, de Jerusalén y de la costa de Tiro y de Sidón. Venían a oírlo y a que los curara de sus enfermedades; los atormentados por espíritus inmundos quedaban curados, y toda la gente trataba de tocarlo, porque salía de él una fuerza que los curaba a todos.

28 octubre 2019. Santos Simón y Judas Tadeo, apóstoles – Puntos de oración


Preparamos la oración para el día en que celebraremos la fiesta de dos apóstoles, S. Simón y S. Judas Tadeo. Asimismo, tomamos este consejo de Santa Teresa al iniciar nuestra oración: “Quien no hallare Maestro que le enseñe oración, tome este glorioso Santo por maestro, y no errará en el camino”. Con ilusión y confianza, pues nos encomendamos a S. José.
            Las lecturas de mañana nos invitan a considerar una cuádruple realidad: 1) estamos llamados a ser ciudadanos de los santos…, en la morada de Dios. 2) Nuestra fe está asentada en la roca de los profetas, apóstoles y del mismo Cristo. 3) A toda la tierra alcanza su pregón. 4) La oración nos alcanza gracia para contagiar a Dios ayudando a los demás.
            Somos dichosos al contar con una fe que viene desde antiguo y que, sobre todo, llega a su plenitud en la persona de Jesús. Por esta fe, con fundamento, nuestra vida no sólo es parte del edificio de la Iglesia, sino que nos proyecta a algo muy bello, ser morada de Dios. Tener fundamento y futuro, desde la fe, puede aportarnos firmeza en las convicciones y sobre todo, esperanza y sentido, en todo el devenir de nuestra existencia.
            Si esa fe en Cristo es riqueza para nosotros, ¡también lo es para los que nos rodean! Queremos, con el salmo, colaborar para que a todos y a toda la tierra alcance su pregón. Muchas veces será a través de nuestro trabajo silencioso pero orante, o de la convivencia sencilla pero perfumada de la alegría de Dios. Otras veces, nuestros pequeños favores, generarán interrogantes o admiración. Porque, un corazón que está enamorado del Señor, se le nota; sin que hable, sin que resuene su voz. Pero está proclamando la gloria de Dios.
            El alimento de ese corazón enamorado siempre será la oración. Así se nos muestra hoy Jesús, que antes de escoger a los discípulos y nombrarlos apóstoles, sube a la montaña a orar. Luego se nos dice que baja del monte para predicar y curar enfermedades. Nosotros, unidos a Él, con su luz y fuerza, sabremos dese la oración, bajar a la realidad de cada instante, especialmente con quien nos necesite, para transmitirle el gesto y la palabra oportunas.
            La mujer, que venía del Antiguo Testamento y que abre paso al Nuevo, dándonos a su Hijo. Aquella, que vive en un silencio lleno de presencia divina. La Madre, que aglutina a los apóstoles escandalizados por la cruz, con sola su actitud de esperanza y acogida. A la Virgen Inmaculada, le pedimos que nos alcance la gracia de vivir lo que venimos meditando.




27/10/2019, Domingo XXX del Tiempo Ordinario (Ciclo C)


