En el Evangelio, la respuesta de Jesús a
la pregunta "¿Quién se salvará?", no tiene que ver con el número de
salvados sino con la actitud y las opciones que elije cada persona. Todo
depende de nuestro seguimiento o no del camino de Jesús. Para ello, Jesús
utiliza dos dichos para dar una enseñanza sobre el tema de la salvación:
Entrad por la puerta estrecha, es decir
por el camino estrecho y difícil que no todos eligen. Camino que implica, en
consecuencia, elección, opción libre, esfuerzo, constancia, lucha, porque
muchos querrán entrar y no podrán. El esfuerzo no supone acumular acciones y
méritos en beneficio propio, sino escuchar la palabra de Dios y ponerla en
práctica. Entrar en la comunidad de Jesús implica adherirse a su persona y
asumir su proyecto como algo esencial y valioso para el creyente.
La puerta cerrada, habla del dueño de la
casa que ha cerrado la puerta y los que se han quedado fuera y quieren entrar
comienzan a llamar. La imagen nos recuerda la entrada a las ciudades con sus
dos puertas en la muralla, una para los carruajes y otra más pequeña para las
personas, pero ambas están cerradas. Algunos de los que se han quedado fuera
consideran que es un error, han llegado tarde, se les ha echado la noche encima
y llaman queriendo entrar. La doble respuesta negativa del dueño “no sé quiénes
sois” era la fórmula utilizada por los judíos para declarar la exclusión de la
comunidad. No basta haber oído o comido con Jesús, lo verdaderamente importante
es la relación de amor de cada discípulo con Él.
De esta forma, vemos cómo los valores
del Reino de Dios no coinciden con los valores del mundo, donde prevalece el
deseo de los primeros puestos. Pero aún estamos a tiempo, todavía podemos
hacernos últimos, con los últimos y sumarnos al número de los salvados. Eso es
lo que Dios quiere y lo que nosotros en el fondo de nuestro corazón queremos.