Lectura del libro del Eclesiástico (35,12-14.16-18)
El Señor es juez, y para él no cuenta el prestigio de las personas. Para él no hay acepción de personas en perjuicio del pobre, sino que escucha la oración del oprimido. No desdeña la súplica del huérfano, ni a la viuda cuando se desahoga en su lamento. Quien sirve de buena gana, es bien aceptado, y su plegaria sube hasta las nubes. La oración del humilde atraviesa las nubes, y no se detiene hasta que alcanza su destino. No desiste hasta que el Altísimo lo atiende, juzga a los justos y les hace justicia. El Señor no tardará.
Salmo responsorial (Sal 33,2-3.17-18.19.23)
R. El afligido invocó al Señor, y él lo escuchó.
Bendigo al Señor en todo momento, su alabanza está siempre en mi boca;
mi alma se gloría en el Señor: que los humildes lo escuchen y se alegren. R.
El Señor se enfrenta con los malhechores, para borrar de la tierra su memoria.
Cuando uno grita, el Señor lo escucha y lo libra de sus angustias. R.
El Señor está cerca de los atribulados, salva a los abatidos.
El Señor redime a sus siervos, no será castigado quien se acoge a él. R.
Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a Timoteo (4,6-8.16-18)
Querido hermano: Yo estoy a punto de ser derramado en liberación y el momento de mi partida es inminente. He combatido el noble combate, he acabado la carrera, he conservado la fe. Por lo demás, me está reservada la corona de la justicia, que el Señor, juez justo, me dará en aquel día; y no sólo a mí, sino también a todos los que hayan aguardado con amor su manifestación. En mi primera defensa, nadie estuvo a mi lado, sino que todos me abandonaron. ¡No les sea tenido en cuenta! Mas el Señor estuvo a mi lado y me dio fuerzas para que, a través de mí, se proclamara plenamente el mensaje y lo oyeran todas las naciones. Y fui librado de la boca del león. El Señor me librará de toda obra mala y me salvará llevándome a su reino celestial. A él la gloria por los siglos de los siglos. Amén.
Lectura del santo evangelio según san Lucas (18,9-14)
En aquel tiempo, Jesús dijo esta parábola a algunos que se confiaban en sí mismos por considerarse justos y despreciaban a los demás: «Dos hombres subieron al templo a orar. Uno era fariseo; el otro, un publicano. El fariseo, erguido, oraba así en su interior: “¡Oh Dios!, te doy gracias, porque no soy como los demás hombres: ladrones, injustos, adúlteros; ni tampoco como ese publicano. Ayuno dos veces por semana y pago el diezmo de todo lo que tengo”. El publicano, en cambio, quedándose atrás, no se atrevía ni a levantar los ojos al cielo, sino que se golpeaba el pecho diciendo: “¡Oh Dios!, ten compasión de este pecador”. Os digo que este bajó a su casa justificado, y aquél no. Porque todo el que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido».

27 octubre 2019. Domingo XXX del Tiempo Ordinario (Ciclo C) – Puntos de oración


“El Señor escucha la oración del oprimido, no desdeña la súplica del huérfano ni el lamento de la viuda.”
Eso nos recuerda la primera lectura de la misa de hoy, y nos puede ayudar a comenzar la oración, haciéndonos caer, tras ponernos en la presencia del Señor y ofrecerle todo nuestro día, en la necesidad de reconocernos nosotros mismos oprimidos, huérfanos y viudos.
Sería bueno situarnos en la época de Jesús, por supuesto mucho menos garantista que nuestras sociedades occidentales, y reconocernos en las penosas situaciones de los más despreciados y abandonados de la sociedad. Aunque no es difícil que conozcamos casos similares en nuestros días, relacionados con la situación a veces insostenible de los migrantes, de los sometidos a la explotación sexual o a la dictadura de los cárteles de la droga. O simplemente recorrer los lugares de ocio de nuestros jóvenes y bucear en el fondo de sus almas, rotas y desesperadas de encontrar la paz o la felicidad que tan ansiosamente buscan.
Solo así, con el corazón humilde, reconociéndonos necesitados ante el Señor, nuestra oración de hoy subirá y alcanzará su destino, y el Altísimo la atenderá. Porque si el afligido invoca al Señor, él lo escucha.
Esa actitud del corazón nos ayudará a entender mejor las palabras de san Pablo en su carta a Timoteo. A comprender lo que él entendió, que en medio de las dificultades, cuando todos le dejaron sólo, sólo el Señor estuvo a su lado y le dio fuerzas para proclamar el evangelio.
Pidamos al Señor a través de María, en este último domingo de un mes especialmente misionero, la fortaleza que le concedió a san Pablo para anunciar plenamente el mensaje- Muchas veces nos desanimamos en nuestras tareas, o porque esperamos ver el fruto y el Señor lo mantiene escondido, o porque nos desencantamos ante desencuentros entre los mismos evangelizadores, o ante lo que vemos como trabas a nuestra labor y muchas veces no son sino pequeños eslabones de una cadena que Jesús tiende a nuestro alrededor para ir haciéndonos cada vez más pequeños. Confiemos en que el Señor guía nuestros pasos y, como a san Pablo, nos librará de toda obra mala y nos llevará a su reino celestial.
Pero es la parábola del evangelio, la del fariseo y el publicano, la que debe tener un lugar importante en nuestra oración de hoy. Saborearla despacio, haciendo pausas, dejando que empape nuestra alma. Y repitamos despacio, muchas veces: “¡Oh Dios!, ten compasión de este pecador”.
María, enséñanos el caminito de Teresa de Lisieux, el de las manos vacías de Abelardo, que se consume poco a poco en una continuidad del ofrecimiento que un día hizo de querer ir al cielo sin nada, confiado únicamente en la misericordia divina.
¡Oh Dios!, ten compasión de este pecador.

26/10/2019. Sábado de la XXIX semana del Tiempo Ordinario


Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos (8, 1-11)
Hermanos: No hay condena alguna para los que están en Cristo Jesús, pues la ley del Espíritu de vida en Cristo Jesús te ha librado de la ley del pecado y de la muerte. Lo que era imposible a la ley, por cuanto que estaba debilitada a causa de la carne, lo ha hecho Dios: enviando a su Hijo en semejanza de carne de pecado y en orden al pecado, condenó el pecado en la carne, para que la justa exigencia de la ley se cumpliera en nosotros, los que actuamos no de acuerdo con la carne, sino de acuerdo con el Espíritu. Pues los que viven según la carne desean las cosas de la carne; en cambio, los que viven según el Espíritu, desean las cosas del Espíritu. El deseo de la carne es muerte; en cambio el deseo del Espíritu, vida y paz. Por ello, el deseo de la carne es hostil a Dios, pues no se somete a la ley de Dios; ni puede someterse. Los que están en la carne no pueden agradar a Dios. Pero vosotros no estáis en la carne, sino en el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios habita en vosotros; en cambio, si alguien no posee el Espíritu de Cristo no es de Cristo. Pero si Cristo está en vosotros, el cuerpo está muerto por el pecado, pero el espíritu vive por la justicia. Y si el Espíritu del que resucitó a Jesús de entre los muertos habita en vosotros, el que resucitó de entre los muertos a Cristo Jesús también dará vida a vuestros cuerpos mortales, por el mismo Espíritu que habita en vosotros.
Salmo responsorial (Sal 23, 1-2. 3-4ab. 5-6)
R. Esta es la generación que busca tu rostro, Señor.
Del Señor es la tierra y cuanto la llena, el orbe y todos sus habitantes:
él la fundó sobre los mares, él la afianzó sobre los ríos. 
R.
¿Quién puede subir al monte del Señor? ¿Quién puede estar en el recinto sacro?
El hombre de manos inocentes y puro corazón, que no confía en los ídolos. 
R.
Ese recibirá la bendición del Señor, le hará justicia el Dios de salvación.
Esta es la generación que busca al Señor, que busca tu rostro, Dios de Jacob. 
R.
Lectura del santo evangelio según san Lucas (13, 1-9)
En aquel momento se presentaron algunos a contar a Jesús lo de los galileos, cuya sangre había mezclado Pilato con la de los sacrificios que ofrecían. Jesús respondió: «¿Pensáis que esos galileos eran más pecadores que los demás galileos porque han padecido todo esto? Os digo que no; y, si no os convertís, todos pereceréis lo mismo. O aquellos dieciocho sobre los que cayó la torre en Siloé y los mató, ¿pensáis que eran más culpables que los demás habitantes de Jerusalén? Os digo que no; y, si no os convertís, todos pereceréis de la misma manera». Y les dijo esta parábola: «Uno tenía una higuera plantada en su viña, y fue a buscar fruto en ella, y no lo encontró. Dijo entonces al viñador: “Ya ves, tres años llevo viniendo a buscar fruto en esta higuera, y no lo encuentro. Córtala. ¿Para qué va a perjudicar el terreno?” Pero el viñador respondió: “Señor, déjala todavía este año y mientras tanto yo cavaré alrededor y le echaré estiércol, 9 a ver si da fruto en adelante. Si no, la puedes cortar”».

26 octubre 2019. Sábado de la XXIX semana del Tiempo Ordinario – Puntos de oración


Ofrecemos nuestras vidas al Corazón de Cristo, por medio del Corazón Inmaculado de Santa María, nuestra Reina y Madre, todos nuestros trabajos, alegrías y sufrimientos. Y lo hacemos uniéndonos por todas las intenciones por las que se inmola continuamente sobre los altares.
Hoy, la lectura del evangelio nos pone a cada uno en nuestro sitio que, al fin y al cabo, es el mismo: todos somos pecadores, somos criaturas limitadas y el pecado siempre está al acecho. No sabemos lo que hicieron esos galileos para que Pilato mezclara su sangre con la de los sacrificios que ofrecían. Pero seguramente sus compatriotas pensarían mal de ellos juzgando que, si así se los trataron, algo habrían hecho. Jesús nos pone a todos en nuestro lugar. Todos somos iguales y si en algo parece que destacamos es porque se nos ha dado. En otro sitio del Evangelio se ha firma que, si algo de bueno hay en nosotros, se lo debemos al Espíritu porque de El procede todo lo bueno que hay en el mundo y en el hombre.
El Papa Francisco escribió una vez que no somos propensos a dar un poco de espacio a la comprensión y a la misericordia. Porque para ser misericordiosos son necesarias dos actitudes: La primera es el conocimiento de sí mismos: saber que hemos hecho muchas cosas malas: ¡somos pecadores! Y frente al arrepentimiento, la justicia de Dios... se transforma en misericordia y perdón. La segunda es tener vergüenza de nuestros pecados. Esto es una gracia, el sentir vergüenza de nuestras faltas. ¡Cuántas cosas recibidas, cuántas gracias y oportunidades y, sin embargo, qué poca fidelidad y amor!
Solo hay una solución: la conversión. Y aquí no hay ambigüedades, si no nos convertimos, al final, pereceremos. Como la imagen del viñador, que quiere dar una nueva oportunidad a esa higuera infértil, Dios continuamente nos da gracias de conversión, a través de los acontecimientos, de las personas que nos rodean, de nuestra madre la Iglesia.
Y la conversión es ser hombres de espíritu, como nos indica la primera lectura de San Pablo, porque el Espíritu tiende a la vida y a la paz. El Espíritu es comprensivo, tiene misericordia y no juzga a los demás, es más, los pone por encima de uno mismo.
Nos encomendamos a Santa María, para que nos ayude a comprender cuál debe de ser nuestra actitud hacia los demás, no a juzgar y valorar sus acciones sino a ponernos a su servicio.

24/10/2019. Jueves de la XXIX semana del Tiempo Ordinario


Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos (6, 19-23)
Hermanos: Hablo al modo humano, adaptándome a vuestra debilidad natural: lo mismo que antes ofrecisteis vuestros miembros a la impureza y a la maldad, como esclavos suyos, para que obrasen la maldad, ofreced ahora vuestros miembros a la justicia, como esclavos suyos para vuestra santificación. Pues cuando erais esclavos del pecado, erais libres en lo que toca a la justicia. ¿Y qué frutos obteníais entonces? Cosas de las que ahora os avergonzáis, porque conducen a la muerte. Ahora, en cambio, liberados del pecado y hechos esclavos de Dios, dais frutos para la santidad que conducen a la vida eterna. Porque la paga del pecado es la muerte, mientras que el don de Dios e la vida eterna en Cristo Jesús, Señor nuestro.
Salmo responsorial (Sal 1, 1-2. 3. 4 y 6)
R. Dichoso el hombre que ha puesto su confianza en el Señor.
Dichoso el hombre que no sigue el consejo de los impíos,
ni entra por la senda de los pecadores, ni se sienta en la reunión de los cínicos;
sino que su gozo es la ley del Señor, y medita su ley día y noche. R.
Será como un árbol plantado al borde de la acequia:
da fruto en su sazón y no se marchitan sus hojas;
y cuanto emprende tiene buen fin. R.
No así los impíos, no así; serán paja que arrebata el viento.
Porque el Señor protege el camino de los justos
pero el camino de los impíos acaba mal. R.
Lectura del santo evangelio según san Lucas (12, 49-53)
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «He venido a prender fuego a la tierra, ¡y cuánto deseo que ya esté ardiendo! Con un bautismo, tengo que ser bautizado, ¡y qué angustia sufro hasta que se cumpla! ¿Pensáis que he venido a traer a la tierra? No, sino división. Desde ahora estarán divididos cinco en una casa: tres contra dos y dos contra tres; estarán divididos el padre contra el hijo y el hijo contra el padre, la madre contra la hija y la hija contra la madre, la suegra contra la nuera y la nuera contra la suegra».

24 octubre 2019. Jueves de la XXIX semana del Tiempo Ordinario – Puntos de oración


* Primera lectura:  Nuestra meta es la vida eterna con Cristo y por Cristo. La vida en pecado tiene un final lastimoso: la muerte. En cambio, la vida en gracia, con Cristo, tiene otro final: la vida eterna. Así concluye el texto de san Pablo hoy. Y entre esos dos polos, vida y muerte o gracia y pecado, se encuentra todo el proceso de abandono del mal, conversión a Dios y fidelidad a sus designios amorosos.
Quienes hemos tenido la fortuna de conocer el rostro de Dios por Cristo y en Cristo hemos de avanzar hacia la perfección en la fidelidad, contemplando al Señor que se dignó morir por nosotros.
Ya no somos esclavos sino hijos, no somos marginados sino atraídos a la casa del Padre, no somos condenados por nuestra pobreza, enfermedad, incomprensión, sino que en esa situación –sea cual fuere- recae sobre nosotros la mirada del corazón del Padre.
* Salmo: Pongámonos en manos de Dios y tendremos vida. Alejémonos del camino de la maldad, que nos lleva a la muerte. Quien une su vida a Dios y es fiel a sus mandatos, goza de la dicha suprema en esta vida. El participar de la Vida de Dios nos ha de llevar a amar a nuestro prójimo. Hundidas las raíces de nuestra vida en Dios hemos de dar frutos de santidad, justicia, bondad, misericordia, caridad con los que sufren. Si vivimos sumergidos y en Cristo, desde nuestro bautismo en Él, debemos producir los frutos de las buenas obras que proceden de Él.
* Evangelio:  Jesús, como profetizó Zacarías cuando nació su hijo Juan el Bautista, ha venido al mundo para iluminar a los que yacen en tinieblas y en sombra de muerte, y guiar nuestros pasos por el camino de la paz. ¿Cómo dice ahora que no ha venido a traer paz sino división? Lo que pasa es que Jesús habla de dos paces distintas: la paz del alma, que se consigue buscando a Dios lo primero y, por eso es un don de Dios, y la paz exterior, que es la aparente tranquilidad producida por el consenso y/o el vaciamiento o apostasía de la verdad y puede ser como “la paz de los cementerios”. La importante es la paz interior, don de Dios y fruto de la santidad personal. No hemos de temer a adversarios exteriores.
De hecho, sólo la paz interior contribuye eficazmente a la paz exterior. La unidad conseguida por la fuerza o el consenso fruto de la “negociación política” no son estables. “Jesús, Tú has venido a enseñarme el camino de la paz del alma, fruto del amor a Dios. Ésa es la paz que he de llevar a los demás”. Jesús, quiere que el cristiano sea un sembrador de paz y alegría, fruto de su unión con Él. Pero eso no significa que haya que amoldarse a los demás, hasta el punto de transigir en la doctrina verdadera. El cristianismo es un mensaje fuerte, exigente, divino, y por eso no todo el mundo lo acepta. De ahí la división que produce; no por el lado del cristiano -que debe buscar la comprensión y el entendimiento-, sino por el del que se opone con todas sus fuerzas a la luz de la fe. Cristo es signo de contradicción. Lo fue, lo es, lo será. Pero Cristo “está con nosotros siempre hasta el fin del mundo”, y Él “ha vencido al mundo”.
Oración final
Dios todopoderoso, que derramaste el Espíritu Santo sobre los apóstoles, reunidos en oración con María, la Madre de Jesús, concédenos, por intercesión de la Virgen, entregarnos fielmente a tu servicio y proclamar la gloria de tu nombre con testimonio de palabra y de vida. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

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